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Mediodía en Buenos Aires. Garzón almuerza despreocupado, en Elorrio Arkaitz Bellon es despedido por una multitud

Mediodía en Buenos Aires. Garzón almuerza despreocupado, en Elorrio Arkaitz Bellon es despedido por una multitud

Elorrio Arkaitz Bellon es despedido por una multitud
Elorrio Arkaitz Bellon es despedido por una multitud
Más de seiscientos presos y presas vascas agonizan aún en las cárceles españolas, muchos condenados a plazos interminables por Garzón, sus émulos y sus secuaces.

 

Desde la Diáspora en Argentina los miembros del “Colectivo a Casa/Etxera” manifestamos:

Sábado 8 de febrero de 2014. Mediodía en Buenos Aires. Garzón almuerza despreocupado, en Elorrio Arkaitz Bellon es despedido por una multitud.

El invierno de Andalucía es más suave que el del norte de la península, pese a lo cual Arkaiz Bellón falleció en una celda de la cárcel de Puerto de Santa María, en la ciudad de Cádiz, por causas que las autoridades penitenciarias describieron como “naturales”. «Natural» es que las personas se mueran después de meses y años de golpizas y encarnizamiento represivo. Sin ir más lejos, en marzo del 2013, en el tercer episodio similar acaecido en pocas semanas, Arkaiz fue víctima de una brutal paliza propinada durante el registro de su celda de la cárcel de Sevilla II.

Detenido en el año 2000 durante una de las frecuentes manifestaciones contra la dominación española, condenado a desorbitados trece años de prisión,  Arkaiz sospechosamente muere poco antes de cumplir su injusta condena. “Vean”, parecen interpelarnos desde la autocracia oficial de España, “si a nosotros nos da la gana, sólo saldrán de las ergástulas españolas con los pies para adelante. Ahora vayan y quéjense al parlamento Europeo”.

Sometido al aislamiento y paseado de cárcel en cárcel bajo la política de dispersión aplicada tanto por el PSOE como por el PP, Arkaiz se sumó siempre a la resistencia del Colectivo de los presos vascos.  Ahora, para retirar sus restos, sus allegados han debido peregrinar más de mil kilómetros. Los mismos que han venido haciendo, tenazmente, para llegar a visitarlo desde su patria sojuzgada, durante trece años.

Aunque el encarnizamiento represivo sobre los patriotas vascos presos constituye una política de estado del reino español, debemos ser justos y reconocer que también tiene un autor personalísimo: el ex juez Baltasar Garzón. Célebre por la pantomima de enjuiciar al franquismo, el letrado es uno de los principales arquitectos de las prácticas de encarnizadas venganzas llevadas a cabo sobre los rehenes prisioneros. Muchas de las pintorescas innovaciones seudolegales con las que se deniegan libertades luego de cumplidas las condenas, muchas de las prohibiciones de organizaciones patrióticas, muchos de los enjuiciamientos a dirigentes políticos partidarios de la paz y el respeto por los derechos del pueblo vasco, han sido ideados por Garzón. Lo mismo que el rutinario desconocimiento de las metódicas torturas de la policía sobre los detenidos.

Hace un tiempo, Garzón ha decidido sentar sus reales en Buenos Aires. Los mismos medios de comunicación, locales e internacionales, que vienen denigrando largamente al gobierno argentino, en asombrosa complicidad, se unen a los medios oficialistas y al propio estado nacional, para presentar a Garzón como un ejemplo democrático y casi un héroe antifascista. Se lo ha premiado con honores públicos, documento de identidad argentino e importantes cargos nada menos que en el área de los derechos humanos. Su papel como represor ilegal y sanguinario del pueblo vasco se ha silenciado por completo. El tratamiento preferencial hacia semejante personaje se da de patadas con la publicitada lucha oficialista por los derechos humanos violados por la dictadura militar.

Sin embargo, la verdad se abre paso. Ningún luchador popular debería hacer caso omiso del clamor del pueblo vasco, que señala con un dedo de fuego al ex juez, quien lleva las manos impregnadas para siempre con la sangre de tantos compatriotas vascos. La presencia de Garzón en tierra argentina es una vergüenza indefendible. Exigimos que sea expulsado de inmediato de nuestro país. Que Latinoamérica toda sea territorio vedado para él y el resto de la hez de canallas que nos llega desde el viejo mundo.

Más  de seiscientos presos y presas vascas agonizan aún en las cárceles españolas, muchos condenados a plazos interminables por Garzón, sus émulos y sus secuaces. El mantenimiento de esos rehenes está destinado a obstaculizar el avance de la paz y de la independencia de Euskal Herria, sin embargo el independentismo ha desencadenado un proceso unilateral de paz indetenible y en el corazón de la sociedad vasca late con más fuerza que nunca el deseo irrefrenable de justicia, democracia y soberanía.

Reciban compañeros nuestra solidaridad incondicional, sepa nuestro pueblo que los acompañamos en este camino de organización y lucha.

Agur eta ahore Arkaitz!


Herriak ez du barkatuko!

Euskal presoak eta borrokalariak etxera!

Gora Euskal Herria askatuta!

Kaos 15/02/14