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Peligra la precaria paz entre Israel y Libano

Señales de la «triple guerra» 

 Cañonazos en la frontera: Peligra la precaria paz entre Israel y Libano 

Tras cuatro años de precaria paz, los cañones israelíes volvieron  a tronar en la línea fronteriza con Líbano. Un  territorio ultrasensible, de enorme incidencia estratégica en el escenario del desenlace de los conflictos militares que permanecen en  estado de latencia, y solo contenidos por los frentes de negociación diplomática. Las nuevas acciones en la frontera recrean y exacerban un «clima de guerra» latente en toda la región, cuyo desenlace parece estar marcado por el desarrollo del programa nuclear iraní.

 

El martes, corrió nuevamente la sangre. En uno de los puntos convergentes de lo que los estrategas militares israelíes denominan la «triple guerra». Un potencial  teatro de operaciones en tres frentes simultáneos: Irán, Gaza y Líbano, a los que podría incorporarse Siria.

El Consejo de Seguridad de la ONU se reunió de urgencia el martes  para tratar el intercambio de fuego entre los ejércitos de Israel y Líbano en la frontera entre ambos países, en el que murieron cuatro libaneses y un militar israelí, según la información oficial del organismo.

«El subsecretario general de la ONU para Operaciones de Paz, Alain Le Roy, se reunió con los miembros del Consejo para informarles del enfrentamiento», explicó en una conferencia de prensa el portavoz del organismo, Martin Nesirky.
El Gobierno del Líbano, que ocupa en la actualidad uno de los 10 puestos no permanentes del Consejo de Seguridad, llamó a la comunidad internacional para  que presione a Israel para que respete la resolución 1701 que puso fin hace cuatro años los bombardeos ininterrumpidos de 30 días sobre poblaciones civiles de Líbano.
 

 

Las autoridades israelíes consideran que el choque representa «una flagrante violación» de esa resolución adoptada por el Consejo en agosto de 2006, que ordenó el refuerzo de la Fuerza Interina de la ONU en el Líbano (FINUL) para supervisar el cese de las hostilidades.

Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, pidió «contención» a los Gobiernos de Israel y Líbano tras el grave enfrentamiento armado en la frontera de ambos países.
Ban solicitó a los dos bandos «la máxima contención» y que colaboren con la Fuerza Interina de la ONU en el Líbano (FINUL) para «consolidar la restauración de la calma» en la zona donde se produjo el intercambio de fuego.
 

 

El 12 de julio de 2006 Israel lanzó una operación militar a alta escala en Líbano (ataques aéreos masivos complementados, luego, por una invasión terrestre de infantería y blindados que fracasaron en su guerra asimétrica contra la guerrilla de Hezbolá que les cobró la incursión con la baja de 160 soldados israelíes.

Con total impunidad, y con el total silencio de la ONU, Israel ejecutó 30 días de bombardeos consecutivos, con 1400 libaneses muertos, entre ellos mujeres y niños, 5000 heridos, y que dejó a Líbano con su economía destruida, su infraestructura devastada, y en catástrofe humanitaria.
 
 

 

Los enfrentamientos del martes volvieron a recrean y a exacerbar un «clima de guerra» latente en toda la región, cuyo desenlace parece estar marcado por el desarrollo del programa nuclear iraní.

Señales de la «triple guerra

 

Desde las operaciones de exterminio militar en Líbano (y tangencialmente en Gaza) de Julio y agosto de 2006,  el alto mando israelí, sus servicios de inteligencia, actualizan constantemente los «fundamentos» de operaciones planificadas contra Gaza, los búnkeres de Hezbolá y las usinas nucleares de Teherán.

Estos objetivos (casi explícitos) parecen marcar la agenda del alto mando militar judío que en mayo de 2009 realizó ejercicios militares en gran escala con simulación de una guerra regional y de una Intifada.

Los mandos militares israelíes se manejan con la hipótesis de un  potencial  teatro de operaciones en tres frentes simultáneos: Irán, Gaza y Líbano, a los que podría incorporarse Siria.

El eje dominante, el meridiano que marca las fronteras de la guerra, es el desarrollo del plan nuclear iraní y su capacidad de fabricar una bomba nuclear.

En mayo de 2009, y en un hecho inusual, la Casa Blanca de Obama advirtió a Tel Aviv que no lo «sorprenda» con un ataque militar unilateral e inconsulto, a las usinas nucleares iraníes.

Desde el gobierno ultrasionista israelí -según la prensa judía-  se asegura que no se pedirá permiso para lanzar un bombardeo si se detecta que el régimen de Teherán planea lanzar misiles contra el territorio israelí.

Mientras tanto, y en varios frentes simultáneos abiertos, se producen crecientes operaciones cruzadas de acción psicológica intimidatoria entre Tel Aviv, Teherán y Damasco, y reuniones constantes de alto nivel en Washington y Tel Aviv.

Todo hace  presagiar según analistas árabes, judíos y estadounidenses un desenlace militar en tres frentes activado por la plana mayor israelí que busca -según su propia definición- desactivar la capacidad nuclear de Irán antes de que consiga la bomba, impedir que Hezbolá siga incrementando sus arsenales militares en Líbano y que Hamás vuelva a solidificarse en Gaza.

Por medio de advertencias constantes, el estado mayor israelí -como señala The Washington Post- lanza señales claras de que está dispuesto a lanzar un «hecho consumado» (operaciones simultáneas y sincronizadas) contra el eje Irán, Siria-Libano-Gaza, para implicar a Washington en el conflicto.

El general de brigada Alon Friedman, jefe adjunto del Mando Norte de Israel, aseguró al diario The Times que la paz de los últimos tres años en Medio Oriente podría «explotar en cualquier momento».

Sus preocupaciones, aclaró, se deben en parte a las amenazas de  Hezbolá. En agosto pasado, el jeque Hassan Nasralá, líder de la milicia, advirtió que si los suburbios meridionales de Beirut fueran bombardeados como lo fueron en la última guerra, se contraatacaría contra Tel Aviv, la mayor ciudad israelí.

La verdadera razón de su preocupación, según el general Friedman, se centra en que si Israel iniciara operaciones militares contra las instalaciones nucleares de Irán, es probable que el primero en reaccionar sería Hezbolá, en Líbano.

«Hezbolá, no sólo ha reemplazado su armamento, también ha mejorado sus misiles», dijo por su parte Danny Ayalon, el viceprimerministro de Relaciones Exteriores israelí. «Ellos se están jactando de que pueden golpear Tel Aviv», añadió.

Según informes oficiales de Israel, la ONU, y el propio líder de Hezbolá, la organización chií tendría acumulados alrededor de 40.000 cohetes y misiles (de distintos alcances) y preparadas sus fuerzas terrestres para golpear a Tel Aviv, así como misiles antiaéreos que podrían contraatacar a la aviación israelí.

Si bien hay mucha acción psicológica intimidatoria desde ambos bandos, los expertos, en general, dan credibilidad a las advertencias de Hassan Nasralá y al rearme de Hezbolá tras el bombardeo israelí a Libano en el 2006.

Informes occidentales coinciden en que Hezbolá inició un proceso de rearme acelerado y de capacitación militar  desde el final de la masacre israelí de 2006. Aunque la formación básica se enseña en los campamentos situados en las montañas que flanquean el valle de Bekaa, los cursos de especialización se realizan en Irán.

De acuerdo con The Washington Post,  cientos de combatientes de Hezbolá  han viajado a Irán desde 2006 para obtener entrenamiento y más información sobre fabricación de bombas, misiles antitanque y cohetes.

Fuentes militares cercanas a Hezbolá, afirman que el grupo quiere aumentar el número y la eficacia de sus sistemas de defensa aérea. Se cree que han adquirido un gran número de misiles SA18 que podrían poner en jaque a los helicópteros israelíes y aviones de vuelo bajo.

Fuentes de los servicios de inteligencia occidentales aseguran que combatientes de  Hezbolá, también están recibiendo entrenamiento en Siria en el sistema SA8.

En este escenario de «guerra latente», sonaron los cañonazos del martes en la imprecisa y difusa frontera de Israel con Líbano.

El fracaso de Israel en Líbano

Israel planificó en detalle el ataque aéreo y la invasión terrestre a Líbano en 2006, pero no tenía en claro qué hacer ante la respuesta defensiva y desconcertante, primero, y la ofensiva, luego, de Hezbolá sobre sus ciudades, que le causó un golpe psicológico del cual no se pudo reponer.
Hezbolá ensayó con éxito un plan defensivo y de contraataque basado en la sorpresa y en la clandestinidad de sus combatientes, a punto tal, que la aviación israelí destruyó, virtualmente demolió sus estructuras visibles, pero no pudo destruir su estructura subterránea planificada y construida durante años como estrategia defensiva frente a un ataque masivo de Israel.
Más que un costo militar, las operaciones de Hezbolá le impusieron a la potencia militar israelí un costo moral, político y psicológico que el alto mando judío no supo resolver.

Como había dicho en pleno ataque a gran escala un general israelí citado por medios árabes: «peleábamos contra fantasmas que habitan debajo de la tierra»

Desde el punto de vista estratégico militar, el error de Israel fue el ataque sin previsión de la defensa y del contraataque, y el acierto de Hezbolá fue la preparación y la planificación táctica y estratégica de la defensa, en detalle, adelantándose a los movimientos de un ataque a «gran escala» de la potencia militar israelí.

Hezbolá funciona celularmente a partir de unidades descentralizadas (nunca se sabe donde está el cerebro, el mando central) lo cual hace imposible un golpe devastador a su estructura de comando.

También impidió que la inteligencia militar israelí precisara en detalle el plan estratégico de defensa antes de la invasión militar del 12 de julio.

Israel planificó el ataque y la invasión a Líbano, pero no tuvo en claro qué hacer ante la respuesta defensiva desconcertante, primero, y la ofensiva, luego, de Hezbolá contra  sus ciudades, que le asestaron  un golpe psicológico del cual no se pudo reponer.

Cada cohete Katiusha que explotaba en las ciudades, produjera o no daños y muertos, golpeaba en el poder de Tel Aviv, generaba presión social y política, y desgastaba con cada segundo que pasaba el mito «Israel Potencia».
En la guerra psicológica proyectada por medios militares los costos mayores siempre los padece la potencia superior que ataca utilizando medios militares masivos.

Israel, como EEUU, cuenta como principal factor de supremacía militar su poder aéreo demoledor, Hezbolá lo anuló metiéndose bajo tierra, en túneles interconectados con alimentos y reservas de armas y municiones.
Sus comandos podían descansar, y seleccionar un nuevo blanco de ataque,  sin padecer el acoso de los misiles y de las bombas inteligentes que pulverizaron sus pueblos y ciudades, y asesinaron masivamente a la población libanesa.

La aviación judía (en su objetivo de cortar rutas de abastecimiento y destruir centros logísticos y de mando de Hezbolá) masacró a más de 1.400 libaneses, hirió a otros 5.000, pulverizó las rutas, los puentes, los pueblos de Líbano, arrasó con barrios enteros de Beirut, pero los combatientes de Hezbolá con sus estructuras subterráneas quedaron en pie y emergían a la superficie para asestar golpes mortales a la infantería y a los blindados judíos.

Una vez establecida la tregua, y por su particular estructura de organización, los combatientes de Hezbolá emergieron a la superficie y se confundieron con la población civil de la cual forman parte y donde desarrollan una actividad como cualquier ciudadano.

Abajo, en la clandestinidad, en la profundidad de los sistemas de túneles ocultos, quedaron protegidos los RPG-29, los fusiles Kalashnicov, y todos su arsenal armamentístico y logístico preparado durante años para resistir los ataques y las invasiones de Israel.

Ahora parece jugarse un nuevo capítulo con Hezbolá, la organización de topos de la resistencia libanesa que terminó con el mito «Israel Potencia» y les hizo morder el polvo de la derrota a los generales sionistas de Tel Aviv.   

Por Manuel Freytas (*)
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IAR Noticias/ 04/0710