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La izquierda peronista sobre Carlos Mugica, días antes de su asesinato

La izquierda peronista sobre Carlos Mugica, días antes de su asesinato

Eduardo Luis Duhalde, Sec. de DDHH (2003-2012). Director junto a Rodolfo Ortega Peña, de la revista "Militancia".
Eduardo Luis Duhalde, Sec. de DDHH (2003-2012). Director junto a Rodolfo Ortega Peña, de la revista «Militancia».

 

Nota de la revista «Militancia peronista para la liberación» del día 28 de marzo de 1974.

por:  Javier Smaldone@mis2centavos

Cárcel del Pueblo: Hoy Carlos Mugica
(Revista «Militancia», número 38, 28 de marzo de 1974)

Dos mil años de política terrena ha enseñado mucho a la Iglesia Católica. Una institución que es la negación del democratismo interno, sin embargo, comprendió hace muchos siglos, las ventajas de tolerar las distintas corrientes que se forman en su seno. A un ala conservadora y retrógrada se opone siempre un ala liberal y progresista. Una jerarquía pro-oligárquica, convive con sacerdotes del pueblo. Están los curas humildes y silenciosos, y están las estrellas publicitadas. A esta última especie pertenece CARLOS MUGICA, super star.

El Padre Carlos (como le conocen las feligresas de su antigua parroquia de Santa Elena), o el Cura Mugica (como le dicen en los ambientes políticos) o Carlitos (como lo llaman los vecinos de Copérnico y Gelly Orbes, corazón del barrio norte), siempre ha sido un movimientista nato. Como queriendo resumir en su persona todas las corrientes internas de la Iglesia, trata de ser al mismo tiempo un conservador progresista, un oligarca popular, un cura humilde y bien publicitado, un revolucionario y defensor del Sistema. Y así le va con el resultado.

Lo dicho no es una acusación gratuita. Con su defensa apasionada del celibato eclesiástico y del acatamiento sin protesta a la jerarquía, es tolerado por los pre-conciliares como «un muchacho rescatable». Su pertenencia al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, lo refiere a los sectores de avanzada. Su habitat en el barrio norte y sus amistades le permiten no romper los lazos credos en su carácter de Mugica Echague. Su labor religiosa en la Villa Comunicaciones lo emparenta con el pueblo. Su condición de colaborador de Bernardo Neustadt en la revista Extra, le abre las puertas de la contrarrevolución, avalado por su círculo de relaciones (aunque ha perdido algunos amigos como Hermes Quijada). Todo mezclado, como en el poema de Guillén. La Biblia y el Calefón, diría Discépolo. Ayer una misa por Carlos Ramus, luego un responso a Bianculli guardaespaldas de la UOM y hoy un oficio religioso para Isabelita. (Siempre queda la excusa que la religión no hace distingos políticos, como si él fuera el único cura de la aldea).

Como si fuera un corcho, siempre flotando aunque cambie la corriente. Montonereando en el pasado reciente, lopezrregueando sin empacho después del 20 de junio. Carlitos Mugica, cruzado del oportunismo, ha devenido en: ¡depurador ideológico!

Desde las páginas de «Mayoría» órgano de los ultramontanos Jacovella, con el mismo desparpajo con que escribía en «Cristianismo y Revolución», pontifica sobre la «Alienación ideologista» de nuestra juventud. Con citas a Pascal y del burócrata Zorila, rebate en cuatro líneas a todo pensamiento revolucionario y termina preconizando «la reconstrucción moral del hombre argentino».

Y si esto fuera poco, tiene la osadía de negar el aporte de una juventud que hace muchos años riega a diario con su sangre el suelo de nuestra patria, dándole el siguiente consejo de pavo infatuado: que «renuncie a buscar la revolución en los libros (con el peligro de morirse de un error de imprenta) y ascienda al pueblo asumiendo sus problemas reales (…»). («Mayoría, 19-III-1974).

Por todo lo expuesto, quede Carlos Mugica preso en la Cárcel del Pueblo, aunque se quede sin asistir al casamiento de la hija de Llambí con Sergio Patrón Uriburu.

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10/05/14