A 70 años de su asesinato
Sigamos el camino de Trotsky
Aunque dispersos, existen trotskistas en gran parte de los países del mundo. Y es en las luchas de los trabajadores donde más se destaca su presencia. ¿Por qué persiste su legado? Porque en su enfrentamiento contra Stalin estaba en juego la continuidad de la lucha revolucionaria de la clase obrera por el tiunfo del socialismo (segunda y última nota).
Escribe: Mercedes Petit
Mientras Hitler preparaba su invasión a la URSS, la máxima preocupación del dictador Stalin era eliminar al viejo revolucionario que lo desafiaba con su pluma desde el exilio en México. La Cuarta Internacional sólo contaba con unos pocos miles de seguidores. La saña de Stalin tenía una explicación: él era el usurpador, el jefe de la burocracia que había traicionado a Marx, a Lenin y a la revolución de Octubre de 1917 desde los años 20. Trotsky lo enfrentaba políticamente ante los grandes y pequeños hechos, demostrando el carácter contrarrevolucionario de su política y su represión, y proponiendo siempre otro camino*.
El tiempo fue limpiando su figura
Hoy día es ampliamente conocido que Trotsky fue el dirigente revolucionario que acompañó a Lenin en la conducción del partido bolchevique y los soviets en la conquista del poder, y en los primeros años de la revolución. Poco queda en pie del montaje de calumnias que lo borró de la historia soviética y lo denigró como “sectario”, “contrarrevolucionario” y “enemigo de la URSS”. Los crímenes de la represión de Stalin han ido saliendo a la luz.
A partir de allí se siguen desarrollando nuevos debates. Muchos pretenden que ha perdido actualidad aquel enfrentamiento “trotskismo versus estalinismo”, ante las nuevas circunstancias que vivimos en el siglo XXI y los “fracasos” del siglo XX. Creemos que no es así.
¿Qué “socialismo” en el siglo XXI?
El presidente Chávez, a menudo ha mencionado a León Trotsky en sus larguísimos discursos, e incluso ha recomendado la lectura de sus libros. Al mismo tiempo, divulga su “socialismo del siglo XXI”. Nos encontramos entonces con que tiene plena vigencia un debate que podemos actualizar como “trotskismo versus chavismo”. Esta es la realidad que mantiene vivo el legado de Trotsky, que hemos resumido en el recuadro.
La dura situación que viven los trabajadores y los pueblos en el siglo XXI confirma que el capitalismo sigue siendo el mismo cáncer, y que son falsas las variantes de actualización del “socialismo” sin su destrucción. Chávez encabeza un gobierno que, con un falso discurso “socialista”, sostiene el capitalismo venezolano, con empresas mixtas entre su estado-gobierno corrupto, empresarios y multinacionales extranjeras. Por eso los trabajadores y el pueblo venezolano sufren la inflación, las deficiencias en salud y educación y la inseguridad que los castigan cotidianamente.
Los dirigentes obreros de la Unidad Socialista de Izquierda (USI) y C-Cura, encabezados por Orlando Chirino, impulsan las luchas contra esos flagelos, con las consignas defendidas por Trotsky ante la traición de los partidos comunistas. Rechazan las concesiones o alianzas políticas con cualquier sector burgués, así se diga “democrático” o en este caso “bolivariano” (Stalin las llamaba el “frente popular”), y rechazan el totalitarismo burocrático del PSUV y Chávez, que transforma a los sindicatos en apéndices de su gobierno y los subordina a los acuerdos con la burguesía “bolivariana” y las empresas extranjeras. Las banderas de la independencia política de clase y de la autonomía sindical son parte del legado de Trotsky.
La defensa de un programa revolucionario
El discurso de Chávez también apunta a una falsa explicación sobre el “fracaso del socialismo” que se instaló a partir de la caía del Muro de Berlín. Habría existido un exceso de “estatismo”, una equivocada centralización económica, que fue de la mano de la represión y el totalitarismo de Stalin. Por esa vía se apuntala la defensa del capitalismo venezolano y se rechaza el centro del programa del marxismo desde los tiempos del Manifiesto Comunista: la expropiación de la burguesía.
La lucha de Trotsky se agiganta en este debate. Él desenmascaró, desde los años 20, que una casta de burócratas se apoderaba del poder en la URSS y renegaba de otro punto fundamental: el internacionalismo. La “construcción del socialismo en un solo país” es una de las más grandes mentiras del siglo XX. Trotsky anticipó entonces que si no se derrotaba a los burócratas se iría a la restauración del capitalismo, reafirmando que el socialismo sólo era posible a escala mundial y con plenas libertades y democracia obrera.
El legado de Trotsky sigue vivo porque permite orientar un programa y una política revolucionarios para que los trabajadores luchen por imponer sus gobiernos, ante los falsos profetas del “nuevo socialismo” con empresas multinacionales y burgueses, que siguen salvando al capitalismo imperialista y decadente del siglo XXI.
La continuidad del partido de Lenin
Trotsky se incorporó al partido bolchevique apenas en 1917. Durante años había combatido la concepción de un partido para la acción, y con un funcionamiento de centralismo democrático con la cual se forjó desde 1903 el bolchevismo. En las vísperas de la revolución de Octubre, comprendió definitivamente que era imprescindible un instrumento político como el que venía construyendo Lenin entre los trabajadores rusos.
Sólo así existiría una conducción capaz de enfrentar al aparato de estado burgués y su ejército, canalizando hacia la toma del poder la enorme energía de los soviets surgidos de la movilización obrera y campesina que sacudía al ex imperio de los zares. Al decir de Lenin, desde entonces “no hubo mejor bolchevique que Trotsky”. Desde 1923, la lucha de Lenin y Trotsky contra la naciente burocracia que dirigía Stalin quedó en manos de este último, quien fue derrotado.
El legado de Trotsky sigue vivo en el debate sobre el partido leninista, con quienes sostienen que “Lenin engendró a Stalin” o cosas parecidas. Así son muchos de los ex leninistas (en su mayor parte, también en su momento estalinistas) quienes reniegan. Trotsky denunció a Stalin como el sepulturero del partido de Lenin, que fue destruido. Combatió con sus pequeñas fuerzas al todopoderoso Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), transformado en un monstruo burocrático, llamando a una revolución política para destruirlo y retomar la lucha por el socialismo en la URSS y en el mundo. Y se mantuvo firme en su decisión de 1917. Para derrotar a la burguesía y a los falsos dirigentes reformistas y burocráticos que la ayudan, es imprescindible construir los partidos revolucionarios centralizados y democráticos, que puedan encabezar a los trabajadores y las masas en su lucha por tomar el poder, desarrollar la democracia obrera y avanzar hacia la construcción del socialismo en cada país y el mundo.
Hoy día, cuando incluso hay “trotskistas” que han abandonado este punto central de la lucha de Trotsky, este debate está planteado. Nosotros participamos en él mientras ponemos todo nuestro esfuerzo en la construcción de Izquierda Socialista y la Unidad Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional (UIT-CI), y llamamos a nuestros lectores a sumarse a nuestras filas.
* Véase, por ejemplo, la obra El caso León Trotsky, recientemente publicado por el CEIP.
El Socialista 25/08/10