A 70 años de su asesinato
León Trotsky y la libertad de expresión
Actualmente está planteado el problema de las relaciones entre la prensa reaccionaria, la libertad de expresión y los distintos gobiernos. Recordamos un artículo que publicó Trotsky desde su exilio en México, dos años antes de ser asesinado por un agente de Stalin.
En 1936, el gobierno nacionalista burgués mexicano del general Lázaro Cárdenas fue el único que, en todo el mundo, abrió sus puertas para el refugio del viejo revolucionario León Trotsky y su esposa. Llegaron en enero de 1937. De inmediato comenzó una feroz campaña del pequeño Partido Comunista local, y de la conducción de la poderosa Central de Trabajadores Mexicanos (CTM), muy influida por la burocracia soviética encabezada por Stalin, repudiando el asilo otorgado a Trotsky y exigiendo su expulsión.
El enfrentamiento de México al imperialismo
En aquellos momentos la situación política en México se iba polarizando. En 1937 se había dado la huelga petrolera, y Cárdenas había otorgado el derecho de huelga y sindicalización a los trabajadores estatales. Luego vino la nacionalización de los ferrocarriles y expropiaciones de tierras a los grandes terratenientes. En marzo de 1938, Cárdenas anunció la expropiación de las compañías petroleras en manos británicas y yanquis. Hubo una violenta reacción por parte de Inglaterra y Roosevelt se ofreció de mediador, aunque sumándose a la exigencia de indemnizaciones.
El imperialismo hacía una fuerte presión y atacaba al gobierno nacionalista mexicano, con el apoyo de la prensa reaccionaria local. El principal dirigente de la CTM, el ferviente estalinista Vicente Lombardo Toledano, apoyado por el PC mexicano, comenzó una campaña exigiendo al gobierno de Cárdenas que censurara a los periódicos de la derecha.
La campaña contra la prensa reaccionaria y la posición de Trotsky
La crítica de Trotsky a las posiciones de Toledano fue una buena enseñanza sobre cómo responder a la limitación de la libertad de prensa por parte de cualquier gobierno burgués. Publicó un artículo con su categórico rechazo al reclamo de Lombardo Toledano de ‘doblegar’ a la prensa de derecha, sea a través de la censura o la prohibición directa.
“Tanto la experiencia histórica como teórica prueban que cualquier restricción de la democracia en la sociedad burguesa, es, en último análisis, invariablemente dirigida contra el proletariado […] cualquier ‘dirigente’ de la clase obrera que arma al gobierno burgués con medidas especiales para controlar a la opinión pública en general y a la prensa en particular, es, precisamente, un traidor. En última instancia, la agudización de la lucha de clases obligará a las burguesías de cualquier tipo a llegar a un arreglo entre ellas mismas; aprobarán entonces leyes especiales, toda clase de medidas restrictivas, y toda clase de censuras ‘democráticas’ contra la clase obrera.”*
Este ejemplo es aún más ilustrativo por el hecho de que se trataba de un gobierno nacionalista burgués como el de Cárdenas, que había refugiado a Trotsky, y que estaba siendo duramente atacado por el imperialismo, con la complicidad de los medios de derecha. Trotsky no titubeó en definir como altamente progresivas las medidas de expropiación de las compañías petroleras, y escribió muy útiles artículos para aconsejar cómo debían participar los trabajadores en la administración de las industrias y ferrocarriles nacionalizados. Pero distinguía tajantemente este tipo de medidas con la censura, prohibición u otras referidas a los medios de comunicación, aunque fuesen de la derecha proimperialista. Alertó que las limitaciones a la libertad de expresión irían en perjuicio de los propios trabajadores (ver comentarios).
La experiencia actual en Argentina
Llamamos a rechazar cualquier limitación a la libertad de expresión orquestada por el gobierno, aunque lo justifique en su enfrentamiento con Clarín o La Nación. Ambos medios son voceros de sectores burgueses (Clarín apoyó al gobierno de Kirchner en los primeros cinco años), y los dos apoyaron a la dictadura genocida. Pero, siguiendo los consejos de Trotsky, no aceptamos que ningún gobierno burgués (aunque sea auténticamente nacionalista, como era Cárdenas, y menos aún ‘progresista’ como se autotitulan los Kirchner), limite la libertad de expresión de estos medios, porque inexorablemente esa restricción irá antes o después contra los propios trabajadores.
Esta es una problemática que se vive desde hace tiempo en Venezuela. Cuando hubo un fallido golpe contra el gobierno de Chávez en 2002, prácticamente todos los medios de difusión privados lo impulsaron (televisión, radio, periódicos). Chávez fue defendido por la movilización de los trabajadores y recuperó la presidencia. No tomó ninguna medida contra los jefes golpistas ni contra sus voceros mediáticos, como se lo exigieron entonces los trabajadores.
Cuando en 2007 se vencía la licencia del canal privado RCTV, y el gobierno no se la renovó, la corriente sindical y política que encabeza Chirino (CCURA y la USI), reclamó que, además de no renovar esa licencia, tomara medidas de fondo contra esos medios golpistas, y diera una participación democrática a las organizaciones obreras y populares en los medios de comunicación. Chávez hizo todo lo contrario. Siguió persiguiendo a los luchadores obreros y pactando con grandes grupos patronales, por ejemplo el de Cisneros, dueño de Venevisión (también golpista en 2002). Cuando Chávez pretendió seguir avanzando y cerrar RCTV Internacional y otras señales de cable, los compañeros de la USI defendieron su derecho a seguir operando.
En 2009 comenzó una campaña contra Globovisión. La USI la rechazó, reclamando que se respetase la libertad de expresión. Además, denunció que, aun siendo un medio de la derecha reaccionaria, ésta emisora de TV es quien más viene dando difusión a las noticias sobre los conflictos obreros que enfrentan al gobierno de Chávez, sobre la persecución y asesinato de dirigentes obreros y a las entrevistas a la izquierda clasista y revolucionaria que reclama la autonomía sindical, por ejemplo, al dirigente Orlando Chirino.
Tal como lo mostramos en los artículos de página 3 y 4, el gobierno de Kirchner no está implementando ninguna medida que esté al servicio de la libertad de expresión. Es otra de sus mentiras, para encubrir su creciente control de los medios de comunicación. La izquierda, y en primer lugar quienes nos reclamamos trotskistas, debemos defender la libertad de expresión.
El Socialista 08/09/10