Buscando a Robi y a Benito (Parte I)
Manuel Justo Gaggero (especial para ARGENPRESS.info)
Desde hace una semana en el predio de la Unidad Militar de Campo de Mayo, donde funcionaba el Campo de Detenidos-desaparecidos denominado «el campito», se están llevando a cabo excavaciones dirigidas a ubicar y exhumar los restos de Mario Roberto Santucho y Benito Urteaga, asesinados por el Terrorismo de Estado en 1976.
Las mismas han sido ordenadas por el Juez Federal en lo Criminal y Correccional con asiento en San Martín en el marco de una causa iniciada, hace mas de quince años, por el autor de esta nota, patrocinando a la hija de Robi, Ana Cristina y al hermano de Benito, Facundo.
Cabría preguntarse ¿Cómo empezó esta historia?
El 19 de julio de 1976,un grupo operativo de las llamadas «fuerzas conjuntas»,encabezado por un capitán de apellido Leonetti, e integrado por efectivos del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército y por personal del Servicio de Inteligencia del Estado irrumpió en un departamento ubicado en la calle Venezuela de Villa Martelli, partido de Vicente López .
En él se encontraban los máximos dirigentes del Partido Revolucionario de los Trabajadores –dirección político militar del Ejército Revolucionario del Pueblo, lo que ignoraba la «patota»,que había llegado al lugar por un seguimiento a uno de los compañeros, luego de que este concurriera a una cita que estaba «cantada».
El encuentro tenía como motivo el de despedir al Comandante y Secretario General del PRT, que junto con su compañera Liliana Delfino viajaría al exterior, para iniciar una campaña de denuncia de los crímenes de la Dictadura y organizar un movimiento de solidaridad con la resistencia al terror estatal.
Como consecuencia del operativo resultó muerto Benito Urteaga, gravemente herido Mario Roberto Santucho y «detenidos-desaparecidos» sus acompañantes Liliana Delfino, Domingo Menna y Ana Lanzillotto de Menna -embarazada de seis meses-.
El hijo de Benito-José, de sólo tres años, después de permanecer casi 20 días con sus captores fue entregado a sus abuelos.
El cadáver de Benito y Robi -muy malherido- fueron trasladados en una ambulancia hasta la unidad militar de Campo de Mayo donde, bajo la dirección del genocida Santiago Omar Riveros, funcionaba uno de los campos de «detenidos-desaparecidos » mas grande, y por el que pasaron mas de cinco mil compañeros, cuyo paradero aún se desconoce.
Sus acompañantes, vendados y encapuchados, fueron traslados en vehículos militares hacia el mismo lugar, siendo, inmediatamente, sometidos a salvajes torturas.
En el episodio resultó muerto el mencionado capitán Juan Carlos Lonetti-este había sido entrenado por la Agencia Central de Inteligencia -la siniestra CIA- y comandaba un «grupo especial» cuya misión era «aniquilar» la dirección del PRT-ERP.
Al día siguiente y cuándo corroboraron quiénes eran los caídos, el Dictador Jorge Rafael Videla dio a conocer este hecho, presentándolo «como uno de los triunfos mas importantes en la lucha contra la subversión marxista», festejando esta supuesta «victoria» en la Embajada de los Estados Unidos cuyo titular era Robert Hill -en la documentación desclasificada por el Departamento de Estado y agregada a la Información Sumaria que tramita en el Juzgado Federal de San Martin a cargo de la Dra. Martina Foros se da cuenta de este hecho-.
Había sido «abatido» el «Comandante en Jefe del Ejército Rebelde», cómo afirmara el mencionado Riveros al declarar en el citado expediente judicial.
En los días posteriores un manto de silencio cubrió el acontecimiento y el gobierno militar se negó a dar explicación alguna sobre éste al mismo tiempo que se negaba a entregar los cadáveres de los líderes guerrilleros abatidos.
Conocí personalmente a Robi, y sentía por el una gran admiración y respeto ya que, sin duda era un auténtico guevarista con una sólida formación teórica. Mi hermana Susana, asesinada el 29 de marzo en Moreno, me había trasmitido el gran afecto que sentía por el «Comandante».
A Benito lo traté mas fluidamente ya que fue quién a principios de 1973 nos planteó la salida del Diario, que luego se llamaría «El Mundo», y cuándo asumí la Dirección de este era quién supervisaba nuestra tarea .Recién 20 años mas tarde pudimos empezar a reconstruir la verdad y empezamos a explicarnos el «silencio de radio» que siguió a los pocos días de aquél fatídico 19 de julio y a que apuntaba el mismo.
Pero eso será el tema de nuestra próxima nota.
Manuel Justo Gaggero es abogado, integrante de la Comisión de Derechos Humanos de la Asociación de Abogados de Buenos Aires, Ex Director del Diario «El Mundo».
20/09/10