Buscando a Robi y a Benito (Parte II)
Manuel Justo Gaggero (especial para ARGENPRESS. info)
Veinte años mas tarde de aquél fatídico 19 de julio de 1976, patrocinando a la hija de Mario Roberto Santucho -Ana Cristina- y al hermano de Benito -Facundo- presenté sendos habeas data dirigidos a obtener información sobre el lugar en que se encontraban los restos de ambos dirigentes revolucionarios y saber cuál había sido el destino de sus acompañantes -Liliana Delfino, la compañera de “Robi”, Antonio Domingo Menna y Ana Lanzillotto de Menna, embarazada de seis meses-.
Las respuestas en ambos casos fueron diferentes, pero nos permitieron abrir un camino para reconstruir los hechos.
En el habeas del “Comandante” los organismos de seguridad requeridos por el Juez contestaron con lo que parecía una broma perversa, diciendo “que no se encontraba detenido en ninguna dependencia de la Gendarmería o de la Policía Federal “ y acompañaron un prontuario que concluía con la fuga del penal de Rawson.
Ante esta evidente falta de colaboración, decidimos interponer una denuncia penal ante la Cámara en lo Criminal y Correccional Federal, que se declaró incompetente y remitió los antecedentes a la Cámara de San Martín la que invocando las leyes de obediencia debida y punto final derivó la presentación al Juzgado Federal del Dr. Alfredo Bustos, Secretaría de la Dra. Martina Forns en el que comenzó a sustanciarse una información sumaria que permitió develar “ algunos misterios”.
La pregunta que siempre nos habíamos hecho es ¿cuál fue la razón que determinó que la Dictadura, luego de la profusa información de los primeros días, ocultara lo sucedido en Villa Martelli?.
Las declaraciones prestadas ante este Tribunal por Videla, Riveros, Bussi y algunos testigos de identidad reservada nos permitieron reconstruir lo ocurrido. Comprobamos que Santucho llegó en una ambulancia al Hospital Militar, con serias heridas, que horas mas tarde le provocaron la muerte. Que su cadáver, junto con el de Urteaga quedó depositado en la morgue de dicho nosocomio, siendo exhibidos, ambos, como “trofeos de guerra “.
La cúpula militar genocida decidió preservar los mismos para una futura negociación con el Ejército Revolucionario del Pueblo, y a los efectos de que se redactaran las respectivas partidas de defunción, fue “convocado” el Dr. Carlos Sparrow, médico de policía en la localidad de San Martín.
Los médicos militares presentes le informaron quiénes eran los caídos, y le dijeron que temían represalias del ERP, por lo que no extenderían los certificados, los mismos – NN- se encuentran incorporados en las actuaciones referidas.
Domingo Menna el “gringo” fue traslado al campo de detenidos-desaparecidos denominado “las Cañitas “lindante con lugar en que se están llevando a cabo las excavaciones. Fue sometido a salvajes torturas durante meses, según el testimonio de Patricia Erb, hija de un pastor menonita que fuera liberada por gestiones de la Embajada de los Estados Unidos.
La misma, en su testimonio, aseveró que este estaba en un estado deplorable. Luego otro testigo manifestó que en los últimos días de setiembre de ese año, Riveros le ofreció al “ Gringo” que lo dejaría en libertad si le entregaba toda la información necesaria para destruir la organización revolucionaria. Ante su negativa fue “traslado” o sea arrojado a las aguas del Atlántico.
Su compañera Ana Lanzillotto, siguió su misma suerte, torturada, vejada, y sometida a tratos crueles y aberrantes dio a luz en la “maternidad clandestina” ubicada en esa unidad militar en estas actuaciones realizamos un allanamiento al Hospital Militar de Campo de Mayo y secuestramos el libro de nacimientos que registra el parto de esta -NN por supuesto-.
Liliana, la compañera de Robi, también torturada, vejada y sometida a tratos crueles y aberrantes fue “trasladada” a los siete meses de aquél 19 de julio.
“Robi” había nacido en Santiago del Estero en el seno de una familia de gran sensibilidad política y social. Su padre fue diputado radical en la Legislatura provincial.
Desde que empezó a militar en el movimiento estudiantil en Tucumán consideró -recuperando los aportes que al marxismo había hecho el peruano Carlos Mariátegui- que los procesos de transformación en Latinoamérica debían contener una mirada a la etnicidad. Con esa concepción funda el Frente Revolucionario Indoamericano Popular. Luego, al conformar el Partido Revolucionario de los Trabajadores, en alianza con Palabra Obrera, reafirma el papel directriz que le cabe a la clase obrera en las luchas por la Liberación en la Argentina y en todo el Continente.
Al delinear una estrategia para la toma del poder-a finales de la década del 60 – interpela seriamente a la llamada “izquierda clásica”, paralizada en un largo debate en torno al carácter de la Revolución y a las vías o caminos a recorrer para lograrla, e impugna el “verbalismo revolucionario”, de las corrientes que se reducen al mero discurso.
No sé si llegaron a conocerse con el Che, pero tenían mucho en común. La coherencia entre teoría y praxis -nada común en la dirigencia política de estos días-la decisión de dar la vida por una sociedad distinta y un “hombre nuevo” y la fuerza y el magnetismo que irradiaba lo convertía en un “imprescindible”.
Benito había nacido en San Nicolás, también en el seno de una familia sumamente politizada. Su padre era un importante dirigente radical de esta ciudad y siendo muy joven-nuestro Benito-fue de los jóvenes que acompañaron al presidente Illia cuándo una unidad militar lo desalojó de la Casa Rosada y del Gobierno el 28 de junio de 1966.
Junto con Luis Pujals -mi cuñado-, Guillermo Pérez, Enrique Gorriarán Merlo, Rubén Bonet “el indio”, conformaban el grupo de San Nicolás-Pergamino que participa en el V Congreso en el que se decide constituir el Ejército Revolucionario del Pueblo. Benito, desde la cárcel, adhirió y acompañó esta decisión.
¿Como fueron las primeras excavaciones? ¿Cuál fue el contenido del fallo de la Corte en 1998? ¿Que pasó después? Las respuestas la daremos en la próxima nota