La cara de Mariano Ferreyra, herido de muerte
Daniel Cadabón (especial para ARGENPRESS.info)
La cara del compañero Mariano Ferreyra, herido de muerte, es la cara de Maxi y Darío, asesinados en 2002 a pocas cuadras de este nuevo crimen. Los autores, también son los mismos: el frente único entre la burocracia peronista, en la conducción del estado, y sus fuerzas de seguridad. Hasta los actores se repiten, Aníbal Fernández (hoy ministro de Kirchner como antes de Duhalde) y las policías provinciales y federales.
Los progresistas, que desde el 2003 intentan convencer a la sociedad con argumentos infames que con concesiones económicas y políticas lograrían meter razón a los burócratas sindicales para que se pasaran al campo nacional y popular, han bebido el amargo jarabe que siempre termina por imponer la realidad. Lo que pasó fue al revés, los burócratas los pasaron a ellos al campo de la triple A.
La presidenta declaró que está dispuesta a ir hasta las últimas consecuencias para investigar la balacera que terminó con la joven vida de Mariano Ferreyra, las gravísimas heridas, que mantienen en coma farmacológico a la compañera Elsa Rodríguez y otros trabajadores. No le tiene que resultar difícil; los asesinos estuvieron presentes en el Luna Park, en esa recreación popular de la Juventud Sindical Peronista, que logró algo impensado hasta para los más optimistas de la derecha peronista: la autocrítica presidencial, quien desde el escenario se lamentó por no haber estado junto a ellos en los ´ 70; y estuvieron días después en River, entre la juventud sindical moyanista.
La presidenta los tuvo enfrente en dos oportunidades y si seriamente quiere buscarlos le basta con recorrer la lista de los rentados que participaron en esos actos a los que subsidia con los fondos que les niega a los jubilados.
La impunidad que brinda el poder, las alianzas por los negocios, la complicidad con las fuerzas represivas, despeja cualquier duda al sicario para de apretar el gatillo y cometer un crimen político.
Si se quiere, es así como funciona la inseguridad, el asesinato del compañero Mariano Ferreyra es un ejemplo. La policía se reconoce con los asesinos y les deja la zona liberada; los asesinos disparan a cuenta de sus patrones y después se van a brindar juntos. Todos cobran por el botín. Todos beben de la misma sangre.
La burocracia sindical ferroviaria actuó en este caso como policía del kirchnerismo y de sus propios intereses patronales, como comisionistas que han trasformado los sindicatos en agencias de colocaciones a bajo costo para las empresas.
La burocracia es experta en esto de hacer el trabajo mafioso. Trabajaron en esto con la triple A.; pactaron con los milicos de la dictadura genocida; privatizaron con Menem; actuaron como grupos de choque y rompehuelgas.
El uso de patotas no es nuevo en la historiografía kirchnerista; Santa Cruz esta llena de historias sobre este accionar. Pero el kirchnerismo no es original en esto de agrupar a estas bandas. Las patotas burocráticas expresan lo más reaccionario de la historia peronista.
JSP, institución del estado ¿que reivindicó la presidenta?
La burocracia sindical peronista es una institución del estado, la policía y el resto de las fuerzas de seguridad otras.
Los vínculos entre estas instituciones son de larga data y funcionan permanentemente aceitados, porque son el mecanismo represivo más eficiente que han encontrado las patronales para mantener a raya los reclamos obreros y para avanzar sobre las conquistas arrancadas por los trabajadores después de años de lucha.
Como en toda sociedad capitalista fecunda, las deudas entre estos socios tienen un carácter reciproco. La patronal y los genocidas del ´76 le adeudan a la burocracia peronista su complicidad con el éxito del golpe de estado y la “limpieza” de activistas de las plantas fabriles; mientras que, la burocracia, les adeuda a los milicos la desaparición forzada de la oposición clasista que iba tomando posiciones dirigentes en los sindicatos obreros, lo cual les permite conservar el negocio sindical hasta el presente.
La historia argentina está llena de ejemplos de esta comunión burocrática-policial.
Funcionaron como una sola cosa en las triple A. cuyo principal objetivo era el de masacrar a los representantes obreros que se levantaban como una alternativa independiente a las orientaciones procapitalistas de los sindicatos a finales de los ´60 y ´70. Mezclaron sus cuadros para dar el golpe de estado policial en Córdoba conocido como navarrazo. Volvieron a actuar como fuerzas combinadas al reprimir las huelgas en Villa Constitución, ciudad que quedó transformada en un enorme campo de concentración. Fueron responsables conjuntos de la política de intervenciones provinciales impulsadas por Perón en el periodo ´73-´74.
Delatores confesos e integrantes de los grupos de tareas a partir de marzo del ´76, encontramos a la patria sindical como los más entusiastas animadores de la sangrienta “purificación sindical -para sacar a los zurdos de los sindicatos-” que agrupó a la inmensa maquinaria represiva del estado en contra de activistas que vivían de su salario.
Los volvemos a encontrar agrupados bajo el menemismo en cargos de dirección empresarial y, como siempre denunciando e impulsando el despido de los trabajadores que se oponían a las privatizaciones del patrimonio del estado.
Participaron de todas y cada una de las maquinaciones antiobreras encaradas por demócratas, liberales, neoliberales y centroizquierdistas que desde el retorno de la democracia encararon la “modernización del país, para adecuarlo a la nueva dinámica globalizadora de la económica mundial”, eufemismo que no hace mas que expresar las necesidades de aumentar la explotación obrera mediante la flexibilización y la precarización laboral.
¿Qué encuentra el “progresismo” presidencial en esta historia que sea digno de reivindicar?
La burocracia sindical y el kirchnerismo
El único principio reivindicable para el kirchnerismo está en lo que no se dice de la burocracia sindical ni de su historia.
La burocracia sindical es la principal pata en el sostenimiento del gobierno, el cual ha logrado, a fuerza de concesiones económicas y encubrimiento de negociados, encumbrar a estos sectores sindicales burocráticos como un factor con extraordinario poder.
No hay que desconocer, que en la misma medida en que avanza la integración entre las patotas sindicales y el gobierno de los progresistas, también se unifican los destinos de unos y otros.
Las políticas concesivas del kirchnerismo han acelerado el proceso de decadencia histórica de la burocracia sindical moyanista, como antes el menemismo hizo lo mismo con la burocracia de los gordos. El concepto empresarial que rodea a estos líderes sindicales ha hecho que los sindicatos hayan perdido su carácter obrero consolidándose como corporaciones empresariales, lo obliga a las bases a luchar por su recuperación.
Al haberse transformado en patronal empresarial y convertirse en una parte interesada dentro de los mecanismos de explotación, la burocracia ya no es solo una forma de opresión indirecta sobre los trabajadores -que avala la explotación y contiene y desvía la lucha obrera- lo que la convertía en un tumor a extirpar; hoy, la burocracia, es la patronal misma.
Uno de los conflictos entre las corporaciones empresariales y la burocracia sindical tienen que ver con las porciones de poder que intenta arrebatarle, es que la burocracia sindical ya no se conforma con las cuotas sindicales por su acción de rompehuelgas, ahora discuten de igual a igual los subsidios que el kirchnerismo deriva a los capitalistas disputándolos con las patronales tradicionales.
Si hay algo que unifica tanto al gobierno como a la burocracia es el terror a que los sindicatos sean recuperados por sus legítimos dueños: los trabajadores.
La progresía argentina acepta el status quo de sindicatos burocratizados, por considerarlos la garantía de su permanencia entre los círculos de poder, no importa demasiado que esto los lleve a deformar la historia y a convertirlos objetivamente en una fuerza reaccionaria, para ellos su rentable presente lo es todo y amerita cualquier autocrítica.
Compañero Mariano, hasta el socialismo
Si hay algo que unifica a los luchadores obreros con los compañeros Mariano Ferreyra y Elsa Rodríguez es la necesidad de expulsar a las patotas de los sindicatos.
Es el reconocimiento de su entrega, de su solidaridad, de su heroísmo.
Mariano es la expresión presente de los objetivos históricos de la clase obrera.
Es la juventud que acerca su voluntad de lucha para hacer del socialismo en la Argentina una realidad que termine con la explotación, con el hambre y con la barbarie.
Reclamamos la cárcel para tus asesinos materiales y los intelectuales.
Foto: Argentina, política, burocracia sindical – La presidenta Cristina Fernández de Kirchner en un acto de la CGT. / Fuente: LA NACION
21/10/10