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León Trotsky: La Conferencia de Copenhague. Pequeña historia de un viaje

León Trotsky: La Conferencia de Copenhague. Pequeña historia de un viaje
Socialdemócratas, Monárquicos y Stalinistas, todos de acuerdo.
José Cardona Para Kaos en la Red  26-11-2010

Hace ahora setenta y ocho años, el 27 de noviembre de 1932 León Trotsky dio una Conferencia ante un auditorio de 2.500 personas en Copenhague, invitado por los estudiantes socialistas daneses, con motivo del décimoquinto aniversario de la Revolución de Octubre en Rusia, que había dirigido.

Recluído por Stalin en la Isla de Prinkipo, Turquía, obtiene un visado de ocho días del gobierno danés, en poder de los socialdemócratas y un visado de tránsito del gobierno de la ‘demócrata’ Francia, saliendo de Constantinopla el día 14 de Noviembre. El buque en el que viaja hace escala en Atenas, donde se le prohíbe visitar la ciudad; en Nápoles, se le autoriza visitar las ruinas de Pompeya, bajo control policial, dada la ‘peligrosidad’ del turista. En Marsella, antes de entrar en el puerto la policía lo desembarca fuera de la ciudad y lo traslada hasta Dunkerque. La prensa derechista y facistoide francesa rebuzna escandalizada de que se le hubiese permitido a un revolucionario como Trotsky haber pisado el suelo francés.

Por fin el revolucionario ruso llega a Dinamarca el 23 de Noviembre, prohibiéndose que el barco que lo transportaba atracara en la capital danesa; según un periódico de dicho país, el Polikiten, una multitud de stalinistas lo esperaban para abuchearlo, pero en el momento en que Trotsky apareció, se produjo un profundo silencio; era el reconocimiento a una personalidad histórica. Un miembro de la monarquía danesa, un parásito como el príncipe Aage, como los fascistas franceses, se sintió perturbado, en su sensible espíritu, al haber hollado el suelo danés quién -según él-,   ‘había asesinado a la familia del zar’; el parásito real, demostrando la utilidad que esta gente tiene y su preclara inteligencia, nos seguía ilustrando : ‘Hay algo podrido en el reino de Dinamarca’.

El embajador soviético en Copenhague siguiendo las órdenes de Stalin, expresó la preocupación que a su gobierno causaba la visita de Trotsky e hizo todo lo posible para que se procediera a la anulación del visado que se le había concedido; como consecuencia de todo ello y del clima creado por fascistas, monárquicos y stalinistas, durante la estancia en Dinamarca, Trotsky tuvo que estar protegido todo el tiempo por la policía y por sus propios seguidores.

Según relata Deutscher, veinticinco años después de la Conferencia de Copenhague, personas que habían asistido a la misma, la recordaban como una ‘hazaña oratoria’, a pesar de que el gobierno socialdemócrata danés había permitido la celebración del acto con la condición de que se abstuviera de polemizar sobre puntos candentes. Fue la última vez que Trotsky habló ante un público numeroso; el acoso al que lo sometió Stalin y el picoletazo final que uno de sus sicarios le propinó acabando con su vida en Méjico, impidió posteriormente expresarse ante un público multitudinario al mejor orador del siglo. Su hijo, León Sedov, no pudo asistir a la conferencia, los socialdemócratas daneses no le concedieron el visado de entrada  reglamentario.

Al mismo tiempo, los estudiantes socialistas de Estocolmo invitan a Trotsky a pronunciar una conferencia, lo que no puede realizar dado que el gobierno socialdemócrata sueco no le concede el visado para entrar; se había opuesto la embajadora de la URSS, la en un tiempo famosa Aleksandra Kolontái, que había  vendido su ideología por un buen pesebre. Stalin se le agradeció, haciendo ejecutar pocos años después a quién habia sido  su compañero, Dybenko, comisario de Marina en el primer Gobierno de Lenin.

En la actualidad, a pesar de todo lo que ha llovido, en muchos países, en demasiados, se sigue silenciando al periodista o al político que intenta denunciar los abusos, la corrupción y las atrocidades que se perpetran. Los socialdemócratas, como siempre ha ocurrido, se pliegan a los dictados de sus amos o a los de aquellos con los que tienen intereses en común; el caso del gobierno de Zapatero en vergonzoso, no queriendo saber nada de las matanzas que la policía de su Majestad marroquí ha llevado a cabo recientemente en El Aaiún, en las que ha sido asesinado brutalmente un ciudadano saharaui de nacionalidad española Baby Hamday Buyema, cuando se dirigía al trabajo en Foss Bucraa. Los monarcas, príncipes y princesas, siguen siendo los parásitos de siempre, que viven a costa del trabajo de sus pueblos; en España, ni Felipe González ni Zapatero, considerados como ‘progresistas’ por cretinos irreversibles, no han tenido la vergüenza de llevar a cabo un Referendum en el que podamos elegir entre Monarquía o la República que nos arrebató el Golpe de Estado franquista; no hablemos ya de restaurar directamente -para restablecer la legalidad-, el régimen que los españoles eligieron en 1931. Los stalinistas, se han reciclado, han restaurado el capitalismo en la Rusia putinesca, silenciando con polonio o con un tiro en la nuca al periodista que denuncia los abusos que cometen las mafias que se han hecho con el poder, como le ocurrió a Anna Politkovskaya. Su libro, La Rusia de Putin, es sumamente esclarecedor.

En definitiva, han transcurrido casi ochenta años de aquella Conferencia y nada ha cambiado. Por el contrario, en aquél año de 1932, al Jefe del Estado, los españoles teníamos la posibilidad de elegirlo; ahora, nos lo imponen, como si fuéramos menores de edad y consecuentemente,  incapacitados para elegirlo. Así están las cosas, a los pesebrerosy cortesanos  ya sabemos lo único que les importa.