Grecia: la travesía de la esperanza
Por segunda vez en dos días, el pasado viernes el ferry Eleftherios Venizelos atracó en el puerto del Pireo procedente de la isla de Lesbos con cerca de 2.000 inmigrantes a bordo. La mayoría eran sirios, aunque también había afganos.
Una madre con cuatro hijos cuenta que tuvo que huir de Siria la semana anterior, cuando su marido murió durante un bombardeo. Otro de sus compañeros de infortunio asegura que la situación en Lesbos es dramática.
Muhammad, refugiado sirio:
“Los habitantes de Mytileni, la capital de la isla, nos ayudaron, pero el gobierno no. Y la gente de la ONU y de otras organizaciones se limitaba a mirar y a hacer fotos.”
El viaje de un inmigrante de Siria a Turquía cuesta 400 euros, a los que se suman los 50 del ferry hasta el Pireo.
En cambio, llegar desde Turquía hasta las islas orientales del Egeo cuesta entre 1.200 euros y 1.500 euros.
María Galinou, representante del Ejército de Salvación:
“Los inmigrantes vienen con miedo, cansados, y lo que quieren es que se les diga dónde tienen que ir. Sólo tienen un pedazo de papel y van corriendo de un sitio a otro.”
Su siguiente meta es la estación de trenes en el centro de Atenas.
Una vez allí, intentan coger el tren a Tesalónica, a unas cinco o seis horas de la capital helena , y luego otro hasta el paso fronterizo de Idomeni.
Un periplo interminable, lleno de incertidumbres y peligros, con pocas alternativas. Para este inmigrante afgano quedarse en su país habría significado unirse a los talibanes o al ejército.
Ahmad, inmigrante afgano:
“Estudiar en Afganistán no es fácil. por eso voy a Europa, concretamente a Suecia para formarme y hacer algo mejor con mi vida, por mí y por mi familia.”
Después de pasar la noche como y donde pueden, su odisea continúa. La siguiente etapa consiste en coger el primer tren disponible con rumbo al norte de Grecia.
Panos Kitsikopoulos, euronews:
“En la estación de Atenas, los billetes de tren con rumbo al norte de Grecia desaparecen en cuestión de segundos. Todos los días, cientos de inmigrantes y refugiados ponen rumbo a Tesalónica y después al paso fronterizo de Idomeni, con el objetivo de llegar a territorio macedonio. Después de un viaje tan largo, están tan agotados, que se quedan dormidos en plena calle. Lo que sin embargo parece que nunca se agota es su esperanza de lograr una vida mejor.”