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«Te quieren para la guerra pero no como estadounidense»

«Te quieren para la guerra pero no como estadounidense»

Manuel Valenzuela sufrió un duro golpe cuando EEUU, el país por el que peleó durante años en la jungla vietnamita, le comunicó por carta en 2009 el inicio de su proceso de expulsión.
Fernando Peinado   BBC mundo

El mexicano Manuel Valenzuela sufrió uno de los golpes más duros de su vida cuando Estados Unidos, el país por el que peleó durante años en la jungla vietnamita, le comunicó por carta en 2009 el inicio de su proceso de expulsión.

Valenzuela, de 58 años, se siente traicionado. No sólo porque defendió en misiones de alto riesgo la bandera de este país, sino también porque ha vivido en él los últimos 55 años y porque su madre era estadounidense; igual que sus hijos, sus nietos y su mujer. Él, sin embargo, nunca llegó a solicitar la ciudadanía.

Eso le habría protegido de la orden de deportación que ha recurrido ante los tribunales. Cometió varias faltas menores, entre ellas una multa por exceso de velocidad y un insulto a un policía, lo que en EE.UU. es motivo suficiente para expulsar a un extranjero residente legal.

Su caso y el de su hermano Valente, también ex soldado en Vietnam, han recibido una atención especial por parte de grupos de defensa de los veteranos de guerra.

Valente, de 62 años y sobre quien pesa un delito menor de violencia doméstica, fue condecorado con una medalla de bronce por sus servicios.

Pero ni siquiera uno de los galardones militares más importantes puede proteger a los militares inmigrantes de leyes que consideran como causa de expulsión una larga lista de delitos y faltas menores.

El gobierno no lleva un registro de cuántos soldados inmigrantes han sido deportados pero los activistas estiman que han sido más de 3.000 en los últimos 15 años.

Estos grupos aseguran que los casos se han multiplicado por las dos guerras que ha librado el país en la última década. Muchos combatientes que vuelven de Irak o Afganistán con traumas derivados del conflicto son expulsados del país después de verse en problemas con la ley.

Los soldados, muchos de origen hispano, tienen la opción de nacionalizarse estadounidenses desde que entran al ejército pero los activistas se quejan de que muchos no lo hacen porque nadie les advierte de los problemas que ello les puede evitar.

Fue lo que le pasó a los hermanos Valenzuela, quienes renovaban cada 10 años su permiso de residencia permanente o Green Card (tarjeta verde).

Unas 80 personas les acompañaron el martes de la semana pasada en su audiencia ante un tribunal de la céntrica ciudad de Denver para defenderse de la orden de deportación.

Los activistas piden que se considere estadounidenses a cualquier soldado desde el momento en que pronuncia el juramento de alistamiento en las fuerzas armadas.

El juez de Denver decidió posponer la expulsión de los hermanos Valenzuela hasta 2012 para estudiar si se les puede considerar ciudadanos estadounidenses ante las numerosas circunstancias que les vinculan al país.

«Sin ayuda»

«Esta no es la manera de tratar a la gente que peleó por Estados Unidos», dice por teléfono Manuel, que se siente más cómodo hablando en inglés que en español.

Él cree que su caso es un ejemplo más de que muchos en EE.UU. no quieren la presencia de inmigrantes.

«Te quieren para la guerra pero no como estadounidense», critica.

El proceso judicial le ha arruinado, asegura. Se ha quedado sin dinero y sin casa por los gastos, explica, y su mujer y él se han separado a causa de la tensión que les ha generado la amenaza de expulsión.

Explica que no se preocupó por nacionalizarse estadounidense porque pensó que nunca lo iba a necesitar.

La abogada de oficio de los hermanos Valenzuela cree que los inmigrantes que sirven en el ejército de EE.UU. no reciben suficiente asesoramiento sobre su posibilidad de optar a la ciudadanía estadounidense.

«Miles de casos como los de mis clientes se podrían evitar si contaran con más ayuda legal», afirma Mariela Sagastumé. «Es un proceso que dura sólo unos meses y que es gratuito pero muchos de ellos no lo saben, y sobre todo, no conocen las consecuencias negativas a las que se pueden enfrentar».

«Elección personal»

El Departamento de Seguridad Nacional (DSN) asegura que cada instalación militar estadounidense cuenta con un abogado para asistir a los soldados con su solicitud de ciudadanía, que pueden rellenar desde el día siguiente a su entrada en las fuerzas armadas.

En tiempos de paz los soldados extranjeros deben esperar un año para iniciar el proceso pero, desde el 11-S, EE.UU. se encuentra oficialmente en «período de hostilidades» y los requisitos son menores.

Desde 2001 se han nacionalizado 64.643 soldados extranjeros. Una portavoz del DSN afirma que convertirse en estadounidense «es una cuestión de elección personal» de cada soldado.

Héctor Barajas, ex soldado expulsado a México en 2003, repone, sin embargo, que cuando estuvo en el ejército a él no le dieron a elegir.

«Cada semana recibíamos asesoramiento sobre distintos asuntos: sobre nuestro testamento, consejos físicos, de combate, etcétera. Pero nunca me dijeron que si tenía un problema con la ley me podrían echar del país».

Barajas, de 33 años, fue condenado por disparar su pistola en un incidente de tráfico dos años después de su vuelta a la vida civil. Hoy trabaja desde México con la asociación Banished Veterans (Veteranos Desterrados) para poner fin a las deportaciones de militares.

«Cuando eres un soldado con 18 o 19 años recién salido de la escuela secundaria no piensas en los problemas que puedan venir en adelante», explica Barajas indignado. «Te pones a disposición del ejército para que te envíen a una guerra pero a cambio ellos no se preocupan por ti».

15/01/11