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Trotsky y la revolución

Trotsky y la revolución
Importancia del análisis histórico para arrojar luz sobre la coyuntura y las necesidades de convergencia de la izquierda.

 

trosky-3Los recientes artículos de M. Navarrete y Pepe Gutiérrez aportan información para el debate intelectual, sin embargo en la coyuntura actual, el estado de la lucha política y de la organización de la izquierda estos debates bien pueden calificarse de fútiles. La situación marcada por la gran crisis sistémica del capitalismo requiere la unión en la acción, no hablo de partido único, de todas las fuerzas transformadoras, pues bien sabemos de la capacidad del sistema para regenerarse a costa de mucho sufrimiento.

El marxismo como método de análisis histórico e instrumento para la toma de decisiones es la herramienta fundamental de la izquierda revolucionaria, debiendo recoger las aportaciones de todas aquellas opciones que luchan consecuentemente por la transformación socialista. Ningún protagonismo debería dividir a la izquierda en esta etapa caracterizada por la debilidad de las condiciones subjetivas.

Con estas premisas puedo convenir con la conclusión del artículo de Navarrete por lo que hace a su propuesta de ser dialécticos, también me parece adecuada la lectura de los autores que propone, añadiría a Fidel Castro y Celia Hart, marxistas con una orientación práctica acusada, muy claros en sus mensajes y convergentes en el quehacer revolucionariopese a sus evidentes diferencias ideológicas. La claridad expositiva del pensamiento y argumentos además de llegar a todo el mundo es el mejor antídoto contra el indeseado protagonismo. Los argumentos que llevan aNavarrete a las citadas conclusiones ya son harina de otro costal. El autor parece no tener en cuenta que es muy diferente tomar decisiones en momentos álgidos de la lucha revolucionaria, como Octubre del 17 y la guerra de agresión imperialista que siguió a la revolución rusa o la misma revolución española, que hacerlo en situación de poder y de control como tuvo del gobierno de Stalin durante bastantes años. No son comparables los errores cometidos por Trotskyy los de Stalin, el primero los cometió en su lucha por afianzar y extender la revolución mientras que el segundo puso en marcha toda una contrarrevolución para cuyo éxito no tuvo empacho en liquidar a buena parte de los revolucionarios comunistas, incluido Trotsky. Esta represión está en el origen del carácter peyorativo que ha quedado al calificativo trotskista tal y como lo define Pepe Gutiérrez emulando a Ken Loach. Esa contrarrevolución ha terminado provocando la caída de los régímenes burocráticos, la restauración del capitalismo salvaje y el fracaso de la revolución en muchos puntos del planeta. Y, hay que decirlo, es una importante causa del actual estado de debilidad de la izquierda revolucionaria.

Imagino que al escribir «Trotsky molesta» a Pepe Gutiérrez le pesó mucho más su adscripción a un grupo que su propia formación política, así da por sentado que la gran cuestión actualmente pasa por recomponer los movimientos sociales. Sin duda es tarea importante pero en la coyuntura actual parece que lo crucial debe ser que las organizaciones políticas sean capaces de aportar directrices para que el conjunto de la resistencia pueda plantar cara a los ajustes que el sistema va a implementar para superar su depresión. Los movimientos sociales están ahí y la tarea no es recomponerlos sino activarlos y lograr que las luchas confluyan y tengan el sentido y la continuidad requeridos para hacer frente a los parches que se avecinan y dar ideas políticas al conjunto de los movimientos para que la resistencia tenga contenido transformador. Trabajo político para superar el sectarismo y orientar la brújula hacia la cooperación entre todos los grupos políticos que consecuentemente se plantean como objetivo la transformación social.

Tarea de partidos políticos para cuyo desarrollo es imprescindible la formación política, muy descuidada en los últimos tiempos como si fuese una secuela del triunfo de la reforma frente a la ruptura, secuela entre cuyos síntomas se encuentran el miedo a hacer política de partido y al trabajo compartido de análisis marxista, histórico y dialéctico.

De tal manera que uniendo todo esto a la total exclusión de los afanes de protagonismo se pueda avanzar en todos los campos de la lucha, comprendiendo que en cada territorio la actividad debe tener en cuenta la historia y peculiaridades propias. En determinados lugares la izquierda solo puede considerarse transformadora en tanto en cuanto no solamente defienda en el plano teórico el derecho de autodeterminación sino que lo haga en la práctica. No haciendo de Bartlebys como expone Bustillo en un artículo reciente en este mismo medio. Muchos problemas se derivan de esa izquierda en la que sus planteamientos contienen ese “preferiría no hacerlo” o “ese objetivo hay que situarlo a medio o largo plazo” como se ha podido leer a Castaños en un análisis político publicado en el último número de Viento Sur.

Quizá Pepe Gutiérrez, buen conocedor de la revolución española, no repara en que estas posturas Bartlebys de determinada izquierda tienen mucho que ver con la de “primero la guerra y luego la revolución” e incluso ha podido olvidar el eslogan fascista “antes roja que rota” que tanto sugiere al respecto de esta cuestión.

La misma izquierda transformadora en otros territorios puede defender la unión de los mismos para superar divisiones artificiales realizadas por el imperialismo. Solo este planteamiento imbricado en las condiciones de cada lugar representa el ejercicio de marxismo abierto como propone Navarrete y estar en la barricada de la revolución como defiende Gutiérrez. Eludiendo en todo momento caer en políticas de freno, que finalmente devienen contrarrevolucionarias, como practicó Stalin enRusia, España y tantos otros puntos. Evitando también caer en situaciones como la que se desprende de las afirmaciones de Pepe Gutiérrez en su artículo “Anticapitalismo el discurso de la unidad”, en el que al tratar de “contradicciones insalvables” dice lo siguiente: “de hecho con Izquierda Unida se puede hablar claro y sin paliativos, lo que no se puede decir con todo lo que representa la izquierda independentista”. Pepe Gutiérrez añade a las disculpas de los Bartlebys citadas por Bustillo la de las contradicciones insalvables. Sería interesante saber si Pepe Gutiérrez encuadra a Izquierda Unida como organización de la izquierda transformadora.

Leyendo una reciente entrevista a S. Alba se me ocurre que el peligro de la izquierda Bartlebys es acabar, siquiera de forma inconsciente, haciendo el caldo gordo a las posturas del nacionalismo universalista defendidas por el asesor de Bush, señor Kagan.

Los avances han de proceder de tener muy claro en cada lugar y momento que política de izquierda tiene mayor potencia transformadora y anticapitalista, abandonando protagonismos, personalismos o idealizaciones de todo tipo.

 

A. Giménez   Para Kaos en la Red   16-1-2010