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Abajo el plan de ajuste capitalista

Abajo el plan de ajuste capitalista

Por:  Unidad Socialista de Izquierda
La devaluación es un robo

usi logoLa crisis económica, social y política que padece el país, nos está colocando al borde de un colapso generalizado. El desgaste gubernamental, y el creciente descontento popular con un gobierno en el que millones de venezolanos pusieron todas sus esperanzas, ya no pueden ser ocultados por maratónicas cadenas presidenciales, discursos repetitivos y cansones, e invocaciones a Bolívar y los héroes de la independencia. Los partidos de la derecha proimperialista tampoco dan voz a los justos reclamos del pueblo y los trabajadores, y ni uno ni otro son alternativa para salir de la crisis y resolver los ingentes problemas de la población.

Chávez dejó de ser aquel encantador de serpientes, carismático y popular, para convertirse en un mortal más, cuya imagen se deteriora ante ese pueblo trabajador que en algún momento lo colmó de entrega y apoyo apasionado.

El gobierno descarga la crisis económica sobre las espaldas de los trabajadores y el pueblo

Nuestro partido ha afirmado que la crisis económica mundial y nacional le quitó la careta al gobierno, dejando ver su verdadero rostro antiobrero y antipopular. En una declaración pública de marzo del año pasado, a propósito del llamado “plan anticrisis”, decíamos que: “Ni una sola de las medidas anunciadas afectan los negocios de los capitalistas, de los propietarios de los medios de producción, de los industriales, de los banqueros, de los terratenientes, de la burocracia de gobierno, y menos que menos a los nuevos ricos, esa poderosa boliburguesía que crece con los millonarios recursos del Estado”. Y agregábamos que el gobierno “opta por defender el orden capitalista, cobrándole la crisis a los trabajadores y al pueblo antes que a los explotadores y sus negocios”.

Con la devaluación de nuestro signo monetario decretada por el presidente Chávez, se confirma la validez de nuestras afirmaciones y denuncias. Un gobierno que había insistido en reiteradas ocasiones que no haría lo mismo que los gobiernos puntofijistas, hoy aplica sin piedad un plan de ajuste capitalista, que incluye medidas neoliberales como la brutal maxidevaluación acordada. Así será la magnitud de la crisis económica del país que el gobierno instrumenta una medida que tendrá un impacto terrible en la inflación y en el nivel de vida de los trabajadores y el pueblo pobre.

El país en caída libre

El informe anual del Banco Central de Venezuela del pasado año da cuenta de una caída del Producto Interno Bruto de 2,9% en el 2009, y tres trimestres consecutivos de declive de la economía nacional. Lo anterior significa que el país entró en recesión, es decir, disminuyó sustancialmente la producción de bienes y servicios, se cerraron miles de fuentes de empleo, traduciéndose esto, según cifras del INE, en que por primera vez en 5 años se produjera un aumento de la desocupación, la cual promedió 8% en los primeros 11 meses del año.

Por otra parte, la severa crisis económica produjo el año pasado una caída dramática de las exportaciones no petroleras con respecto al 2008 de 44%, y un retroceso de las exportaciones petroleras de 3,6% en relación al año anterior.

Como siempre en toda crisis del capitalismo administrada por un gobierno burgués, los que pagan los platos rotos son los trabajadores y el pueblo. Los patronos se las ingenian para solventar las dificultades en sus negocios trasladando sus costos a los explotados y oprimidos. En nuestro caso esto es facilitado por el gobierno del presidente Chávez, que les ha otorgado a banqueros y empresarios todo género de beneficios en el marco de la “alianza estratégica con la burguesía”, promulgada en el tristemente célebre acto por el Reimpulso Productivo de junio del 2008.

Mientras esto sucede con los patronos, los trabajadores sufren el desconocimiento gubernamental del derecho a la contratación colectiva, el aumento del desempleo y la informalidad, el deterioro del nivel de vida como consecuencia de la elevada inflación (25,9% en el 2009)-que hace que Venezuela tenga por quinto año consecutivo la inflación más elevada del continente- el desabastecimiento de productos de la dieta alimenticia, y el deterioro del salario real, lo que se tradujo en una caída del consumo de la población el año pasado de 2,6%.

La maxidevaluación es un robo

Con la maxidevaluación el gobierno complace a la burguesía y sus economistas tarifados, los cuales venían exigiendo la liquidación tanto del control de precios como del control cambiario. Del primero ya no queda prácticamente nada, pues el gobierno lo levantó casi totalmente como una concesión al empresariado, y lo que queda ha sido avasallado por el aumento de precios de la mayoría de los productos otrora regulados.

Ahora le tocó el turno al control cambiario, el cual el gobierno flexibiliza para satisfacción de los empresarios, con el establecimiento del sistema de bandas -tal como hizo Caldera en el pasado- y la instrumentación de 3 tipos de cambio. Al mismo tiempo, a través del Convenio Cambiario No. 14, el gobierno aumenta la cantidad de dólares que los exportadores pueden retener, ¡que ahora pasa de 10% a 30%!

El asunto es muy simple, de un plumazo y como regalo de año nuevo, el gobierno les mete la mano en el bolsillo a los trabajadores y les roba 40% de su salario, que es el impacto promedio que la devaluación provoca sobre el ingreso de los trabajadores.

El gobierno no quiere llamar a las cosas por su nombre. Los voceros gubernamentales no mencionan la palabra “devaluación”, dicen que se trata de una “corrección cambiaria”. A Chávez se le ocurre inventar un nuevo término económico y llega al extremo de llamar a la medida “revaluación, como si ahora el Bolívar tuviera un mayor valor ante el dólar.

Hablemos claro y sin eufemismos. La devaluación del Bolívar se traducirá en más inflación, y aumento inmediato de los precios de todos los productos que consumimos. Por ende, en un deterioro de nuestros salarios y de la capacidad adquisitiva.

Chávez anunció ante la Asamblea Nacional el aumento del salario mínimo en un 10% al 1 de marzo y 15% al 1 de septiembre del presente año, es decir que para ese último mes el salario mínimo será de Bs. F 1.223. Sin embargo, con la devaluación, esa cantidad se reducirá en términos reales a unos 733 u 856 bolívares fuertes aproximadamente, a su valor actual.

La maxidevaluación por otra parte, le permitirá al gobierno recuperar los recursos que tuvo que colocar en el sector financiero para el salvataje de 8 bancos quebrados por ladrones de cuello rojo-rojito, y significará que el gobierno contará con más recursos fiscales para utilizarlos en la campaña electoral de diciembre, a la vez que le proporciona mayores beneficios para las grandes empresas industriales, que son las únicas que están en capacidad de producir para la exportación.
Por ello, no es casual que toda la burguesía –nacional e internacional- aplauda la medida.

El FMI ha dicho que la devaluación “es un buen paso para Venezuela”; para Consecomercio la medida es positiva, para el Financial Times de Londres era “inevitable y necesaria”, mientras que para Fedeindustria la devaluación “es justa y necesaria”. Pero uno de los más entusiastas fue Alberto Vollmer, presidente de Ron Santa Teresa, quien dijo que “esta medida va en la dirección correcta. Es una apuesta por el sector exportador. Los ingresos de las empresas exportadoras aumentarán 100%”.

Desde ya, el gobierno anunció la creación de un fondo para incentivar las exportaciones y otro para la sustitución de importaciones, como parte de su plan para recuperar los negocios capitalistas en el marco de la crisis económica. ¿Para qué servirán? Muy simple, parte de los recursos que ingresarán al fisco como consecuencia de la devaluación se concentrarán en un fondo para subsidiar a las empresas exportadoras, como por ejemplo, las de Alberto Vollmer, y el otro fondo será para facilitar créditos para las industrias de la burguesía nacional, para producir bienes que no se elaboran en el país. El monto de estos fondos será de tres millardos de bolívares fuertes, o tres billones de bolívares viejos. Es decir, la política del embudo, lo grueso y ancho para los industriales, exportadores y banqueros, y lo delgado para los trabajadores y los pobres, quienes sufrirán las consecuencias nefastas del alto costo de la vida y el desabastecimiento.

Para enfrentar la crisis el gobierno se apoya en la gran banca y en los capitalistas

Efectivamente, el gobierno está consciente de la profundidad de la crisis de los negocios capitalistas. Las cifras mencionadas lo corroboran. Ante ello, echa mano de los sectores más poderosos de la burguesía, por una parte, la gran banca, y por otra, los industriales y exportadores.

Así vemos que el gobierno se alió a los bancos más grandes para enfrentar la crisis financiera producida por los negocios turbios de los boliburgueses, los cuales se habían desarrollado a lo largo de los últimos 10 años gracias a los recursos del Estado depositados en sus arcas, así como aprovechando el diferencial cambiario y el mercado negro. El mismo Chávez se encargó de aclarar que la gran banca es sólida, incluso llegó a hacerle propaganda pública al Mercantil, Banesco y Provincial.

Por su parte, los presidentes de Banesco y la Asociación Bancaria hicieron leña del árbol caído, defenestrando a los banqueros implicados en las quiebras, mientras respaldaban las medidas adoptadas por el gobierno.

Ahora Chávez decreta la maxidevaluación del Bolívar, le otorga beneficios a industriales y exportadores, y crea sendos fondos para promover la producción de las industrias nacionales con el objetivo de incrementar las exportaciones, todas acciones típicas de los programas de ajuste neoliberal. Las únicas empresas con capacidad para exportar son las más grandes y las transnacionales.

Crisis eléctrica y colapso de las industrias básicas

La severa crisis eléctrica que sufre el país se enlaza con la crisis de la Sidor nacionalizada, la escasez de agua, y el desastre en el que están sumidas las empresas del sector aluminio. El gobierno pretende esconder su ineficiencia e incapacidad detrás del fenómeno climático de El Niño. Lo cierto es que los efectos del mismo llegan en un momento en el que el sistema eléctrico nacional se encuentra en una profunda crisis.

Entre 1997 y 1998, así como en el año 2003, los efectos en el nivel del Caroní y en el Guri, fueron mucho más graves, y sin embargo no hubo necesidad de racionamientos ni experimentamos una crisis eléctrica como la actual. La única verdad que el gobierno se empeña en ocultar es que la crisis eléctrica que padece el país es producto de más de 10 años de ineficiencia, desinversión, falta de mantenimiento, burocracia, corrupción e imprevisión. Precisamente por todos estos males no se han concluido las obras del sistema Uribante-Caparo ni de Tocoma, las cuales tienen varios años de retraso.

Esa misma improvisación se puso de manifiesto el pasado miércoles, cuando el presidente Chávez llamó a la población a las 2:30 de la tarde, a aceptar el plan de racionamiento, y a las 11 de la noche, se echó para atrás, decidió suspender el racionamiento en Caracas, y destituyó al ministro Angel Rodríguez, pero lo cierto es que en el interior del país esta situación tiene años presentándose, sin que se tomen correctivos.

Esto tiene una sola explicación. Esta fue una decisión meramente política. El gobierno sacó las cuentas y constató que esta medida era potencialmente explosiva en una ciudad con más de 5 millones de habitantes, y aplicarla en un año electoral, podría significar una posible derrota.

Es un gobierno que va al garete, un barco sin rumbo en medio de la crisis y de su inexorable desgaste. Ensayo y error, la misma improvisación que tiene en el desastre y al borde del colapso a las industrias básicas y a la petrolera.

Gobierno y burguesía se dan la mano: los medios privados ocultan efectos de la devaluación

Se está produciendo una alianza no declarada entre el gobierno, la gran burguesía y sus partidos. No sólo los empresarios y gremios patronales respaldan la devaluación, al mismo tiempo los medios de comunicación privados casi ni hablan de la misma, y dedican sus titulares y la mayor parte de sus espacios a la crisis eléctrica, minimizando el impacto terrible que tendrá la devaluación en las condiciones de vida de la población. La noticia que se destaca es el racionamiento eléctrico, pero la inflación que generará la devaluación apenas se menciona.

Recientemente oímos en TV a Ismael García, rechazando la posibilidad de un paro obrero contra el gobierno. Por supuesto que la derecha, la burguesía y sus voceros no tienen interés en movilizarse contra el plan de ajuste capitalista gubernamental. No quieren fomentar una crisis política que podría poner en peligro sus cabezas y sus negocios. Saben que el desgaste del gobierno es acelerado e inexorable, y ponen todos los huevos en la cesta electoral de diciembre.

Esto no es casual, ambos son caras de la misma moneda burguesa, y no representan los intereses del pueblo trabajador.

Movilización nacional contra el plan de ajuste capitalista

Llegó la hora de movilizarnos contra la política económica del gobierno que pretende descargar la crisis sobre los hombros de los trabajadores, mientras protege los negocios capitalistas.

En esta hora menguada para nuestro país, los trabajadores y el pueblo debemos erguirnos para exigir nuestros derechos. Es el momento de radicalizar nuestras acciones. Los paros, tomas de empresas, marchas, cortes de vías se convierten hoy en las acciones necesarias para exigir aumento de salarios, repudiar el colapso eléctrico, los racionamientos, la escasez de agua, la necesidad de vivienda, la defensa de los contratos colectivos, la estabilidad laboral y todos nuestros derechos.

Es urgente movilizarnos unitariamente y a escala nacional para echar abajo el plan de ajuste capitalista del gobierno. Para ello, debemos organizarnos y unirnos conformando una Coordinadora Nacional que agrupe a todas las organizaciones populares y obreras en lucha. Trabajadores, campesinos, comunidades, indígenas, estudiantes, debemos articularnos para centralizar las luchas.

En tal sentido llamamos a Patria Obrera, el colectivo Masay de Yaracuy, el Topo Obrero, el Movimiento de Solidaridad Laboral, y a todos los dirigentes de las organizaciones obreras y populares sin ningún distingo político, incluidas aquellas que se declaran chavistas pero que también están sintiendo los efectos de la dramática situación que padece el país, a que nos unamos y conformemos un gran frente de lucha por aumento general de sueldos y salarios, escala móvil, por el mantenimiento del control de precios, por la eliminación del IVA, defensa de los contratos colectivos y estabilidad laboral.

Proponemos que esta movilización culmine en una gran marcha nacional en Caracas contra el plan de ajuste capitalista y por aumento de salarios que lo iguale a la canasta básica.

Por la construcción de un gran partido revolucionario

Desde la Unidad Socialista de Izquierda (USI) estamos empeñados en construir un partido revolucionario abierto a todos los luchadores honestos, dispuestos a movilizarse y luchar en la perspectiva de defender los derechos del pueblo, avanzando hacia la conformación de un Gobierno de los Trabajadores y el Pueblo que liquide el Estado burgués, y tome medidas de transición al socialismo con democracia obrera. La USI está al servicio de este gran objetivo estratégico de todos los explotados, como lo es liquidar el capitalismo. En tal sentido, llamamos a la unidad de los revolucionarios en torno a un programa de lucha, para levantar una gran organización que dispute el poder tanto al chavismo como a los partidos tradicionales de la burguesía, y construya una sociedad sin clases.

MOVILIZACIÓN NACIONAL POR AUMENTO GENERAL DE SALARIOS Y ESCALA MÓVIL

CONFORMEMOS UNA COORDINADORA NACIONAL DE LUCHA OBRERA Y POPULAR

UNIDAD SOCIALISTA DE IZQUIERDA

Orlando Chirino, José Bodas, Emilio Bastidas, Miguel Angel Hernández, Armando Guerra, Alexis Polanco, Robert González, Iván Freites, Francisco «Fran» Luna, Simón Rodríguez Porras

Laclase 16/01/10