Cuba: de la revolución verde a la revolución cubana
En el empeño político del socialismo vulgar, el PC cubano y sus dos máximos Líderes ponen en riesgo la soberanía nacional de Cuba.
Roberto Cobas Avivar Para Kaos en la Red 4-3-2011
En los esfuerzos por la subsistencia del sistema capitalista propio, el instinto depredatorio del imperialismo norteamericano es a todas luces enfermizo. La UE, aliado subalterno en la OTAN, actúa de acuerdo a la condición política con que emerge de la pos guerra (1939-1945): el carroñero que sacará provecho del despojo al que se sometan los países y pueblos agredidos.
Los intereses antagónicos entre los “viejos” imperialismos, estaounidense y europeo, permanecen en creciente tensión intestina.La indudable onda larga del desarrollo de ambas formaciones socioeconómicas traduce la decadencia estructural en el recurso de la onda militar expansiva. Para la UE es claro que en esa trayectoria hoy los EEUU se desangran en incontenible hemorragia sistémica. La certeza no evita que el rumbo oligárquico de la UE conduzca a la Unión y sus naciones al callejón sin salida de la confrontación económico-bélica con el mundo del cual es absolutamente dependiente.
La inteligencia y el vuelo de estadista de B.Obama se desacreditan ante su incapacidad política para siquiera inducir la gestión racional de la inevitable decadencia imperialista de los EEUU. La desindustrialización sin precedente del país medra el poder artificioso del capital financiero; las cotas insostenibles del parasitismo-consumista-prestatario postran la condición socio-regenerativa de su sociedad; la consecuente pérdida de influencia geopolítica internacional niega la efectividad de su hegemonismo militar. La complejidad de ese estado de deterio de la condición sico-socio-material de la nación y el poder del estado no puede solucionarse con la huída hacia adelante.
B.Obama sucumbe de manera prosaica entre “patadas de ahogado” ante el irracionalismo de la reproducción del capital a ultranza. La ignorancia y la organicidad a los intereses del capital lo rinden sin remedio. En el espejo en que se mira el reflejo de Roosevelt se le antoja cada mañana imposible. Es todo lo que demuestra el analfabetismo económico de su administración y el poder oligárquico del Establishment político, ante la crisis económico-financiera en suspenso y el inevitable avance de los imperialismos emergentes: China, Brasil, Rusia y la India.
El régimen político de los EEUU se arrastrará en los estertores de su decadencia estructural porque el sistema de “democracia” oligárquico-burguesa padece de leucemia avanzada. Contra ese cáncer no existe otro remedio que el de la democracia.
Los intentos naturales de los EEUU y la UE por aprovechar la coyuntura de escisión política de Libia, fuente limitada pero abundante de petróleo, se inscriben dentro de la reacción del instinto animal del modo de producción y reproducción capitalista. Un modo hoy más que nunca ahogado en la agudización de contradicciones internas antagónicas, imbricadas local y globalmente. Sin embargo, no porque la desesperada intentona de invasión de los EEUU a Libia sea el reflejo de los coletazos de un tiburón fuera del agua, cambia el hecho de que son las enfermedades oportunistas las que realmente matan a los enfermos de un virus como el VIH.
El régimen de estado y gobierno de Libia es un régimen enfermo e indefendible políticamente. Ayudar al pueblo libio en la cura del cáncer significa negar el régimen político libio. No existe otra posición de consistencia política, revolucionaria e intelectual que pueda realmente constituir “una vacuna” contra las enfermedades oportunistas. Y los representantes de los intereses imperialistas de los EEUU y la UE están convencidos que en la dialéctica de ese enfoque y con su abordaje por los pueblos árabes, se desmorona toda la geopolítica imperialista en el cercano, mediano y lejano oriente. El rumbo de la “primavera egipcia” demuestra la conciencia que de ello tienen los EEUU y la UE, y su alta capacidad para remodelar la realidad según las reglas del gatopardismo en sociedades indefensas, diezmadas por la antidemocracia.
A ello contribuye ensimismada la llamada “izquierda” internacional atrincherada en el anti imperialismo de cuartel. Diferenciar entre régimen político y pueblo ha sido la astucia de los estados norteamericano y europeos en su guerra contra la autodeterminación de las naciones. Esa es hasta hoy la premisa de la guerra imperialista yanqui y europea contra Cuba. La contradicción insalvable e implosiva hacia el seno de estados anti colonialistas sustentados sobre regimes anti democráticos no define las posiciones del antimperialismo de la izquierda. En ello ha estado la debilidad del pensamiento y la práctica política de la izquierda que habría de ser revolucionaria. Oponerse a las guerras depredatorias imperialistas – aupadas por el dictad capitalista global – no constituye la consecuencia política lógica de un internacionalismo, cuya fuerza estribe en la lucha por la emancipación democrática de los pueblos.
Si el Líder de la Revolución cubana no tenía dudas sobre el cáncer del régimen político egipcio, ya no le alcanza la sagacidad política para constatar el fondo del problema con el régimen político libio.
El índice GINI de Libia en 2008 era de 36%. La información proviene del Global Peace Index. La Organización de Naciones Unidas no ofrece información para ese año al respecto sobre Libia. Con dicho nivel de redistribución del producto Libia se sitúa entre los países de mayor desbalance en la apropiación social del producto nacional. Ese criterio cristaliza en su plena lectura cuando se toma el ingreso percapita de Libia, el mayor de todos los países de África, debido a su renta petrolera. De modo que estamos hablando de la distribución oligárquica de la riqueza de Libia.
Si tomamos el PIB percapita por ciudadano, y no por habitante, dado la significancia de la fuerza de trabajo inmigrante sobre la que llama la atención el Líder de la Revolución cubana, tendremos que, según CIA World Factbook, Libia presenta ca. 12 mil dólares percapita en el 2010. No existe evidencia estadística de que la retribución del trabajo de la fuerza laboral de inmigrantes rebase el criterio de mano de obra barata, dado el deterioro del valor del trabajo en los países africanos emitentes. En cambio, según el FMI, el percapita por habitante llega a casi 15 mil dólares. El BM por su parte, sitúa este índice por habitante en 16.5 miles de dólares.
Con una concentración de los ingresos del 36% (GINI) y un promedio del pib percapita por habitante de 15,7 mil dólares, puede apreciarse la estructura de corte oligárquico de la distribución del ingreso. Importa puntualizar que no existe información para Libia dada por el propio país – no es en absoluto casual – sobre el criterio fiscal base de cálculo del GINI (importante, dado el grado de diferenciación social que determina su cálculo antes o después de impuestos).
Sin la asociación cognitiva crítica de los fenómenos socioeconómicos no entendemos el fondo de las contradicciones que determinan el movimiento de la realidad política.
Suecia posee un pib percapita por habitante de ca. 48 mil dólares. El índice de redistribución del ingreso GINI se sitúa en el 23%. Una decidida mayoría de la población disfruta de una renta aproximada al promedio estadístico, tiende al mismo. La diferencia entre el 20% más rico y el 20% menos rico de la población es apenas del 4%. Si tomamos en consideración el amplio sistema de atención social que presenta el estado, destacando la salud y la educación universal, la única conclusión posible es que el equilibrio de la distribución es un valor del sistema político. En el sentido socioeconómico constituye un régimen político eminentemente participativo[1]. Dicho «pacto social» no cayó del cielo, sino que responde al resultado histórico de la lucha de clases en Suecia, con el destacado protagonismo del movimiento sindical.
Lo que está en disputa en Libia es la distribución del producto, de la renta del país. El concepto de renta es aquí importante, por cuanto se trata (como en Venezuela) de ingresos “parásitos”; es decir, provenientes de un «recurso natural» rentable que posee el país en abundancia. La especificidad sociopolítica del problema radica en que no se trata de la renta proveniente de un esfuerzo de producción nacional, en el sentido de una amplia estructura participativo-productiva del país.
Para mayor inri la explotación de dichos recursos ha sido puesta por Al-Gaddafi en manos de los consorcios transnacionales capitalistas, luego de su inicial “nacionalización”. No puede confundir el hecho. Porque si la tecnología de extracción constituye dominio de ese poder industrial transnacional, no lo es el carácter político de la explotación y el aprovechamiento por un estado que apoye su soberanía en la democracia inclusiva, tal como lo llega a demostrar hoy la misma Venezuela.
¿Aguanta la siembra productiva en el país de parte de la renta petrolera el contraste con los recursos financieros que acumula y disfruta la elite de poder, el clan familiar de Al-Gaddafi, y en cascada los grupos fieles que garantizan la gobernabilidad del régimen?. Los mayores beneficiarios de la redistribución del producto nacional se encuentran en la capital del país. Constituyen grupos sociales que asocian su estatus al de clase-media media y alta.
Si la percepción social de la desigualdad refleja una concienciación sobre lo inadecuado del orden de distribución establecido, no existe en Libia, en cambio, un factor de conciencia de clase en sí y para sí que distinga la naturaleza política de la rebelión social.
La inexistencia de un cuerpo institucional en la sociedad, organizado ciudadanamente alrededor de algún principio constitucional, ha sometido al pueblo libio a un claro estado de acefalía política. A ello ha contribuido el amorfismo político de la sociedad mantenido por el régimen patrialcal-dictatorial de Al-Gaddafi.
Si una república no se dirige como un campamento, tal como con exquisita agudeza política sentenciaba J.Martí, ¿puede una república (jamairia) legitimarse como tal dirigida como una tribu?.
Lo que no admite controversia, es que la distribución de la renta a la que he hecho referencia, potencia la percepción del falseamiento ideológico de lo que había sido una revolución popular: dada al empoderamiento socioeconómico y, en consecuencia, político del pueblo libio. Esta combinación de hechos-factores puede ser posible solamente en un régimen político decididamente anti democrático.
La revolución libia había de ser socialista, la democracia por lo tanto habría de ser su piedra filosofal y su condición fundacional. La democracia no es una idea de apropiación “occidental”. Justo la creencia en tal sofisma político relega las culturas no hegemónicas – en el sentido del imperialismo cultural – al ostracismo de sus propias sociedades. Si la llamada modernidad occidental no es sinónimo de democracia, el desarrollo cultural no es emancipador fuera de la idea de democracia.
Al hablar de democracia en las culturas del mundo árabe no es propia la asociación dogmática con el paradigma occidental dominante. Lo que es propio de ese paradigma de modernidad, indisociable al modo de producción e intercambio capitalista, es el régimen político que desconoce la igualdad del ser social. La igualdad no de oportunidades, sino de derechos democráticos: derecho del pueblo a gobernarse democráticamente, derecho a la posesión democrática de los medios de producción, derecho a la gestión democrática del producto del trabajo, derecho a la proyección democrática de los proyectos de vida individuales, familiares y sociales en su abarcador significado de organización colectiva de la sociedad.
Cuando el Líder de la Revolución cubana le escribía una misiva a Saddam Hussein, esclareciéndole el error de ponerle en bandeja de plata a los EEUU y la UE con la invasión a Kwait el pretexto para la invasión a Irak, Fidel Castro llamaba la atención justamente sobre el factor político endógeno (el de la conducta política propia), como desencadenante por excelencia de la reacción oportunista imperialista (exógena). Puntualizo “por excelencia”, por cuanto la historia acredita con creces la política de los EEUU de construir “hechos” con que justificar la satisfacción del instinto depredador imperialista – la guerra de conquista como la extensión histórica de la política.
No es diferente la lógica política del análisis en el caso de Libia al que se resiste el Líder de la Revolución, poniendo con énfasis el punto de gravedad ahora en el factor exógeno. Ante las evidencias de los preparativos político-mediáticos y militares de invasión de los EEUU y la UE a Libia mediante la OTAN, Fidel Castro reduce el análisis político al “¿no se lo decía?” (03.03.2011)[2].
En el análisis intitulado “Cuba: ¿la doble moral ante el sacudimiento de África del Norte”?, señalo: “¿Por que habrían los halcones de comportarse de otra manera? ¿Por qué la OTAN habría de desaprovechar la oportunidad que le brinda un régimen anti democrático – petrolero o no – para lavar en sangre si le fuera necesario sus intereses económicos geo-políticos?” (24.02.2011; subrayado mio ahora) [3].
Si asumimos la aseveración argumental de Fidel Castro en cuanto a que el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de Libia – ca. 75% – estaría poniendo en entredicho las razones del descontento popular que lleva a la rebelión social en el país, no podemos sustraernos de la sugerencia política que está haciendo el Líder de la Revolución en cuanto a la situación cubana.
Cuba posee un IDH cercano al 85%. Una esperanza de vida al nacer de 78-80 años. Un índice de mortalidad infantil de 4.5. Nada de ello constituye definición per se de la naturaleza política del estado y el modo de producción y reproducción en que este y la sociedad se sustentan. En ningún caso del régimen político de participación social.
¿Cuáles son los principios políticos de organización de la sociedad en su necesidad de reproducción material y cultural que determinan la soberanía del ser social? Estamos hablando aquí de lo que hace la diferencia entre el capitalismo y el socialismo.
Por consigueinte, más allá de las consideraciones de ingeniería social sobre el IDH, justo teniendo en cuenta las contradicciones del nivel apuntado del mismo en un país como Libia, donde el promedio de vida al nacer de 76 años contrasta con alrededor de un 20% de analfabetismo de la población, y un índice de crecimiento demográfico de ca. del 4% contrasta con una mortalidad infantil de 25 por mil nacidos vivos, el análisis dialéctico es definitivamente de otro signo político.
El régimen “socialista” en la visión revolucionaria personalista del Libro Verde de Al-Gaddafi no pasa de la idea del «socialismo vulgar» caracterizado por Marx. En tal sentido la idea de socialismo no se diferencia de la visión revolucionaria personalista de Fidel Castro. La Historia me Absolverá puede asumirse como la filosofía política original del socialismo vulgar en Cuba.
Esa acepción no lleva el significado peyorativo que izquierdistas cubanos, supuestamente marxistas, le achacan en sus ataques obnubilados por el integrismo ideológico. La idea de socialismo vulgar proviene de una concepción de carácter científico. ¿Ataques contra qué, acaso contra el materialismo histórico? ¿La defensa “a palos de ciego” tendrá sustento desde el materialismo dialéctico?.
La idea adúltera del socialismo vulgar expresa una contradicción política determinante en el entendimiento del problema de fondo, latente en las relaciones sociales de producción e intercambio en que se sustenta el modelo socioeconómico cubano. El problema es de naturaleza política.
No es sostenible políticamente pretender la distribución justa del producto del trabajo, si los productores (trabajadores) no detentan el derecho de apropiación de dicho producto. La abundancia de las crisis de superproducción del modo de producción capitalista no conllevan a la redistribución del producto ni siquiera como solución anticíclica. Antes se tiraban las mercancías en “excedencia” al basurero, hoy se siguen muriendo de hambre millones de seres humanos en el mundo. No es capricho humano alguno el que así sea.
La abundancia liberadora a la que Marx aludía no pasaba por alto el paso de la formación socioeconómica por el estadio de liquidación de las clases sociales, determinadas por las relaciones sociales capitalistas de producción e intercambio. Todo lo contrario.
El socialismo vulgar asocia la apropiación del producto con el prosaismo de la apropiación privada que del mismo hace el capitalista, dueño de los factores de producción. Se sustrae el hecho de la apropiación del producto de las premisas políticas que así lo condicionan. De ahí que en la idea del socialismo vulgar, se haga extensión de dicha relación de apropiación a lo que se considerará un «nuevo sistema económico”.
En ese «nuevo sistema económico» no es necesaria la apropiación democrática del producto, sino solamente la distribución que se considerará subjetivamente justa. Pero el hecho es que el «sujeto distribuidor» no se elimina, se metamorfosea, pasa a ser el estado. Y puede ser así porque el estado, como el capitalista antes, se ha hecho propietario de los factores de producción.
Lo que el socialismo vulgar postula es que el estado es un distribuidor más justo que el capitalista privado. El círculo interpretativo está viciado. Porque se insiste en lo que ya Marx criticaba de manera fundamentada al programa obrero de Ghota: ignorar la vinculación dialéctica materialista en las relaciones sociales que se establecen entre la esfera de la producción y la esfera de la distribución. De esa manera el socialismo vulgar está reafirmando como idea y práctica el núcleo duro del modo de producción e intercambio capitalista.
Lo que el socialismo vulgar propone es la alienación de las relaciones sociales de producción. Por consiguiente, no puede aspirar al mismo tiempo al cultivo en la sociedad de una conciencia social culturalmente superior a la que le es propia al modo de producción capitalista.
El socialismo vulgar, en consecuencia, niega la democracia en lo primigenio de su significado e implicación política. Porque la idea del socialismo vulgar no asume la emancipación del ser-social con respecto a las relaciones sociales de producción e intercambio que lo subordinan a un ente político heterónomo. Pierde el ser-social el derecho a su desempeño como sujeto político. El estado – a través de su aparato burocrático político administratativo – se entroniza como ente usurpador de la subjetivación del individuo, en tanto ser-social.
En consecuencia, la democracia no tiene posibilidad objetiva de fundarse y propiciar el empoderamiento de la sociedad. El socialismo vulgar es por definición socioeconómica y práctica política anti democrático.
Los “Lineamientos de Política Económica y Social” (LPES) con que el PCC construye la política de hechos consumados tendiente a “actualizar el modelo económico” cubano, se inscriben de pie a cabeza en la idea del socialismo vulgar. La transición socialista en Cuba se enajena por dicha razón. Ese es el análisis político de fondo sobre el rumbo que decide imponerle a la sociedad el PC cubano. La reversión capitalista en esa trayectoria es cuestión de tiempo. En el tiempo histórico, un tiempo mucho más temprano que tarde. No lo ven así solamente los interesados en las ventajas privadas – hoy normalmente encubiertas en amplios sectores de las “filas revolucionarias” – que sin dudas ofrecerá el cambio político de signo contrario al socialista.
Ningún analista marxiano de la realidad cubana es capaz de subestimar la lucha de clases latente hoy en Cuba por la redistribución del producto. Por cuanto la decisión sobre la correspondencia entre acumulación y consumo – en virtud del dominio institucional de la idea del socialismo vulgar – sigue siendo hoy objeto del voluntarismo político del estado.
Ese mar de leva político permanecerá mientras las relaciones sociales de producción no respondan al principio de su plena democratización. Mientras, en consecuencia, se mantenga y tome cuerpo la alienación del trabajo. Mientras el “socialismo de estado” no se declare en obsolescencia moral y política, puesto que su obsolescencia económica ya no admite discusión alguna.
La justa revuelta de la sociedad cubana se evitará única y exclusivamente si se retoma decididamente el rumbo de la transición socialista, encarrilando el proceso sociopolítico sobre rieles de auténtica participación socioeconómica y pertenencia política democráticas.
No por justa esa revuelta sociopolítica, sería desaprovechada por los estados imperialistas de los EEUU y la UE la oportunidad para el intervencionismo directo. Puesto que lo que no tiene derecho a existir es el socialismo revolucionario. Saben ellos que la viabilidad del socialismo en Cuba constituye la deslegitimación política del sistema capitalista que a capa y espada defienden e imponen en busca de su propia e ilusoria salvación.
Ese es terreno de cambios conceptuales y estructurales donde se neutraliza o no de manera sostenible el desafuero agresivo de los EEU contra Cuba. Hay cincuenta años empeñados en la resistencia de la libertad negativa. La inequívoca transición socialista es la única garantía de la liberación positiva.
En el empeño político del socialismo vulgar, el PC cubano y sus dos máximos Líderes ponen en riesgo la soberanía nacional de Cuba. El contenido del paradigma soberano de democracia en Cuba puede ser sólo uno: socialista en el sentido de la liberación marxiana. Fuera de ese rumbo no podrá más que hacerse realidad la auto profesía yanqui sobre el fin de la continuidad socialista de la Revolución, en la inexorable ausencia de la dirigencia histórica que ha estado al frente del país invariablemente durante medio siglo.
RCA
[1] No analizo aquí, lo evidencio en otros trabajos, el modelo socioeconómico sueco en cuanto a sus barreras de desarrollo, inclusión social y emancipación política. Es importante dejar claro esta consideración para evitar el facilismo criticista que desde la izquierda integrista estará siempre dispuesto al toque a degüello contra el “revisionismo de izquierda” en el análisis del modo de producción e intercambio capitalista.
[2] FCR, Reflexión “La guerra inevitable de la OTAN”, ver: http://www.kaosenlared.net/noticia/guerra-inevitable-de-otan
[3] RCA, ver: http://www.kaosenlared.net/noticia/cuba-doble-moral-ante-sacudimiento-africa-norte