Schoklender corrupto ¿No tiene nada que ver el gobierno?
El vergonzoso caso Schoklender pone al desnudo la trama de negocios turbios del kirchnerismo con este personaje.
Escribe: Juan Carlos Giordano
Fondos estatales sin control para una empresa privada propiedad de Schoklender. Obras sin licitación manejadas por gobernadores e intendentes K. Involucramiento de varios miembros del gabinete. Asociación ilícita para defraudar. Encubrimiento para investigar desde hace más de un año. Otro escandaloso hecho de corrupción que sacude al gobierno.
Cualquier hecho de esta naturaleza es detestable. Y este gobierno tiene muchos. Tal vez el más escandaloso sea el del ex secretario de Transporte Ricardo Jaime -que aún sigue en libertad-. Otro fue el del avión que llegó a España con 1.000 kilos de drogas cargadas en el país. Años atrás, la ex ministra de Economía Felisa Miceli tuvo que renunciar porque no pudo justificar por qué tenía 100 mil dólares en su baño. Pero en este caso, la corrupción del kirchnerismo se agrava por el hecho de haber comprometido el nombre y la trayectoria de lucha de las Madres- Hebe Bonafini, transformando a su Fundación en una empresa de construcción de viviendas que ahora estalla en un escándalo vergonzoso en manos de su apoderado de confianza, Sergio Schoklender.
Cuando la corrupción oficial incurre en un tema tan caro como los derechos humanos o juega con las necesidades tan urgentes como lo es la de tener una vivienda digna, es más repudiable aún. Una responsabilidad compartida: esencialmente del gobierno, y también de Hebe de Bonafini, por designar como apoderado a un empresario, además de ser totalmente ajeno a su heroica lucha.
Néstor Kirchner, allá por 2003, para ganar popularidad necesitaba dar un giro: enarbolar un discurso en defensa de los derechos humanos. Atento a ello emprendió algunos gestos, como descolgar el cuadro de Videla. Pero detrás de este maquillaje mediático se escondía una impunidad que persiste hoy (ver columna “Amamos…”).
La presidente y todos sus funcionarios salieron a deslindarse del caso Schoklender, soltándole la mano al “monje negro”. La justicia salió de apuro a ordenar allanamientos. La misma rapidez que tuvo para sobreseer en 24 horas la causa por enriquecimiento ilícito del entonces matrimonio presidencial. El apresuramiento del camaleón Oyarbide intenta canalizar el escándalo para que no le reste votos al candidato kirchnerista en la Ciudad de Buenos Aires, Daniel Filmus.
Son unos verdaderos hipócritas. Porque en estos años, desde el gobierno financiaron a este personaje con 300 millones de pesos, dinero que iba a la empresa Meldorek, de su propiedad. Desde el ministro De Vido, pasando por la escribana y esposa del patotero Guillermo Moreno -quien fundó aquella empresa y otras 46 usando como prestanombres a dos humildes jubiladas-, entre otros. Financiamiento que fue del kirchnerismo, antes del gobierno de Telerman y ahora del de Macri. Todos mostrándose como gestores de viviendas sociales, cuando desalojan con topadoras a quienes no tienen techo.
Dicen que el “Estado Nacional sería el damnificado”, cuando es el propio gobierno el que puso los fondos corruptos. Schoklender acompañaba a Hebe a los actos oficiales donde se reivindicaba al kirchnerismo y mantenía aceitadas relaciones con los gobernadores kirchneristas. Como Capitanich de Chaco, provincia donde se construían viviendas como en tantas otras, mediante el megaemprendimiento de las Madres que cuenta con más de 6.000 trabajadores, muchos precarizados, la segunda empleadora después de Techint.
En r e empl a zo de Se rgi o Schoklender, Hebe puso a su hermano Pablo, a quien tuvo que destituir junto a 16 personas más para “limpiar” la fundación, según la propia Hebe, acusados ambos de “traición”. Luego, que se llegue hasta las últimas consecuencias en la investigación será una dura pelea. Para llegar a la verdad hace falta una Comisión Investigadora independiente conformada por las organizaciones que vienen dando pelea contra la impunidad y las genuinas organizaciones vecinales que reclaman desde años un techo. Investigación que debería apuntar no sólo contra Schoklender, sino también contra los cómplices funcionarios gubernamentales.
Muchos trabajadores, ante este hecho, olfatean que este gobierno está involucrado. El vergonzoso y repudiable caso Schoklender vuelve a desenmascarar el doble discurso kirchnerista y su política de usurpar la bandera de los derechos humanos mientras es un barril sin fondo de clientelismo y corrupción.
El Socialista 08/06/11