Lecciones de una protesta
Los chilenos hemos asistido a una de las más masivas manifestaciones ciudadanas de los últimos años. Esto plantea algunas cuestiones de fondo que es indispensable esclarecer. Se ha dicho que hay tres modos de no comprender los problemas que se plantean: Primero, negar o no ver el problema. Segundo, ver el problema pero ser incapaz de advertir una solución posible. Tercero, no plantear el asunto en el nivel analítico que reclama. Así, entonces, es menester reconocer que las demandas planteadas por los estudiantes han excedido el ámbito propiamente educacional para instalarse como una demanda ciudadana. No nos engañemos, estamos ante un amplio malestar ciudadano con el actual estado de cosas al que nos ha conducido el llamado “modelo chileno”, instaurado en la década de los ochenta.
Si reconocemos el problema planteado en toda su radicalidad, es claro que, en el futuro inmediato, es imperativo avanzar hacia una reconfiguración del mentado “modelo chileno”. Aquellos políticos que sean capaces de atender al clamor de las mayorías y que posean el talento y la valentía de “pensar en grande”, podrán liderar el cambio que Chile reclama. Cualquiera sea la fórmula democrática para modificar el rumbo del país, ésta deberá conjugar términos que, hasta aquí, parecen excluyentes: crecimiento económico y justicia social, desarrollo y democracia. La historia suele imprimir sus tiempos y sus ritmos a las sociedades humanas, la sabiduría política consiste en saber descifrar las sendas y horizontes que nos señalan. En esta segunda década del siglo XXI, es hora de ir dejando atrás la herencia infame de tanto prejuicio, de tanta injusticia y avanzar sin miedo hacia un Chile más justo, más digno.
04/07/11