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Elecciones porteñas: Un triunfo con muchas causas

Elecciones porteñas: Un triunfo con muchas causas

Macri festeja
Prof. Juan Carlos Sánchez (especial para ARGENPRESS.info)

La campaña de los multimedios y las charlas de café bastaban para saber el resultado de la contienda electoral en la Ciudad de Buenos Aires. Era claro que se venía la victoria macrista y la firme posibilidad de una segunda vuelta, aunque nunca se esperó una diferencia tan abultada.

Las y los porteños nunca le dieron respaldo al peronismo, llámese justicialismo, pejotismo, kirchnerismo o cristinismo. La Ciudad fue bastión radical durante muchos años hasta 1989. De allí en más, salvo la gestión delarruista y del Frente Grande, el porteño típico, el burgués de Caballito, Flores, Palermo, Recoleta o Núñez optó por ese neoliberalismo fundamentalista encarnado por Cavallo, primero y por Macri, después.
Queda claro que el primer mensaje del escrutinio es el rechazo a la gestión de la Presidenta de la Nación, porque ella no representa sus aspiraciones de máxima; esto es, regresar al modelo neoliberal extremo del menemismo. No obstante, prefieren olvidar que la actual política económica les permitió obtener grandes beneficios. Sin dudas, es la primera gran causa para una victoria anunciada.
Son conocidas las quejas por los cortes de calles, los paros en las escuelas o el creciente deambular de pobres en los pasillos de las galerías comerciales. Ocurre que el medio pelo prefiere reservar la Ciudad para ellas y ellos. Los cortes de calle y las protestas solamente impiden llegar a la oficina o al trabajo. Los paros docentes llevaron a la búsqueda de los colegios privados, con el fin de no tener a las y los pibes en casa porque ello les impide continuar trabajando como también una formación acorde a sus intereses. La aparición de pobres y sus ranchadas afean el entorno urbano, por eso exigen que sean expulsados del espacio público.
Simplemente, optaron por proteger sus intereses de clase. Y esta sería la segunda causa por la cual ganó el macrismo en una forma tan contundente, que nos hace acordar a la reelección de Menem en 1995. Indudablemente, nos encontramos ante un encandilamiento que les impide ver la continuidad histórica con la dictadura en materia socioeconómica.
Los números por comuna nos dan un indicador claro de lo que piensa el porteño. El PRO obtuvo una amplia diferencia en las Comunas 1, 2, 6, 7, 11, 12, 13 y 14. Entre 20 y 30 puntos de diferencia con el Frente de la Victoria, la burguesía consolidaba sus aspiraciones de clase. Macri supo interpretar sus demandas, cuando ordenó que la Policía Metropolitana ocupara lugares estratégicos en las Comunas 1, 2, 11, 12, 13 y 14, que este cuerpo policial fuese el que desalojó a los vendedores ambulantes en Liniers o simplemente, limpiara las calles de pobres y de protestas.
Lo llamativo fue lo ocurrido en las Comunas 3, 4, 5, 8, 9, 10 y 15. Barrios con población de clase media media y media baja, desde la Avda. Rivadavia al sur o de clase baja, en la zona sur de la Ciudad, le dieron el voto pese a ser las zonas más carenciadas. En la Comuna 8, se encuentran los barrios de Villa Lugano, Villa Soldati y Villa Riachuelo donde el duhaldismo supo hacer pié, de la mano de Cristian Ritondo y Diego Santilli que ahora operan libremente en favor del macrismo. Más allá del explícito apoyo de Duhalde a Jorge Todesca, del MID, queda claro que también apostó sus fichas al PRO. Y no cabe duda que este trabajo «militante» constituye la tercera causa por la cual Mauricio Macri ganó la elección.
Entre errores y horrores.
Desde otro punto de vista, si bien el kirchnerismo hizo una honrosa elección, mejorando en casi 4 puntos lo realizado en la primera vuelta de 2007, tuvo errores estratégicos que influyeron en el resultado de ayer.
La conformación de las listas propias del Frente para la Victoria y de las colectoras que intentaron sumar a la alicaída imagen de Daniel Filmus. El rechazo a los candidatos de La Cámpora y de otros impresentables, como Aníbal Ibarra se hizo evidente.
Sin embargo, nadie olvida el pasado de la fórmula kirchnerista. Filmus fue el arquitecto de la Ley Federal de Educación, junto a Susana Decibe y el Secretario de Educación de Carlos Grosso, que tuvo a su cargo la creación de la Escuela Shopping. Tomada, por su parte, con fuertes lazos con Pedraza, tuvo mucho que ver con la represión a los tercerizados ferroviarios y el armado de las empresas ligadas a la Unión Ferroviaria, pues fue su asesor legal junto a su segunda, Noemí Rial.
De allí que estaba asegurado el voto en contra de amplios sectores docentes y sindicales, como estudiantiles.
Buscando al votante porteño, la política del Gobierno Nacional dió un brusco giro hacia la derecha, profundizándola. La represión de las y los docentes de Santa Cruz, junto al respaldo de la acción policial por parte del cristinismo, pretendió dar el mensaje de seguridad que reclamaba la burguesía porteña. Atrás había quedado la orden del extinto ex – Presidente de no reprimir las protestas sociales, aunque la llevaban a cabo mediante la criminalización que actualmente afecta a más de 5.000 luchadores populares.
Dicho episodio represivo, si no fué el cajón de Herminio para el kirchnerismo, le faltó bastante poco…
A último momento, se acordaron de la demanda de seguridad de los barrios del sur para llevar a cabo ese Cinturón Sur, con efectivos de la Gendarmería y Prefectura, lo que indudablemente influyó en el ánimo de las y los votantes de la periferia porteña.
Lo que piensan las y los porteños…
Si intentamos interpretar las cifras, queda claro que la burguesía porteña prefiere tener bien lejos a los pobres, a los inmigrantes, a las personas con discapacidad, a los pueblos originarios; en suma, a todo aquel que no reúna el perfil de «gente como uno». En un claro pensamiento elitista, similar al europeísmo de principios del siglo pasado, cree que podrá vivir tranquilo en la Ciudad si el Estado le garantiza seguridad.
No es casual que el principal mensaje fuese el referido al cese de la inseguridad que, por otro lado, reconoce causas más profundas. No se habla de la corrupción policial, ni del uso de la fuerza policial o parapolicial, como en el caso de la ex – UCEP.
El otro gran mensaje, sin dudas, es el referido a la baja del gasto público. ¿Para qué mantener hospitales y escuelas?. La respuesta a esa pregunta es la subejecución de los presupuestos en materia de salud y educación. Ocurre que el medio pelo se atiende en las prepagas y no, en los hospitales de la Ciudad; sus hijos, se forman en las escuelas privadas, dotadas de generosos subsidios por parte del Ejecutivo, para evitar los paros de los docentes, a quienes pretenden disciplinar ahora con la excusa de la calidad educativa mediante la propuesta de atar el salario al rendimiento de sus estudiantes.
Sin embargo, el peor de todos los mensajes subyace: hay que eliminar a las y los pobres, al diferente y a todos aquellos que se opongan al libre albedrío del capital. No lo pueden decir ni hacer explícitamente, pero lo materializan a través de políticas de exclusión significativas. Hace más de 30 años que no se construye un hospital o una escuela en la Ciudad. No es un dato menor. Tampoco lo es, el hecho de promover una mayor represión a la protesta social y a su creciente criminalización. Eso es lo que aplaude hoy una gran cantidad de ciudadanas y ciudadanos porteños.
Lo que se viene…
Entre el rechazo al cristinismo, los diversos reclamos con respecto a la ausencia de «orden» y la satisfacción por la creciente exclusión de las grandes mayorías populares, a quienes se las confina a hospitales y escuelas para pobres, está la clave de la victoria macrista.
Parece ser que las y los ciudadanos porteños votaron a favor, como bien se expresara en las redes sociales en la noche de ayer, de la UCEP, del desmantelamiento de los hospitales públicos, del cierre de los centros culturales, del espionaje a ciudadanos, del Fino Palacios, de la destrucción de la escuela pública, de las bicisendas, del maltrato a los morochos, del enrejado de las villas, del uso de las pistolas Taser…
La memoria de 30.000 compañeras y compañeros detenidos – desaparecidos está hoy ensombrecida. Nuevamente, ganó el oportunismo de una pasajera bonanza económica que no llega a todas y a todos, sino a unas y unos pocos que pretenden perpetuar sus privilegios de clase como también el sueño de algunos en alcanzar a pertenecer a ella.

Se viene una noche larga en la Ciudad, que ni siquiera una eventual reversión del resultado podría iluminarla. Continuará el proyecto de Cacciatore y del menemismo, gracias a esa burguesía encandilada, mientras los que estamos de a pié seguiremos resistiendo esta victoria destinada al exterminio de amplios sectores sociales porteños.

11/07/11