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Las revueltas inglesas y el 15 de Mayo

Las revueltas inglesas y el 15 de Mayo. Sobre la falta de análisis crítico de algunos compañeros

Me propongo contestar en este artículo ciertas tendencias en la izquierda revolucionaria que son claramente inmaduras.
Paula Sigè   13-8-2011
Independientemente de lo que los distintos aparatos ideológicos quieran hacernos creer, lo que define una posición de clase revolucionaria es adoptar una comprensión estructural de los problemas, analizarlos también estructuralmente y actuar de tal manera que los cambios que induzcan puedan ser estructurales.

Hay una serie de articulistas en la izquierda revolucionaria, que de una u otra manera se saltan uno de éstos tres pasos.
Me gustaría utilizar varios ejemplos:

Cuando una persona quiere analizar lo que sucede en Libia, independientemente de que esa persona no apoye al establishment norteamericano imperialista, intentar explicar la guerra civil libia asegurando que Gadafi quería nacionalizar el gas y el petróleo del país tras más de 40 años gobernando y que lo que ha sucedido es que sus subalternos querían seguir enriqueciéndose con las rentas que proporcionaba el gas y el petróleo…quien diga que una guerra civil comienza por ésto es que directamente está utilizando una interpretación maniqueísta cristiana, está pensando como la pequeña y mediana burguesía, utilizando conceptos cercanos a la idea de libertad burguesa. Existen razones estructurales que deben explicar la guerra en Libia, por tanto es necesario entender cual es la correlación de la lucha de clases para que surja tal problema.

Pero vayamos al núcleo del asunto. Quiero hablar del 15 de Mayo y de las revueltas en Inglaterra para llevar a cabo un análisis político no tanto de estos sucesos, sino como de nuestra posición en estos sucesos.

Compañeros revolucionarios critican al movimiento 15 de Mayo utilizando normalmente tres argumentos:

1) Que el 15 de Mayo es un movimiento que ha sido creado por la propía burguesía para canalizar la rabia de millones de trabajadores.

2) Que el 15 de Mayo está totalmente imbuido por ideas pacifistas.

3) Que el 15 de Mayo no desarrola una posición de clase.

Vayamos por partes:

1)El 15 de Mayo no es un movimiento creado por la propia burguesía para canalizar el malestar de la ciudadanía. La burguesía no genera voluntariamente movimientos que puedan ponerse en contra de ella, ésto iría contranatura. La burguesía, cuando quiere „canalizar“la rabia de los trabajadores hace dos cosas:

a) Intenta asimilar a aquellos movimientos o partidos que expresan un contenido de clase revolucionario. (La historia del los últimos 200 años ofrece muchos ejemplos).

b) Provoca situaciones de violencia estructural que dividen a la clase trabajadora. El nazismo es un buen ejemplo, al generar una división de las distintas capas trabajadores, que no reconocen al otro de etnia o cultura distinta sino como a un enemigo.

Las revueltas inglesas llevan el mismo sello. Se produce un caso flagrante de violencia policial y el gobierno deja que los tres primeros días los ánimos se calienten, se produzcan robos, incendios y caos. Los medios de comunicación difunden que los que llevan a a cabo las acciones son vándalos, la población se inquieta…y ya tenemos tanto la división de la clase trabajadora como la legitimación de la represión que ejercerá el estado en los días siguientes.

Esta forma de actuar es de manual. Sin embargo, aparecen nuevamente compañeros criticando al 15-M porque es un movimiento que se declara pacífico y haciendo apología de la violencia en Gran Bretaña, sin darse cuenta de que defender esta manera de proceder o es nihilista pues no se ciñe a una estrategia política concreta, o es una muestra de inmadurez política, pues se cambian las causas por los efectos. Así, dado que una situación prerrevolucionaria suele estar acompañada por violencia, nuestros compañeros asumen que es la propia violencia la que por sí sola nos coloca en una situación prerrevolucionaria, obviando todo un trabajo político que es necesario llevar a cabo para que ésto sea realmente así. Si la violencia supera a la propia clase trabajadora, deja a una parte fuera y por tanto la divide. La violencia debe ser una manera de aglutinarnos como clase, de señalar al enemigo y unirnos frente a él. La violencia debe fortalecernos y potenciarnos, no dividirnos y debilitarnos. Más de un millar de personas detenidas, una clase trabajadora dividida y una represión consentida por el pueblo inglés indican que los efectos de la violencia han sido contrarios a la causa de la clase trabajadora. Independientemente de que nuestros compañeros muestren cierta comprensión estructural del problema, no realizan un análisis político adecuado y por tanto apoyan una manera de hacer política que no aporta nada a nuestra clase.

El 15-M surgió al generarse un espacio político vacío a causa de la lucha por la hegemonía dentro de la clase burguesa española. Las fracciones de la clase burguesa compiten también por el poder y quisieron utilizar el malestar social para obtener el consenso de la clase trabajadora y poder así cambiar el equilibrio hegemónico. Aprovechar la coyuntura política que nos ofrecen las contradicciones y las luchas internas de nuestro enemigo común es una forma inteligente de hacer política. Así lo entendieron diversos partidos minoritarios, sindicatos minoritarios, grupos autónomos  y personas independientes que decidieron colaborar tanto en la convocatoria de la manifestación del 15-M como en el movimiento que nació durante los días siguientes. La realidad política es como la realidad económica: nos dan una materia prima que nosotros debemos transformar según nuestros intereses y conociendo las fuerzas que nos van a apoyar, así como las que nos quieren dividir. Que un aparato ideológico como el diario Público nos esté apoyando, nos muestra sólo en quien podemos apoyarnos, pero a la vez que debemos desconfiar de éste, pues defiende posiciones de clase que no son la nuestra. Pero ahora mismo compartimos intereses comunes y por tanto nos conviene aprovecharnos de ello.

Habiendo aclarado el primer punto de nuestro análisis, paso a ver que implicaciones reales tiene que  el movimiento 15-M esté imbuido de ideales pacifistas.

2)Hoy el 15 de Mayo es un movimiento que se declara pacífico. Dada la coyuntura actual política que vivimos, es un regalo del cielo que ésto sea así. Tres circunstancias de la historia política española afectan coyunturalmente a la hora de usar la violencia:

a) las secuelas que dejaron tanto la guerra civil como la represión de la posguerra.

b) el modo de uso de la violencia de ETA que fue percibido por la mayoría de la clase trabajadora como negativo e innecesario (veáse nota a pie de página 1).

c) la percepción positiva de los trabajadores que tienen de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, pues los aparatos ideológicos han sabido fortalecer la confianza del pueblo en el aparato represivo del Estado.

La coyuntura actual exige no utilizar la violencia confrontativa. Este rechazo a la violencia está posibilitando que se desarrollen otras formas de acción de desobediencia civil. Un tipo de violencia «light», que no deja de ser violencia. Esta forma de actuar nos está dando mucha libertad para desenvolvernos entre una mezcla de guerra de posiciones y guerra de movimientos que tiene efectos aglutinadores entre la clase trabajadora bastante potentes. Además habitúa a la población tanto al uso de un tipo de violencia que puede ir in crescendo, como al contacto con la policía, es decir, es una violencia que no rebasa a la población, sino que la atrae poco a poco a la lucha de clases y a un tipo de violencia más efectiva. El foquismo sólo tiene sentido cuando la correlación de fuerzas a nivel político comienza a equilibrarse, es en ese momento cuando debemos empezar a pensar en el terreno político-militar.

Cerramos el segundo punto y pasamos a analizar si el 15-M tiene capacidad para desembocar en un movimiento con posicionamiento de clase.

3)El movimiento 15 de Mayo no es en absoluto homogéneo, se pueden observar en él muchísimas tendencias, tendencias que van más allá de las posiciones de clase, y que muestran idiosincracias de muchas fracciones que componen a la clase trabajadora y pequeño-burguesa. No sólo ésto, también existen idiosincracias autónomas en cada ciudad del Estado español. Una de las condiciones nuevas más interesantes que se están produciendo en estos movimientos reivindicativos que recorren el arco mediterráneo es que la clase trabajadora contiene hoy de manera estructural en algunos de estos países a una gran parte de los trabajadores intelectuales. Si la categoría de los intelectuales ha provenido historicamente de una parte de la pequeña burguesía, hoy, dadas las condiciones de producción de nuestros pueblos, dada la actual coyuntura histórica, parte de la intelectualidad podría provenir de la clase trabajadora. Para ser más exactos, independientemente de que nuestra cultura política todavía esté muy rezagada de una posición de clase trabajadora, debemos asumir que los que componen una parte de la nueva clase trabajadora son licenciados. Por tanto es políticamente erróneo generar una separación entre dos fracciones de la misma clase. Cada fracción tiene tendencias propias de aburguesamiento, pero ésto no implica ni mucho menos que no formen parte de las misma clase trabajadora. Aquel que intenta dividir entre éstas dos fracciones de clase trabajadora realiza la misma separación que ejerce un trabajador racista que no reconoce en un inmigrante a un compañero (veáse nota a pie de página 2).
Intentar realizar un análisis de la composición de la clase trabajadora en una sociedad cualquiera sin asumir que las clases están determinadas finalmente por la coyuntura histórica y por las peculiaridades de cada país, asumir como una separación natural e inmutable que el pobre no tiene nada que ver con el trabajador intelectual con indepencia del momento histórico y las transformaciones en el proceso de producción es no querer asumir los nuevos cambios en la realidad social; es un modelo de positivismo que intenta coger un esquema ideal predeterminado e imponerlo a la realidad, creyendo además que ha sido la propia realidad la que nos ha otorgado de manera natural este esquema. Querer reproducir viejos esquemas da cuenta de una posición de clase que no corresponde en absoluto a una posición revolucionaria. Por una parte se afirma una objetividad que no ha cambiado con el transcurso histórico y por otra se asume un voluntarismo que el resto de nuestra clase no quiere tener o no puede tener: ésta es la razón de que nuestros compañeros tengan una actitud que combina cierto economicismo (desde el positivismo), cierto espontaneísmo (desde el nihilismo y el voluntarismo) y a menudo también cierto tipo de ideología conspiranoica (veáse nota a pie de página 3).
La coyuntura actual de algunos países produce que el trabajador intelectual se esté transformando en una fracción importante de la clase trabajadora. Este aspecto permite que el discurso revolucionario surja directamente desde la propia clase trabajadora, y más aún, que el propio movimiento pueda ir generando tras sus experiencias políticas un discurso que se adecúe a su coyuntura para ir situándolo en una praxis revolucionaria. Una muestra clara de lo que acabo de mencionar, es que el 15-M ha tratado de desvincularse constatemente de partidos y de sindicatos. Muchos compañeros ven una muestra de inmadurez en este hecho, pero lo que no observan son ciertas implicaciones más profundas: esto significa antes que nada, que el 15-M se siente capacitado para articular un discurso y una política propias, y además que el 15-M ha sabido entender instintivamente que vincularse en el actual estado de cosas tendría efectos políticos negativos. Por supuesto, ésto no elimina en ningún caso la cuestión a resolver de cómo se deberán articular en adelante el movimiento con los partidos, sindicatos y grupos revolucionarios.

Lo más importante es que el nacimiento del 15-M ha puesto a una gran parte de la población en posiciones de clase. En todo caso, y aceptando que no podemos saber que dirección tomará el movimiento y si las fuerzas revolucionarias que lo componen podrán definitivamente imponer su discurso, hay que ver que su forma de organización no como algo burgués, sino al contrario, adaptado a los procesos tanto de producción como de comunicación que caracterizan la era postfordista. Si el régimen fabril inspiró en gran medida al partido y al sindicato en sus modos de organización, hoy el 15-M es inspirado posiblemente por el trabajador postfordista: acceso libre a conocimientos compartidos, iniciativa individual, creatividad, flexibilidad, mayor importancia de la consecución de unos objetivos trazados y menor peso de la vigilancia y la orden directa, etc…sin dejar de lado que la socialización del conocimiento y la información a través de internet da pie a generar una consciencia no tan individualista como a primera vista pudiéramos pensar (veáse nota a pie de página 4).

Las nuevas formas de organización que aparecen, no tienen por que dejar obsoletas a las clasicas, si no que hay que asumir la necesidad de articularlas en las nuevas condiciones de la lucha de clases de hoy en día, previendo también que el programa común de la burguesía en los momentos críticos de lucha aguda (fascismo) no tiene tampoco porque reproducir exactamente los modelos de hace  70-80 años; de hecho es mucho más probable que la formación de un bloque burgués se exprese en momentos de crisis aguda en la coyuntura actual a través de la formación de gobiernos de concentración nacional (como en Grecia y en España alguno políticos comienzan a sondear).

Notas a pie de página:

1) No voy a juzgar ésto, pero si la violencia ejercida por ETA ha llegado a ser percibida así incluso entre los trabajadores vascos, indica que ETA cometió un error político, pues no consiguió atraer a las masas a su lucha.
2) Esta situación quizás se produzca debido a que el proceso de proletarización de ciertas categorías como la del trabajador intelectual en países que están empobreciéndose son percibidas por el trabajador menos formado como nueva competencia que lo pueden expulsar del mercado de trabajo. Es posible que ideológicamente sean reforzados por sindicatos y partidos economicistas. Los aparatos de ideológicos del estado también los fomentan de forma colateral con el concepto de vagos o juventud mimada, pues la mayor parte de los nuevos trabajadores intelectuales proletarizados son jóvenes y depende económicamente de sus familias. (Entiéndase que es la categoría de trabajador intelectual la que sufre la proletarización, ya que la mayoría de los trabajadores intelectuales son hijos de trabajadores. La ilusión del salto a las clases medias como posibilidad de subir en el escalafón social, no es más que la manera en la que percibieron las clases trabajadoras las nuevas políticas de consumo y de extensión de crédito que se crearon en los años 70´ con las cuales se erosionó la unidad de la clase trabajadora. Después de ésta absorción momentánea de los trabajadores a niveles de vida cercanos a los de la pequeña burguesía, se ha producido su expulsión de ésta por medio de recortes sociales, salariales o debido a la imposibilidad de competir frente a los grandes capitales).
3) Si se cree que la clase trabajadora no quiere cambiar la realidad, se asume una posición nihilista que puede estar combinada con cierto economicismo («la clase trabajadora se encuentra muy cómoda para cambiar la realidad»). Pero normalmente a ésta forma de pensar se añade que la clase trabajadora no quiere cambiar la realidad porque está completamente manipulada y engañada. De aquí nacen las teorías conspiranoicas, que finalmente no dejan de ser una clara muestra de impotencia. Pero a la vez esta impotencia se intenta superar añadiendo que son unos cuantos los que manejan los hilos y que son ellos a quienes debemos denunciar y eliminar. Es decir, volvemos a un análisis que en vez de señalar causas estructurales, se concentra en causas puntuales.

4) Ver: http://iohannesmaurus.blogspot.com/ Morir en Oslo (párrafo sexto). También: Notas sobre la política y el Estado moderno. El hombre individuo y el hombre masa. Antonio Gramsci. Otra opción: Post-scriptum sobre las sociedades del control. Gilles Deleuze.