El trotskismo en el siglo XXI
Introducción
León Trotsky se ganó con creces un lugar en la historia del movimiento obrero revolucionario del siglo XX. Podemos mencionar que junto con Lenin dirigió la toma del poder en octubre de 1917 por parte de los soviets y el partido Bolchevique en Rusia, el primer gobierno obrero y campesino revolucionario de la historia. Organizó al Ejército Rojo, con el cual la joven república soviética triunfó en la guerra civil.
Podemos agregar que fue quien encabezó en la década del veinte, y luego de la enfermedad y muerte de Lenin, la oposición al curso burocrático y contrarrevolucionario en el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) dirigido por Stalin. Derrotado y expulsado de la URSS siguió con su actividad revolucionaria, impulsando la continuidad del marxismo y del leninismo, fundando la Cuarta Internacional en 1938. Solo lo detuvo la mano criminal del enviado de la burocracia soviética que lo asesinó en agosto de 1940.
Marxista de ley, hizo enormes aportes teóricos, como la ley del desarrollo desigual y combinado y la teoría de la revolución permanente. Con un espíritu abierto, siempre actuando en función del estudio científico de la realidad, aportando en la búsqueda de su transformación revolucionaria, sin ningún miedo a la rectificación de posiciones, el reconocimiento de errores y la autocrítica. Fue un revolucionario consecuente, que no dudó un instante cuando tuvo que lanzarse a combatir a una casta burocrática que comenzó a gobernar contra los trabajadores y al servicio de sus propios privilegios.
Su destino individual, de persecución, asesinato de sus hijos y el suyo propio, fue paralelo a las tremendas penurias y represión sufridas por los trabajadores soviéticos bajo el terror impuesto por el PCUS estalinista, terror que Trotsky fue el campeón en denunciar.
Una alternativa para el siglo XXI
Ha comenzado el siglo XXI, el capitalismo sigue dominando al mundo y los sucesores del verdugo de Trotsky fueron echados del poder en la URSS por la movilización revolucionaria de los trabajadores soviéticos. La caída del Muro de Berlín en 1989 y la posterior disolución de la URSS expresan el fracaso de esa burocracia usurpadora, que llegó a dominar al movimiento obrero mundial, y a un tercio de la humanidad. Desde los años 20 aplastó la democracia obrera, y en los 30 decretó que el «socialismo» ya había triunfado en la URSS y que se disponían a comenzar a construir el «comunismo».
Y Trotsky? Y la Cuarta Internacional? Es un debate si sus propuestas apuntan correctamente para la construcción de la nueva alternativa revolucionaria que permita la derrota final del capitalismo. En América Latina y el resto del mundo existen varias corrientes que se reivindican trotskistas y que dan distintas respuestas afirmativas a estos interrogantes.
Una de ellas, fundada en la década de los cuarenta por Nahuel Moreno, argentino que llegó a ser uno de los principales dirigentes del trotskismo latinoamericano, se construyó y se construye reivindicando la actualidad del Programa de Transición y de la tarea de construir la Cuarta Internacional y los partidos revolucionarios con influencia de masas que propuso Trotsky1. Estos son temas de debate entre todos los luchadores, en la izquierda y en el propio movimiento trotskista. En forma muy resumida, sólo con grandes trazos, plantearemos los elementos centrales de nuestro enfoque.
El carácter de la época
Trotsky fue asesinado en 1940, al comienzo de la segunda guerra mundial. Grandes cambios que se han producido en el mundo desde entonces. Pero la pobreza de las masas se mantiene y crece constantemente. Se sigue cumpliendo el diagnóstico más general del programa fundacional de la Cuarta Internacional, que sostiene que así será mientras siga dominando el mundo la burguesía y el imperialismo: «Las crisis coyunturales, en las condiciones de crisis social del sistema capitalista en su conjunto, inflingen a las masas privaciones y sufrimientos cada vez mayores. […] toda la civilización humana está amenazada por una catástrofe.» (pág. 17) 2
Esto nos permite ubicar que seguimos transitando la misma época histórica definida por Lenin y la Tercera en sus cuatro primeros congresos y por la Cuarta Internacional, de decadencia y crisis del capitalismo imperialista y de revolución socialista internacional, de crisis, guerras, y enfrentamiento entre la revolución y la contrarrevolución mundiales.
La definición de la URSS y los partidos comunistas burocráticos
El debate alrededor de la alternativa revolucionaria para el siglo XXI tiene un nudo central: que pasó con la Revolución Rusa de 1917 y su posterior desarrollo. )Stalin fue el sucesor natural de Lenin, que engendró la concepción del partido totalitario y burocrático? Los bolcheviques y los soviets cometieron el gran error de pelear por el poder, el gran error de imponer su propio gobierno obrero y campesino, y a partir de ahí ya estaba cantado el fracaso?
En trazos gruesos, la respuesta es que el estalinismo no fue una continuidad del leninismo, sino que se produjo un corte, un retroceso histórico. El PCUS se burocratizó y se produjo una contrarrevolución política. Trotsky peleó con la oposición de izquierda contra la burocracia, pero fue derrotado.
Muy sintéticamente podemos decir que se impuso la burocracia estalinista por una combinación de circunstancias. La URSS quedó sola cuando la oleada revolucionaria que acompañó el fin de la primera guerra no triunfó en ningún otro país de Europa, y en particular en Alemania. El heroísmo de masas soviéticas y la potencia del Ejército Rojo les permitieron ganar la guerra civil, pero las masas quedaron exhaustas, en una miseria extrema, y murió la mayor parte de la vieja guardia del partido bolchevique. La enfermedad y muerte de Lenin se sumaron a estos hechos, debilitando aún más la pelea contra el naciente proceso de burocratización. Se dio una situación no prevista por Lenin y Trotsky, que siempre habían apostado a que la toma del poder en Rusia fuera una parte más del proceso de revolución socialista triunfante en Europa. La URSS triunfó en la guerra civil, quedó aislada y se burocratizó.
Trotsky fue analizando estas circunstancias paso a paso y combatiendo el curso crecientemente contrarrevolucionario del PCUS.
En 1927-28, en su polémica previa a la realización del Sexto Congreso de la Tercera Internacional, Trotsky fue demostrando brillantemente el la nueva concepción de Stalin y Bujarin, del «socialismo en un solo país» llevaban a abandonar la pelea por la revolución mundial, y estaban al servicio de conciliar y pactar con la burguesía y el imperialismo. Estos debates están en el texto Stalin, el gran organizador de derrotas.
Este corte histórico en lo programático y político estuvo acompañado por la liquidación brutal de la democracia obrera y soviética de los primeros años, bajo Lenin. Se impuso el terror masivo, las deportaciones y asesinatos en masa.
Trotsky redondeó en 1936 su definición del proceso de burocratización del PCUS y de la contrarrevolución política que había triunfado con Stalin en los años 20. Su libro La Revolución Traicionada fue la primera y más colosal denuncia, documentada página a página, del horror que se había instalado en la patria de los soviets. La actividad del movimiento antiburocrático en la URSS de los años sesenta en adelante e investigaciones posteriores, y en particular luego de 1989-91, la han reafirmado, pero nada ha modificado su esencia.
Trotsky sacó la conclusión de que era necesario en la URSS hacer una nueva revolución, política, contra la burocracia contrarrevolucionaria, para echarlos del poder, construyendo nuevos partidos revolucionarios y una nueva internacional, la Cuarta, porque el PCUS y la Tercera se habían pasado al reformismo. Y acuñó su certera definición de que la Unión Soviética se había transformado en un «Estado obrero degenerado». Y vaticinó que si los trabajadores no acababan con esa burocracia, retomando el camino de la Revolución de Octubre y la democracia obrera, la URSS retrocedería nuevamente al capitalismo.
La sola enumeración de estos temas muestra que que las posiciones de Trotsky tienen una increíble vigencia para interpretar y responder correctamente al proceso de restauración del capitalismo que se viene dando en Rusia.
Le tocó a Trotsky analizar y combatir el nuevo fenómeno contrarrevolucionario que se desarrolló en el siglo XX, la burocracia enquistada en las organizaciones obreras y en el primer país que se liberó del yugo capitalista, la URSS. Prácticamente no existía en tiempos de Marx. Lenin lo comenzó a analizar y a combatir respecto de la Segunda Internacional y la muerte lo alcanzó cuando daba los primeros pasos contra la burocracia naciente en la URSS3. La burocratización de la Segunda y la Tercera Internacionales, y de las organizaciones sindicales en todo el mundo le ha dado una sobrevida al capitalismo. Ha quedado marcado a fuego que la pelea contra la burguesía significa también el combate permanente a la burocratización de las organizaciones y dirigentes del movimiento obrero y de masas. Trotsky fue un mártir de la lucha contra la burocracia y por la democracia obrera.
El gobierno obrero y campesino
Trotsky se mantuvo consecuente con la concepción original de Marx, continuada por Lenin y la Tercera en los cuatro primeros congresos. Rechazó el reformismo adoptado por la burocracia de Stalin y siguió defendiendo que los trabajadores y campesinos debían imponer su propio poder político, independientemente y en contra de la burguesía.
Una de las primeras polémicas se dio respecto de la revolución china, en 1926/27. Por primera vez la dirección de la Tercera, que se proclamaba continuadora de Marx y Lenin, abandonó la ruptura con la burguesía y dio la política de que los trabajadores se unieran a sectores de la burguesía «nacional» o «democrática». Esto provocó una histórica derrota. Luego esto se haría oficial y generalizado con la política de los Frentes Populares del Séptimo Congreso.
Trotsky reafirmó su denuncia del paso al reformismo de la Tercera en el Programa de Transición, escrito cuando eran recientes las derrotas obreras sufridas por la política del Frente Popular en España y Francia, en 1936-37. «La experiencia de Rusia demostró, y la experiencia de España y Francia lo confirma una vez más, que incluso en condiciones muy favorables los partidos de la democracia pequeñoburguesa (socialistas revolucionarios, socialdemócratas, estalinistas, anarquistas), son incapaces de crear un gobierno de obreros y campesinos, es decir, un gobierno independiente de la burguesía. […] Cada una de las reivindicaciones de transición debe conducir, por tanto, a una misma y sola conclusión: los obreros tienen que romper con todos los partidos tradicionales de la burguesía, para establecer, junto con los campesinos, su propio poder.» (p. 29)
Hasta ahora no se ha vuelto la dar una experiencia como la de Octubre de 1917, cuando triunfó el primer gobierno revolucionario de los obreros y campesinos rusos. Pero el progreso en el nivel de vida durante todo un período logrado en la URSS, a pesar de la burocracia estalinista, y en las revoluciones china y cubana, donde se produjo también la ruptura con el imperialismo y la burguesía y su expropiación, reafirman la necesidad de esa ruptura.
Hubo todo tipo de revoluciones (con movilizaciones de masas, procesos electorales, luchas guerrilleras, etc.) llevadas a la derrota por la política de los partidos influidos por la socialdemocracia, por los partidos comunistas y corrientes pequeñoburguesas, de gobernar con sectores burgueses. Recordemos Chile de la Unidad Popular, donde triunfó Pinochet en 1973. En Nicaragua el sandinismo en 1979 comenzó a gobernar con un sector burgués, siguió pagando la deuda de Somoza al imperialismo, subió al gobierno a un sector de la burguesía, fue empobreciendo al pueblo mientras se fortalecía nuevamente la burguesía. Finalmente perdió el poder en elecciones. Este debate tiene gran actualidad a partir de que Lula ganó la presidencia en Brasil.
La creciente miseria que viven los trabajadores en el mundo, así como los fracasos de todas las experiencias de frente popular, proyecto nacional y popular, economía mixta o centroizquierda, es decir de unidad para gobernar de obreros y empresarios reafirman como alternativa correcta lo de Trotsky: la necesidad del gobierno obrero y campesino y la expropiación de la burguesía. El lo resumió en 1940 diciendo que el programa de la Cuarta Internacional se podía «resumir en tres palabras: dictadura del proletariado» 4. Le corresponde al Che Guevara una formulación posterior, muy conocida: «revolución socialista o caricatura de revolución».
La construcción de los nuevos partidos revolucionarios y de la Cuarta Internacional
Cómo resumir, en pocas palabras, un legado tan amplio y profundo como el de Trotsky? Creemos que interpretaríamos consecuentemente ese legado diciendo siete palabras: superar la crisis de la dirección revolucionaria.
La contradicción más grave que caracterizó al siglo XX fue ese tremendo retroceso histórico que se produjo desde los años 20: que la dirección más importante del movimiento obrero y de masas, con todo el poderío y prestigio que le daba gobernar la URSS, se pasó definitivamente «al lado del orden burgués», tal como lo formula el Programa de Transición. Desde entonces se dieron todo tipo de luchas, algunas derrotadas, pero otras triunfantes. Se derrotó al nazismo y el fascismo. Pero gracias a las direcciones traidoras (fundamentalmente los partidos comunistas burocráticos, prosoviéticos o maoístas, y la socialdemocracia), que provocaron las derrotas y frenaron y paralizaron los triunfos, sobrevivió el capitalismo. Y no solo eso. Tanto en la URSS como en China y, aunque en un ritmo totalmente distinto también en Cuba, se retrocedió de los logros revolucionarios iniciales y el capitalismo ha ido recuperando cada vez más terreno. Por qué? Porque la dominación burguesa imperialista cuenta a su favor el hecho inmenso de que logró pasar a su lado a las direcciones tradicionales del movimiento obrero, fundamentalmente a lo que se autodenominó el «movimiento comunista internacional» luego de la disolución de la Tercera y a la socialdemocracia. De ahí la definición con la que comienza y termina el Programa de Transición: «La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección revolucionaria.» (p. 18).
Superar esa crisis se ha revelado mucho más compleja y demorada de lo que el propio Trotsky previó. Pero para lograr el triunfo definitivo del socialismo sigue siendo la tarea central construir la Cuarta Internacional y sus partidos de masas en cada país, retomando lo que se había comenzado a lograr con la Tercera en los primeros años a partir de 1917.
En la medida que sigue avanzando en el mundo la movilización revolucionaria de las masas ante las penurias provocadas por la decadencia capitalista, se hace más evidente esta necesidad. Quedan cada vez más al desnudo los dirigentes traidores y avanza la rebelión antiburocrática. Los partidos tradicionales de la burguesía se van vaciando, los partidos socialistas y comunistas, más o menos reciclados, no logran impedir las movilizaciones y los desbordes. Surgen nuevos fenómenos y dirigentes, pero sin que por el momento se logren avances consistentes en la construcción de la nueva dirección revolucionaria. Pero es al calor de esas movilizaciones que irán madurando las condiciones para que se avance en resolver este problema clave. Tal como lo aconsejaba Trotsky, peleándole a las direcciones reformistas la conducción de los procesos de lucha se irán forjando los partidos para la acción y de combate que podrán encabezar la pelea de los trabajadores, los sectores populares y campesinos por gobernar, en cada país en el mundo, para el triunfo de la revolución socialista mundial.
Nuestro compromiso con la alternativa de Trotsky
Nahuel Moreno fundó nuestra corriente en la década del cuarenta, con un pequeño grupo de obreros trotskistas en Avellaneda, en el Gran Buenos Aires. Hemos tenido avances y retrocesos, momentos de mayor desarrollo y períodos de crisis y dispersión. Pero reivindicamos una trayectoria y una búsqueda consecuente para avanzar en el sentido de lo que señalamos más arriba sobre Trotsky, para lograr el triunfo de la revolución socialista en Argentina, América Latina y el mundo.
Lo queremos ejemplificar alrededor de dos aspectos. En primer lugar, la dedicación a la construcción de una organización internacional, en la perspectiva de aportar a la formación de la Cuarta Internacional. Tratamos de seguir los pasos de Trotsky en la década del 30 y cuando fundó la Cuarta en 1938. Aunque sea con fuerzas muy minoritarias, siempre hay que participar en la práctica en la construcción de una organización internacional, de un «partido mundial para la revolución socialista» por más pequeño que sea. Trotsky lo intentó interviniendo en concreto, como podía en cada caso, en los procesos revolucionarios más agudos de su momento (Francia, luego España, sin dejar nunca de lado a la brutalmente perseguida oposición soviética). Y buscando siempre unirse con otras corrientes y grupos revolucionarios con los que pudiera confluir en sus objetivos y programa.
Con este criterio, nuestra corriente (en distintos períodos organizados con los trotskistas norteamericanos Cannon y Hansen, el belga Ernest Mandel, el francés Pierre Lambert o con otros), siempre ha empujado, en la medida de nuestras fuerzas, por construir partidos interviniendo en los procesos revolucionarios, con ese criterio internacionalista.
Un ejemplo en vida de Moreno fue el de la participación en la lucha contra Somoza que encabezaba el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y la formación de la Brigada Simón Bolívar, en 1979. La Brigada intervino en forma independiente en la lucha armada y el derrocamiento de Somoza. Tuvo sus bases de apoyo en Colombia y Costa Rica, e incorporó brigadistas latinoamericanos y europeos 5.
Otro ejemplo, luego de la muerte de nuestro fundador en 1987, lo da la intervención de nuestra organización internacional actual, la UIT-CI (Unidad Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional) en el proceso de revolución política en la ex Unión Soviética. Llevando el apoyo a las huelgas obreras de entonces, y buscando la unidad con sectores obreros revolucionarios, aunque no se reivindicaran trotskistas, pudimos comenzar a construir grupos en Rusia y Bielorrusia.
* En segundo lugar, la pelea por la Argentina socialista. Con la confianza en la clase obrera que aprendimos de Trotsky, nos fuimos construyendo en el seno de los trabajadores peronistas, levantando la independencia de clase e impulsando sistemáticamente la oposición a la poderosa burocracia sindical. Más allá de inevitables errores y debilidades, fuimos rechazando tanto el antiperonismo antiobrero y proimperialista que desgraciadamente alentaron el PS y el PC, en las décadas del cuarenta y cincuenta, como la capitulación a una «burguesía nacional y popular» supuestamente encarnada en el peronismo, como lo hicieron por ejemplo Mandel y otros grupos que se reivindicaban del trotskismo.
En los 70, Perón alentó la actuación de las guerrillas montoneras. Mandel y un ala del trotskismo se habían lanzado también al guerrillerismo y apoyaron al ERP de Santucho. Por nuestra parte, con el PST combatimos la política totalmente equivocada de los guerrilleristas, impulsamos el apoyo y coordinación de las crecientes luchas obreras de esos años, y las corrientes clasistas y antiburocráticas, en gremios como bancarios, automotor, docentes, etc. Presentamos también una opción política en las elecciones, cuando el PST, contra el entonces todopoderoso peronismo, presentó candidatos obreros y socialistas, llamando a no votar ni patrones, ni militares ni burócratas sindicales, y a votar a los compañeros trabajadores. El accionar del PST y su crecimiento no pasó desapercibido para el gobierno de Isabel Perón y las AAA. Para comienzos del 76 ya teníamos casi 20 compañeros del PST asesinados y numerosos detenidos.
La actividad del PST continuó en condiciones de extrema clandestinidad bajo la represión de la dictadura. El número de muertos y desaparecidos subió a cerca de cien. Se levantó «abajo la dictadura» tempranamente. Siguiendo las indicaciones del Programa de Transición, ubicando las «consignas democráticas como medios de movilizar a las masas» contra los militares genocidas, pero apuntando a que se entrelazaran «con las consignas de transición» (p. 32). Consecuentes con el internacionalismo trotskista, se difundió la lucha contra la dictadura de Somoza y se participó en forma directa en la Brigada Simón Bolívar. En 1980 se difundió la lucha de los trabajadores polacos contra la burocracia y la formación del sindicato Solidaridad.
Al producirse el enfrentamiento con Inglaterra por las Malvinas, el PST llamó a sumarse a la guerra por la recuperación de las islas. Ordenábamos nuestra política siguiendo las enseñanzas de Trotsky en sus conversaciones con el dirigente obrero argentino Mateo Fossa:
«En Brasil reina actualmente un régimen semifascista al que cualquier revolucionario sólo puede considerar con odio. Supongamos, empero, que el día de mañana Inglaterra entra en un conflicto militar con Brasil. De qué lado se ubicará la clase obrera en este conflicto? En este caso, yo personalmente estaría junto al Brasil «semifascista» contra la «democrática» Gran Bretaña.» 6
La movilización popular de repudio a la capitulación ante los ingleses provocó la caída revolucionaria de la dictadura y la derrota de los militares que traicionaron la guerra de Malvinas. Con ese triunfo democrático se abrió una nueva etapa, en la cual se ponía en primer plano impulsar la pelea por el gobierno de los trabajadores y el pueblo. Con el MAS se impulsó por primera vez en el país la denuncia de la deuda externa y el llamado al no pago y se dieron pasos nuevos e importantes para construir el partido con influencia de masas. Luego de un período de crisis y retroceso, la tarea la retomó el MST.
Una nueva revolución acabó con el gobierno de De la Rúa dos años antes de culminar su mandato. Desde el Argentinazo de diciembre de 2001 la pelea por el triunfo de la revolución socialista en Argentina viene avanzando, con la ruptura de millones de trabajadores con la loza peronista, con la desconfianza hacia todo el régimen democrático burgués, con la desilusión ante las falsas salidas de centroizquierda, de unidad de trabajadores y patrones tipo Frepaso y ARI/Frenapo. Al calor de la movilización se instala el repudio a los burócratas, a los dirigentes vendidos y los aparatos de los viejos partidos. Se dan los primeros pasos en el surgimiento de organismos democráticos y de luchas, las asambleas vecinales, se desarrolla la movilización y organización de los desocupados, con los movimientos piqueteros, trabajadores ocupan fábricas u otras empresas y las mantienen en actividad. La pelea por las consignas del Programa de Transición y su eje ordenador, el gobierno obrero y popular, se van instalando en la movilización y se hacen tema de discusión cotidiana. El MST las impulsa, levantando la independencia de clase, la unidad y coordinación de las luchas, las tácticas unitarias hacia la izquierda, como se expresa en Izquierda Unida, y llamando a extenderla a los demás grupos del trotskismo y de la izquierda.
Esa es la pelea que está en curso, y en ella la alternativa que levantó en su momento Trotsky, la construcción de nuevos partidos revolucionarios y el triunfo de la revolución socialista, gana actualidad. Son temas polémicos, por ejemplo con el dirigente Luis Zamora y los grupos «horizontales» que pregonan que los trabajadores no deben gobernar ni construir su propio partido.
Una reflexión final
Nahuel Moreno fue forjando su corriente en un debate constante con otros sectores y dirigentes del movimiento trotskista, tanto en lo político-programático como en lo teórico, organizativo y metodológico. Su muerte en 1987 le impidió acompañar los grandes hechos que conmovieron al mundo desde 1989, que hemos definido como los primeros pasos triunfantes de la revolución política. Analizar y definir esos acontecimientos exigen, sea cual sea el punto de vista, actualizar temas y análisis de Trotsky de décadas atrás. Así lo venía haciendo Moreno en su larga trayectoria, defendiendo y enriqueciendo posiciones de Trotsky, señalando errores y lagunas de su maestro, rectificando errores propios 7. Muchos de los hechos de la lucha de clases de la posguerra hasta su muerte (el boom económico en los países imperialistas en la década del cincuenta y parte de los sesenta, la revolución boliviana de 1952), el maoísmo, el castrismo, la crisis de los partidos comunistas, las revoluciones en Hungría, Checoslovaquia y Polonia contra la burocracia lo ubicaron polemizando con las posiciones revisionistas de Ernest Mandel y construyendo partidos trotskistas en abierta confrontación con él o con sus seguidores 8 .También Moreno polemizó con los sectores sectarios y propagandistas, combatió la marginalidad del trotskismo y se dedicó sistemáticamente a construir grupos y partidos para la acción y que dirigieran sectores de masas.
El hilo conductor de las discrepancias de Moreno con Mandel y otras corrientes del trotskismo pasa por el rechazo a capitular a las direcciones mayoritarias del movimiento de masas, a los partidos comunistas, los partidos socialistas, los movimientos nacionalistas pequeñoburgueses o burgueses. Por la vía de esa capitulación Mandel fue renunciando a la pelea por construir los partidos trotskistas con influencia de masas que encabezaran las luchas, y fue renunciando a la lucha por los gobiernos obreros y campesinos y la ruptura con la burguesía. Estos fueron temas polémicos respecto de la revolución boliviana de 1952, de la posición ante el peronismo, el maoísmo, el castrismo, los sandinistas, Lula y la conducción mayoritaria del PT, etc. Podríamos decir que en sus polémicas se fueron anticipando o manifestando los ejes de los debates centrales del siglo XXI. Hay que construir el partido leninista? Hay que pelear por que los trabajadores tomen el poder rompiendo con la burguesía? Las respuestas de Moreno iban por la positiva, las de Mandel por la negativa. Sin duda, es un debate que sigue abierto.
1. Algunos de los textos más representativos de la elaboración y actuación de Nahuel Moreno pueden ser: Actualización del Programa de Transición [1980], Conversaciones [1986] y un esbozo biográfico de 1987. Sobre Argentina, entre otros numerosos folletos, Método de interpretación de la Historia Argentina. Se pueden consultar textos en la Pagina web: www.nahuelmoreno.org
2. Las páginas del Programa de Transición corresponden a la edición de 1998, de Cuadernos Socialistas. En la presentación, «A 60 años de la Fundación de la Cuarta Internacional», de Mercedes Petit, se hace una ubicación de la validez del Programa de Transición y del movimiento trotskista luego de los sucesos de 1989 en la URSS y Europa del Este.
3. Puede verse El diario de las secretarias de Lenin, Pasado y Presente, y varios de sus últimos artículos.
4. Escritos. Pluma, Bogotá, tomo XI, vol. 2, p. 294.
5. Véase La Brigada Simón Bolívar. Cuadernos Socialistas, mayo 1999.
6. «La lucha antiimperialista es la clave de la liberación». Escritos. Pluma, Bogotá, Tomo X, vol. 1, pág. 44.
7 Puede verse Escritos sobre revolución política. Antídoto, 1990.
8. Algunos de los textos más representativos de esas polémicas son: Argentina y Bolivia: un balance [1972], El partido y la revolución [1974], y La dictadura revolucionaria del proletariado [1978]. Por su parte Mandel, que falleció en 1994, publicó ese año su úlimo libro, Trotsky als alternativen, Berlin, Dietz-Verlag, 1994, que da una visión de las posiciones de Mandel. Existe edición en portugués: Xama Editora, Sao Paulo, 1995.
LaClase 22/08/11