(Nota del editor). El siguiente artículo está recogido y traducido de la página web de «TomDispatch». La primera parte se trata de los comentarios del editor (Tom) al post enviado por una colaboradora habitual del medio (Rebbeca Solnit). La segunda parte es el post enviado por esta última.—-
En diciembre de 2001 murieron 110 de los 112 celebrantes de una boda gracias a un bombardero B-52 y dos B-1B que utilizaban armamento de precisión para, en esencia, barrer una aldea del este de Afganistán (y luego, en una segunda incursión, para llevarse por delante a los afganos que excavaban en los escombros). Aquí el incidente no llamó la atención de casi nadie. Al fin y al cabo, no se trataba de violencia «estadounidense», sino de un lamentable error. A nadie se le ocurrió proponer que la invasión de Afganistán debería cancelarse por ello, ni tampoco quedó desacreditada por aquella matanza masiva.