Escribe Miguel Lamas, dirigente de la UIT-CI
El sufrimiento, abandono, postergación, explotación y discriminación de las mayorías de trabajadoras, trabajadores, indígenas y los pobres del Perú es el motivo de fondo por el que desde hace más de dos meses, desde el 7 de diciembre pasado cuando el Congreso destituyó al presidente Castillo, la rebelión popular no cesa.
Los graves problemas del pueblo trabajador vienen desde hace años, con precariedad laboral, míseros salarios, liquidación de leyes laborales en la Constitución vigente, un 70% de informalidad en el empleo y empresas mineras multinacionales con enormes ganancias que están saqueando al país y destruyendo el ambiente y la agricultura campesina.
En ese escenario surgieron las protestas masivas que fueron violentamente reprimidas por parte de militares y la policía, dejando más de 70 muertos reconocidos, además de centenares de heridos y detenidos. Pero pese a esta sangrienta represión, desde las regiones del Sur, Centro y Norte del país continúa la movilización, los cortes de ruta y las marchas que siguen llegando a Lima, donde miles de trabajadoras y trabajadores salen a la calle a diario y fue convocada una huelga general.
Coordinar las organizaciones en lucha