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Mentes colonizadas: ¿La estupidez es lo más difícil de combatir?

Maquiavelo en América Latina

Mentes colonizadas: ¿La estupidez es lo más difícil de combatir?

chavez uribeCada personaje histórico tuvo una frase emblemática, y Lenin tuvo la suya: «La estupidez es lo más difícil de combatir». Y la estupidez, generalmente, salta a la vista cuando alguien pregunta (o repregunta) utilizando la lógica y el sentido común.

Por Manuel Freytas (*)
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Informe especial

«¿Y para qué van a invadir (a Venezuela) por petróleo si Ud. se lo vende todo a EEUU?», fue la pregunta del día en la cumbre de UNASUR efectuada por el presidente peruano, Alan García, que dejó por primera vez  a Chávez boquiabierto y sin respuesta.

¿En qué libro de estrategia militar se aconseja que para ganar una guerra hay que venderle los recursos estratégicos de supervivencia al enemigo y convertirse en su primer socio comercial?

Eso, exactamente, hace Chávez: El principal abastecedor de petróleo y el principal socio comercial de EEUU en la región.

De acuerdo con cifras de la Cámara Venezolana Americana de Comercio e Industria, Venancham, que agrupa a empresas venezolanas y multinacionales estadounidenses que actúan en Venezuela, el intercambio comercial entre EEUU y Venezuela llegó a US$ 70.000 millones en 2008.

La cifra representa -según la Cámara-  un verdadero récord histórico y muestra que las «turbulencias diplomáticas entre ambos países no afectaron al comercio bilateral».

Para el presidente de Venancham, Edward Jardine, «esta cifra  de intercambio económico en 2008 demuestra la solidez de las relaciones comerciales que existen entre ambos países».

Venancham está integrada por más de 1.000 empresas venezolanas y multinacionales estadounidenses que dan empleo directo a aproximadamente a 700.000 personas, y la mayoría de los especialistas estima que si se produjese una ruptura comercial EEUU-Caracas, la economía venezolana probablemente colapsaría.

El principal impulso de esta balanza comercial bilateral fue el alto precio del petróleo registrado a mediados del año 2008. Venezuela vende diariamente a Estados Unidos más de 1,1 millones de barriles.

Los datos oficiales demuestran que: A) EEUU es el principal cliente para las exportaciones venezolanas, particularmente las petroleras, B) Venezuela envía más de un millón de barriles de crudo diarios al mercado estadounidense, en gran parte a refinerías de su propiedad que alimentan el sistema de estaciones de servicio Citgo, también de propiedad venezolana, C) De EEUU proviene cerca de un tercio de las importaciones venezolanas, D)»EEUU representa el 50% de las relaciones comerciales de Venezuela con todo el mundo», según lo destacó el anterior presidente de Venancham, Edmond Saade.

Un comunicado emitido recientemente por Venancham, señala que la sumatoria de los tres primeros meses del año en curso,  demuestran que el 96% de las exportaciones ha estado constituido por petróleo, siendo el 4% restante cubierto por exportaciones no petroleras.

Según lo expresó recientemente el presidente de la Cámara, Edward Jardine,  las empresas de EEUU que operan en Venezuela “promueven el máximo crecimiento del comercio y la industria, así como la inversión entre ambas naciones».

En conclusión, Chávez, según las cifras oficiales, no solamente mantiene intacta la estructura del sistema capitalista en Venezuela (comercio hegemonizado por corporaciones trasnacionales USA) sino que, además, es el principal  proveedor latinoamericano del único recurso estratégico que EEUU no puede suplir (sólo produce el 25% de sus necesidades): El petróleo.

La pregunta, lógica, simple y obvia: ¿Cómo Chávez puede entrañar un peligro estratégico para la supervivencia de EEUU?.

En este escenario, marcado por las estadísticas oficiales y los números reales, un  «Chávez revolucionario y anti-EEUU» es tan «ilógico» (para el sentido común) como pensar que en Cuba hubiese habido una revolución con Fidel Castro como principal aliado comercial de Washington en América Latina.

No obstante esta realidad de dependencia comercial con el Imperio que dice combatir, Chávez, en el 2005, en la Cumbre de las Américas en Argentina, se erigió como el abanderado contra el ALCA (tratado de libre comercio) que EEUU quería imponer en América Latina.

¿Cómo se puede ser enemigo (a muerte, como se define Chávez) de EEUU y a la vez ser su principal aliado comercial?. Ése es el punto que, desde una mente lógica y no alienada, no cierra con Chávez.

Chávez, históricamente, construyó poder político y consenso electoral (interno y externo) apelando a dos consignas: La guerra antiimperialista, y la amenaza de una invasión de EEUU a Venezuela para apoderarse de sus recursos petroleros.

Es más, toda la imaginería analítica de izquierda sobre la «militarización imperialista»  gira sobre ese supuesto de que  USA precisa invadir Venezuela para apoderarse de su principal recurso estratégico.

Volvamos a la pregunta (obvia) de Alan García a Chávez: ¿Y para qué van a invadir (a Venezuela) por petróleo si Ud. se lo vende todo a EEUU?.

Para encontrar una respuesta lógica a esta pregunta hay que remitirse a la estrategia de dominio con los «enemigos de paja».

Realidad y ficción

Probadamente: Chávez, tras el referendo que ganó en el 2004, estableció un pacto con el empresariado local y trasnacional (uno de cuyos operadores principales fue el multimillonario Gustavo Cisneros) que lo preservó de la conspiración económica para derrocarlo como en abril de 2002.

Probadamente: El Estado venezolano, su Parlamento, sus instituciones, sus partidos políticos, sus funcionarios, su sistema electivo-parlamentario,  no son revolucionarios sino capitalistas-burgueses.

Probadamente: El entorno de funcionarios y de empresarios que rodea a Chávez no es revolucionario sino capitalista-burgués y hace negocios privados con el petróleo venezolano.

Probadamente: La estructura socioeconómica de Venezuela no es revolucionaria sino capitalista, a punto tal, que su sociedad de consumo refleja una de las pirámides más marcadas por las líneas contrastantes de «ricos»  y «pobres» en la región.

Probadamente: Las fuerzas armadas de Venezuela y su estructura no son revolucionarias sino fuerzas al servicio de un Estado capitalista. En su totalidad, sus generales (como el resto de los militares en América Latina, salvo Cuba) fueron formados en el Comando Sur de EEUU, y la mayoría de ellos continúan manteniendo aceitadas relaciones con el Pentágono y el departamento de Estado.

Probadamente: Los servicios de inteligencia de Venezuela mantienen lazos históricos con la CIA, la DEA, el FBI y el resto de las agencias norteamericanas provenientes de la lucha contra el «narcoterrorismo» y el «crimen organizado».

Probadamente: Venezuela es un Estado capitalista, con una estructura económica capitalista y una sociedad estratificada entre «ricos y pobres» e ideologizada en los parámetros del consumismo capitalista que no difiere (salvo Cuba) del resto de América Latina.

Probadamente: La Venezuela capitalista es una socia comercial estratégica de EEUU y si rompiera relaciones con Washington su estructura económica colapsaría.

Y Chávez, no es el presidente de Cuba (un país que hizo una revolución), sino el Presidente de Venezuela.

Maquiavelo en
América Latina

No obstante la realidad numérica y estadística de la relación societaria (simbiótica) de Chávez con EEUU ¿Porqué la izquierda sigue llamando «revolucionario» a su gobierno?

¿Porqué un segmento mayoritario de la izquierda internacional  llama «revolucionario y antiimperialista» a Chávez, si ni su gobierno, ni sus políticas, tanto en lo económico como en lo social, jamás se salieron de la naturaleza estructural del sistema capitalista que siempre rigió en Venezuela?

¿Y porqué el Imperio capitalista estadounidense (no obstante la inserción probada de Venezuela dentro del orden y la gobernabilidad capitalista) sigue considerando Chávez como el «enemigo número uno» de su sistema de dominio en América Latina?.

Hay un precepto estratégico (de naturaleza maquiavélica) que sostiene que para evitar que surja un enemigo real que ponga en peligro el sistema de poder vigente, es preciso inventar un «enemigo de paja», controlable e inofensivo, al que se presentará como si fuese el enemigo real, o la «principal amenaza» al sistema.

Más allá de sus discurso «revolucionario», los gobiernos de izquierda liderados por Chávez no alteran los marcos de la estabilidad económica, la gobernabilidad política y la «paz social» que los bancos y las trasnacionales capitalistas necesitan para seguir depredando los recursos estratégicos de América Latina dentro del marco de la «legalidad democrática».

Los gobiernos de izquierda, más allá de sus mediáticos  discursos anti-EEUU en los foros regionales, tienen su supervivencia económica y político electoral atada al destino del Estado capitalista, y son los primeros defensores de la legalidad y gobernabilidad democrática en la región.

En este escenario, la estrategia con el «enemigo de paja» tiene como objetivo principal  «desactivar» los conflictos sociales y las luchas populares (naturalmente violentos y «antisistema») y encauzarlos por caminos «pacíficos» y meramente «reclamativos», a través de su inserción en el «sistema democrático» controlado por Washington y el establishment económico capitalista en la región.

La relación «vinculante» FARC-gobiernos de izquierda trazada por la inteligencia norteamericana como principal hipótesis de «terrorismo» y de «desestabilización» continental   esconde una profunda razón maquiavélica de «dividir para dominar», creando un falso enfrentamiento y controlando en forma simultánea a los dos oponentes.

Chávez y Uribe, Colombia y Venezuela + el «terrorismo» de las FARC, son apenas la «cáscara» (disfrazada de «conflicto mayor») de un entrelazado de intereses subterráneos del Imperio norteamericano y del capitalismo trasnacional (corporaciones y bancos) que controlan a los gobiernos de América Latina, por encima de las instituciones jurídicas-estatales que las consagran como «naciones independientes».

En este escenario el «terrorismo» de las FARC sirve:

A) Para que el Complejo Militar Industrial y las armamentistas vendan armas a los ejércitos latinoamericanos que combaten al «terrorismo» bajo «protección» del Comando Sur de EEUU.

B) Para justificar despliegues militares imperiales alrededor de las fuentes estratégicas de recursos naturales y de energía del «patio trasero» que Washington considera (y controla) como suyos.

C) para las justificaciones doctrinarias de futuras tareas de represión y «criminalización» de los conflictos sociales que van a comenzar a cobrar impulso en la región con el desenlace del proceso recesivo-inflacionario desatado por la crisis global del sistema capitalista.

¿Y para que sirven Chávez y los «gobiernos de izquierda»?

Chávez (tal como lo venden  las grandes cadenas del Imperio)  es la figura emblemática, la imagen representativa de la «síntesis», la materialización toda junta del «peligro dictatorial» y «terrorista» que se cierne sobre América Latina.

Con el presidente venezolano como el cuco «dictador-terrorista» regional,  EEUU compensa la falta del «enemigo real» que en la época de la guerra por áreas de influencia con la URSS estuvo representado por la Cuba de Fidel Castro, por entonces exportadora de revoluciones armadas.

En Chávez se ensamblan mediáticamente -y psicológicamente- el «teerrorismo» de las FARC y el  «enemigo rojo» de la época de la Escuela de las Américas y de la Doctrina de Seguridad Nacional.

Como dicen los preceptos básicos de cualquier libro de estrategia política: hay que inventar un enemigo falso, maleable y controlable, que opaque y reste protagonismo al enemigo real que pueda presentarse.

La imagen de «terrorista» y «desestabilizador» que Washington y el Departamento de Estado le endosan a Chávez está orientada a neutralizar la aparición de enemigos verdaderos.

O sea los líderes populares que todavía hacen huelgas generales, cortan rutas, toman empresas, y ponen en riesgo la «gobernabilidad» y los «negocios» de los bancos y trasnacionales capitalistas en América Latina.

En resumen, con Chávez, Morales y Correa, no hay ninguna posibilidad de crecimiento de la izquierda revolucionaria en las calles, sino que hay crecimiento de la izquierda electoral y gubernamental. Una izquierda de cotillón institucional, disciplinada, asimilada e integrada al sistema.

Una izquierda de Estado capitalista, con aparatos sindicales y movimientos y partidos de izquierda cumpliendo su función «opositora» dentro de los marcos del sistema «democrático», y de los parámetros establecidos de preservación de la «gobernabilidad», la «paz social» y la «estabilidad», precisamente lo que el sistema necesita para su «crecimiento económico» sin distribución social de la riqueza.

La falsa pelea Uribe-Chávez, con las FARC como detonante, sintetiza a dos puntas la estrategia con el «enemigo de paja» para dominar y controlar por «izquierda» y por «derecha», según el viejo precepto maquiavélico aggiornado por Washington y sus herramientas de poder.

Tanto Chávez (en menor grado) y Uribe (en forma totalizada) tienen sus líneas de comando y de inteligencia militar infiltradas por la CIA y el Comando Sur de EEUU, los implementadores de la estrategia de control militar de Washington en la región.

En la práctica, si Chávez quisiese ordenar una guerra contra Colombia que no figurase en los planes de EEUU sería eliminado o derrocado por un golpe interno, lo que indica claramente que si detona finalmente un conflicto militar regional es porque Washington lo está utilizando para sus planes.

En este escenario, los superficiales analistas y periodistas del sistema (asalariados de las empresas y de los consorcios mediáticos) solo pueden ver la cáscara sin el contenido: La falsa guerra Chávez-Uribe, tiene su límite en la «gobernabilidad democrática» impuesta por Washington como estrategia de dominio en la región.

La falsa guerra de «izquierda» y «derecha» (con las FARC en el medio) queda desmontada frente a una realidad:

En lo político, los gobiernos de izquierda (tanto como los de derecha) se rigen por dos principios doctrinarios básicos: 1) defensa irrestricta del «sistema democrático» como marco de regulación política y social establecida por el sistema capitalista a nivel regional. 2) Programas de lucha contra el «terrorismo»,  el «narcotráfico» y el «crimen organizado», establecido como hipótesis de conflicto regional por el Departamento de Estado y el Pentágono.

Y si Chávez, Correa y Morales (en la realidad concreta y estadística) hacen lo mismo que Uribe, Alan García o Calderón ¿En qué se diferencian?

En el discurso, sólo en el discurso. Maquiavelo (USA) separó la realidad del discurso y dio con la fórmula buscada: Los enemigos de paja.

La colonización mental, la manipulación informativa, el desdoblamiento de la realidad, la comprensión atomizada de los procesos políticos y sociales, y la programación de las mayorías con la «democracia» made in USA descerebrante, hizo el resto.

Ganó Maquiavelo, y se hizo realidad la máxima de Lenin: «La estupidez es lo más difícil de combatir»

IAR Noticias 31-Agosto-09