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«Los espías que surgieron del frío» (Parte I)

«Los espías que surgieron del frío» (Parte I)

Manuel Justo Gaggero (especial para ARGENPRESS.info)

Como en aquella novela que escribiera el escritor inglés John Le Carre, el maestro de la novelística de espionaje, nacido en Inglaterra y que perteneciera durante años al Servicio de Inteligencia Inglés, el FBI de Obama acaba de anunciar, hace algo mas de una semana, que había «descubierto» una red de «espías» que operaban, en el país del Norte desde 1990 al servicio de Moscú.

Entre los detenidos se encuentra la periodista peruana Vicky Peláez y su esposo, que perseguidos, en su país, por la dupla Fujimori-Montesinos se radicaron el los Estados Unidos. .
Cabe preguntarse que explicación tiene esta denuncia del FBI, cuando hace muy pocas semanas, en una visita el presidente ruso Medvedev anunció, con su par Obama, que se daba por finalizada la «guerra fría «que había separado a ambos países desde el triunfo de la Revolución Bolchevique y que reestablecían plenamente y en todos los planos las relaciones de cooperación entre ambas potencias.
Se estará intentando, mediante este anuncio, ocultar los conflictos del inquilino de la Casa Blanca con los mandos militares que determinaron el desplazamiento del General McChrystal de la jefatura de las tropas que ocupan Afganistán.
O será la manera de ocultar a la opinión pública estadounidense el desplazamiento de una poderosa flota que se encuentra preparando, junto al Estado de Israel, un posible ataque a la República Islámica de Irán, generando una posible «guerra de baja intensidad»,como en la que está comprometido el Pentágono en Irak y en Afganistán.
Todo es posible- Desde aquél crimen legal que cometió el gobierno estadounidense en la década del 50 con los esposos Rosemberg al enviarlos a la silla eléctrica acusándolos, sin pruebas, de ser espías de la entonces Unión Soviética nunca un hecho de este tipo había ocupado la primera plana de los medios, ni los cargos habían sido tan endebles, como quedó demostrado en la audiencia correspondiente.
A lo largo de mi vida como abogado me ha tocado intervenir en algunos casos en que dirigentes sindicales combativos o combatientes internacionalista eran acusados de ser «espías de la URSS» para anularlos o tapar escándalos que les eran ajenos.
Recuerdo que en Paraná, la capital de la Provincia de Entre Ríos, se estaba construyendo en los primeros meses del año 1967 el túnel subfluvial que uniría nuestra ciudad con Santa Fe. La obra había sido licitada por la empresa alemana Hochtieff, y en ella trabajaban más de 3000 obreros muchos de ellos bolivianos y paraguayos.
La dictadura Militar que encabezaba Juan Carlos Onganía presionaba a la empresa constructora para que terminara el túnel cuánto antes para llevar a cabo una inauguración con bombos y platillos. La presión y el poco interés de la empresa por la seguridad en el trabajo determinaron que se produjeran varios accidentes con algunos trabajadores que perdieron la vida.
Los mismos pese a la postura propatronal de la dirección de la UOCRA, encabezada por Rogelio Coria, eligieron un cuerpo de Delegados encabezado por Mario Broin que exigió mejores condiciones de trabajo, a la par que se vinculaban con la oposición nacional en este gremio que encabezaban los obreros del Chocón y con dirigentes combativos como Agustín Tosco, el luzfuercista de Córdoba.
Yo les prestaba asesoramiento legal y tuve varias entrevistas acompañando a los delegados, con los directivos de la empresa, sin resultado. En la última se decidió prolongar el paro, sin fecha de levantamiento.
En la madrugada del día siguiente la Policía Federal, con un gran despliegue de efectivos fuertemente armados, allanó los domicilios de Mario y de los otros delegados. Al apersonarme en la Delegación que en esa época estaba sólo una cuadra de la plaza sobre la calle San Martín se me informó que estaban acusados de ser «espías de la Unión Soviética» y que se encontraban incomunicados.
En la primera hora de la mañana me constituí en el Juzgado Federal a cargo, en ese momento del Dr. Pintos, y presenté un pedido de inmediata libertad. Los cargos eran inverosímiles, y las pruebas fotos tomadas, familiarmente, en el obrador eran inconsistentes. Pese a ello, la Empresa remitió telegramas de despido a los delegados e intimó a los trabajadores a reincorporarse a las tareas.
El emplazamiento fue inútil, el paro continuó y luego de varias semanas, con apremios y torturas ejecutadas por los agentes federales de por medio, se logró la libertad de los detenidos, su reincorporación y su posterior desafiliación de la UOCRA.
En este caso, rápidamente, se logró desmontar un intento, mediante una falsa denuncia de espionaje, de desplazar a sindicalistas combativos.
Años después, ya en el exilio, y estando viviendo en Nicaragua se me requirió mi colaboración profesional ya que dos ciudadanos mexicanos combatientes internacionalistas del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional -hoy en el gobierno de El Salvador- habían «desaparecido » en España, país al que habían viajado para adquirir un equipo trasmisor para la radio de esa organización salvadoreña, que había sido reconocida como «beligerante» por los gobiernos de Francia y México que se habían ofrecido como mediadores para poner fin a la guerra civil que desde hacía varias décadas , sacudía al «pulgarcito de América»; como llamaba a este país centroamericano la escritora Gabriela Mistral.
Como en todas las novelas de espionaje, seguiré en la próxima nota contándoles como los presuntos espías «descubiertos»sirven para ocultar los escándalos de palacio, en este caso de Inglaterra.

Manuel Justo Gaggero es abogado, ex director del diario «El Mundo» y de la revista «Nuevo Hombre».

Argenpress 06/07/10