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¿Golpe o simple protesta policial?

Ecuador:¿Golpe o simple protesta policial?
Policías insubordinados

El gobierno habla de golpe y la oposición de protesta policial, ni tanto, ni tan poco, nosotros hablamos de una protesta policial que adquirió una dinámica golpista

Después de la asonada policial del 30 de septiembre se ha levantado una ácida polémica tratando de caracterizar ese “día triste”. El gobierno señala que hubo un intento de golpe y una conspiración. Algunos opositores tanto de izquierda como de derecha señalan que lo que hubo fue una simple protesta policial exacerbada por el propio presidente con su presencia y su discurso en el principal lugar de los hechos.

Nosotros decimos ni tanto, ni tan poco, intentaremos una mirada más dialéctica y menos formal con el objeto de aproximarnos mejor a los hechos. Cuando decimos mirada dialéctica queremos significar básicamente dos cosas: mirar los sucesos como un proceso, en su movimiento, en su desarrollo  y tratar de captar las contradicciones que lo mueven.

Es más o menos evidente que este, de ser un golpe, no lo fue en el sentido clásico, es decir, un líder, un programa, una planificación total, una coordinación perfecta. Lo que ocurrió fue una protesta policial que fue generando una dinámica golpista, porque a la protesta policial se agregó la toma del aeropuerto por personal de la FAE, y la cuasi toma del congreso por la escolta legislativa que solo dejó entrar a miembros de Sociedad Patriótica al palacio legislativo. Sociedad Patriótica que aparece implicada en el golpe básicamente por la presencia de algunos de sus miembros en los recintos policiales, y porque por testimonios que están fuera de duda en varias ocasiones los policías insubordinados avivaron a Lucio Gutiérrez líder máximo de sociedad Patriótica.

Ahora a nadie le cabe duda que la orientación política de Sociedad Patriótica es total y completamente de derecha.

¿Si hubo o no una conspiración y un plan? las respuestas no pueden manejarse en el ámbito de lo blanco o negro, la organización de la protesta policial sin duda revela elementos de organización y conspiración por su carácter nacional y por el conjunto de acciones que implicó. Si conscientemente se plantearon botar al presidente o no, lo tendrán que determinar las investigaciones. La cuestión es que una protesta o huelga de la policía por las características que tuvo, era desestabilizadora de por sí. Un cuerpo policial que abandona sus funciones en casi todo el país y permite por omisión saqueos y actos delictivos es francamente una situación que pone en peligro el orden constituido. De tal manera que haya o no haya tenido un propósito desestabilizador, en sí mismo lo era.

Lo que ocurrió es que producido este hecho, él mismo generó una dinámica que comenzó a tomar visos de un golpe, lo cual finalmente se frustró. Por ejemplo la reacción tardía de las fuerzas armadas, el comunicado del comandante del comando conjunto de la fuerzas armadas que junto con adherir al orden democrático pedía la revisión de la ley que había provocado el conflicto, constituyen una serie de situaciones confusas y ambiguas que indican que hubieron sectores y no solo militares que estuvieron pensando en aprovechar las circunstancias.

Además la presencia y secuestro del Presidente de la República en el regimiento Quito N°1, generó, objetivamente una dinámica distinta a una simple protesta policial y el cruento enfrentamiento final  colocan en el escenario elementos que ponen en cuestión la simple visión de una mera protesta policial

Ahora es bueno recordar el contexto en que se da esta protesta policial que fue adquiriendo visos golpistas: el presidente por serias discrepancias con su bloque legislativo amenazaba nuevamente con la muerte cruzada, es decir, disolución del parlamento y elecciones anticipadas, agudo enfrentamiento con el movimiento social indígena por la acusación de terroristas a algunos de sus dirigentes, movilizaciones de la universidades en contra de la ley de educación superior, que lanzaron huevos al palacio de gobierno el día anterior a los hechos, enfrentamiento con el sindicato de maestros y otros hechos que sería largo enumerar, cual ha sido la tónica central de los conflictos con los diferentes sectores sociales, la imposición estatalista a las lógicas sociales, culturales y políticas. Se trata desde luego del estado burgués, con un proyecto neo desarrollista de tipo extractivista que nos encadena a la lógica globalizadora y que tan solo aspira a cambiar o diversificar las dependencias. En América Latina y en Ecuador existen muchas personas que piensan que el gobierno de Correa es un gobierno de izquierda que se encamina a transformar las relaciones sociales para provocar cambios estructurales y revolucionarios, bueno la evidencia de los hechos demuestra otra cosa, un proceso modernizador del estado capitalista con un proyecto desarrollista más o menos clásico imponiendo una nueva hegemonía de sectores empresariales emergentes, su visión de socialismo del siglo XXI es esa: un Estado de eficiencia tecnocrática dinamizando la actividad económica y resolviendo cuestiones sociales y culturales de una manera asistencialista y sin procesos profundos de organización social. La visión del Estado como representante de la acción social y de los intereses generales de la sociedad que se quiere imponer a troche y moche desde un autoritarismo personalista, es la explicación más profunda de porque ocurren cosas como las del 30 de septiembre.

El hecho que el presidente Correa se enfrente, claro ahora cada vez menos, a los sectores oligárquicos y neoliberales tradicionales, es porque ha ido desplazando de los negocios a esos sectores, pero también se enfrenta desde el tecnocratismo y desde los intereses del nuevo sector empresarial emergente a los movimientos sociales, a los “ecologistas infantiles”, a los maestros, a los trabajadores, a los indígenas todo esto  representa el haz de contradicciones en la que se haya inmerso.

Las movilizaciones en defensa del gobierno que si bien fueron significativas no fueron lo suficientemente masivas como podría esperarse y tienen un claro sesgo populista el respaldo a un líder.

El  apoyo internacional sí fue abrumador La OEA, UNASUR, la embajadora norteamericana, Hilary Clinton, y más o menos transversal, Alan García, Piñera, Santos, pero también, Evo Morales, Hugo Chávez, Mújica y Lula.

Teniendo presente esta situación compleja y llena de contradicciones me parece que lo correcto era defender desde la independencia de clase, como lo hizo la organización indígena, (CONAIE) el orden democrático y rechazar las tentaciones golpistas que despertó la situación en algunos sectores.

Leonardo Gabriel Ogaz Arce | Para Kaos en la Red