La rebelión del mundo árabe y su onda expansiva (Tunez y Egipto, Parte I)
I parte del trabajo referido a Tunez y Egipto.
Dr. Jorge Aparicio Para Kaos en la Red 12-3-2011
LA REBELIÓN DEL MUNDO ÁRABE Y SU ONDA EXPANSIVA
TUNEZ y EGIPTO
I Parte
Por Jorge Aparicio (Analista Internacional)
“Cuando ocurre un cambio en la conciencia del hombre, se produce un cambio en la conciencia de toda la humanidad” (Paracelso)
ANTECEDENTES HISTÓRICOS CONTEMPORÁNEOS
El colonialismo occidental siempre ha fabricado una imagen obscena del mundo árabe, absolutamente contraria a lo que en realidad fue y es: una extraordinaria cultura y civilización de luz y vida, a quien la humanidad entera debe maravillosos e invaluables aportes. Presentaron el mundo árabe como una nación de camellos, gente exótica, extraña, misteriosa, salvaje y traicionera. Ese mundo sólo era bueno para visitar sus ruinas históricas, degustar sus deliciosos platillos, para hacer “turismo sexual” y lujuriar las voluptuosas doncellas de la “danza del vientre”. ¿Qué otra cosa podría esperarse de un sistema colonial sádico y canalla, quien solo en nuestra América indígena, pasó por cuchillo a más de 100 millones de inocentes aborígenes?
LECTURA POLÍTICA DEL MUNDO ÁRABE
Antes que nada, subrayemos que la anatomía política del mundo árabe se caracteriza por la perpetuación de crueles regímenes dictatoriales con 25 a 42 años en el poder, los cuales suelen traspasar el mismo a sus hijos en concepto cargo hereditario con carácter vitalicio. Son regímenes autocráticos, corruptos y corruptores, y exhiben un abierto desprecio a la dignidad humana. Opresivos a tal grado que prohíben las más mínimas libertades y reprimen ferozmente cualquier critica por más ligera o tímida que esta sea. Son Estados policiales cuya omnipotente maquinaria represiva practica la violación de los Derechos Humanos mediante la aplicación de tortura y suplicios con métodos refinadamente crueles y sádicos que destruyen literalmente a sus víctimas. A ello se agrega una burocracia patán de cuello blanco, delincuencial, fraudulenta y sobornable, a quien se le permite la venta o alquiler de servicios subterráneos al mejor postor. Todo, absolutamente todo es posible en el Mundo Árabe por un puñado de dólares. El ejército y la policía política son el perro guardián del orden establecido y las corrompidas cúpulas militares resultan ser los principales beneficiarios y partícipes del pantanal de corrupción. La oposición política organizada es demasiado débil, ha sido desbandada o paralizada por el terror de Estado.
EL ALZAMIENTO DE TÚNEZ
La ejemplarizante insurrección de masas en TÚNEZ (país de lejos menos importante que Egipto) fue el detonante o “la chispa que puso fuego a la pradera egipcia” e inspiro al alzamiento del conjunto de las naciones árabes en toda la multiregión árabe (Magreb, Mashrek, Medio Oriente, y Península Arábiga). No obstante hay que dejar bien claro que Egipto ya venía experimentando conatos de protestas con visos de creciente alzamiento popular desde hacía más de 2 años, pero siempre habían sido brutalmente reprimidos por el sanguinario régimen de Mubarak.
TÚNEZ es un pequeño Estado árabe situado en África del Norte, de 163,610 km2, con 10,5 millones de habitantes y una población joven cuya edad promedio es de 27 años. El paro laboral abierto se cifra en 14% y trepa al triple si consideramos su fachada encubierta. El 4% de su población (cifra dudosa) se halla en situación de extrema pobreza aberrante. Lo curioso es que Túnez pasaba por ser el país con los mejores indicadores sociales y económicos en el mundo árabe y por tanto, era el “ejemplo a imitar” según las Instituciones Financieras Internacionales conocidas como BANCO MUNDIAL (BM) y FONDO MONETARIO INTERNACIONAL (F.M.I.) Ellos no cesaban de alabar públicamente el país mediterráneo y a su dictadura como uno de los mas “honrosos” ejemplos mundiales de estabilidad y éxito sin precedentes del capitalismo neoliberal. ¡Error craso, se equivocaban trágicamente!
El país estaba gobernado por un sátrapa de nombre ZINE EL ABIDINE BEN ALI. Antiguo ministro del Interior. Había llegado al poder en 1987 traicionando a su jefe y protector, el también dictador Habib Burguiba, mediante un golpe de Estado. BEN ALI era entonces un agente emplanillado de la CIA norteamericana y formado en la “Sénior Intelligence School de Fort Holabird”, lo que significa que fue Washington quien lo encaramó en el vértice del poder para sacar a Túnez de la dominante presencia de París. Aunque no se compara ni remotamente con el valor estratégico de Egipto, la importancia de Túnez radica en que a partir de los puertos tunecinos de Bizerta, Sfax, Susa y Túnez las naves de guerra del AFRICOM (Comando de los EE.UU. para el África) y de la OTAN (Organización del Tratado Atlántico del Norte) podían controlar no sólo el mar mediterráneo sino también la seguridad antiterrorista y antisubversiva en el continente africano. El Pentágono entra entonces en acción para “pentagonizar” el país y lo hace promoviendo la creación de una Fuerza Especial de Comandos-elite, de incondicional obediencia a Washington y sustrayendo así el ejército tunecino de la tradicional formación militar e influencia política francesa.
Con la bendición de Washington, el dictador BEN ALI y LEILA, su bellísima mujer (una ex peluquera del arrabal y de baja condición ética y moral) se dedican a expoliar los recursos económicos y financieros de la nación en una forma que supera los parámetros de la imaginación, lo que comparativamente, nos lleva a pensar que los dictadores latinoamericanos son niños de pecho a lado de los tiranos árabes. Controlado política y personalmente por su esposa Leila, BEN ALI era internacionalmente conocido como Míster 25% porque exigía que toda empresa extranjera que invirtiese en Túnez debía pagarle ese porcentaje sobre las utilidades netas obtenidas, más otros “royalties” y favores adicionales para la extensa parentela familiar. A titulo de compensación, BEN ALI subordina la economía de su país a gusto del “consenso de Washington”, es decir que implanta mediante una ley fundamental, la vigencia permanente de un “capitalismo neoliberal salvaje” (según la expresión del fallecido Papa Juan Pablo II) en beneficio casi exclusivo de las empresas multinacionales. Privatización absoluta de todo, en especial de bienes y servicios vitalmente estratégicos, desregulación laboral, desregulación de los precios del pan, los alimentos, la gasolina, el gas, la medicina, los servicios de salud y muchos otros ítems de primera necesidad.
En consecuencia, la pobreza aguda se dispara sobre las nubes, “las chabolas” (casas brujas) y el precariedad de la vivienda proliferan, el altísimo costo de los alimentos, la imposibilidad de lograr un trabajo parcial y el creciente vacío de seguridad alimentaria, crean un estado de amargura política, desaliento social y perdida de las esperanzas. Este estado de cosas, aunado a un régimen tiránico cada vez más insensible y represivo, ocasiona una migración masiva a Italia y la Unión Europea, donde por motivos racistas y xenófobos tunecinos y árabes en general son mal recibidos, despreciados, maltratados o en el mejor de los casos con empleos miserables. BEN ALI lleva a ciento de miles de jóvenes con formación académica de elevado valor técnico, científico, tecnológico y docente a deambular por las calles de Túnez, con sus diplomas debajo el brazo, sin rumbo ni norte, arrastrando por los suelos una moral y una dignidad cruelmente mancilladas. Entretanto, el déspota despilfarraba haciendo obsequios costosísimos a los Jefes de Estado europeos, norteamericanos y orientales y a sus amigos extranjeros. Los recursos financieros del país eran derrochados en fiestas palaciegas dentro y fuera de Túnez y, podrían describirse como fantasías dignas de las “mil y una noches”.
En estas circunstancias sucede un trágico suceso cuya chispa habría de causar un incendio social y acabar con el oprobioso régimen de BEN ALI: el 17 de diciembre de 2010, Mohamed BOUAZIZI, un brillante joven universitario graduado, se dedicaba a la venta callejera de frutas y legumbres para supervivir. La policía le confisca la mercancía porque no tenía el correspondiente permiso, por el cual se cobraba una descomedida cantidad de dinero que iba a parar a los bolsillos de la corrupción. Bouzizi es insultado, abofeteado y obligado a presenciar la destrucción de su humilde quiosquito. Desesperado por no poder llevar el pan y la sopa a su familia, Bouazizi decide protestar prendiéndose fuego al estilo bonzo frente a una estación de policía, no sin antes dejar constancia de su motivación y pedir al pueblo de Túnez rebelión y justicia. La noticia se propaga como pólvora, Bouzizi se convierte en símbolo, emblema y detonante de un impresionante alzamiento popular, cientos de miles de tunecinos pierden miedo al aparato represivo, se arrojan a la calle y exigen al sátrapa, su familia y a sus testaferros la inmediata salida del poder. Exigen una nueva constitución, la renuncia de todo el gobierno presidido de BEN ALI, el exilio de éste y la confiscación de su mega fortuna, amasada a costas del hambre y dolorosos padecimientos de todo un pueblo.
La Policía y La Guardia Presidencial (fuerza especial entrenada por EE.UU.) se lanzan como fieras sobre los manifestantes, pero las multitudes enfurecidas resisten y arremeten a su vez contra los antimotines y sus esbirros. La rebelión de propaga velozmente a todo el país, BEN ALI mueve toda su maquinaria criminal y ordena disparar sin contemplaciones contra el pueblo tunecino, pero he aquí, que el ejército con su formación de tanques y blindados, en un aparente acto de conciencia o confraternización con el pueblo, se interpone entre la fusilería de las fuerzas de seguridad y las masas sublevadas. Este hecho meritorio del ejército impide la carnicería y acelera la caída de BEN ALI. El 13 de enero, BEN ALI, presintiendo su inminente final, ordena directamente al ejército abrir fuego de tanques contra el pueblo. El ejército se niega rotundamente y desde ese momento la suerte de BEN ALI quedó sellada. Hasta allí todo parecía bonito, pero Washington (al igual que hizo con Mubarak en Egipto) ya había decidido de antemano deshacerse de BEN ALI para salvar el sistema neoliberal y perpetuar su dominio sobre Túnez. Fue la CIA quien inventó en esta ocasión el término “Revolución de los Jazmines”, tal como desde años atrás viene fomentando “revoluciones a colores o de terciopelo” en muchos países europeos y euroasiáticos. Durante algún tiempo los pueblos no perciben el engaño porque tienen la impresión de que se trata de un movimiento autóctono que busca la libertad, la democracia, la justicia social y la prosperidad económica y no sospechan que se trata de una maniobra norteamericana destinada a fortalecer el imperio estadounidense en el país víctima. Crean un espejismo, ya que todo se trata de vender “el mismo perro con diferente collar”. Pero muy pronto la jugarreta estadounidense suele quedar al descubierto y el boomerang se vira contra Washington. Es entonces cuando las masas burladas reaccionan radicalizándose, la rebelión puede transformarse en una verdadera Revolución y operar un vuelco de 180 grados contra los intereses del imperio, aun al precio de emprender una guerra de liberación nacional.
Cae entonces BEN ALI, pero ya Washington había trabajado lo suficiente para dejar sus hombres y grupos claves en el poder, todos cercanos colaboradores del dictador. El mismo 13 de enero, el general norteamericano William Ward, comandante en jefe del U.S. AFRICOM informa personalmente al alicaído tirano ZINE EL ABIDINE BEN ALI, que por órdenes expresas del presidente de los Estados Unidos, Barak Obama, debía abandonar de inmediato el país y partir rumbo al Reino de Arabia Saudita donde todo estaba de antemano dispuesto para un exilio aparentemente dorado. En su lugar Washington designa a un curtido adicto al neoliberalismo depredador, ex Primer Ministro de la dictadura MOHAMMAD GHANNOUCHI, diseñador de las desastrosas políticas públicas neoliberales de la dictadura (privatizador del Seguro Social y el agua) y responsable de la miseria economica y social de millones de jóvenes tunecinos que condujo al alzamiento de la frustrada juventud y el pueblo en general. La preocupación central del binomio Obama-Hillary Clinton es la continuidad de la filosofía del consenso de Washington, es decir, la vigencia del neoliberalismo en Tunez y de las recetas económicas de las Instituciones Financieras Internacionales (IFIS) así como la conservación de los privilegios de las empresas transnacionales. Todo esto a cambio de algunas reformas de carácter formales mas no fundamentales.
Por su lado ahora, el pueblo tunecino (10,5 millones) no sólo exige una nueva y radical constitución, reformas profundas, libertades amplias, la salida de Mohammad Ghannouchi y de todo su equipo de gobierno, sino que exigen terminantemente políticas socio-económicas a favor de las grandes mayorías y la adopción de un régimen nacionalista que vele por los intereses del pueblo de Túnez y no por los de la Unión Europea y de los Estados Unidos de América. Más todavía: dado que más del 90% del pueblo tunecino expresa sentimientos pro-palestinos y anti-israelíes, exigen un cambio sustancial de política exterior y acusan a Ghannouchi de haber sido el hombre que subordinó los intereses diplomáticos de Túnez a los de Tel-Aviv (Israel). El desenlace de este pugilato entre una y otra parte (Ghannouchi-pueblo de Túnez), en el contexto de los cambios en el Magreb (Egipto, Libia y Túnez) causa un marcado temor tanto en la Casa Blanca como en Tel-Aviv.
Lo extraordinario es que el estallido de la rebelión tunecina y egipcia y el derrocamiento de los sátrapas mediante la insoportable presión de las masas en muy corto tiempo, fue casi enteramente realizada por la juventud universitaria de 18-28 años, vanguardia desafiante, que a su vez arrastra las clases medias profesionales, el poderoso sindicato UGTT (hasta ahora amordazado) así como enormes contingentes de todas las edades y condiciones sociales frustradas. Lo importante es que la juventud que liquidó a los tiranos Mohamed BEN ALI (Túnez) y Hosni MUBARAK (Egipto) eran en verdad enormes legiones víctimas del hambre, el desempleo, las enfermedades, sin vivienda, sin recursos para mantener sus hijos, sus padres, hermanitos y demás seres queridos. Recordemos que Túnez era alabado por las IFIS (Instituciones Financieras Internacionales) y por las agencias calificadoras de riesgo (Standard and Poors, Fitch y Moody) como el país más prospero, con el mayor PIB de la región (Producto Interno Bruto) y como un país modelo de maravillosas oportunidades. ¡Grosera fantasía y publicidad engañosa! La triste realidad era otra: muchísimos jóvenes bien preparados para la vida (pero desempleados) contaban hasta con dos o tres maestrías y doctorados con mención honorifica, en una vana e inútil esperanza de conseguir un trabajo pobremente aunque fuese pobremente remunerado.
Abandonados a su propia suerte por el régimen, sus esfuerzos meritorios se tradujo en cero oportunidades y mas exclusión social. Perdieron la fe y toda esperanza. Pero acaso lo realmente importante es que también perdieron el miedo a la salvaje represión y a las atroces torturas e infames vejámenes, a los cuales fueron sometidos hombres y mujeres arrestados por el “delito” de exigir el derecho de vivir. Al perder los pueblos ese miedo que constituye la base del poder y la fuerza de los tiranos, también descalifican, deslegitiman y aíslan a los tiranos, quienes presa del pánico suelen tener la locura de ordenar disparar contra las masas. Es en ese instante cuando su suerte queda echada. “El cazador pasa a ser el cazado”. La debilidad, el temor, la angustia y el rápido abandono personal por parte de sus colaboradores más cercanos les conduce velozmente a la depresión y a la caída estrepitosa, entrando así en el oscuro e inseguro túnel del exilio. Hay que retener algo importante: Los jerarcas que crean que los pueblos de Túnez y el Mundo Árabe en rebelión se conformaran con reformas cosméticas y promesas ambiguas pecan de incautos. Muhammad Ghannouchi, ex Premier del dictador y hombre fiel a Washington, en un desesperado esfuerzo por perpetuar la mafiocracia de BEN ALI, desata una nueva ola de represión policial contra miles de protestatarios que reclaman reformas que frenen el hambre, el desempleo, el precarismo y la inequidad social ¡Grave error, pues demuestra que no ha aprendido nada de la triste suerte de BEN ALI! Ese desafortunado hecho podría costarle su cargo, el de todo su entorno, su seguridad y la de su familia, podría provocar un segundo huracán social en Túnez y su propagación a Egipto y al resto del mundo árabe y musulmán, con serias repercusiones políticas en otras regiones y trastornos económicos en el mundo entero (es siempre una pequeña chispa la que pone fuego a toda la pradera).
(En hora buena, nos acabamos de enterar de la dimisión de Ghannochi al cargo del Primer Ministro debido a la airada presión de masas en la calle, lo cual indica que la rebelión tunecina, aunque demore un tanto, ya está en tránsito hacia una Revolución social multifacética y no habrá fuerza militar alguna que la detenga. El cambio social podría ser moderado debido al proverbial temperamento pacifico del tunecino, pero seguramente con un fuerte viso de nacionalismo, transparencia, equidad social y revisión de política exterior. La idiosincrasia tunecina aborrece tanto las tiranías islamistas “tipo AL-QAEDA”, los regímenes autocráticos tipo “Ben Ali“, “Gadafi” o “Mubarak”, así como el neoliberalismo salvaje impuesto por las IFIS y que arrastraron el país a la miseria y han creado un efecto social traumático.
Finalmente, no podemos concluir este análisis sin informar sobre un dramático detalle que retrata la pesadilla tiránica de BEN ALI. Un día antes de la patética huida del dictador ordenada por el Presidente Obama, la bella peluquera Leila del “clan Travelsi” (el grupo familiar de la esposa de BEN ALI), tomó de asalto el Banco Central de Túnez, metralleta en mano y al frente de un grupo de forajidos uniformados saquearon todo cuanto pudieron, llevándose una tonelada y media de lingotes de oro y decenas de millones de divisas en euros y dólares. Se estima a grosso modo que BEN ALI y su compañera se robaron aproximadamente US$25,000 millones, durante 23 años de poder absoluto. De nada le servirá, pues el nuevo gobierno de Túnez ya ha solicitado con resultados positivos la congelación de la cuantiosa fortuna a nivel mundial y la repatriación de la misma. Es muy probable que tanto el cómo su mujer verán su extradición y vivirán por el resto de sus vidas en una lóbrega y mugrienta cárcel, los sufrimientos que él infringió a miles de familias destruidas por su vesania. Como el lector podrá apreciar la operación gansteril de Leila es digna de un película taquillera de Hollywood, al viejo estilo de “Bonnie and Clyde”.
LA INSURRECCIÓN DE EGIPTO
El bíblico país de los faraones, hoy República Árabe de Egipto se ubica en el noreste africano, posee costas sobre el mar Mediterráneo y el Mar Rojo; colinda con Libia, Sudán e Israel. Cuenta con una superficie de 1,001, 450,000 km2 y una población de 84,5 millones de habitantes. Prácticamente, el 97% de Egipto es un gran desierto con algunos oasis y su gran bendición es el RIO NILO, el cual fluye de Sur a Norte fertilizando todo el llamado “Valle del Nilo” gracias al limo rojo y sus sales minerales. En realidad el suelo ricamente fértil es una estrecha franja de tierra de 10 a 25 km de ancho que bordea el Nilo y sobre la cual se asienta más del 40% de una población campesina dedicada a la faena agrícola para suplir las necesidades alimenticias del país. La represa de Assuan y el embalse del lago Nasser mitigan el hambre en tiempos de severas sequías. Pese a ello, esa angosta franja costera que fertiliza el Nilo, se está quedando pequeña para garantizar plena seguridad alimentaria a la gigantesca población egipcia en pleno crecimiento. Debido a esto, el país depende crónicamente de importaciones masivas de alimentos para compensar el enorme déficit alimentario nacional y depende crecientemente y cada vez más de los excedentes de alimentos que los Estados Unidos de América le proporciona a cambio de su obediencia política incondicional. No es gratis. Con todo, el país posee recursos naturales, tales como fosfatos, sal, mineral de hierro y piedra de alta calidad. También cuenta con limitados yacimientos de gas y petróleo en la península del Sinaí, aunque son el turismo (4 millones de visitantes) y los ingresos del Canal de Suez (4,000 millones anuales) sus principales fuentes de ingreso.
Egipto es con mucho la nación más importante, influyente y de mayor peso especifico en el Mundo Árabe, este último (360 millones ha.) está compuesto por cuatro conjuntos subregionales: Magreb, Mashrek, Medio Oriente y Península Arábiga. Desde la antigüedad y aun hoy, Egipto juega un papel crucial en el comercio internacional y en las relaciones internacionales a nivel del mundo musulmán de 1,500 millones de fieles. (En cuatro continentes del planeta). Es por excelencia el centro de gravitación geopolítica, geoestratégica, diplomática, militar, bancario, bursátil, turístico, académico, cultural e intelectual del Mundo Árabe. Es la potencia militar regional sunita por excelencia. “Todos los caminos conducen al Cairo” dicen los árabes parafraseando el refrán del antiguo imperio romano.
En el contexto de nuestra época contemporánea, 180 años después de haber sido cruelmente avasallados (desde tempranas horas del siglo XIX) por Gran Bretaña y Francia y luego por los Estados Unidos de América, a partir de los años 50 del siglo XX, los pueblos árabes comienzan a despertar de la noche negra colonial encabezada por las monarquías feudales árabes al servicio de Washington y Europa. Pero he aquí que un hecho insólito e inesperado habría de cambiar la historia política de Egipto y de gran parte de la región. En el año de 1952 acontece la gran revolución militar nacionalista que derrocó al Rey FARUK, gesta liderada por el Coronel GAMAL ABDEL NASSER, pro-hombre, patriota, líder carismático e ideólogo del nacionalismo y la unidad pan-árabe. La revolución militar y de vocación popular de GAMAL ABDEL NASSER surtió el efecto de un tremendo terremoto político para la multiregión, ya que devolvió la dignidad personal, familiar, social y espiritual del hombre de la calle en todo el mundo árabe. Tanto fue así, que influyó en forma determinante en el estallido de la Revolución argelina en 1954 que terminó con el poder colonial francés en 1962, luego de una cruenta guerra de liberación nacional que dejó más de 300,000 muertos y culminó con la fundación de la Republica Popular Democrática de Argelia ese mismo año.
Enormes fueron los beneficios materiales que recibió el pueblo egipcio de la Revolución Nasseriana que triunfó políticamente en su lucha contra el ataque militar de Francia, Inglaterra e Israel (juntos), pocos días después de la nacionalización del Canal de Suez en 1956, un acontecimiento de resonancia mundial cuyo impacto sicológico y social llegó inclusive a conmover fuertemente a la República de Panamá, potenciando el nacionalismo de la juventud panameña frente al tema del Canal de Panamá. Claro está, Egipto gana políticamente su lucha al ataque tripartita gracias a la intervención diplomática de la ex Unión Soviética quien apoyó a Nasser y amenazó con usar la bomba atómica si estos no desistían de sus propósitos de adueñarse del Canal. Fue un cálculo geopolítico. La ex Unión Soviética buscaba nuevos aliados y esferas de influencia en el Mundo Árabe. En el plano interno de Egipto, la revolución del Coronel Nasser construyó exitosamente la modernización económica, social, cultural e infraestructural de alto perfil y paralelamente operó una redistribución seria y efectiva de la tierra disponible, de la riqueza nacional, de los ingresos y las oportunidades, con un sentido de admirable honestidad, justicia y equidad social. Logró construir una base industrial en expansión cuando la muerte le sorprendió.
Fue el creador de un nuevo concepto del socialismo democrático árabe, más basado en una amplia estatización de sectores claves de la economía y en la lucha anticolonial y antiimperialista, que en la supresión de la propiedad privada y la promoción de la lucha de clases. Era otro concepto ideológico que tomó en cuenta las realidades objetivas de la sociedad, la cultura y las tradiciones árabes, mas no por ello dejó de ser una línea democrática, progresista y revolucionaria en su tiempo. La influencia y el prestigio nasseriano fueron los factores determinantes en la la formación del Partido Baas en Irak y en Siria que llevaron al poder a regímenes nacionalistas, al igual que en una gran parte del Mundo Árabe. Más todavía, la proyección de la cuestión palestina y su lucha en el horizonte regional e internacional, aunado a la aparición de la Revolución Libia de 1969 (cuando Muammar El Gadafi era en sus inicios un hombre cuerdo e idealista), fueron consecuencias de la influencia de la Revolución nacionalista Nasseriana.
Aunque Egipto nunca ha sido un país productor y exportador de petróleo y gas, Nasser, tras bambalinas jugó un papel muy influyente en alentar, apoyar y orientar verticalmente la idea venezolana y de otros grandes productores de petróleo árabes, a crear a la brevedad posible un frente común que hiciese una realidad el ejercicio de la soberanía permanente sobre los recursos energéticos de los países árabes, africanos y latinoamericanos. Su intervención (a lado de Venezuela) fue determinante para la creación de la ORGANIZACIÓN DE PAÍSES PRODUCTORES Y EXPORTADORES DE PETRÓLEO (OPEP) (al cual Egipto nunca perteneció), entidad que se fundó el 14 de enero de 1960 en Bagdad, Irak, para mantener el control sobre los precios del crudo, actuar con unidad de criterios y acciones y poner fin a las relaciones asimétricas impuestas por las potencias hegemónicas occidentales.
En la celebración de la famosa conferencia de BANDUNG, Indonesia, en 1955, GAMAL ABDEL NASSER saludó calurosamente las decisiones y las normas adoptadas para que las grandes potencias respetasen los países débiles. Eran asignaturas pendientes que el mismo Nasser y el presidente Sukarno de Indonesia habían propuesto como consenso para impulsar una tercera vía al desarrollo durante el periodo de la Guerra Fría.
Quizás una de las realizaciones de mayor relieve histórico de NASSER fue el haber sido co-fundador y arquitecto (junto al Mariscal Tito de Yugoslavia, Nerhu de India, Sukarno de Indonesia, Khuame Krumah de Ghana y Bandaranaike de Sri-Lanka, del Movimiento de los Países No-Alineados y del pensamiento creativo tercermundista. Un movimiento de proyección universal, en esencia antiimperialista, anticolonialista y gestor del principio del derecho a la libre determinación de los pueblos, todo lo cual no sólo logró revolucionar las relaciones internacionales de su época, sino que abrió paso a un gigantesco Movimiento de Descolonización de Asia, África, Mundo Árabe y América Latina. Proporciones guardadas, GAMAL ABDEL NASSER, reconocido héroe y prócer de la Unidad Árabe y Musulmán, representa un emulo moderno del Simón Bolívar de quien, por cierto, fue un gran lector y admirador.
Un activo de Nasser de crucial importancia política fue la de establecer un poderoso bloque tercermundista en la Asamblea General de la ONU, a fin de acelerar los movimientos de liberación nacionales y descolonizar territorios afro-asiáticos y enclaves coloniales como el Canal de Panamá, temática con la cual él simpatizaba y acariciaba en una agenda a futuro, cuando las condiciones políticas así lo permitiesen. Recordemos que fue gracias a la existencia de una mayoría automática en la Asamblea General de Naciones Unidas (3 años después de la muerte de Nasser) que los panameños lograron universalizar el tema del Canal de Panamá y celebrar su primera gran victoria diplomática sobre los Estados Unidos de América, durante la Conferencia del Congreso de Seguridad de la ONU en 1973, en ciudad Panamá. Los históricos ACUERDOS TACK-KISSINGER constituyeron la piedra angular para la celebración de los TRATADOS TORRIJOS-CARTER el 7 de septiembre de 1977, gracias a lo cual Panamá es hoy día soberana en todo su territorio nacional.
El 30 de septiembre de 1970 se produjo la muerte súbita del Presidente GAMAL ABDEL NASSER a causa de un infarto masivo. Trabajaba sin descanso 18 horas al día, fumaba 5 cajetillas diarias de cigarrillos y tomaba docenas de tasas de cafés fuertes en sus horas de trabajo. Momento llegó en que cualquier resfriado le enviaba a cama hasta por 2 semanas. La CIA (Agencia Central de Inteligencia norteamericana) deseaba verlo muerto, planeó varios atentados fallidos que le obligaron a tomar extremas medidas de seguridad. La muerte natural del RAIS NASSER conmocionó al mundo árabe ya que era amado como nadie y su desaparición habría de cambiar dramáticamente la historia, la economía, la sociedad, la política, diplomacia y el rumbo de la multiregión. El sueño nasseriano de la Unión de Republicas Árabes murió en su cuna. Desde entonces, el mundo árabe cayó muy rápidamente en manos de EE.UU. e Israel se posicionó como el poder regional dominante. La clave fue el control geoestratégico y el rol geopolítico de Egipto en la región. Un ejemplo de ello fue que la atomización de las naciones árabes y los antagonismos políticos entre ellas dejaron en la orfandad el pueblo palestino, condenándolo a vivir sin un hogar nacional, sin piso ni techo.
ANWAR EL-SADATE, también oficial militar era entonces el Vicepresidente de Egipto y se transforma en Jefe de Estado egipcio al fallecer Nasser. En 1973 Sadat ataca a Israel y pierde la denominada guerra del “Yon Kippur”. A partir de ese momento, EE.UU. y la CIA elaboran un audaz plan tendiente a sacar a Egipto de la esfera de influencia soviética a cambio de fuertes ayudas económicas, financieras y alimentarias y de otras promesas doradas, cosa que logran en 1976 cuando Sadate expulsa rudamente a miles de instructores militares y técnicos agrícolas rusos. Los EE.UU. premian a Anwar El-Sadate con la friolera de US$1,000 millones, en un inicio destinado a la ayuda alimentaria y a la creación de puestos de trabajo. “El que paga la orquesta escoge la música” – dice el viejo refrán. Sadate alinea su política exterior y militar a los intereses estratégicos de Washington y del Estado de Israel, rompiendo todos los lazos con la ex Unión Soviética. Con la promesa estadounidense de un flujo financiero más abundante a título de ayuda no-reembolsable, Sadate firma un Tratado de Paz con el Estado de Israel el 26 de marzo de 1979, previo Acuerdo-Marco para la Paz en Oriente Próximo, acordado en “Camp David” el 17 de septiembre de 1978.
El Tratado de Paz ponía fin a 5 guerras intermitentes entre árabes e Israelíes e invitaba a los demás países a hacer lo mismo. La reacción del pueblo egipcio y de los pueblos de la región fue la misma: traición de Sadate y la promesa de vengar la injuria. Washington aumenta el premio ipso facto a su nuevo aliado estratégico más importante en el mundo después del Estado de Israel y Gran Bretaña. Le otorga US$1,500 millones anuales en concepto de ayuda militar, alimentaria y para el desarrollo. Otra elevada suma de dinero es puesta a la disposición de Egipto para sellar el vinculo de amistad “fuerte e indisoluble” Egipto-EE.UU. Entretanto, el fundamentalismo islámico ya había penetrado las Fuerzas Armadas; el 6 de octubre de 1981 tres comandos egipcios saltan de sus camiones durante una parada militar y ejecutan al Presidente Sadate por el “delito de alta traición nacional”, dejando en el palco presidencial un reguero de muertos, ministros u colaboradores cercanos a la cabeza del poder.
Tras la muerte de Anwar El-Sadate accede a la presidencia de la Republica Árabe Unida de Egipto el general HOSNI MUBARAK, un ex piloto de guerra que asciende muy rápido en la jerarquía militar, llegando a ser Jefe de las Fuerzas Aéreas egipcias y luego Vice-Presidente.
No mas llegar a la presidencia, Mubarak revela su carácter despótico, autoritario, corrupto y corruptor. Termina la obra de desmontaje del aparato económico, político y partidista del Presidente NASSER ya iniciada por Sadate, abandona la política de la unidad árabe, liquida las conquistas sociales del pueblo egipcio ganadas durante la era nasseriana, se une al consenso de Washington, privatiza y desregula casi todo, el neoliberalismo salvaje se transforma en filosofía y doctrina economica de Estado, inobjetable y no sujeta a discusión, se aplican políticas públicas neoliberales inhumanas, se entregan los recursos naturales a la depredación de empresas multinacionales estadounidenses y europeas, se reprime con ferocidad la organización denominada “los “Hermanos Musulmanes”, persigue y encarcela la oposición política, cancela la libertad de pensamiento y expresión, instaura un estado policial omnipotente y un sistema de corrupción voraz e insaciable, institucionaliza la tortura, el suplicio y la aplicación de tormentos en cárceles de espanto. La delación y la ejecución extrajudicial se vuelven una rutina insoportable.
Veamos algunas cifras ilustrativas del infierno que significó 32 años de poder absoluto de HOSNI MUBARAK. Sobre una población de 85,4 millones; la edad promedio de la población es de 24 años, la tasa de desempleo (abierto) es de 16%. El 40% de la población vive por debajo de la línea de la pobreza, es decir con menos de US$1.50 al día, allí donde el promedio de miembros de la familia es de 6 personas dependientes de un solo salario. En contraste la maquinaria de represión asciende a 1,5 millones de policías (3 veces más que los efectivos del ejército) cuyos salarios combinados y armamentos son pagados directamente con los US$1,500 millones de dólares en concepto de ayuda militar. De esa cifra, la corrompida cúpula militar muerde no menos de US$200 millones, lo cual debe interpretarse como la cuota de fidelidad al régimen. Desde 1981 a esta parte los EE.UU. han desembolsado más de US$ 60,000 millones para sostener las Fuerzas Armadas egipcias y el componente de las Fuerzas de seguridad Interna. Por supuesto sin control ni auditoria alguna.
La economía egipcia es teórica y dudosamente la cuarta del Medio Oriente. El PIB (Producto Interno Bruto) andaría en los US$217,000 millones. Sus tres bases fuertes serian el turismo que constituye el 6% del PIB, el Canal de Suez que produciría unos US$6,000 millones y la exportación de mano de obra calificada con sus correspondientes remesas enviadas por millones de trabajadores egipcios calificados desde los ricos reinos petroleros de la península arábiga.
La irrupción de 8 millones de egipcios en la calle que acabó en tan solo 18 días con la dictadura más feroz y ruín del actual mundo árabe, tiene el mismo denominador común que las demás sublevaciones en Túnez, Argelia, Jordania, Omán, Bahréin, Yemen, próximamente el Reino de Marruecos y Libia (pese a su riqueza petrolera): Un aumento descomedido del precio del pan, la canasta básica familiar, el agua, los medicamentos, el vestuario, la vivienda, el transporte público, la electricidad, la telefonía, los materiales de construcción. Todo esto aunado a un desempleo y un hambre galopantes, la ausencia de libertades mínimas y el terror psicológico que inspiraba la siniestra policía secreta egipcia, la cual podía arrestar y condenar a muerte o al ostracismo a cualquier ciudadano por honorable que fuese.
Invocando el decreto-ley de emergencia nacional, aplicado durante más de 30 años sin justificación alguna la elite político-militar del poder en contubernio con las elites económicas locales, apadrinaban constantemente nuevos aumentos impositivos solo para favorecer el peculado de la mafiocracia y la insaciable cleptomanía del clan Mubarak (entiéndase sus tres hijos y nueras).