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Siria: Centenares de miles de manifestantes piden fin de la dictadura

Siria: Centenares de miles de manifestantes piden fin de la dictadura

Por:  Agencias
Decenas de asesinados por represión policial

El viernes centenares de miles de personas en la calle, decenas de asesinados

La crisis siria alcanzó este viernes un nuevo máximo de violencia. El Gobierno había anunciado que reprimiría por todos los medios las protestas populares, pero cientos de miles de personas salieron a la calle en todo el país para exigir el fin de la dictadura. La policía y los matones del régimen dispararon sobre las multitudes desarmadas y dejaron tras sí al menos 30 cadáveres, aunque algunas fuentes estimaban que la cifra real de víctimas asciende a 88. El presidente Bachar el Asad demostró que estaba dispuesto a ahogar en sangre la revuelta. Y que la opción de un vuelco político relativamente incruento, como en Túnez o Egipto, no era concebible en Siria.

El sábado nueva represión a bala en funerales
La policía siria abre fuego contra los asistentes a los funerales por las víctimas de la represión
Al menos diez muertos por disparos de la policía en Damasco, Izra’a y Douma. -El régimen de El Asad vuelve a reprimir a los manifestantes después de ahogar en sangre las protestas que ayer reclamaron el fin de la dictadura

Decenas de miles de personas participan en los multitudinarios funerales por el casi centenar de muertos que ayer provocó la feroz represión del régimen de Bachar el Asad para aplacar las ansias de democracia y libertad de los manifestantes que exigieron en masivas protestas el derrocamiento de la dictadura y el fin de la corrupción. Al igual que en la jornada del viernes, la más sangrienta desde que estalló la revuelta hace un mes, los opositores han clamado por el fin de la dictadura que dirige los designios de Siria desde hace más de cuatro décadas.

* Las protestas se tiñen de sangre en Siria
Capital:
Damasco.

Gobierno:
Régimen Militar.

Población:
19,747,586 (est. 2008)

Las fuerzas de seguridad han abierto fuego contra varios comitivas que recorrían junto a los féretros las calles de Damasco. En uno de los sepelios, en el barrio de Barzeh, tres personas han muerto víctimas de los disparos de la policía, según ha informado un activista pro derechos humanos. Testigos citados por Reuters aseguran que la multitud que atendía otro funeral en el distrito de Douma ha recibido una lluvia de disparos que ha dejado al menos tres heridos.

En la localidad de Izra’a, al sur de la capital, la policía también ha descargado sus armas contra las personas que intentaban unirse a los doce funerales que recorren el lugar, causando al menos tres muertos según testigos. Los manifestantes gritan «¡Bachar el Asad, traidor!», entre otras soflamas. Otros cuatro activistas han muerto en la ciudad de Douma, según testigos citados por Al Yazira, al caer víctimas del fuego cruzado de fuerzas de seguridad y francotiradores desde las azoteas. Como en otros lugares de la geografía siria, miles de personas han secundado los entierros por los represaliados.

Matanza en viernes santo

Es el peor escenario, pero el más previsible, tras la sangrienta represión que ayer ahogó las protestas contra el régimen. Los policías y matones a sueldo de El Asad dispararon contra las multitudes desarmadas y dejaron al menos 30 cadáveres, aunque fuentes de la oposición aseguraron que la cifra real de víctimas asciende a 80. Grupos de defensa de los derechos humanos consideran que la cifra de muertos supera al menos los 70.

Los comités locales de coordinación que agrupan a los activistas de cada región siria han elaborado una lista con los nombres de 88 activistas que perdieron ayer la vida en las distintas manifestaciones que se desarrollaron en Latakia, Homs, Hama, Damasco y en la localidad de Izra’a, al sur del país árabe.

La jornada de ayer fue de largo la más sangrienta del último mes, jalonado por protestas que demandan libertades políticas y el fin de la corrupción. «Los funerales se convertirán en protestas vehementes, como los anteriores funerales», ha explicado un activista sirio a la agencia Reuters, al tiempo que ha vaticinado un nuevo baño de sangre. «Cuando las fuerzas de seguridad ejercen el papel de matón es difícil de imaginar que no vayan a disparar de nuevo contra la multitud», ha lamentado este opositor desde Damasco.

Vínculos con Irán

El presidente estadounidense Barack Obama condenó ayer enérgicamente la violencia en Siria y culpó de la misma al régimen de El Asad, al que acusó de buscar el apoyo de Irán para sofocar la revolución. «Este uso desmesurado de la violencia para silenciar las protestas debe de finalizar inmediatamente», advirtió el mandatario estadounidense en un comunicado. «En vez de escuchar a su pueblo, el presidente Asad culpa a los extranjertos mientras busca el auxilio de Irán para reprimir a los ciudadano sirios».

El ministro francés de Asuntos Exteriores, Alain Juppé, también se unió a la condena estadounidense y expresó su «honda preocupación» por los acontecimientos en Siria. «Las autoridades sirias deben de dejar de usar la violencia contra sus ciudadanos. De nuevo exigimos la apertura urgente de un diálogo politico que culmine en la adopción de las reformas que legítimamente demanda el pueblo sirio». Amnistía Internacional también ha lamentado que las autoridades sirias «hayan vuelto a responder con balas y palos a los llamamientos pacíficos de cambio».

Las protestas del viernes santo se desarrollaron pese a la decisión adoptada en la víspera por el régimen de levantar el estado de emergencia, vigente en el país desde que el partido Baz se hizo con el poder hace 48 años.

Un comunicado del comité que agrupa a los opositores advirtió ayer de que el decreto gubernamental que deja sin efecto el estado de emergencia era inútil si al mismo tiempo no se liberaba a los miles de presos políticos, la mayoría encarcelados sin juicio previo, y se desmantelaba el aparato de seguridad.

La cifra de muertos supera los 300, según cálculos de grupos de derechos humanos, desde que estallaran las revueltas en la ciudad sureña de Deraa el pasado 18 de marzo.

Las protestas se tiñen de sangre en Siria
Decenas de muertos por la represión policial y de las bandas de matones del régimen.- La revuelta popular se extiende a casi todo el país, incluida Damasco

ENRIC GONZÁLEZ | Beirut 22/04/2011

Capital:
Damasco.

Gobierno:
Régimen Militar.

Población:
19,747,586 (est. 2008)

Los gritos contra Bachar el Asad y contra el partido Baaz se escucharon en las principales ciudades, incluida Damasco. El régimen había mantenido hasta el momento la capital bajo control y había evitado que se formaran concentraciones de ciudadanos, pero tuvo que dispersar con gases lacrimógenos una marcha de varios cientos de personas. Para impedir que la protesta llegara a las puertas del palacio presidencial se establecieron controles en los accesos a Damasco y en las arterias urbanas.

La jornada fue mucho más cruenta en otros lugares. En Duma, un suburbio de la capital, la calle perteneció a los manifestantes hasta que las fuerzas de seguridad dispararon contra ellos con fusiles ametralladores. Situaciones similares se vivieron en Homs, en huelga general y con más de 20 muertos esta semana; en Hama, donde Hafez el Asad, padre del actual presidente, mató entre 10.000 y 20.000 personas en 1982 para aplastar una sublevación islamista; en Deraa, la ciudad fronteriza con Jordania donde nació la revuelta a mediados de marzo; en las ciudades costeras de Latakia y Banias; e incluso en el remoto extremo nororiental del país, feudo de la minoría kurda.

Con la revuelta popular extendida a la práctica totalidad del país, el presidente Bachar el Asad parecía haber agotado los recursos de un doble juego que no había funcionado: conceder con una mano y reprimir con la otra. El Asad no podía ceder más sin acabar con el régimen heredado de su padre y con su propio poder. Solo le quedaba la opción de la violencia.

Ante las múltiples convocatorias de protestas para una jornada que la oposición denominó Viernes Santo, como la festividad cristiana, Bachar el Asad hizo el jueves un último intento para calmar el furor popular con la supresión por vía de urgencia del estado de excepción, vigente desde 1963. El presidente prefirió no esperar al trámite parlamentario, que habría alargado los plazos varias semanas, y firmó un decreto que abolió, al menos en teoría, los poderes excepcionales del Estado y los tribunales políticos.

El gesto presidencial habría tenido un impacto notable un mes atrás. Ya no. Los más de 200 muertos en un mes, los miles de detenidos y torturados, la brutalidad de la represión, habían convencido a la oposición de que no había marcha atrás. Las concesiones no se interpretaron como un esfuerzo por reformar el régimen y aligerar el peso de la dictadura, sino como una señal de pánico.

En el mismo momento en que El Asad ofrecía la zanahoria del fin del estado de excepción, mostraba con la otra mano el palo: el Ejército y la policía tomaron Homs, la tercera ciudad del país, convertida en una población cerrada desde que una semana atrás se desplazó hacia ella el epicentro de la revuelta. Al menos 12 personas murieron entre el sábado y el domingo y otras 21 el lunes y el martes, según testigos locales citados por Reuters. Junto a las fuerzas de seguridad se desplegaron en Homs las temidas bandas de los shabiha, pistoleros al servicio del régimen.

La oposición atribuye a los shabiha las matanzas que, según el Gobierno, cometen misteriosas bandas armadas de extremistas islámicos. Los manifestantes interpretan que el Gobierno utiliza a los shabiha para crear un caos que justifique la represión a sangre y fuego y para asustar a los ciudadanos que desean reformas, pero no una guerra civil. Los shabiha, que apostan francotiradores en las azoteas, son los primeros en disparar contra la multitud. Después de ellos intervienen militares y policías, que siguen disparando contra la multitud con la excusa de que alguien dispara desde las azoteas.

Las cúpulas del Ejército y la policía parecen completamente fieles al presidente Bachar el Asad. Pero es imposible hacerse una idea de hasta qué punto el presidente puede contar con los soldados y los agentes. Circulan informaciones no confirmables sobre soldados y policías ejecutados por sus superiores por negarse a disparar contra la gente. La situación global sigue siendo confusa y parcialmente desconocida, por la ausencia de prensa extranjera y la severa censura sobre la prensa local.

El uso de la fuerza fue condenado por la Casa Blanca, que exigió este viernes al régimen sirio que frene la violencia contra los manifestantes. El portavoz de la presidencia, Jay Carney, declaró a bordo del avión que trasladaba a Barack Obama desde California a Washington que la Administración de EE UU «deplora el empleo de la violencia».

LaClase 23/04/11