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España y la furia de los mercados y de la gente

España y la furia de los mercados y de la gente

 

Foto: España, Política - Luis de Guindos Jurado, ministro de Hacienda del gobierno de Mariano Rajoy (Partido Popular).

Eduardo Lucita (LA ARENA)

La «furia» como se conocía al seleccionado español de fútbol ha cambiado de bando. El fútbol peninsular es hoy elegante y bien jugado mientras que la furia se ha trasladado a los mercados financieros y a la sociedad que sufre los ajustes.

Con los continuados recortes y ajustes fiscales impuestos por Alemania y la Troika, España ha ingresado en una espiral descendente. El resultado, como antes lo fue en Grecia, Portugal e Irlanda, no es otro que la recesión y el costo social que llevan implícitas las medidas pro-cíclicas de la austeridad fiscal.

España intervenida

Durante la crisis del 2001-2002 en nuestro país, cuando los partidos habían perdido consenso y las clases dominantes mantenían el control del Estado pero no lograban mostrarse como clase dirigente, por lo tanto sin capacidad de ofrecer una salida, dos economistas del Instituto Tecnológico de Massachussets, Dorbunsch y Caballero, arriesgaron una hipótesis: la «ayuda» del FMI no resolvería el problema. Para ellos resultaba «imposible llegar a un acuerdo nacional porque nadie cree en nadie y no hay grupo de poder que pueda confiar el timón a otro para salir de la crisis». Con este diagnóstico concluían la solución era una sola: «La intervención del país a manos de un Comité Internacional para administrar las políticas fiscal, monetaria y tributaria».

Aquel pedido de intervención se frustró cuando el movimiento social se lanzó a las calles, enfrentó la represión a un costo de 35 muertos y cientos de heridos, estuvo a metros de ingresar a la Casa Rosada, y obligó a que el presidente huyera en helicóptero y se impusiese una salida. Todos lo saben, el kirchnerismo es resultado directo de la revuelta plebeya de 2001. España no ha llegado aún a esa situación pero el poder financiero internacional se adelantó. Ya está intervenida.

Es que luego del rescate bancario por 100.000 millones de euros, acordado semanas atrás y del que esta columna diera cuenta oportunamente, los ministros de la Eurozona aprobaron también conceder a España un año más de plazo, hasta 2014, para reducir su déficit público por debajo del 3 por ciento. Por su parte el gobierno español se comprometió a realizar un nuevo ajuste fiscal por valor de 65.000 millones de euros. El cumplimiento de estos compromisos estará sometido a un riguroso seguimiento, lo mismo que la implementación del programa de recapitalizaciones bancarias y reformas financieras. Ergo: el sistema financiero español ya no estará en manos del gobierno y las instituciones nacionales sino en las de Alemania y la Troika, que son quienes imponen sus condiciones. «Protectorado de ‘soberanía suspendida'» y «Bajo tutela» titularon los diarios El Mundo y el País esa situación.

Furia de los mercados

La euforia de días atrás por el rescate duró lo que un suspiro, luego trocó en furia. Una de las características de España es que el gasto público se realiza en un alto porcentaje, tal vez un 70 por ciento, por medio de las 17 comunidades autónomas -se ocupan de la educación, la salud y los servicios sociales-. Es allí donde se focaliza el ajuste fiscal. Así se entiende porqué se lo caracteriza como «el peor ataque al Estado del Bienestar».

Recientemente la regional Valencia admitió que su déficit superaba el 1,5 por ciento admitido, solicitó un rescate al gobierno central, ahora lo han hecho también las regiones de Murcia y Catalunya y las alarmas se encendieron. No serían las únicas regiones en estas condiciones. El gobierno central depende cada vez más de los bancos tanto para financiarse como para auxiliar a las regiones, pero los bancos dependen del BCE. Se estima que, sin tener en cuenta nuevos auxilios a los bancos, se necesitaría una «ayuda» adicional de 300.000 millones de euros para la deuda del Estado. Las evidencias de que se necesitarían mayores fondos e incluso un rescate de la deuda soberana elevó el riesgo país por arriba de los 600 puntos y el costo del endeudamiento. El ataque de los «mercados» (especuladores) no se hizo esperar, las bolsas se derrumbaron a su nivel más bajo en casi diez años. Así la crisis no hace más que realimentarse y la salida de capitales se acrecienta.

Furia social

El recorte anual para los próximos tres años alcanza a algo más del 2 por ciento del PIB, recae en una sociedad que ya registra un 25 por ciento de desocupación, que sube al 50 por ciento entre los jóvenes, para quienes la emigración es una salida cierta frente a un futuro que no les da alternativa, mientras que las sucesivas reformas laborales suprimen una y otra vez derechos laborales y caen los salarios.

El Partido Popular ha incumplido todas las promesas sociales con las que llegó al poder y la suba de los impuestos le ha ganado la antipatía de buena parte de su base social de clase media.

Algunas encuestan hablan que el rechazo al gobierno Rajoy ascendería al 80 por ciento, a solo siete meses de ganar las elecciones por amplia mayoría. Buena parte de sus votantes reniega ya de su gobierno y el recurso de la «herencia recibida» (del PSOE) como justificativo ya no paga como antes. Esto deja en evidencia que en noviembre pasado más que apoyar al PP mucha gente votó contra el PSOE y la política de recortes iniciada por Zapatero en 2010.

Movilizaciones

Las huelgas y movilizaciones mineras han gozado de un amplio respaldo social e incluso político de algunos alcaldes del PP, no dispuestos a perder sus sillones. Así se comprende, que aún en vacaciones, la asistencia a las movilizaciones del 19J en ochenta ciudades tuvieran tal densidad social. Es que la convocatoria de CCOO-UGT fue tomada como propia por otras centrales como CNT-CGT o CSIF e incluso por el 15M.

Los informes dan cuenta de que se suceden las movilizaciones autónomas, al margen de las direcciones sindicales y sin la presencia orgánica del PSOE o IU. Desde hace unos días en muchas dependencias públicas sin mediar convocatoria sindical alguna los trabajadores paran 15 ó 20 minutos por turno y se concentran a las puertas de su organismo y hasta cortan el tránsito. En el sector privado hay ocupaciones de empresas y movilizaciones, generalmente ante cierres patronales o despidos masivos. Por la tarde la gente se concentra en los lugares más emblemáticos de cada ciudad, llegando a marchar en repudio frente las sedes del PP y del PSOE.

La peor de todas

Hay una crisis de gobernabilidad en ciernes. El gobierno Rajoy parece no poder controlar la situación económica, mientras que la pérdida del control sindical y la movilización espontánea de muchos sectores pone en evidencia que los trabajadores empiezan a dar un salto cualitativo en la resistencia frente al ataque del gran Capital. ¿Cuánto falta para el «que se vayan todos»? Si así fuera, ¿a quién confiarle el timón?

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, defendió el ajuste «para que España no se convierta en la Argentina del corralito y la inflación». Desconoce, o pretende desconocer, que el estallido entre nosotros se debió precisamente a las políticas de ajuste y que fueron las movilizaciones y enfrentamientos del 19 y 20 de diciembre del 2001, con su mensaje de hartazgo frente al orden instituido; de desconfianza y resistencia; de dignidad, autonomía y solidaridad, las que hicieron posible una posterior salida de la crisis. Claro está que España no cuenta con un partido-Estado como lo es el PJ en nuestro país, tampoco con la posibilidad de devaluar sin salirse del euro, pero sí puede suspender unilateralmente los pagos la deuda, como hizo Argentina durante 38 meses, y tan mal no le fue. Entonces el futuro sería otro.

Eduardo Lucita es integrante del colectivo EDI-Economistas de Izquierda.

 

27/07/12