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Motines policiales, el movimiento obrero y popular y la izquierda ¿Qué Hacer?

Motines policiales, el movimiento obrero y popular y la izquierda ¿Qué Hacer?

 

 

Por Carlos Petroni

Los levantamientos y motines policiales han puesto en evidencia la fragilidad social del país; el peligrosísimo accionar de las fuerzas represivas; la voluntad de negociar y conceder de los gobiernos (nacional y Provinciales) y los partidos burgueses frente a los sediciosos; la impotencia del movimiento obrero y popular carente de dirección revolucionaria y el surgimiento de grupos de derecha que intentan capitalizar la situación.

Lo que empezó con un amotinamiento policial en Córdoba se está propagando como reguero de pólvora en Neuquén, Rio Negro, Catamarca, La Rioja, Santa Fé, San Juan… y sigue la lista. Las demandas de los amotinados no son sobre su papel en la represión a los trabajadores, el gatillo fácil, la corrupción narco y de trata de mujeres, su intermediación e impulso de los desarmaderos, la ¨protección¨ ilegal a pequeños comerciantes y su función social como apéndice del estado burgués… por el contrario, exigen estar mejor pagados y armados para seguir garantizando ese estatus quo. En algunos casos, como en Olavarría y Neuquén también han expresado su defensa de los acusados del ¨gatillo fácil¨.

A los levantamientos policiales les sucede como un espejo el saqueo y terror de pequeñas bandas de lúmpenes, muchas veces compuestas por los mismos ¨civiles¨ que operan al servicio de los policías corruptos y empalma con algunos sectores pobres, pocos hasta ahora, que se dejan arrastrar por la situación. Los objetivos del saqueo no es mayormente calmar el hambre que produce la desocupación – aunque haya signos de ellos también – sino el asalto discriminado contra pequeños y medianos comerciantes y hasta residencias particulares.

Un movimiento obrero y popular sólido, con una dirección clasista y revolucionaria, hubiera puesto las cosas en su lugar casi inmediatamente.

Contrario a la opinión de burócratas sindicales y los partidos burgueses, los policías no son simples trabajadores. Son agentes voluntarios que se adhieren a las instituciones represivas para servirlas y servir a la clase que domina ese estado. Por ello la posición es contrarrestarlas en sus funciones.

Si los sindicatos y partidos de izquierda, por ejemplo, movilizaran todo su potencial hubiera bastado para asegurar la seguridad del pueblo, por un lado, y exigir la disolución de los cuerpos de amotinados policiales. Algunos miles de trabajadores y activistas de organizaciones piqueteras y sociales de los barrios organizados para la autodefensa hubieran puesto rápidamente el orden contra los grupos de pandillas lúmpenes. También hubieran rodeado a los cuarteles y grupos amotinados de policías y se hubieran movilizado para exigir su desarme y disolución.

En su lugar observamos a sectores de la burocracia sindical, que domina los principales sindicatos, dando apoyo tácito a los movimientos de amotinados y, en muchos casos, la asistencia práctica a los mismos e incluso tratando de organizarlos sindicalmente o usándolos para sus propios fines políticos. Ninguna de las CGT (Caloistas, Moyanistas y Barrionuevistas) ha hecho ninguna declaración en contrario y la dos CTA tampoco. Todos ellos buscan utilizar las rebeliones policiales en su favor.

La izquierda, una parte de la cual se ha manifestado a si misma como poderosa por haber obtenido 1.2 millones de votos y la que sin participar en contiendas electorales también habla de sus posicionamientos territoriales y sindicales, se ha mostrado impotente y dividida. Sus posiciones oscilan entre el apoyo a través de plantear la sindicalización de la policía y la inmovilidad que no pasa de simples declaraciones. En el frente electoral FIT (PO, PTS,IS), por ejemplo, existen tres posiciones encontradas al respecto que lo mantiene inmovilizado ante la situación y le imposibilita tomar ninguna medida práctica, o al menos proponerla, para los trabajadores y el pueblo, o sus propios militantes.

Ni siquiera es necesario que sean capaces de hacer las tareas de autodefensa en todos lados o sólos. Hubiera bastado que comenzaran por los barrios y fábricas donde tienen influencia realizando, a la par de las tareas prácticas de defensa, el debate y la exigencia pública al resto de la clase y los sectores populares. O concentrar sus fuerzas en lugares clave donde trabaja y vive la clase obrera.

Allí, en la ausencia de ese movimiento obrero y popular y de izquierda que ponga las cosas en su lugar, surgen de inmediato acuerdos entre gobiernos y policías en salarios y otras demandas, en algunos casos en forma preventiva como hizo el Gobernador Scioli otorgándolos antes de que surjan protestas (aunque sin garantizar que no se den). También los grupos de vecinos y comerciantes armados que, sin dirección política, disparan contra todo lo que se mueve, sobre todo si son jóvenes y usan gorras con viseras puestas al revés.

Existe en el país un porcentaje muy alto de trabajadores y el pueblo que viven en la indigencia, la pobreza, la marginalidad o, trabajando, ganan salarios de hambre. Es comprensible que muchos dentro de estos sectores sociales estén inclinados por el saqueo en ausencia de una perspectiva política de movilización y lucha. Los trabajadores y por extensión, la izquierda, deben ponerlos en marcha y liderarlos. De lo contrario serán carne de cañon de la derecha, ya sea por organización o como excusa.

Entre los grupos policiales, entre los ¨vecinos¨ que se arman, mientras tanto, también operan grupos de extrema derecha, exonerados de las fuerzas, carapintadas e incluso militares en actividad (el hecho de que la inteligencia del 3r. Cuerpo en Córdoba supiera con tres días de anticipación lo que iba a ocurrir es altamente sugestivo).

Estamos presenciando una operación de ajuste de las instituciones burguesas, entre ellas las represivas. La burguesía tratará de disciplinar a sus perros de presa haciendo concesiones y tomando una que otra medida coercitiva y estos buscarán acomodar sus intereses, mejor servidos, a su conveniencia. Después de todo, tanto la burguesía en el poder como la opositora han hecho de la ¨seguridad¨ no solo su slogan de campaña electoral sino la política de estado más importante donde, a contramano de lo que se dice públicamente, la política de reprmir a los trabajadores y el pueblo cuando salen a luchar es más importante que el control de muchas clases de criminalidad.

Inquierda info