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A 77 años del asesinato de León Sedov, hijo de Trotsky

16 de febrero de 1938

A 77 años del asesinato de León Sedov, hijo de Trotsky

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Como refleja el árbol genealógico publicado en Mi vida. Intento autobiográfico, casi todos los familiares de León Trotsky fueron ejecutados en las purgas de Stalin o fueron “desaparecidos”. Esto, antes de perpetrar el asesinato del propio Trotsky en México, en agosto de 1940. León Sedov, el tercer y más firme militante de los hijos de Trotsky, fue retratado en una carta escrita por su padre, en su exilio en México, apenas enterado de su muerte/asesinato. Dos días después de escribirla pidió que esta carta fuera editada rápidamente como un folleto, dirigido especialmente a la juventud, ya que Sedov era, como él describe, un ejemplo de joven revolucionario.

Sedov murió durante una operación de apendicitis en París. Luego se descubrió que la clínica y el médico que lo operó eran parte del estalinismo. Y que uno de sus compañeros de militancia más firme, Etiènne, también era un agente estalinista.

«No; “stalinismo” no era para León un abstracto concepto político, sino una serie de golpes morales y heridas espirituales. Si los amos del Kremlin recurrieron a la química, o si todo lo que ya habían hecho resultó suficiente, la conclusión es la misma: fueron ellos los que lo mataron. Marcaron el día de su muerte como una celebración importante en el calendario termidoriano.

Antes de matarlo hicieron todo lo posible por difamar y denigrar a nuestro hijo a los ojos de sus contemporáneos y de la posteridad. Caín Dshugasvili [Stalin] y sus verdugos trataron de hacer ver que era un agente del fascismo, un partidario secreto de la restauración capitalista en la URSS, el organizador de descarrilamientos de trenes y de asesinatos de obreros. Los esfuerzos de los sinvergüenzas son vanos. Las toneladas de mugre termidoriana rebotan contra esta joven figura sin dejar una sola mancha. León era un ser profundamente humano, limpio, honesto, puro. Podría relatar la historia de su vida (desgraciadamente tan breve) ante cualquier asamblea de la clase trabajadora y relatarla día por día, tal como, brevemente, la he relatado aquí. No había nada de que pudiera avergonzarse, nada que esconder. La nobleza moral era el rasgo distintivo de su carácter. Porque era fiel a sí mismo, sirvió a la causa de los oprimidos sin vacilaciones. De las manos de la naturaleza y de la historia salió como un hombre de temple heroico. Necesitamos hombres de esa envergadura para los tremendos acontecimientos que se aproximan. Si León hubiera vivido lo suficiente como para participar en estos hechos hubiéramos conocido sus verdaderas dimensiones. Pero no vivió. ¡Nuestro León, joven, hijo, luchador heroico, ya no está!

Su madre, que había intimado con él más que nadie, y yo estamos viviendo estas horas terribles recordando su imagen, rasgo por rasgo, sin poder creer que él ya no está, y llorando porque es imposible no creerlo. ¿Cómo nos podemos acostumbrar a la idea de que en esta tierra ya no existe este cálido ser humano, ligado a nosotros por vínculos indisolubles de recuerdos en común, de mutuo entendimiento y de tierno cariño? Nadie nos conoció y nadie nos conoce, con nuestras debilidades y nuestros lados fuertes, tan bien como nos conocía él. Era parte de nosotros, la parte joven de nosotros. Por centenares de canales, nuestro pensamiento y nuestro sentimiento iban hacia él a París. Junto con nuestro muchacho ha muerto lo que quedaba de joven en nosotros.

Adiós, León, adiós querido e incomparable amigo. Tu madre y yo nunca pensamos, nunca esperamos que el destino nos fuera a imponer esta terrible tarea de escribir tu obituario. Vivíamos firmemente convencidos de que mucho tiempo después de que nos hubiéramos ido serías tú el continuador de nuestra causa común. ¡Pero no pudimos protegerte! Adiós, León. Legamos tu recuerdo irreprochable a las generaciones más jóvenes de los obreros del mundo. Con justicia tú vivirás en los corazones de todos aquellos que trabajan, sufren y luchan por un mundo mejor. ¡Jóvenes revolucionarios de todos los países! ¡Aceptad de nosotros el recuerdo de nuestro León, adoptadlo como vuestro hijo – es digno de ello – y dejad que, a partir de ahora, participe invisible de vuestras batallas, ya que el destino le ha negado la dicha de participar de vuestra victoria final!»

Extraído de «León Sedov: hijo, amigo, luchador», 20 de febrero de 1938 [folleto dedicado a la juventud proletaria, publicado por la Liga de Jóvenes Socialistas (internacionalistas de la Cuarta) en marzo de 1938].

http://www.ceipleontrotsky.org/Leon-Sedov-hijo-amigo-luchad…

http://www.laizquierdadiario.com/A-77-anos-del-asesinato-de…