Agregaron: “Crecimos con el ideal del soldado heroico, les enviamos paquetes de cuidados, visitamos los tanques en los que lucharon, nos disfrazamos de soldados en los campos de entrenamiento premilitares y homenajeamos sus muertes en los días conmemorativos. El hecho de que esta sea la realidad a la que todos estamos acostumbrados no la convierte en apolítica. El alistamiento es un acto político, no menos que la negativa a hacerlo”. La carta luego se refiere a “la política de apartheid expresada en dos sistemas legales separados, uno para palestinos y otro para judíos” y “a la herencia de la Nakba [en árabe, “catástrofe”, cuando más de 700.000 árabes huyeron o fueron expulsados desde sus hogares durante la Guerra de Independencia de Israel de 1947-49] y la ocupación, como se expresa en “racismo social, un discurso político incendiario y violencia policial”.Uno de los signatarios, Daniel Paldi de Tel Aviv, dijo: “Desde muy pequeños nos educan para ser soldados. Las clases de educación cívica no hacen mucho para cambiar el curso unidireccional del sistema escolar, cuyo pináculo llega con los preparativos para el alistamiento en la escuela secundaria”.
Paldi agregó: “¿Por qué la negativa a alistarse se percibe como una acción política, pero las actividades escolares destinadas a alentar el alistamiento se consideran evidentes? Comienza con viajes escolares a Jerusalén y los Altos del Golán , en los que no se discuten contextos políticos. Sólo se nos habla de las batallas. Hay un elefante en la habitación del que nadie habla”.
Imagen de portada: Dror Mizrahi