Escribe Reynaldo Saccone, dirigente de Izquierda Socialista/FIT Unidad
En el centro de Londres, bajo el cielo lluvioso del sábado 6 de mayo de 2023, una multitud aguardó el paso del cortejo real de la coronación del rey Carlos III del Reino Unido en la abadía de Westminster. Se ofrecía al mundo, televisión mediante, el espectáculo cuidadosamente preparado de un país próspero y un régimen políticamente estable, democrático y respetuoso, en el que conviven armoniosamente distintas tradiciones, religiones y diversidades. Los hábiles primeros planos de las cámaras mostraban rostros de las más variadas etnias. La misma intención tuvo la ceremonia al interior de la abadía: un coro de afrodescendientes entonó un gospel, el primer ministro Rishi Sumak -de ascendencia india y religión hindú- leyó la epístola en la misa y el recién coronado Carlos -que es además jefe de la iglesia anglicana- saludó personalmente a obispos católicos, rabinos, imanes musulmanes y ministros de distintos credos presentes por primera vez en tal ceremonia. Se exhibía al país y al mundo que eran una realidad las palabras de la princesa Ana, hermana del rey, que días antes había dicho a los medios “…la Monarquía facilita un nivel de estabilidad a largo plazo que sería difícil conseguir de cualquier otra manera”. Sin embargo, la realidad es muy distinta de lo que se presenta. Veamos qué hay detrás de las cámaras.
El régimen de la monarquía constitucional o parlamentaria