Rolando Astarita 18/08/2023
De acuerdo al enfoque que ha manejado tradicionalmente la izquierda, la crisis económica y el empeoramiento de las condiciones de vida de las masas deberían generar un campo propicio para las ideas socialistas y la organización de los trabajadores y los oprimidos. Condiciones que, en principio, parecen reunirse en la Argentina: la economía está estancada desde hace más de 10 años; la pobreza llega al 45% de la población; la inflación supera el 110%; los ingresos de los trabajadores y jubilados están en caída libre desde hace tiempo; el descontento con los partidos tradicionales es extendido; la izquierda dirige porciones significativas del movimiento de desocupados; y sus candidatos y propuestas son conocidos por el gran público. En suma, todo indicaría que estaban dadas las condiciones para que en estas elecciones se concretara el, tantas veces anunciado, “giro a la izquierda de las masas peronistas”.
Pero no hubo giro. El peronismo-kirchnerismo perdió 5,7 millones de votos en relación a 2019. Juntos por el Cambio perdió 1,3 millones de votos, también en relación a 2019. De manera que entre JxC y UP perdieron unos 7 millones de votos. Pero la izquierda (FIT-U, Política Obrera, Nuevo MAS) obtuvo apenas unos 590.000 votos. 7,1 millones fueron a la ultraderecha, a Milei. Este se impuso en 16 provincias y fue segundo en otras cuatro.