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LA PAZ AMENAZADA

Muy recientemente –el domingo del 28 de enero pasado– tres soldados norteamericanos murieron y 34 fueron heridos (ocho de ellos de gravedad) a raíz de un bombardeo con misiles de las milicias de Resistencia Islámica en Irak [1]. Fueron lanzados 15, de los cuales solamente dos llegaron al blanco; los demás fueron destruidos en vuelo. Se trata de un número de bajas pocas veces visto en los últimos años. Según los propios Estados Unidos, el ataque sucedió contra una base militar propia, instalada en Irak, cercana a la frontera con Siria.

El Presidente norteamericano, Joseph Biden, en un evento en Carolina del Sur, dijo poco después que habían tenido “un día difícil en Oriente Medio. Hemos perdido a tres valientes en un ataque contra una de nuestras bases”. Y añadió escuetamente: “Responderemos”. Poco después, el Presidente volvió sobre el tema y dijo: “No tengan ninguna duda: haremos que los responsables rindan cuentas, cuándo y cómo lo creamos conveniente”. Ni lerdo ni perezoso, Donald Trump –que muy probablemente disputará con Biden las próximas elecciones– describió lo sucedido como “una consecuencia de la debilidad y rendición de Joe Biden”. Durísimo. Pero, claro está, la pugna electoral entre ambos, de no mediar alguna intervención judicial sobre Trump, está próxima. Y la disputa entre los dos –que asoma ya– será sin dar cuartel.

Como quiera que sea, Biden demoró la dura represalia en esa zona probablemente con el propósito de que Irán pudiera retirar personal militar y evitar un conflicto más amplio entre Washington y Teherán. Es decir, con la intención de que no escalara un conflicto entre ambos países. Y el 2 de febrero de este año lanzó la represalia norteamericana, que atacó a 85 objetivos mayormente relacionados con diversos grupos radicales e insurgentes radicados en Irán. Entre otros: un centro de comando y control, misiles, cohetes e instalaciones de almacenamiento de drones. Es conveniente indicar que en esos embates también fueron atacadas, en Siria, organizaciones afines a las iraquíes. El propio Presidente norteamericano indicó que continuarían esas intervenciones si fuera necesario. Y aclaró: “Nuestra empresa empezó hoy. Continuará en el momento y lugar de nuestra elección”.

El domingo 4 de febrero, después de las acciones contra Irak y Siria, hubo también un ataque de Estados Unidos y el Reino Unido contra los huties, en Yemen. Estos intransigentes chiitas hace ya alrededor de tres meses atacan buques mercantes en el Mar Rojo, el estrecho de Bab el Mandeb y el Golfo de Adén. Entre otros intereses, procuran acompañar y apoyar la lucha de Hamás en Palestina. Pues bien, el domingo pasado fueron atacados 36 objetivos hutienses desde buques de guerra estadounidenses, entre ellos el portaviones Eisenhower y los destructores Gravely y Carney, y desde aviones norteamericanos e ingleses. Hubo, asimismo, un apoyo –sin intervención directa– de Australia, Bahrein, Canadá, Países Bajos y Nueva Zelandia. Curiosamente, parece una entente mundial no obstante ser pocos ya que pertenecen a cuatro continentes: Oceanía, Asia (Medio Oriente), América del Norte y Europa.

Breve final

Hoy en día el panorama de la paz está más oscuro que en otros tiempos. Las guerras han avanzado como lo muestran el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania y la que se desarrolla en Palestina entre Hamas e Israel, ambas de una magnitud considerable. No son las únicas. Hay varias también en desenvolvimiento en Asia y en África.

Nuestro orbe está más cerca de la guerra hoy que en otros momentos. Y la paz del planeta se halla más amenazada que hace muy pocos años atrás. Hemos, sin duda, retrocedido. Es duro reconocerlo, pero es así.

[1] Organización apoyada por Irán en la que convergen varios grupos. Su denominación en árabe es Ashid al Shaabi.

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