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Alemania: las elecciones y los gobiernos pasan, pero la crisis y los recortes quedan

El verdadero problema reside en la crisis estructural de su economía o lo que muchos economistas llaman el “fin del milagro alemán” o “fin de ciclo”. Esta situación de crisis profunda se debe a varias cuestiones. Algunas de carácter internacional y otras de carácter interno, que están entrelazadas. Veamos algunas de ellas. 

Por un lado, está el agravamiento de la crisis capitalista mundial que ha generado una fuerte disputa inter imperialista, en la que Alemania quedó presa entre los dos principales contendientes, EE. UU. y China, y aunque sea la cuarta o tercera economía mundial, según las cifras que se tomen en cuenta, está muy por debajo de las dos principales potencias. Esta situación le obliga a pelear por un lugar en esa contienda con una mala relación de fuerzas. Además, es un país principalmente exportador y esta “guerra comercial” con aranceles, cuotas aduaneras y fuertes peleas por mercados, no le beneficia para nada. 

Otros elementos a tener en cuenta son que, desde la II Guerra Mundial, sigue siendo un país muy controlado por EE. UU.; su principal industria, la automotriz, está muy tocada por la crisis del sector; la guerra entre Rusia y Ucrania provocó que dejara de recibir gas y petróleo a bajo coste para hacer funcionar su industria; es un país muy atrasado en todo lo que se refiere a la digitalización; etc.  A todos estos problemas se le sumó lo que fue el detonante para que se adelantaran las elecciones, que fue que la Constitución alemana le prohibiera al gobierno, encabezado por el socialdemócrata Scholz, poder aumentar el endeudamiento para reactivar la economía.

Ninguna alternativa real para las y los trabajadores

Lamentablemente no hubo ningún partido con un mínimo de representación que levantara un programa alternativo para la clase trabajadora y el pueblo.

Así CDU, AFD o BSD (el partido de Sara Wagenknecht, ex dirigente de Die Linke) centraron su campaña en la inmigración, ocultando de este modo su incapacidad de dar una propuesta económica que dé respuesta a la situación actual. El SPD y Los Verdes, por su parte, hicieron eje en la campaña del “cuidado que viene la derecha” para tratar de movilizar a su electorado y, de esa manera, obviar el desastre que está siendo su actual gobierno y esconder también que no tienen una propuesta alternativa para salir de la crisis.

Centrar el debate alrededor de la inmigración les sirvió a los partidos del régimen para evadirse de presentar propuestas concretas, y las pocas veces que se habló de soluciones económicas, algunos partidos plantearon la política del “déficit 0”, es decir recortes en todos los aspectos para equilibrar los números; y otros, propusieron el viejo modelo de endeudarse más para reactivar el mercado interno. Y como ya sabemos ninguno de estos dos proyectos trae beneficios para los/las trabajadores/as y el pueblo. Todos estos partidos, con sus matices, gobiernan y gobernarán para el gran capitalismo alemán. 

Algunas conclusiones de las elecciones y las perspectivas

Es muy probable que surja una coalición de gobierno, encabezada por el conservador Merz, que no tenga una mayoría y una unidad clara para poder implementar el plan de recortes que necesitan para que las empresas alemanas recuperen confianza y mejoren sus tasas de ganancia. Los números muestran la falta de una clara mayoría y eso hará complicado conseguir un nuevo gobierno sólido. Pero más allá de cuan sólido sea el futuro gobierno o de si será capaz de terminar su mandato, lo que es seguro, es que, ya sea con el modelo de “déficit 0” o el modelo de aumento de la deuda, lo que le espera a la clase trabajadora son más recortes en cuestiones sociales como educación, sanidad y jubilaciones, más flexibilidad laboral “para que las empresas alemanas sean más competitivas”, aumento del presupuesto militar, apoyo al genocidio en Palestina, etc.

Como decíamos al principio las elecciones tuvieron que ser adelantadas y esto fue un acontecimiento que no es para nada normal en Alemania, sino un signo evidente de crisis política. La estabilidad que reinó durante décadas va llegando a su fin y va dando paso a una polarización social creciente. Está claro que la crisis ya no golpea sólo en la periferia, sino que ha entrado y ha venido para quedarse en el corazón de Europa. Hay un descontento social manifiesto y un aumento de los conflictos políticos y sindicales. En los últimos dos años hubo huelgas y protestas por aumento de salarios o mejores condiciones de trabajo en el metal, ferroviarios, portuarios, personal de tierra de Lufthansa, entre otros.

Ante esta situación la clase trabajadora tiene que dejar de ser mera espectador de este cine de terror capitalista y estar a la cabeza de las luchas, junto a la juventud y los sectores populares, que se van dando y las que vendrán. Habrá que enfrentar desde el minuto uno al nuevo gobierno. En los centros de trabajo y de estudio tenemos que elegir delegados/as combativos/as, tenemos que exigirles a las cúpulas sindicales que se pongan a la cabeza de las luchas y tenemos que levantar programas que representen nuestros intereses y den respuestas de fondo y de clase a los problemas presentes. En ese proceso es en el que programas y partidos se van poniendo a prueba. Esa es la base para que pueda desarrollarse una organización política alternativa y de clase, de una izquierda realmente independiente, que también sea una alternativa para enfrentar y derrotar el crecimiento de la ultraderecha. Es el momento en que se hace necesario, y también posible, construir un partido socialista y revolucionario. En esa perspectiva estamos trabajando las y los militantes de la UIT-CI en Alemania.

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