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¿Sensación o realidad?

Inseguridad

¿Sensación o realidad?

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La seguidilla de asesinatos ocurridos en las últimas semanas ha despertado nuevamente el debate acerca de la inseguridad. Los políticos patronales, fogoneados por los medios, sacan a relucir sus viejas recetas de mano dura y tolerancia cero. Scioli intenta reactivar las contravenciones por “vagancia” o “merodeo”. Los Kirchner, en un intento por descomprimir, hablan de “sensación de inseguridad” y miran para otro lado. Mientras tanto, los trabajadores y el pueblo pobre son quienes más sufren este flagelo. Por eso se movilizan.

Escribe: Juan Rivera

Los asesinatos de la maestra en Derqui, de la arquitecta de Wilde y la vecina de Parque Chacabuco, entre otros, han reavivado el debate en torno a la inseguridad. Estos asesinatos, sumados a una larga lista, evidencian que la inseguridad no es una sensación, sino un flagelo que acecha a diario. Son generalmente los trabajadores y sectores populares quienes más lo padecen, por hallarse más expuestos, viviendo en barrios donde el delito es moneda corriente.

Desde Izquierda Socialista no sólo acompañamos a los familiares y vecinos de las víctimas en su dolor, sino que, además, alentamos su movilización, tal como lo han hecho en estos días los vecinos de esos barrios. Es necesario movilizarnos, coordinar y empezar a auto-organizarnos en los barrios, con sistemas de alarmas y otros reaseguros que nos permitan disuadir el delito. Debatiendo y buscando nuestros propios métodos, convocando en nuestro apoyo a las organizaciones de trabajadores, sociales y barriales de la zona.

Las falsas recetas

A caballo de esta real situación, aparecen las recetas mágicas y efectistas. Los partidos patronales, en su conjunto, proponen saturar las calles de policías, otorgándole a ésta mayor autonomía operacional. Sin embargo, esto no sólo no resuelve el problema, sino que lo agrava, porque se trata de una institución que se halla totalmente enquistada con las situaciones delictivas. Detrás de los jóvenes que salen a delinquir -victimas de la pobreza, las drogas y la ausencia de futuro-, hay casi siempre una organización que difícilmente podría existir sin la complicidad de las cúpulas policiales, apadrinadas por punteros políticos y jueces corruptos, muchos de los cuales vienen de la dictadura. Por eso es que muchas de las movilizaciones terminan en las comisarías o, como ocurrió en Parque Chacabuco, apedreando un móvil policial, por considerarlos cómplices activos del delito. Por eso es que las organizaciones barriales deben avanzar en el control popular del accionar policial, planteando la inmediata renuncia de las cúpulas corruptas, eligiendo al comisario por voto popular y exigiendo la sindicalización de los cuadros inferiores de estas fuerzas, para que puedan denunciar a sus superiores y negarse a ejecutar órdenes corruptas o represivas.

Otra de las propuestas que reaparece es la baja de la edad de imputabilidad. Sin embargo esto no resuelve nada. Como dice el abogado penalista Elías Neuman, “estirar para abajo la imputabilidad no disuade ni intimida (…) nadie va a cometer delitos con el Código Penal bajo el brazo.” (Clarín, 22/11)

Por su parte, Scioli pretende reactivar medidas como las contravenciones por “merodeo”, “vagancia” o “ebriedad”, las cuales ya han sido derogadas por dar lugar a innumerables abusos por parte de las fuerzas policiales. Al respecto, Neuman afirma que estas medidas pretenden dar vía libre a la policía para que pueda requisar a quienes considere sospechosos que “por lo general, se trata de gente de abajo, que con la intervención pierde en un instante su privacidad, luego su dignidad y, al fin, su libertad, por el sólo hecho de su apariencia. Portación de cara, le dicen.” (It.). Es decir, con esto se daría vía libre a la criminalización de la pobreza.

Hipocresía y cinismo

Además de todo este entramado delictivo conformado por policías, jueces y políticos corruptos, la pobreza, marginación y desigualdad social conforman el caldo de cultivo de la violencia, arrastrando a jóvenes a delinquir. Jóvenes que son utilizados como mano de obra barata y desechable por quienes verdaderamente se enriquecen con este gran negocio. En vez de combatir esta situación, Scioli, los Kirchner, los Macri, entre otros, hacen lo contrario. Son quienes aplican un modelo económico al servicio de los de arriba, generando cada vez más hambre y desocupación. Por eso, la “defensa de la seguridad” en manos de estos políticos es sólo papel mojado.

El Socialista 02/12/09