Néstor Kirchner (1950-2010) ¿Qué pasó con la nobleza, Pablo? ¿Se la dejaste a Ernestina?
Ningún sector está dándole un uso político tan grande a la muerte de Kirchner como el propio kirchnerismo. Hoy el poder político, ante la ausencia de su jefe, necesita de un mito.
Ningún sector está dándole un uso político tan grande a la muerte de Kirchner como el propio kirchnerismo. La verdad, o la realidad, que son lo mismo según las sabias palabras del General, ya no importan. Los escribas que hoy trabajan para el poder estatal han abandonado el principio que algunos de ellos sostuvieron hasta hace poco de acercarnos a la verdad -o a la realidad, que son lo mismo. Hoy el poder político, ante la ausencia de su jefe, necesita de un mito. Y allí están ellos, los profesionales de la palabra para brindar sus servicios. El Flaco, dice Pablo Llonto. Néstor, dicen otros. Una manera de generar cercanía. Pero no de ellos con Kirchner. Sino de Kirchner con ellos. Era uno de nosotros. Néstor, el Flaco. El primer paso de la operación mítica deja a Kirchner sin apellido.
Pero también sin historia. Te recuerdo, Pablo, que el Flaco era el mismo que en 2004 mandó a 600 guardias de infantería a desalojar con gases, palos y camiones hidrantes la planta donde se imprimía Clarín, ocupada por los trabajadores gráficos en protesta por el despido de toda la comisión interna y de otros trabajadores del «monopolio». La misma arbitrariedad que vos sufriste allá por 1999, cuando eras delegado gremial. ¿Qué pasó Pablo, te olvidaste de ese «detalle» del gobierno del Flaco, te olvidaste de tus ex compañeros? Kirchner nunca garantizó que los principios constitucionales de asociación gremial pudieran cumplirse en Clarín. Ni siquiera luego de haber roto el pacto con «el monopolio»; el mismo «monopolio» al que le extendió sus licencias de radio y televisión por diez años más, allá por 2005. Cómo puteaste en ese momento, Pablo. Pero no sacaste las conclusiones del caso.
Te veo seguido, Pablo, en 6,7,8 y Duro de Domar. Si se va seguido a los programas donde circulan funcionarios de reconocida e intachable trayectoria ética y popular, como Aníbal Fernández o Julio de Vido, es obvio que ya no te vea en piquetes, huelgas y protestas de los trabajadores. El Flaco se horrorizó por el crimen de Mariano Ferreyra, decís. Creo que fue así, que se horrorizó. Tanto que estos programas a los que habitualmente concurrís fueron los únicos de la televisión argentina donde no fueron invitados ni obreros ni compañeros de militancia de Mariano. Invitaron a funcionarios. El objetivo: colaborar en la operación de inteligencia -perdón por la exageración- que tenía por objetivo aprovechar la muerte de nuestro compañero para dirimir la interna del PJ contra Duhalde y despegar al Flaco de sus vínculos con Pedraza, separando a Moyano de la Unión Ferroviaria. La famosa democratización de la comunicación. La misma que dijiste, hace unos años en la Facultad de Ciencias Sociales, no iba a ser llevada adelante por el Flaco. Ahora resulta que arremetió contra Clarín y Papel Prensa. ¿Los compañeros de Mariano tendremos nuestra cuota de papel y nuestra licencia de radio o tv? ¿O serán para los viejos nuevos Gvirzt y Spolsky? ¿Y las telefónicas, Pablo? ¿Acaso el gobierno del Flaco no acaba de profundizar el monopolio de Telefónica/Telecom aprobando la nueva composición accionaria y desestimando la denuncia por práctica monopólica?
Ay Pablo, de un día para el otro Pedraza se convirtió en impostor y Moyano en un ejemplo de dirigente gremial ¿Es necesario recordarte lo que hacía Moyano en los setenta en Mar del Plata y alrededores? ¿O el papel jugado en estos años, por ejemplo, en ponerle tope a las paritarias? El Flaco devolvió las paritarias, dicen. Mentira, la arrancaron los trabajadores. Por eso el Flaco recurrió a los servicios de Moyano y Yasky para ponerle techo. De un día para el otro, también, apareció el Pedraza dueño de las tercerizadas que emplean trabajadores en el ferrocarril por la mitad del sueldo que deberían cobrar. ¿No se te ocurrió preguntarle a Tomada, abogado de la Unión Ferroviaria por más de 20 años y hoy ministro de Trabajo del Flaco? ¿Por qué no se hizo nada antes? ¿Por qué hubo 93 instancias de mediación entre la empresa y los tercerizados en el Ministerio de Trabajo y no se solucionó el problema? El gobierno del Flaco podía haber evitado que mataran a mi compañero de 23 años. Pero para eso había que tocar los negocios de Pedraza.
Decís con toda razón que la burocracia sindical mató a nuestro compañero pero nada decís que esa burocracia apoyaba al Flaco, y que el Flaco se recostaba en ella. A propósito, ¿quién inauguró la Casa del Trabajador Ferroviario en 2009 e hizo una reivindicación pública de Pedraza? ¡¡¡En 2009, Pablo!!! La presidenta y esposa del Flaco. La misma que celebró el regreso de la Juventud Sindical ¿Hace falta que te recuerde qué papel jugó esa juventud en los setenta? Continuemos, mejor. Omitís mencionar el papel jugado por la policía de Scioli, reprimiendo a los tercerizados del Roca y no a la patota de Pedraza. Pero mencionar eso te llevaría a denunciar que la Policía Federal liberó la zona en Capital para que los esbirros de Pedraza acribillaran a nuestros compañeros. La policía del gobierno del Flaco, Pablo. No es la primera vez que pasa. Por mencionar un solo caso: preguntale a los trabajadores del Casino detenidos por la Gendarmería y la Policía Federal y sometidos a diversos vejámenes en las comisarías. No lo digo yo, militante del Partido Obrero. Lo denunció, entre otros, una de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Pero ahora escribís para el poder que defiende a Cristóbal López, dueño del Casino, cuando antes combatías ese mismo poder.
¿Contradicciones de un gobierno? Puede ser. De ser así, ¿por qué ocultarlas? ¿Por qué no ponerlas sobre la mesa y que cada uno haga su balance? ¿A qué le temés, Pablo? ¿A qué cada uno encuentre una lógica entre el llamado del Flaco, allá por 2003, a construir «brigadas antipiqueteras», y cada una de las zonas liberadas por las policías, Gendarmería y Prefectura para que las patotas sindicales actúen con total impunidad? Le hicieron caso al Flaco, no hay dudas.
El mito debe ser tan grande que es necesario ocultar las propias palabras del sujeto a mitificar. No era por el «fifty fifty» que el Flaco intentó aplicar la 125; él mismo, que era mucho más sincero que vos, dijo claramente que debía pagar deuda. ¿Te acordás, Pablo, cuando marchabas por el no pago de la deuda externa? ¿Qué pasó? ¿De golpe la deuda fraudulenta se convirtió en objeto de honra? ¿O ahora tenés que «honrar» otra cosa, Pablo? Un dirigente rural reivindicó la política agropecuaria del Flaco delante de su mismo cajón y de cara a la presidenta. Dijo que se terminaron los remates y que nunca la rentabilidad había sido tan alta para el agro. Se olvidó de agradecerle al Flaco por mantener o no hacer nada contra las altísimas tasas de empleo en negro y trabajo infantil en el campo, dos características indispensables para aumentar la rentabilidad.
Destacás el matrimonio igualitario pero no decís nada de la negativa del gobierno del Flaco a legalizar el aborto, ni de las subvenciones del Estado a la Iglesia. ¿Que me quedo con lo malo y no reconozco lo bueno? Es una manera de verlo. La otra puede ser que me importan más las miles de mujeres que se mueren por año por abortos clandestinos y el deterioro de la educación pública a cambio de subvencionar a la privada. Ahí sí hay un interés estructural que afectar. ¿Por qué no hacer las tres cosas? ¿No están dadas las condiciones? ¿Entonces el Flaco sólo hacía lo que se podía hacer? ¿Si hacía lo que se podía hacer, cómo es entonces que enfrentó a los poderes establecidos? Se enfrenta al poder para hacer lo que no te dejan, Pablo. Principio básico de los que luchan contra las injusticias.
No hacía falta tanto, Pablo. Te pregunto: ¿era necesario mencionar a los mineros de Río Turbio? Sí, era necesario. Porque si hubieses mencionado, por ejemplo, a los docentes santacruceños en lugar de a los mineros iba a ser muy difícil que no saliera a la luz la orden librada a la Gendarmería, la Policía provincial y a la Prefectura de militarizar las escuelas de la patria pingüina para impedirles el paso a los docentes y directivos que estaban en huelga. Ni hablar de las represiones a los petroleros y desocupados de la provincia del Flaco; donde no se hacía nada sin su venia. Mencionás los noventa, ¿qué hizo el Flaco en los noventa? No te pregunto por lo que hizo durante la dictadura mientras se chupaban, torturaban y hacían desaparecer a sus compañeros de la «juventud maravillosa» porque me da vergüenza ajena. El del Flaco debe ser el único caso en que puede resumirse su actividad durante esa época a una circular: la 1050.
Por último, tenés todo el derecho a construir el mito del Flaco como el último gran estadista. Eso sí, no escatimás recursos para eso. Te decís leninista y trotskista para mofarte de quienes abrazan esas ideas. Casualmente las que abrazaba Mariano Ferreyra. Nosotros somos más respetuosos. No nos mofamos de los kirchneristas ante la pérdida de su líder político. Discutimos con ellos. No los puteamos, como vos decís que puteabas al Flaco. Debatimos, fuertemente, con nuestras convicciones, que no cuelgan de ningún poster -qué bajo caíste con este comentario despectivo, Pablo-. Esas mismas convicciones que parece que has perdido junto con el respeto por los muertos asesinados por los aliados del Flaco ¿Cambiaste de opinión? Puede ser ¡Pero qué casualidad! Cambiaste por las ideas que hoy son parte del poder. Tan perdido estás que luego de definirte leninista y trotskista terminás diciendo que sos anarquista. Un anarquista más papista que el Papa, vaya contradicción. Entre paréntesis: ¿Qué querés demostrar, Pablo? ¿Qué podés ser otro Vertbisky? Un detalle, los anarquistas no hubiesen votado nunca al Flaco. No por el Flaco, sino porque los anarquistas no votaban, deliberadamente. Si estás confundido, no confundas.
Docente universitario y periodista
11/11/2010