La revuelta popular triunfa en Túnez y hace huir al tirano Ben Alí

Es un ejemplo perfecto de como un pueblo maltratado pero unido, sin necesidad de partidos políticos ni  grandes líderes, es capaz de derrocar un gobierno tirano saliendo a la calle para luchar por su derecho a vivir dignamente. Estudiantes sin futuro, parados, artesanos, hombres, mujeres, niños, ancianos… han pasado en cuestión de días de pronunciar el nombre del dictador en voz baja y con miedo a gritarlo en voz clara, alta y firme, llamandole asesino e instandole a abandonar el país. La falta de trabajo y futuro para los jóvenes, el alto precio de los alimentos, la corrupción política y económica, la falta de libertades sociales… todo estos factores han unido a los ciudadanos que finalmente han logrado expulsar al dictador, al cual no han podido defender ni siquiera las tanquetas del ejército.

Ben Alí llevaba en el poder desde 1987 de forma continua, había convertido su país en su  haima particular y la de su esposa, su clan político y familiar, los Trabelsi,  controlaban todos los cargos políticos, ganaba todas las elecciones con porcentajes superiores al 90%, impedía a la oposición presentarse libremente, y todo esto pasaba por supuesto gracias al apoyo de EEUU y la UE, con grandes intereses en este país del Magreb. Es uno de los llamados «estado tapón» contra el islamismo, aunque esa es la excusa, y realmente sean otros los intereses, minerales, gas, petróleo, turismo de masas, lucha contra la inmigración… Es precisamente en los países donde la gente esta sometida al poder y sin recursos donde más crece el fanatismo religioso. Durante años la UE ha financiado al regimén de Ben Alí, y gracias a esta financiación ha conseguido mantenerse en el poder hasta ahora. Fijándose sus críticas siempre, eso sí, en otros países más lejanos como Venezuela o Cuba.

El FMI había recetado una serie de medidas económicas para hacer crecer la economía y bajar la inflación, encareciendo el precio de los alimentos, disminuyendo las ayudas sociales, y fijando un déficit fiscal del 3% en 2008. Los observadores y analistas económicos occidentales, y el Fondo Monetario Internacional (FMI),  consideraban que Túnez era un ejemplo de “nación musulmana norteafricana estable y progresista”. Pues bien, esta es la consecuencia de seguir las directrices del FMI.

Hasta hace dos días la UE no había condenado al regimen de Ben Alí, sino el uso desproporcionado de la fuerza (¡¡¡Después de más de 50 muertos!!!), y Obama no ha pedido las elecciones «anticipadas» también hasta que el gobierno tunecino se ha desmoronado del todo y ha visto que no había más salidas. Porque realmente el gobierno pese a la represión y el uso de las fuerzas militares, pese al toque de queda, pese a la promesa de nuevas elecciones en un futuro y de abandonar el gobierno no había conseguido apaciguar los animos de la gente. Cuando la revuelta está en marcha es imposible de parar.

Obama aplaude ahora el «coraje y dignidad» demostrado por el pueblo tunecino y ha pedido la celebración de elecciones «justas», condenando el uso de la violencia contra los ciudadanos que pacíficamente se manifiestan, aplaudiendo el coraje y la dignidad del pueblo tunecino según el último comunicado distribuido por la Casa Blanca. Después de 28 días de revueltas y más de 60 muertos aplaude al pueblo tunecino.

Los disturbios empezaron el pasado 17 de diciembre cuando un joven de 26 años se quemó a lo bonzo en la localidad turística de Sidi Bouzid para denunciar la corrupción y los abusos administrativos, después de que la Policía le confiscara las frutas y legumbres que vendía en la calle, con el argumento de que carecía del permiso para esa actividad. Desde ese día las revueltas sociales de los jóvenes se generalizó gritando consignas contra el Gobierno, lanzando cócteles molotov y enfrentándose a pedradas con la Policía. Los objetivos de los manifestantes eran las sucursales bancarias, las sedes de organismos oficiales y las comisarías de policía.

El peligro ahora es que tras la huída de Ben Alí y la convocatoria de nuevas elecciones dentro de unos meses, está revolución sea secuestrada nuevamente, como muchas otras, y empiezen a negociar y pactar los partidos políticos de la oposición con los tecnócratas que continuarán en el poder, sumándose a esta nueva etapa por supuesto la UE y EEUU, que en el fondo no les importa quien gobierne sino que se gobierne siguiendo sus intereses y directrices. Túnez tiene por delante ahora seis meses duros de Estado de excepción y gobierno provisional que intentará secuestrar la revolución popular.