Túnez: la insurrección popular derriba al dictador
Lo que comenzó como una protesta por el suicidio de un joven licenciado que había sido reprimido por la policía, se convirtió en un levantamiento popular que derrocó al dictador Ben Ali.
Marcel G. Corriente Roja 17-1-2011
Túnez:
LA INSURRECCION POPULAR DERRIBA AL DICTADOR
Lo que comenzó como una protesta por el suicidio de un joven licenciado que vivía de vendedor ambulante y había sido reprimido por la policía, se convirtió en un levantamiento popular que derrocó al dictador Ben Ali.
Una revuelta social contra el desempleo, la miseria y una dictadura corrupta
Las condiciones sociales para el estallido estaban más que dadas. Túnez es un país absolutamente colonizado por las potencias imperialistas, muy en particular por la Unión Europea: Francia tiene instaladas 1200 empresas, a las que se unen sociedades británicas, belgas o españolas. Durante años el PIB crecía oficialmente un 5% y se aplicaba una política neoliberal basada en las privatizaciones y el ajuste dictados por el FMI, enriqueciendo a la familia del dictador Ben Alí y con una corrupción enorme que se adueñaba de todo.
La muerte de Mohamed Bouazizi puso al descubierto la verdadera situación de las clases populares, sobre todo de la juventud. Mientras el gobierno reconocía una tasa de desempleo del 13%, medio millón de parados en un país de 10 millones de habitantes, la oposición elevaba dicha cifra al 40% entre los jóvenes con título universitario.
La revuelta social, que comenzó en Sidi Bouzid, se fue extendiendo a otras ciudades. Las tasas de desempleo y las subidas de los productos básicos alimentaron las movilizaciones, poniendo en el punto de mira al gobierno de Ben Ali.
Éste reaccionó al principio insultando a los jóvenes parados, llamándoles «vándalos» y «terroristas». Después, impotente ante la revuelta, cambió primero al ministro del Interior y después al gobierno, ofreciendo reformas democráticas, rebaja de precios, creación de 300.000 puestos de trabajo y la promesa de no presentarse a la reelección en 2014. A las pocas horas huía del país.
La movilización había llegado a un punto crítico. A pesar de la represión y los muertos, las manifestaciones iban a más, ya nadie confiaba en las promesas y la UGT-T convocó a la Huelga General. Mientras, en Argelia comenzaban luchas contra la subida de los precios, en Jordania sucedía lo mismo y en Marruecos el gobierno prohibió las manifestaciones. El incendio social amenazaba con extenderse al Magreb y al mundo árabe.
En estas condiciones, el dictador decide escapar, primero a su aliada Francia, pero «Roma no paga a traidores» y Sarkozy, con cientos de miles de tunecinos en su territorio, no se atrevió a admitirlo. Al final encuentra refugio en Arabia Saudí.
Llevar la revuelta hasta el final
Tras la huida del dictador, el Gobierno asume «temporalmente». El dictador ha huido, pero el aparato de la dictadura aun pervive, en plena crisis, y propone un gobierno de unidad nacional. Por presiones de la oposición, el presidente del Parlamento asume la presidencia de un gobierno de unidad nacional.
Las fuerzas de la oposición entran en juego para estabilizar la situación, con las propuestas de «gobierno de coalición» de los islamistas, o de «garantías» de que se cumpla el último discurso de Ben Ali, como exige la dirección de la UGT-T.
Las potencias imperialistas, la UE y los EE UU, declaraban que «seguían» la situación. Todos se mueven para evitar que el camino iniciado con la caída del dictador llegue a su final, acabando con los restos de la dictadura, la expropiación de las riquezas de la familia de Ben Ali y la lucha por la segunda Independencia que rompa con el imperialismo, abra la vía al socialismo y una a los pueblos del Magreb.
Corriente Roja declaramos nuestro apoyo a las movilizaciones de los trabajadores y trabajadoras, de la juventud tunecina y del resto del Magreb contra los regímenes dictatoriales, y llamamos a la población trabajadora del Estado Español a solidarizarse.
Si algo demuestra el ejemplo tunecino es que con la movilización general, sostenida y consecuente, se puede derrotar a los gobiernos de los planes de ajuste y austeridad.
Artículo publicado en Página Roja, publicación mensual de Corriente Roja