¿En qué mundo vive Cristina?
Por estos días, -además de ser comentario obligado el gran aumento de los alimentos, los bajos salarios, los despidos y los cortes de luz en medio del insoportable calor- , han acaparado la atención popular los sorprendentes consejos catedráticos, culinarios y sexólogos de la presidente. El llamado a comer cerdo a cambio del Viagra -atribuyéndole condiciones afrodisíacas rechazadas por los que saben-, o el consejo de comer pechuga de pollo porque ayuda a la dieta e invita a “volar” -cuando el pollo es un ave que no vuela-, además de ser una tomada de pelo para quienes no prueban un bocado de carne por falta de ingresos, tienen un claro trasfondo. Parece que sus asesores se lo han aconsejado en un intento de tapar la brutal crisis política de su gobierno; remontar la enorme caída de popularidad ante el creciente descontento popular y tratar de encubrir su política de entrega y corrupción, esencialmente la de pagar deuda externa con el hambre del pueblo. Difícilmente pueda lograr alguno de sus deseos. Y si avanza en alguno de ellos, es por el sostén que, en su crisis política permanente, le brinda la oposición patronal.