Saludo de Hugo Blanco a la presentación del libro Perú, Dos Estrategias, de Nahuel Moreno, realizada en la Facultad de Filosofía de Buenos Aires, Argentina.
El fundador del Ejército Rojo, respetado por Nahuel y por mí, señalaba: «Hay que armar al pueblo con la necesidad de armarse». Aplicando esa enseñanza no nos desesperamos por la lucha armada. Entendemos su necesidad y comprendemos que cuando la gente decida hacerlo, ella sabrá cómo organizarse y armarse.
Perú – La Convención, Cusco, -1959 -1963
En esa zona había una explotación de tipo semifeudal al campesinado. El latifundista daba una pequeña parcela de tierra al campesino para que la trabajara para sí y en pago de eso el campesino debía trabajar para el hacendado. Los días de trabajo para el hacendado, no les dejaban tiempo para trabajar sus cultivos. Inconformes con esto organizaron sindicatos y formaron una federación. Mediante los sindicatos reclamaron a las autoridades de trabajo y consiguieron algunas mejoras. Sin embargo los hacendado de mentalidad más feudal, rechazaron ir a la convocatoria de las autoridades, decían «No estoy loco para discutir con mis indios la forma en que ellos deben servirme, hay que meter presos a los cabecillas y asunto arreglado». Como los jueces y la policía estaban a su servicio, realmente hacían eso.
Ante eso, los campesinos de tres haciendas de propietarios intransigentes, hicieron huelga, que consistía en no ir a trabajar donde el hacendado y en ese tiempo trabajar sus propios cultivos. Ese fue el embrión de la reforma agraria. Los hacendados, desesperados andaban armados dando disparos al aire y amenazando «¡Indios ladrones, me están robando mi tierra, los voy a matar!». Los campesinos fueron a quejarse a la Federación y los dirigentes les aconsejaron ir a quejarse a la policía, lo que hicieron. En el puesto policial les dijeron: «¡Indios sinvergüenzas, verdaderamente están robando la tierra al patrón y él tiene derecho a matarles como a perros!».