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Construyendo el trotskismo morenista

Por Mercedes Petit, dirigenta de Izquierda Socialista/FIT Unidad (1)

A 100 años del nacimiento de Nahuel Moreno

En la actualidad en muchos países hay, más grandes o más chicos, partidos y grupos trotskistas. Incluso dirigentes e intelectuales como el ruso Boris Kagarlitski, perseguido por Putin, o el francés Eric Toussaint, luchador contra el pago de las deudas externas, reivindican a León Trotsky. Sin embargo, no existe una Cuarta Internacional. Es una tarea pendiente.

La Cuarta fue fundada en 1938 por León Trotsky, en condiciones de extrema debilidad ante el poderío del aparato burocrático, reformista y represivo que, con Stalin, dominaba en la ex URSS y la Tercera Internacional. En octubre de 1917 Trotsky encabezó, junto con Lenin, el triunfo revolucionario y socialista del Partido Bolchevique y los soviets en Rusia. Desde 1924, luego de la muerte de Lenin, Trotsky continuó la lucha de ambos contra el ascenso de la burocracia. Pero ganó Stalin, quien persiguió a toda oposición y en particular a Trotsky, hasta que logró su asesinato en México en 1940. Sin su conducción, la debilidad, divergencias y crisis en la Cuarta Internacional fueron creciendo.

Nahuel Moreno llamaba “movimiento trotskista” a este amplio espectro de organizaciones y dirigentes que desde 1951 iniciaron la división y dispersión, que llevan ya casi ochenta años. Dentro de él, Moreno construyó una corriente que fue adquiriendo una marcada personalidad propia, en lo político-programático, metodológico, organizativo e incluso moral (2), y que después de su muerte en 1987 ha tenido continuidad.

El “morenismo”

¿Cómo sintetizar en trazos gruesos al trotskismo morenista? Podríamos comenzar diciendo que nuestro fundador y maestro tuvo el gran mérito y la constancia de combatir – aun con errores y limitaciones que él mismo señalaba- a los dos grandes males que hasta ahora han impedido la construcción y fortalecimiento de la Cuarta Internacional: el oportunismo y el sectarismo. Con ese marco político Moreno fue impulsando la ligazón con el movimiento obrero y de masas y el internacionalismo que lo distinguían, para construir los partidos revolucionarios.

El dirigente belga Ernest Mandel fue el más importante y conocido trotskista que cayó en el oportunismo. Refiriéndose a él y otros parecidos, Moreno decía: “juran por el Programa de Transición y hacen lo contrario”. Luego de la segunda guerra mundial, con el objetivo correcto de ligar a la Cuarta Internacional al movimiento obrero y de masas, los oportunistas cayeron en el error –para no decir crimen- de embellecer a las direcciones mayoritarias de entonces. Atribuyeron virtudes revolucionarias a los partidos comunistas burocráticos y stalinistas, que dominaban la ex URSS y el este europeo, al mariscal Tito en Yugoeslavia, y luego en China a Mao y a Castro en Cuba. También a los movimientos nacionalistas burgueses en auge por entonces. Como el FLN en Argelia con Ben Bella, el MNR de Paz Estensssoro en Bolivia –donde los seguidores de Mandel traicionaron una revolución obrera en 1952-, e incluso al peronismo argentino. Así, abandonaban la tarea imprescindible de construir los partidos revolucionarios en cada país. (3) Con esa orientación política la Cuarta Internacional quedó sentenciada a muerte.

En un sentido opuesto, pero con muchos puntos comunes con el oportunismo, otros cayeron en el sectarismo, es decir, en no reconocer grandes logros de las luchas y revoluciones aun cuando estuvieran encabezadas por direcciones traidoras. Se instaló en este sector el rechazo a la unidad de acción y la participación en las luchas de masas, cayendo en el divisionismo y la autoproclamación. Uno de los primeros y mayores fue ignorar el colosal triunfo democrático que significó en 1945 la derrota del nazismo y el fascismo, que habían dado lugar a la segunda guerra mundial. En Inglaterra un importante dirigente, Tony Cliff, redefinió a la URSS como un “capitalismo de estado”, rechazando aquel primer logro de la expropiación de la burguesía de la revolución socialista de 1917. En el caso de Cuba, con su enfoque erróneo los sectarios no reivindicaron el triunfo de la revolución socialista logrado a partir de la expropiación de la burguesía desde 1960/61. Este avance se produjo, como lo definió Moreno, a pesar del carácter inicial del castrismo como movimiento democrático popular, alentado por sectores burgueses anti Batista y del propio imperialismo yanqui. Moreno reivindicó el carácter socialista de Cuba y su defensa incondicional, sin renunciar nunca a la crítica a la dirección del Partido Comunista cubano, a Fidel Castro y el castrismo. De igual modo sus críticas al foco guerrillero alentado por el Che Guevara no le impidieron reconocerlo como un revolucionario enorme más allá de sus errores. (4)

De muestra bastan dos botones

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Nahuel Moreno y su legado internacionalista, a 100 años de su nacimiento

Por Federico Novo Foti, para El Socialista

15/04/2024. El 24 de abril de 1924 nacía en Argentina, Nahuel Moreno, el más consecuente dirigente trotskista de la segunda mitad del siglo XX. Moreno batalló en el trotskismo contra oportunistas y sectarios, defendiendo la importancia de construir partidos revolucionarios y la Cuarta Internacional. En el marco de los homenajes que estamos realizando Izquierda Socialista y la UIT-CI a cien años de su nacimiento, en este segundo artículo rescatamos sus aportes en la construcción de la Cuarta Internacional.

En Argentina, a mediados de la década de 1940, el Grupo Obrero Marxista (GOM), orientado por Nahuel Moreno, había comenzado a dar los primeros pasos en la tarea de construir un partido revolucionario inserto en la clase obrera y sus luchas. Una tarea que encaraba a contracorriente, con el peronismo en el gobierno.1 En marzo de 1948, Moreno zarpó en el buque “Provence” rumbo a Francia. Con 24 años había sido elegido como delegado del GOM para participar del segundo congreso de la Cuarta Internacional en París.2
En su primera participación en un congreso de la Cuarta Internacional, Moreno abrazó la causa internacionalista. Desde entonces siguió con pasión la situación mundial y la posibilidad de acompañar los procesos más importantes de la lucha de clases mundial. También, entabló duras polémicas contra los oportunistas y sectarios en el movimiento trotskista. Décadas más tarde aún sostenía, “si la economía [capitalista] es mundial tiene que haber una política mundial y una organización mundial de los trabajadores para que toda revolución, todo país que hace su revolución, la extienda a escala mundial […] el socialismo no puede ser nada más que mundial”.3

Polémicas en la Cuarta Internacional

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A 100 años del nacimiento de Nahuel Moreno

Escribe Federico Novo Foti

Hace cien años nacía Nahuel Moreno, uno de los principales dirigentes del trotskismo. Fue el más consecuente y decidido continuador de las enseñanzas de León Trotsky. Dedicó su vida a la construcción de partidos revolucionarios y la Cuarta Internacional. Maestro y fundador de la corriente “morenista”, que integramos con orgullo Izquierda Socialista y la UIT-CI, en este primer artículo lo homenajeamos repasando su experiencia en Argentina en la tarea de construir partidos obreros revolucionarios.

Hugo Miguel Bressano Capacete, más conocido como Nahuel Moreno, nació el 24 de abril de 1924 en Alberdi, un pueblo de la provincia de Buenos Aires. En 1942, un trabajador marítimo de apellido Faraldo lo ganó para el trotskismo.

El trotskismo había nacido en la década de 1920. León Trotsky, máximo dirigente de la Revolución Rusa junto a Vladimir Lenin, batalló contra la política de conciliación de clases y el abandono de la lucha por conquistar gobiernos de trabajadores y el socialismo mundial por parte las direcciones socialdemócratas (los partidos socialistas) y el aparato estalinista que impuso la política del “socialismo en un solo país” desde que comenzó a dominar el estado soviético, los partidos comunistas y la Tercera Internacional, tras la muerte de Lenin en 1924. Antes de ser asesinado en 1940 a manos de un agente estalinista, Trotsky escribió el “Programa de Transición” para la revolución socialista y fundó la Cuarta Internacional, una nueva organización para dar continuidad a la lucha por el programa revolucionario.

El trotskismo obrero en Argentina