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¿Por qué es necesario un partido revolucionario de los trabajadores y el pueblo explotado?

¿Por qué es necesario un partido revolucionario de los trabajadores y el pueblo explotado?
Pancarta_USI¿Por qué un partido revolucionario de los trabajadores y el pueblo explotado? Contribución al debate sobre cómo superar la pobreza y explotación a la que está sometida la gran mayoría del pueblo.

1. ¿Por qué los trabajadores somos explotados?

2. ¿Cómo salir de esta situación?

3. ¿Por qué construir un partido revolucionario?

Desde la caída de Pérez Jiménez en enero de 1958, Venezuela conoció un largo período de democracia burguesa representativa, cuyos cimientos fueron el llamado Pacto de Punto Fijo, mediante el cual los partidos burgueses (AD, Copei y Unión Republicana Democrática), gobernaron el país, sobre la base de un acuerdo político con Fedecámaras, la Iglesia, la CTV y las Fuerzas Armadas.

El régimen se nutría económicamente de la cuantiosa renta petrolera, administrada desde el Estado por alguno de los partidos que se turnaban en el poder político.
Sin embargo, ese régimen político de alternancia bipartidista entre AD y Copei, se desmoronó hacia finales de la década del 80, y su expresión más dramática fue el llamado “Caracazo”, insurrección popular espontánea, que puso en evidencia el agotamiento definitivo del modelo político que regía al país.

De esta forma, las esperanzas populares que se abrieron con el fin de la dictadura, sucumbieron ante el aumento de la pobreza y la desigualdad, patentizada en los cinturones de miseria de los cerros y barrios de las principales ciudades del país, que contrastaban con las opulentas urbanizaciones de la burguesía; el despilfarro de la riqueza petrolera; la corrupción, y la represión cotidiana en los barrios populares, por parte de la PM, la Guardia Nacional y el propio ejército, ejemplos dramáticos de esto fueron los tristemente célebres “teatros de operaciones” de los primeros gobiernos adecos (Betancourt y Leoni); la represión brutal contra la izquierda y los dirigentes sindicales, estudiantiles y populares en la década de los 60; el famoso “dispare primero y averigüe después” de Rómulo Betancourt, que en los años 80 y 90 se expresó en las masacres de Cantaura, El Amparo, y durante el “Caracazo”, suceso en el que el ejército asesinó a más de 3000 personas.

Pero como dice el refrán popular: “No hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista”.

En febrero de 1989 se abre un nuevo capítulo en la historia de Venezuela. El dramático y cruento estallido social que siguió a la aplicación de las políticas de ajuste neoliberal, por parte del recién electo gobierno de Carlos Andrés Pérez, dio inicio a una etapa revolucionaria en el país. Siguiendo a Lenin, podríamos definir a esta etapa como un momento cuando los de arriba no pueden seguir gobernando como lo venían haciendo, y los de abajo ya no toleran ser gobernados de esa forma.

La insurrección popular y espontánea de aquellos días expresó el agotamiento del modelo político de “puntofijo”, establecido en 1958 a la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. En concreto, se trató de la crisis histórica del acuerdo bipartidista (AD-COPEI) y del agotamiento del modelo económico capitalista basado en la constantemente creciente renta petrolera.

El llamado “Caracazo” fue un levantamiento contra el modelo neoliberal, contra los planes de ajuste económico del FMI y el Banco Mundial, que abrió una etapa signada por la confrontación contra los gobiernos que encarnaban las posiciones de apertura neoliberal, y sus partidos. En un primer momento contra CAP y Acción Democrática, pero posteriormente contra Caldera y su “Agenda Venezuela”, nombre que adquirió a mediados de la década de los 90 el nuevo paquete de ajustes aplicado por aquel gobierno.

El levantamiento popular de febrero de 1989 se caracterizó por ser espontáneo, no controlado ni dirigido por las organizaciones tradicionales del movimiento obrero y popular (MAS, PCV, MIR), y no sólo cuestionó a los partidos de la burguesía y al propio sistema capitalista, si no también a las direcciones políticas tradicionales de la izquierda y del movimiento popular.

Abril del 2002: una revolución democrática triunfante

En febrero de 1989 se puso en el tapete la posibilidad cierta de que los trabajadores y el pueblo asumieran directamente el poder, pero la crisis de dirección política en el seno de la clase obrera y el pueblo lo impidió, desatándose entonces una feroz represión de los órganos de seguridad del estado contra la sublevación popular espontánea y sin dirección ni programas definidos, que sofocó, circunstancialmente, las ansias de liquidación del orden establecido.

A este levantamiento popular siguió un lapso de 9 años en el que la crisis política del régimen puntofijista se profundizó, llegando a su etapa terminal, con el triunfo electoral de Hugo Chávez Frías en 1998, el cual asumió el gobierno en medio de un gran apoyo popular, y crecientes esperanzas de redención social, política y económica para la mayoría de la población del país.

A partir de ese momento, la polarización social y política fue in crescendo. Por una parte los trabajadores y el pueblo pobre se alineaban alrededor de la defensa del gobierno del presidente Chávez, atraídos por el discurso de redención social del Presidente, por la Asamblea Constituyente y la posibilidad cierta que se produjeran cambios profundos en el régimen político y en la situación concreta de la población; y por otra parte, los partidos de la burguesía, los empresarios y terratenientes, los medios de comunicación y el imperialismo, se enfrentaban abiertamente al gobierno, pero especialmente su temor estaba determinado por el creciente protagonismo y movilización de los sectores populares.

Es así como entre el 12 y el 13 de abril del 2002, fechas del golpe de Estado proimperialista, se produjo una revolución democrática triunfante, contra el intento de instaurar una dictadura de claro corte fascista y contrarrevolucionario. En esos días hubo una disputa violenta en las calles por el poder.

La intentona golpista y proimperialista encabezada por Pedro Carmona Estanga fue enfrentada en las calles por el pueblo. A la movilización de sectores de clase media por parte de los partidos de la burguesía, respaldada por oficiales de las Fuerzas Armadas y el imperialismo, el pueblo respondió con su movilización revolucionaria dando al traste con el gobierno de Pedro Carmona Estanga que tuvo así una muy breve existencia.

En esos dos días en los que la movilización popular acabó con la dictadura, el pueblo en su afán por restituir las libertades e instituciones democráticas proscriptas, luchó pasando por encima de las formalidades burguesas. Sin embargo, esa revolución democrática tuvo un carácter defensivo, fue una respuesta a un golpe contrarrevolucionario que suspendió las libertades democráticas, y tenía como objetivo restituir al presidente Chávez en el poder.

Paro-sabotaje petrolero: aparece en escena la clase obrera

A lo largo de toda esta etapa histórica revolucionaria, que se abre en febrero de 1989, los sectores populares han sido protagónicos y han jugado el papel de vanguardia. Sin embargo, en el paro-sabotaje petrolero que se extiende del 2 de diciembre 2002 al 2 de febrero 2003, se produce un hecho nuevo y cualitativo que es la irrupción como vanguardia de la clase obrera, a través del papel fundamental jugado por los trabajadores petroleros en el enfrentamiento al paro golpista y proimperialista, y su rol decisivo en la recuperación de PDVSA. Hasta entonces los trabajadores habían participado como parte del pueblo, como habitantes de las comunidades pobres, a través de los Círculos Bolivarianos y otras organizaciones populares, pero no lo habían hecho directamente como clase, desde las fábricas y centros de producción.

El triunfo sobre el paro-sabotaje petrolero tuvo un carácter netamente obrero, en el mismo, y a diferencia de lo sucedido en el Caracazo o en abril del 2002, allí los trabajadores, como clase, fueron el sujeto protagónico haciendo un cuestionamiento directo a los patronos y a la sacrosanta “propiedad privada” sobre las empresas y medios d producción, ya que esto no sólo se produjo en la empresa petrolera, si no que también sucedió en el sector eléctrico, en todas las empresas básicas, así como en muchas empresas privadas.

Mientras en abril del 2002 se derrotó por vía de la insurrección a un régimen dictatorial proimperialista, que durante su breve existencia había liquidado las libertades e instituciones democráticas, y sacado del poder al presidente Chávez, entre diciembre y febrero 2002-2003, la clase obrera, con los petroleros a la cabeza, le había logrado arrancar a la burguesía venezolana y al imperialismo el control que durante décadas habían ejercido sobre la riqueza petrolera y nuestra principal industria. Durante dos meses, los trabajadores petroleros ejercieron el control obrero sobre la producción; recuperando con sus propios recursos y el apoyo de las comunidades el funcionamiento de PDVSA, y esto también lo hicieron en las empresas básicas, especialmente en Guayana.

Pero, este proceso no se detuvo allí, por el contrario, en los meses subsiguientes se extendió, reproduciéndose en otros sectores productivos, específicamente en las empresas privadas.

Ante el fracaso del golpe económico que se pretendía propinar al gobierno y al proceso revolucionario mediante el lock out patronal y el sabotaje a PDVSA, el empresariado agrupado en Fedecámaras, con la anuencia y el apoyo de la CTV y sus sindicatos, inició un feroz ataque contra los trabajadores, tratando de descargar sobre sus espaldas las consecuencias económicas del paro-sabotaje. Comenzaron a cerrar empresas sin ni siquiera declararse en quiebra, redujeron las jornadas de trabajo y los salarios, enviaron a los trabajadores a sus casas, de vacaciones forzadas, ante esto, los trabajadores en muchas empresas decidieron tomarlas (Constructora de Válvulas, Venepal, entre otras), y en algunos pocos casos (Sanitarios Maracay), las pusieron a funcionar bajo su control.

A partir de la intervención decisiva de los trabajadores petroleros en el enfrentamiento al paro patronal y al sabotaje a PDVSA, se abrió una nueva etapa en la vida del movimiento sindical venezolano, en el que la clase obrera venezolana comienza a jugar un papel protagónico en el proceso revolucionario en el país, situación que se ha venido profundizando y se mantiene hasta nuestros días.

Ello se va a expresar en una rebelión antiburocrática que se manifiesta en toda su crudeza, en la lucha encarnizada contra las viejas burocracias sindicales adecas y copeyanas, y en el surgimiento de nuevos activistas y sindicatos clasistas alternativos, que se imponen sucesivamente en los referéndums y elecciones sindicales que se realizan desde entonces.

Este punto de inflexión continuó potenciándose, como decíamos previamente, con las tomas de fábricas que los patronos cerraron después del paro, así como en la lucha cotidiana del movimiento sindical por la mejora de las condiciones laborales, por aumento de salarios, por reenganches de trabajadores despedidos.

Dicho enfrentamiento no fue sólo contra los patronos, también se ha venido manifestando en la confrontación con los gobernadores, alcaldes, funcionarios de las inspectorías del Trabajo y de otros entes estatales.

El resultado de este rico proceso fue el surgimiento en abril del 2003 de la Unión Nacional de Trabajadores, como fruto directo del proceso revolucionario y de la lucha que los trabajadores comenzaron a desplegar de forma cada vez más independiente a partir del sabotaje petrolero.
Durante todo este período, el pueblo venezolano y los trabajadores, gracias a su movilización revolucionaria, lograron significativas conquistas políticas y sociales. Sin la derrota del golpe en el 2002, y del paro-sabotaje patronal de finales del 2002 y 2003, no hubiera sido posible lograr las Misiones sociales, que el gobierno comenzó a instrumentar a partir de abril del 2003, primero Misión Robinson, luego Barrio Adentro y las educativas (Ribas, Sucre). Y ya previamente, entre 1999 y 2001, se había logrado echar abajo todo el régimen político bipartidista adeco-copeyano, y producir importantes cambios en el régimen político, a través de la Asamblea Constituyente. Nuestro partido apoyó y acompañó este proceso popular, a través del cual el pueblo obtuvo colosales conquistas, logradas gracias a la movilización revolucionaria de las masas.

Sin embargo, todo este proceso de insurgencia obrera y popular que estalla en 1989, y se desarrolla y potencia una década después, no pudo ser capitalizado por los trabajadores y el pueblo. En todo este período Venezuela cambió sustancialmente en muchos aspectos, pero debido a la inexistencia de una dirección revolucionaria todo se quedó a medias. Por ello, las grandes esperanzas que se abrieron con el triunfo electoral de Chávez comienzan a verse frustradas. El arranca a partir de 2004 un proceso de normalización de sus relaciones con los explotadores, hace grandes esfuerzos por dividir la UNETE, y con los años empiezan a revertirse las conquistas sociales obtenidas. Hoy el gobierno se desgasta en medio de la crisis del agua, de la electricidad, el incumplimiento de las promesas, los ataques a los derechos de los trabajadores y la criminalización creciente de todos los que hoy luchan por sus derechos y reivindicaciones, aún insatisfechas, más allá del discurso “socializante” del gobierno. Es evidente que hay un proceso de involución política, social y económica.

1. ¿Por qué la situación de los trabajadores no mejora, pese a que se dice que estamos transitando por el Socialismo del Siglo XXI?

Para nadie es un secreto que en los últimos diez años no ha sido superada la situación de pobreza, exclusión, y explotación que aqueja a la gran mayoría de la población venezolana, particularmente a los trabajadores. Alguien podrá decir que venimos de décadas de la IV República, de gobiernos de la oligarquía y pro yanquis. Y es verdad. Otro, que el gobierno de Chávez se queda a mitad de camino y no aplica medidas de fondo a favor del pueblo trabajador, pues cuida sus pactos con sectores de empresarios, banqueros, militares, y transnacionales. Y también es cierto. O que la culpa es que hay corrupción, burocracia, que el Estado sigue siendo manejado por oportunistas que sólo buscan enriquecerse y resguardar los negocios de la burguesía “roja, rojita”. Y todos podemos ver las evidencias de la corrupción que campea impunemente en nuestro país. Pueden surgir muchas respuestas parecidas. Pero todas ellas serían insuficientes para explicar el hecho de que la mayoría de la población vive en la pobreza y con grandes dificultades para cubrir sus necesidades básicas, mientras que una pequeña minoría de propietarios de empresas, bancos, grandes comercios, y latifundios, ese sector llamado la burguesía, se enriquece cada vez más.

A nadie se le ocurre pensar que estamos pobres porque no hay recursos suficientes para cubrir las necesidades de todos. Cualquiera sabe que en Venezuela hay una sobreabundancia de petróleo y otros recursos naturales, industrias, tierras fértiles, y millones de personas dispuestas a dedicarse a un trabajo productivo. En nuestro país puede observarse que existe una gran riqueza, concentrada en pocas manos.

Entonces, tenemos que seguir buscando el origen de nuestras penurias indagando en la manera cómo está organizada nuestra sociedad, en cuáles mecanismos permiten a una pequeña minoría apropiarse de la riqueza creada con el esfuerzo mal pagado de millones de trabajadores. Si empezamos a desentrañar ese funcionamiento, podremos ir viendo cuáles son las causas profundas de nuestra situación, y cómo podríamos cambiarla.

En la Venezuela capitalista, los propietarios o patronos se apoderan de la riqueza

El punto de partida de nuestras penurias es que la sociedad sigue organizada para garantizar que la riqueza esté en manos de los patronos, los ricos, los empresarios, y los latifundistas. Más allá del discurso supuestamente socialista del gobierno, el capitalismo sigue determinando las relaciones entre las clases. Así es como la riqueza de los empresarios, banqueros y terratenientes, y la pobreza de los trabajadores y el pueblo, son dos caras de la misma moneda.
Esos ricos, los patrones viejos y nuevos boliburgueses ¿son los dueños de qué? Son propietarios de la tierra, de las fábricas, de las empresas, de la banca, de los medios de comunicación. Como son los dueños de los medios de producción, se les llama también capitalistas, y en su conjunto forman la clase burguesa, o burguesía. Gracias a esa propiedad, ellos disfrutan de inmensas fortunas, viajes, mansiones, lujos, y mueven los hilos de la política nacional a través de sus partidos burgueses (AD, UNT, PJ, Copei, etc.) y el PSUV, y controlan las instituciones, para que cuiden sus intereses.

Y del otro lado estamos la gran mayoría, cada vez más pobres: los trabajadores, los maestros y profesores, los empleados públicos, los jubilados, los desempleados, los campesinos pobres, los pequeños comerciantes informales. Todos aquellos que no somos los dueños de la inmensa riqueza del país. Todos los que tenemos que trabajar para otro, o por cuenta propia, para vivir, y que en ocasiones ni siquiera conseguimos trabajo. Todos los que vivimos de trabajar a cambio de un salario, y no somos propietarios de medios de producción, formamos parte de la clase trabajadora.

Independientemente de lo que diga Chávez, y de su socialismo del siglo XXI, continuamos viviendo en una sociedad dividida entre explotadores y explotados, y como en esta sociedad dividida en clases el poder está en manos de la burguesía, los propietarios del capital y los medios de producción, decimos que se trata de una sociedad capitalista. En nuestro país, la burguesía está representada por un reducido número de familias y grupos económicos, entre los que destacan el grupo Cisneros, el grupo Polar, los Capriles, los Vollmer; así como los nuevos ricos de la llamada boliburguesía, encabezados por el clan de Diosdado Cabello, José Vicente Rangel, entre otros. A diferencia de nosotros, ellos no viven de su propio trabajo, sino de explotar a miles de trabajadores, y de allí se deriva todo su poder económico y político. Son prácticamente los dueños del país. A estos burgueses nacionales tenemos que agregarles otros grandes burgueses, todavía más ricos y poderosos, que son los propietarios de las grandes transnacionales extranjeras y los grandes bancos de EE.UU., Europa, Japón, China, Irán, Bielorrusia y Rusia, presentes en el país a través de los negocios en el sector petrolero, minero, las finanzas, las telecomunicaciones, entre otros.
En los dos extremos de nuestra sociedad dividida en clases, entonces, tenemos a la burguesía y a la clase trabajadora. Constantemente estas clases pugnan, pues la burguesía busca explotar cada vez más a los trabajadores, y los trabajadores en cambio luchan por sus derechos y obtener una justa participación en la riqueza que ellos crean. Al conjunto de las formas en que se expresa esta contradicción entre explotadores y explotados, le llamamos lucha de clases.

Los mecanismos del capitalismo

Como podemos ver, las terribles injusticias sociales de nuestra sociedad son una consecuencia de la explotación a la que la mayoría trabajadora es sometida por parte de una minoría parasitaria de burgueses. Las leyes y las instituciones garantizan a los burgueses que la sociedad funcione según sus intereses, y no en función de la justicia y los intereses de los trabajadores y los pobres.

Esto no lo explican así en la escuela. Tampoco en la televisión o la radio, pues casi todos los medios de comunicación están en manos de la burguesía, o de gobiernos burgueses. Lo esconden de mil maneras, para evitar que los pueblos se rebelen contra sus opresores.

Una de las primeras personas que empezó a estudiar el verdadero mecanismo de la sociedad capitalista fue Carlos Marx, a partir de 1848. El fundó el socialismo científico, que después se llamó marxismo. Pasaron más de 150 años. Desde entonces hubo todo tipo de cambios en el mundo. En época de Marx no había luz eléctrica, aviones, automóviles, teléfono, internet, energía atómica, antibióticos. Apenas empezaban los trenes. El mundo ha cambiado mucho desde aquella época. Sin embargo, Marx descubrió cómo funcionaba esa economía del sistema capitalista, con una minoría de empresarios, de propietarios privados, que vivían a costa de la inmensa mayoría de la población. Que esos capitalistas se enriquecían explotando el trabajo de sus empleados, de sus asalariados, haciendo trabajar a los obreros para ellos. La propiedad privada de las empresas y los campos provocaban miseria y pobreza para los trabajadores y los campesinos, por un lado, y una inmensa riqueza para los explotadores, por el otro. Es decir, una distribución totalmente injusta de la riqueza.

Marx describió también el mecanismo por el cual el patrón, pagándole legalmente un salario al trabajador, se enriquece, al apropiarse de la ganancia que produce su trabajo. Es lo que llamó la “plusvalía” o el “plusvalor”. Veámoslo en un ejemplo sencillo. Supongamos que un trabajador está en su puesto de trabajo doce horas. Con lo producido en tres horas, ya el trabajador le retribuye al patrón lo que éste le dará en salario ese día, un monto que apenas le permite sobrevivir a él y su familia. El obrero en esas tres horas produce una cantidad de cosas cuyo valor equivale a su salario diario. Pero el producto de su trabajo se lo apropia el patrón.

¿Y qué pasa con las otras nueve horas de trabajo? Ya no son para pagar su salario, sino para la ganancia del patrón. Este es el funcionamiento básico del trabajo asalariado capitalista. En el capitalismo, este modo de explotación es legal. Así los empresarios se enriquecen cada vez más, porque se apropian de la mayor parte de lo que sus asalariados producen con su trabajo. Los desposeídos, los trabajadores sufren este despojo porque los patrones son los dueños de las fábricas, de las tierras, del medio de producción que sea, de las fuentes de empleo, de los medios de producción.

Este es el mecanismo explotador de la economía capitalista. El patrón siempre va a querer pagar menos y explotar un poco más al trabajador, sacándole más y más plusvalía, y el trabajador siempre va a querer que le paguen un poco más y lo exploten menos. Esta es la lucha que siempre está presente en toda discusión de un contrato colectivo, entre el sindicato y los patronos, sean estos privados o estatales. Por eso son opuestos los intereses de patrones y obreros, y existe la lucha entre estas dos clases antagónicas. Pero para liberarnos de la explotación capitalista no bastan aumentos de salario, es necesario cambiar todo el sistema de raíz.

El capitalismo es cada vez más miseria para los trabajadores

Nosotros somos marxistas porque partimos de su método de análisis de la sociedad capitalista, consideramos que la liberación de la clase trabajadora será obra de la clase misma, cuando conscientemente se organice y luche por derrocar a la burguesía, tomar los medios de producción bajo su control, y elimine la explotación y la miseria. El marxismo no es un dogma, una “verdad revelada”. Sabemos que Marx, como cualquiera, cometió errores, pero en lo fundamental su crítica del capitalismo sigue vigente, la sociedad sigue dividida en clases, la burguesía sigue ejerciendo su poder sobre el pueblo trabajador, y la única manera de superar este estado de cosas es por medio de la revolución socialista encabezada por la clase trabajadora, que instaure la democracia obrera y ponga fin al injusto orden capitalista. El empobrecimiento de los trabajadores y del pueblo humilde es el resultado de la acción explotadora y saqueadora de la burguesía y sus gobiernos aliados.

Ahora bien, el gobierno venezolano dice que estamos construyendo el socialismo, pero más allá de la publicidad, de la retórica de Chávez en los Aló Presidente, de los discursos en las maratónicas cadenas, la burguesía sigue haciendo de las suyas, sus negocios prosperan mientras que el pueblo sigue padeciendo la pobreza y la explotación. Mientras que un salario mínimo no alcanza siquiera para cubrir los gastos de alimentación de una familia pequeña, los empresarios y los banqueros sacan ganancias fabulosas, apropiándose de los recursos de la renta petrolera y de la plusvalía que generamos millones de trabajadores. El capitalismo aún goza de buena salud, los trabajadores como clase no estamos en el poder ni hemos puesto los medios de producción bajo control obrero.
Tenemos que saber que esto no pasa solamente en Venezuela. Lo mismo ocurre en casi todos los países del mundo, incluyendo aquellos gobernados por supuestos gobiernos de izquierda como Bolivia, Paraguay, Ecuador, Argentina, o Brasil. En casi todos los países del mundo la inmensa mayoría de la población es empobrecida para mantener los altos niveles de enriquecimiento de la burguesía internacional. Cuando compramos una franela o un juguete que viene de algún país asiático, como China, tenemos que saber que los produjeron trabajadores que estuvieron 14 o 16 horas en la fábrica, casi como esclavos, recibiendo un salario miserable, sin la posibilidad de organizarse en un sindicato y luchar por sus derechos. Y en los países más ricos y desarrollados también hay cada vez más problemas. En Nueva York hay millones de pobres, explotados, gente sin casa, la mayoría negros o latinoamericanos que fueron allí pensando que iban a vivir mejor. Y hoy están ganando una miseria o están desempleados, indocumentados, perseguidos por la policía, que si los descubre los encarcela. Esta dinámica no cambia por el hecho de que un afrodescendiente como Obama gobierne los EEUU, o un ex dirigente sindical como Lula gobierne Brasil, pues en realidad ambos son agentes de la burguesía y están al servicio del capitalismo. El problema no es la persona que encabece el gobierno, sino cuál es la clase social que está en el poder.

Eso es el capitalismo aquí y en el mundo. Es así, porque es un sistema no sólo explotador e injusto, sino como también descubrió Marx, con crisis cíclicas: cada vez va provocando mayor pobreza, mayores problemas para sobrevivir para la mayoría de la población del planeta, y cada vez tiene mayores dificultades para mantener el ritmo de ganancias de la burguesía. A la injusticia de la explotación se le suman las crisis, como la que actualmente azota al mundo, que provocan desempleo y una creciente miseria. Hace muchas décadas que el capitalismo está en decadencia y cada vez su situación es peor, incluso en los países más avanzados, como EE.UU., los países europeos o Japón.

Económicamente nos dominan la burguesía y el imperialismo

Tal y como decíamos, Venezuela es una sociedad capitalista, es decir, una sociedad en la cual la riqueza, la producción, la distribución, sigue en manos de una minoría explotadora, la burguesía, o en poder del Estado burgués administrado por el gobierno de Chávez. No sólo los burgueses con empresas radicadas en Venezuela, sino también las transnacionales, con base en países imperialistas y cuyas operaciones se desarrollan a nivel global. Esto quiere decir que no sólo nos chupan la sangre los patronos venezolanos (sean comerciantes, industriales, banqueros, del campo, etcétera), sino también las grandes empresas multinacionales, como las empresas extranjeras petroleras asociadas a PDVSA: Chevron, Texaco, Repsol, Total, Mitsubishi, Brittish Petroleum, Gazprom etc. O las multinacionales Ford, GM, Toyota, Firestone, Good Year, Pepsi, Coca Cola, Nestlé, Mc Donald´s, etc. Sus bancos, con el capital financiero extranjero, como el Citibank, Bilbao Vizcaya, Santander, etc.

Hasta 1811 éramos una colonia española y nos gobernaba un capitán general, que lo designaba el imperio español. En la escuela aprendimos que Simón Bolívar encabezó la lucha por independizarnos de España y nos fuimos constituyendo como una nueva Nación. Pero lo que no nos enseñan es que después perdimos la independencia, porque comenzaron a dominarnos los países imperialistas y en especial los yanquis, y nuestro país quedó subordinado a ellos, reducido al papel de proporcionar materia prima barata para los países industrializados. Esto es el imperialismo. Nos explotan los patrones de acá y también los de afuera, los de los países más ricos.

Ahora aparentemente tenemos la libertad de elegir quien manda. Y bajo el gobierno de Hugo Chávez y por la derrota del golpe pro yanqui de abril del 2002, por la movilización de los trabajadores y el pueblo pobre se logró imponer cierta independencia política, ya el gobierno no estaba subordinado directamente al imperialismo, como lo estaban los gobiernos de Acción Democrática y Copei. El gobierno de Chávez es un gobierno nacionalista-burgués que no cumple todas las órdenes políticas que da el imperialismo a los gobiernos lacayos del continente, como Lula o Uribe. Por eso podemos definir a Venezuela, por ahora, como un país independiente políticamente, pero no deja de ser un país capitalista ligado estrechamente al capitalismo mundial, más aún siendo un país productor de petróleo.

En el gobierno de Chávez, por más que hable de socialismo, no se ha roto con las trasnacionales ni con el imperialismo, por eso no existe independencia económica, y continúa la explotación capitalista. Y lo que es peor, Chávez lanza puentes al imperialismo, estableciendo empresas mixtas con transnacionales como Chevron o el grupo francés Casino, y hace grandes esfuerzos para presentarse como un exportador confiable de petróleo y un amigo de Obama.

No sólo en Venezuela sigue existiendo una sociedad capitalista, sino que en el mundo unos pocos países inmensamente ricos dominan al resto, para poder brindar a las burguesías de los países dominantes fuentes de materias primas y mano de obra barata. Es lo que se llama capitalismo imperialista.

Las instituciones y las creencias

Hemos visto que los problemas no surgen de la ausencia de bienes, de tecnología y mano de obra, de petróleo, de fábricas y tierras. Hay pobreza porque la inmensa riqueza está en manos de la minoría explotadora de los patronos, de la burguesía. Entonces, surge una nueva pregunta: ¿cómo hace un sector minoritario, que junto a sus familias no suman más del 10% o 15% de la población, o menos aún, para dominar y explotar a todo el resto, a la amplia mayoría?

Esa minoría vive a costillas del resto porque, además de ser los dueños de la riqueza y las fuentes de trabajo, tienen otro tipo de mecanismos y recursos que funcionan a su servicio. Marx puso al desnudo este funcionamiento de conjunto de la sociedad capitalista, y aplicaremos su enfoque a nuestro país.

Ya fuimos ubicando, siguiendo su razonamiento, lo que tiene que ver con la actividad económica, la producción de todos los bienes, la riqueza material y los servicios, el intercambio, y el comercio. En ese ámbito está claro que los patrones tienen el poder económico. Se ve a simple vista que son ellos los que dan puestos de trabajo, los que despiden, los que congelan los salarios, provocan desempleo, suben los precios de los alimentos y los bienes, o los desparecen de los anaqueles, todo para exprimir al pueblo y llenarse los bolsillos.

Pero además, en la sociedad, en Venezuela, en cada país, se hacen muchas otras actividades, que no son directamente económicas. Marx estudió no sólo la economía capitalista, sino también las actividades no económicas con las cuales los patronos organizan al conjunto de una sociedad. Haciendo una analogía entre una sociedad y un edificio, Marx consideraba que la economía era “la base” o los cimientos de la sociedad. Mientras que el resto del edificio era el Estado, las instituciones, y demás formas de organización de la sociedad, y a esto lo llamó superestructura. Esta analogía servía para ilustrar el hecho de que la manera como se organiza la sociedad refleja la manera como funciona su economía.

Esa superestructura está conformada por instituciones estatales como el Poder Ejecutivo (gobierno), el parlamento, los tribunales, las policías, el ejército; y en el seno de la sociedad, las universidades, el sistema escolar, la Iglesia, los partidos. Todas estas instituciones estarían por encima o englobando lo económico, y reflejarían las mismas relaciones sociales de explotación que existen en el proceso productivo. Por eso, la institucionalidad sirve a los intereses de la clase dominante, mantiene el orden explotador, y disciplina a toda la población al servicio de la burguesía.

Por ejemplo, Juan Hernández es fanático de un equipo de beisbol. Esa es una actividad no económica. El equipo, ¿qué es? Una institución. Allí se organizan los jugadores, los fanáticos, las autoridades, todos los que siguen a ese club. Y en cada uno de los clubes, sea Leones del Caracas, Magallanes, La Guaira, Tigres de Aragua, etcétera, sus partidarios creen que ese es el mejor, el que merece ganar, y por eso lo siguen. A su vez, los de los clubes rivales creen lo opuesto, que el suyo es el mejor. Hay una institución y una creencia.

Además de las instituciones, que velan por los intereses de los explotadores y dan un sentido de orden a la sociedad, las ideologías, o falsas creencias, sirven para mantener a la gente dentro de los cauces del capitalismo, aceptando pasivamente la realidad, sin cuestionar la explotación ni luchar por liquidar las injusticias. Marx revela que las instituciones fundamentales son dominadas por la burguesía, por la clase explotadora. Y que las creencias sociales fundamentales (también llamadas ideologías) en general son falsas, equivocadas. La gente se cree esas falsedades porque así lo ha ido logrando la burguesía con siglos de dominio. Para esto sirven los medios de comunicación en la actualidad, para mostrar como verdades generales las creencias de la burguesía, y para hacer creer que aquello que es bueno para los burgueses es bueno para el conjunto de la población.

El poder político también lo tienen los patrones

En la sociedad, en cada país, los patrones logran que las cosas funcionen a su servicio, para esa minoría, gracias a complicados mecanismos institucionales e ideológicos (superestructurales), que forman su poder político. El poder político, el dominio que ejercen sobre el aparato del Estado, se basa en su poder económico, y con ambos, aún en medio de luchas y crisis, dominan al país y ejercen el gobierno.
Dicho de otra manera: esa clase burguesa que tiene el poder económico, lo mantiene gracias a que tiene también el poder político, a que domina la superestructura y puede gobernar, y que en última instancia tiene a sus órdenes a los cuerpos represivos, los cuales en condiciones normales tienen mayor poder de fuego que los trabajadores y las organizaciones populares.

Las instituciones que están organizadas específicamente para disputar el gobierno son los partidos políticos.
En Venezuela, ¿cuáles son los partidos políticos de la burguesía?

Por un lado están los viejos partidos políticos de la burguesía, los partidos del “puntofijismo” como Acción Democrática, COPEI, y sus nuevas variantes como Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, y sus acólitos de la exizquierda ahora escuálida, como el MAS, Causa R o Bandera Roja. A ellos hay que sumar ex chavistas como Podemos.

¿Qué es el PSUV? ¿Es un partido obrero? No, es otro partido burgués, bajo el nombre de “socialista”, pero en el que coexisten militares, empresarios, y burócratas sindicales. Al igual que en AD y otros partidos burgueses, en el PSUV hay militantes que son trabajadores, campesinos, desempleados, y habitantes de comunidades humildes, que creen honestamente que sus dirigentes mejorarán la situación de los explotados del país. Sin embargo lo que define la orientación y la política del PSUV no es sólo su base social, sino sobre todo la clase social representada en la dirección del partido. La dirección del PSUV no está integrada por trabajadores, campesinos, o activistas del movimiento popular, sino que está integrada por burócratas y burgueses, muchos de ellos nuevos ricos que se han enriquecido gracias a sus negocios con los recursos de la renta petrolera. La dirigencia del PSUV y del gobierno defiende la alianza del Estado con la burguesía nacional y transnacional, un capitalismo en el que hay banca privada, grandes empresas monopolistas, empresas mixtas, y pululan los burgueses, burócratas corruptos, y los latifundistas. Por eso, nosotros llamamos a los trabajadores y militantes honestos de cualquier partido burgués, incluyendo al PSUV, a romper con sus dirigentes y a sumarse al esfuerzo por construir organizaciones de la propia clase trabajadora, desechando cualquier ilusión en la colaboración con los explotadores.

Los dueños de las fábricas, los empresarios, generalmente no se ocupan directamente de la administración del país. Eso lo hacen a través de sus partidos, sus políticos y sus funcionarios, que son sus servidores. Para ellos es muy importante tener el poder político, para asegurar su dominación económica sobre el conjunto de la población.

Al frente del país, tenemos al gobierno, el Poder Ejecutivo, que es el conjunto de personas de tales o cuales partidos políticos que están a la cabeza de la administración del poder político en un momento determinado.

Tenemos también al poder legislativo, el poder judicial, las Fuerzas Armadas, y otras instituciones, cuyo modo de funcionamiento y el rol que desempeñan, determinan la manera como la clase dominante ejerce el poder. Por ejemplo, en un régimen democrático burgués, suelen tener mayor protagonismo instituciones como el Parlamento y el poder Ejecutivo, mientras que en un régimen dictatorial tienen mayor peso las instituciones represivas como las Fuerzas Armadas.

Todo esto funciona alrededor de una columna vertebral, de lo que llamamos la institución de instituciones, que es el Estado, lo más permanente, que se va manteniendo aunque se roten en el poder los distintos partidos patronales. Sería el centro de la superestructura, del poder político que dominan los patronos, la burguesía.

Podríamos haber empezado nuestra descripción desde el Estado, para ir ubicando los partidos, el gobierno, etcétera. A nosotros nos dicen, en la escuela, en la TV, o los dirigentes políticos patronales, que el Estado es un ente neutral, y eso es una de las grandes mentiras, una de las fundamentales falsas ideologías, o falsas creencias que nos inculcan. Los patronos dominan el Estado. Es el gran soporte de toda esa superestructura, que les garantiza el “orden”, para poder explotar sin contratiempos a los trabajadores, para que los patronos sean cada vez más ricos y la mayor parte de la población más pobre. No es verdad que el Estado sea neutral, o que administra al conjunto de la sociedad para el bienestar de todos los ciudadanos, porque los “ciudadanos” no somos todos iguales. Y el Estado venezolano está en manos de los patronos, por más que la propaganda oficial ahora hable de la existencia de un supuesto “Estado socialista”, en el que los ministerios se llaman del “poder popular”, la verdad es que el sistema legal y las instituciones siguen al servicio de la burguesía, y que los explotados no estamos gobernando este país. A pesar de que el gobierno actual tiene conflictos con algunos sectores de la burguesía, que en 2002 incluso dieron un golpe de Estado y organizaron el sabotaje a la industria petrolera, cada vez más las relaciones entre el gobierno y la burguesía tienden a estabilizarse, mientras que por otro lado se fortalece un poderoso sector burgués aliado al gobierno, llamado popularmente la “boliburguesía”, o los “empresarios socialistas”. Tal como ocurría en la época del bipartidismo, hoy el poder político patronal se articula alrededor del Estado y de las distintas instituciones del régimen político.
No es fácil ver que así son las cosas. Gran tarea de las instituciones y de las falsas creencias que impone la burguesía es ocultarlo, mantener al pueblo desorientado, para que los trabajadores no se den cuenta de cómo funciona el poder patronal, de cómo funciona este país capitalista. Las falsas creencias, las mentiras que nos meten en la cabeza desde pequeños sirven para esconder todo esto. Y además los patrones ejercen una presión económica, ya que son los que te dan o te quitan las fuentes de empleo, los medios de subsistencia. Con todo eso mantienen el control de la gente, que actúa de buena fe y se va creyendo que realmente no hay salida a la situación de dominación y explotación a la que está sometida.

Marx hizo ese gran descubrimiento de que la dominación capitalista se apoya en gran medida en la difusión de falsas creencias, que nos llevan a aceptar pasivamente el orden burgués, como si fuera algo natural e inevitable. Tenemos muchos ejemplos muy claros. En una lucha, nos dicen que el Ministerio de Trabajo es neutral, pero por su experiencia cualquier trabajador o desocupado se da cuenta de que es una oficina de los patrones. Nos dicen que siempre hubo pobres y ricos, y es mentira. Que no se puede vivir sin patrones, y es mentira. Es la burguesía la que no puede existir si no es a costa de explotarnos todos los días.

El capitalismo del Siglo XXI

Uno de los grandes ejemplos de falsa ideología o de falsa creencia es el supuesto Socialismo del Siglo XXI que pregonan el gobierno de Chávez y el PSUV. Por el odio de las masas a los viejos gobiernos y partidos de la oligarquía proimperialista, y el rechazo a los partidos de la izquierda reformista, el chavismo ha logrado canalizar ese cuestionamiento a favor de la dirigencia burguesa nacionalista y populista del PSUV, antes Movimiento V República (MVR). Si analizamos la composición social y la orientación política de los diputados, alcaldes, gobernadores, y altos funcionarios del gobierno de Chávez, veremos con claridad que se trata de burgueses y pequeñoburgueses procapitalistas, reñidos con la clase obrera y enemigos de la instauración de un sistema socialista en el que sean los trabajadores quienes gobiernen el país.
Mientras el presidente Chávez a veces cita a Marx, Lenin y al Che Guevara, y otras veces los critica por estar supuestamente “fuera de moda”, y luego sorpresivamente se declara “marxista”; mientras que unas veces habla de una “transición al socialismo”, y otras afirma ser socialdemócrata y asegura que es necesario hacer una “alianza estratégica con la burguesía”; mientras que unas veces critica al imperialismo, y otras se muestra amistoso con Obama y hace llamados a negociar con el gobierno de los EEUU y sus lacayos como Álvaro Uribe; mientras que todos estos discursos contradictorios se van sucediendo uno tras otro, lo cierto es que la acción gubernamental busca el desarrollo del capitalismo en nuestro país, y la preservación de los intereses de la burguesía nacional y transnacional.
Por eso es que el gobierno pacta con las multinacionales del petróleo bajo el sistema de empresas mixtas, y las denomina “socias” y “aliadas”; por eso le propone a Alberto Vollmer conformar una empresa mixta con el Estado, y establece el Fondo Bicentenario con millones de bolívares disponibles para créditos para los exportadores y grandes empresarios nacionales, a los que les ofrece dólares a 2,60 y reducción de los impuestos. Esto es lo que explica que el gobierno acuerde conformar una empresa mixta con el grupo francés Casino, y le otorgue grandes beneficios a los capitalistas nacionales y extranjeros, y la banca, para “reimpulsar” la economía, y por eso es que también en el PSUV hay un “Fedecámaras rojo”, que es el “Frente Social Empresarial”, en el que se agrupan los burgueses chavistas.

Muchas veces, se sacan de contexto las afirmaciones de revolucionarios históricos, como el Che Guevara, pero no para profundizar la revolución y dirigirla hacia el socialismo, sino para todo lo contrario, para justificar la explotación y la rapiña capitalista. Este es el caso cuando se habla de trabajo voluntario en las empresas privadas y estatales de la Venezuela de hoy.

En los primeros años del estado socialista cubano, habiéndose expropiado a los capitalistas, el Che predicaba el trabajo voluntario no remunerado, y muchas veces lo hacía con su propio ejemplo, dedicando sus días libres a trabajar como obrero o como bracero en la zafra de la caña. En cambio en Venezuela, donde no se ha expropiado a la burguesía, se pretende hacer pasar por “trabajo voluntario” la práctica de coaccionar a los trabajadores para que trabajen horas extras gratis, no para el beneficio de la sociedad en su conjunto, sino para ahorrarle recursos a los burgueses y burócratas que imponen de manera nada voluntaria esas labores a sus asalariados.

Las fuerzas represivas

¿Qué pasa cuando la gente se harta, sale a la lucha, se pone firme, hace huelga, paraliza una fábrica, o incluso la toma, tranca una autopista y se moviliza? ¿Cómo trata de responder el gobierno? Reprimiendo brutalmente con los cuerpos policiales y la Guardia Nacional, tal y como se vio en Sanitarios Maracay, en las protestas de petroleros en Puerto La Cruz, en Sidor, en Fundimeca, en Alpina, en la Planta de Reciclaje de Mérida, en Molvenca, en Mitsubishi, y en centenares de casos más.
El poder económico y político burgués está resguardado por las instituciones represoras: las fuerzas armadas y policiales. Por eso la definición marxista del Estado es que en última instancia se reduce a un cuerpo represivo, porque es la institución de dominio de una clase sobre otra. El poder político estatal se asienta en un grupo de hombres armados, que son los custodios del poder patronal, de esa minoría que nos oprime.

Cuando el movimiento de masas está fuerte, se los puede derrotar, pues los pobres somos la inmensa mayoría de la población. La represión es lo que tienen los patrones para custodiar sus bienes económicos, así como para asegurar su dominio político.

A la institución policial también la encubren, la disfrazan, con una falsa creencia, una falsa ideología: están para garantizar la seguridad de los ciudadanos, de los barrios, para ayudar a cruzar la calle a las viejitas. Nos los presentan como benefactores, como que es un amigo de la comunidad. Al ejército lo presentan como el defensor de la Patria. No es así. Además de corruptos, delincuentes y asesinos, protegen el poder de los empresarios.

Otras instituciones que sirven al poder patronal

Una institución muy importante para difundir estas creencias es la escuela. Allí uno aprende a leer y escribir. Aprende algunas cosas ciertas, como que dos más dos son cuatro o que Bolívar fue nuestro liberador del yugo del imperio español. Pero con la escuela desde pequeños nos “enseñan” una visión de la realidad social que no explica las causas de las cosas, sino que justifica la dominación de una clase por otra. En ese sentido, nos mienten, nos engañan desde el primer grado. Porque allí nos dicen, por ejemplo, que todos somos iguales, que el que trabaja mucho va a progresar, que el Estado se ocupa del beneficio de todos, tres cosas que en un país capitalista no son ciertas, pues existen enormes desigualdades sociales, quienes más trabajan menos tienen, y el Estado tiene como fin preservar los intereses de la clase dominante. No te enseñan a entender por qué con tanto petróleo y tierra que posee Venezuela seguimos con bajos salarios, desempleo y pobreza extrema. En la escuela te esconden cuidadosamente todo lo que estamos viendo en estas páginas, y que es la verdadera explicación de cómo funciona el país.

Los medios de comunicación (la televisión, el cine, la radio, los diarios, las revistas, internet) también son una gran correa de transmisión de las falsas creencias. Dan información, pero la manipulan, siempre presentan los hechos desde la perspectiva de la burguesía, para que la gente siga creyendo en instituciones opresoras y no se rebele.

La Iglesia (más allá de que respetemos que cada persona crea o no en Dios, sea católica, evangélica, islámica o lo que sea) cómo institución también tiene una contribución muy importante para mantener el “orden” patronal, para que no descubramos cómo son realmente las cosas y nos rebelemos contra nuestros explotadores, los patrones. La Iglesia Católica, en particular sus cúpulas dirigentes, ayuda a los empresarios escuálidos y sus partidos, condena las revoluciones y bendice los golpes de Estado en Venezuela y en Honduras. Y para colmo, la alta jerarquía de la iglesia dice que es una ventaja ser pobre, porque “de los pobres será el reino de los cielos”. Según ellos, hay que pedirle a los ricos que no sean tan ricos, para que los pobres sean un poco menos pobres, reduciéndonos a la posición indigna de mendigar unas limosnas a la burguesía. Son mensajes manipuladores e interesados, que buscan que los trabajadores sigan creyendo que tiene que haber patrones, que puede haber un capitalismo mejor, más humano, y no se rebelen. Están ocultando que mientras haya capitalismo, los pobres van a ser cada vez más pobres, se van a hundir en la indigencia, para engordar a los ricos, porque así funciona este sistema. Son siglos de mentiras.

El problema de los dirigentes sindicales vendidos y burocratizados

Hasta ahora estuvimos hablando de instituciones de la burguesía, como sus partidos políticos o los militares. La clase obrera, por su parte, con su lucha, con mucho sacrificio, ha ido creando instituciones propias, como los sindicatos. Pero todos sabemos que en muchos sindicatos los dirigentes están con los patrones, con los empresarios, son vendidos. Los trabajadores entonces tenemos que luchar en dos frentes. El primero es contra los patrones, los burgueses, el capitalismo. Pero al mismo tiempo tenemos que confrontar a la dirección obrera traidora. Por un proceso largo, no sólo en Venezuela, sino también en el mundo, la burguesía logró tener las cúpulas, las direcciones sindicales burocráticas, trabajando para ellas. Fueron trabajadores, los eligieron alguna vez como dirigentes. Se dejaron comprar, se pasaron de bando, y ahora gozan de los privilegios que les tira la patronal para seguir robándonos y cercenando nuestros derechos.

El sindicato, la institución que uno naturalmente tendría que tener para defenderse, está como un equipo de beisbol con el manager vendido al equipo enemigo. ¿Quién puede ganar así? Te indican todo al revés, para que gane el equipo contrario (en este caso, los empresarios). No están al servicio de los trabajadores, como debería ser, sino de la patronal y del gobierno.

Por este grave problema de los dirigentes sindicales vendidos y burocratizados, la burguesía tiene otro apoyo, además de su dominio económico, de sus propias instituciones, los políticos tradicionales, las falsas creencias que mete, la represión, para asegurar su poder. Este apoyo lo consigue del campo contrario, de la propia clase obrera.

El ejemplo histórico ha sido la CTV, que llegó al extremo de apoyar un golpe de estado proyanqui. Hubo una rebelión de las bases que hizo que surgieran nuevos sindicatos, nuevos dirigentes y una nueva central, la UNETE. Pero esta nueva central también sufrió un proceso de burocratización, ahora a favor del gobierno de Chávez y de la boliburguesía. Fue dividida y secuestrada por una burocracia “roja rojita” que está contra la lucha y contra la autonomía sindical, pues quiere arrodillar al movimiento obrero ante el gobierno y los empresarios. Sus representantes más destacados son la CST, y la corriente de Marcela Máspero.

Por eso decimos que hay que echarlos y poner en los sindicatos nuevos dirigentes que sean consecuentes en la lucha y que respeten las asambleas y la democracia obrera, para encabezar la refundación del movimiento sindical y la creación de una gran central obrera que agrupe a la mayoría de los sindicatos del país, y a los trabajadores sin distingo de posición política, ideológica o religiosa, como propone la Corriente Clasista, Unitaria, Revolucionaria y Autónoma (CCURA), encabezada por Orlando Chirino, militante de nuestro partido.

Los distintos partidos de izquierda

Este problema de la dirección existe no sólo en los sindicatos, sino también en los partidos políticos de los trabajadores o de izquierda. Existen varios partidos de izquierda. No creemos que esa división sea sólo por caprichos entre dirigentes o por apetitos personales. Existen diferencias profundas y reales, que vienen de mucho tiempo atrás y tienen que ver con el debate sobre si los trabajadores tienen que unirse políticamente o no con la burguesía. Es el tema que ya mencionamos en relación a la influencia del chavismo que inculca la conciliación de clases y la confianza en sectores de la patronal.

Nosotros decimos categóricamente que los obreros tienen que marchar en forma totalmente independiente de los patronos, de todos ellos. No puede haber proyectos estratégicos comunes a clases antagónicas, que incluyan a explotadores y explotados. Son los trabajadores quienes deben unirse entre sí, y con los demás explotados y oprimidos, para enfrentar a todos los patronos, tanto en lo económico como en lo político. Otras organizaciones de la izquierda no coinciden con esto.

El Partido Comunista, por ejemplo, dice que ahora en Venezuela está muy bien que Chávez gobierne con lo que llama la “burguesía nacional”, que son grandes empresarios, y que hay que esperar unos 40 años a que se desarrolle el capitalismo, para poder hablar de luchar por el socialismo. Entonces, sí existen diferencias importantes en la izquierda. Hacer o no unidad política con los burgueses es una de las fundamentales. Nosotros, creemos que todo explotador, así se haga llamar «nacional», «popular», «democrático» o “antineoliberal” o “socialista”, si es burgués, está con su clase, y contra la clase trabajadora. Así funciona el capitalismo. Por eso es una obligación dividir aguas en la política, delimitar bien los campos en lucha, porque esta es la realidad de la lucha de clases.

Hay un sector importante de la izquierda que considera que el capitalismo puede ser superado por medio de cambios muy lentos y graduales, llevados a cabo por gobiernos burgueses. A este sector, que está en contra de la revolución socialista y de que los trabajadores tomen el poder, lo llamamos “reformista”.
El reformismo y la conciliación de clases debilitan la pelea de los trabajadores, y los distraen de su rol revolucionario. Por eso hay que encararlos, y luchar por lograr una nueva dirección revolucionaria, que se gane la confianza de la mayoría del pueblo trabajador y explotado. Con posiciones políticas equivocadas se ayuda al bando enemigo, y por eso hay que polemizar con claridad y combatirlas con una política correcta. Al mismo tiempo impulsamos siempre que se pueda la unidad de acción con los demás sectores obreros y de izquierda, para avanzar.

El capitalismo está en crisis y nos hunde en la miseria

Entonces, ¿por qué nos hundimos? Porque vivimos en un sistema capitalista mundial en crisis, y en un país capitalista, al que vienen saqueando y saqueando hace décadas, los patronos locales y también los extranjeros. El mundo capitalista está cada vez más decadente, y cada vez las viejas fórmulas capitalistas son menos efectivas para aplazar las crisis.

Las noticias que escuchamos del resto del mundo indican que hay recesión y problemas en todos lados.

En el mundo les caen las ganancias a los empresarios y las multinacionales, quienes exprimen y exprimen a los pueblos, y depredan el medio ambiente, contaminando la tierra, el agua y el aire. Las condiciones ambientales necesarias para una vida sana están cada vez más amenazadas por la rapiña capitalista.
Esta es la visión que tiene la USI de por qué, habiendo tanta riqueza y oportunidades, nos estamos hundiendo los trabajadores y el pueblo de Venezuela y el resto de América Latina. Lo resumimos diciendo que nos hundimos porque vivimos en un país capitalista en el medio de una crisis pavorosa del mundo capitalista imperialista. Los que pagamos por esa crisis somos los trabajadores y los pobres, mientras los patrones y sus políticos se las ingenian para seguir siendo ricos y cada vez más ricos. Por ejemplo, las medidas anticrisis adoptadas por el gobierno de Chávez implican devaluar la moneda, lo que traerá más inflación y deterioro de los salarios, aumentar el endeudamiento público, incrementar el IVA, despedir a miles de empleados públicos, desmejorar el salario mínimo con relación a la inflación, liberar los precios de los alimentos, mientras se favorece la asignación de divisas a la burguesía, y se les ofrece dólares a 2,60 y reducción de las tasas de interés de los créditos, en otras palabras, estas políticas en nombre de un supuesto socialismo, favorecen a la burguesía y descargan la crisis capitalista sobre el pueblo.

2: ¿Cómo acabar con la explotación capitalista?

Viendo la situación tan difícil que atraviesa la clase trabajadora, acosada por la burguesía, el Estado, y los dirigentes traidores, uno podría decir “no hay salida”. Pero no es así. Hay salida, aunque sea difícil. La solución es complicada porque se trata de lograr una salida de fondo, que cambie radicalmente las condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo en este país. Se puede cambiar porque hay luchas, porque van surgiendo nuevos dirigentes, porque hay experiencias pol

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Unidad Socialista de Izquierda 19-2-2010