Categorías
General Internacional

Las guerras olvidadas de Haití y la falsa cooperación

Las guerras olvidadas de Haití y la falsa cooperación
haiti soldadosHaití antes y después del terremoto: la historia, el futuro y las estrellas fugaces de la solidaridad

Un mes en Port au Prince

Este reportaje nace de la experiencia directa, de las fuentes documentales y periodísticas, de los testimonios, videos y entrevistas que yo y el compañero Diego Lucifreddi recolectamos durante el mes de febrero de 2010, en el que estuvimos viviendo en el barrio Delmas de Puerto Principe, Haití, para colaborar con las actividades de Aumohd (Asociación de Unidades Motivadas por un Haití de los Derechos) que es una asociación de abogados voluntarios dedicados a la defensa de los derechos humanos y civiles de las personas más pobres y marginales, especialmente en los barrios difíciles y tristemente famosos como Cité Soleil y Gran Ravine.

Dado el alto nivel de corrupción e injusticia social y jurídica en Haití, la asociación se ha interesado, desde su nacimiento en 2002, en ayudar a los ciudadanos encarcelados injustamente (cerca del 90% de los detenidos en Port au Prince), pero en los momentos de crisis como éste, en una metrópolis derrumbada por esos 36 segundos de terremoto que cambiaron su historia, la Aumohd y su presidente Evel Fanfan tratan de proveer servicios de todo tipo a la población del barrio, a los sindicatos, a los grupos de base y a la gente en general dentro de sus posibilidades. Asimismo, están abiertos a la creación de redes internacionales de apoyo e intercambio de informaciones, además de hospedar a personas con voluntad e interés de conocer la realidad haitiana. Después del temblor se está promoviendo en varios países una recolección de fondos vía PayPal aquí: http://prohaiti2010.blogspot.com/

  La peor de la historia

El balance provisional de los daños causados por el sismo del 7.3 grado de la escala Richter en la capital de Haití, Puerto Príncipe, el pasado 12 de enero de 2010, es el de la más grande catástrofe de la historia moderna: los daños a la infraestructura se estimaron en 14 billones de dólares, los muertos fueron 230mil, pero hay muchas víctimas debajo de los escombros así que el presidente René Preval arrojó la cifra de 300mil, en su mayoría en la zonas de la capital y aledañas; hay más de 310mil heridos y 559 desaparecidos; un millón y medio de personas afectadas y un millón y doscientos mil sin techo; más de 500mil desplazados, 320mil casas destruidas o dañadas. No se señalan todavía peligros epidemiológicos en el país aunque una treintena de hospitales de la capital no están funcionando y la plaga de los mosquitos y la próxima temporada de lluvias son una amenaza concreta para los precarios campamentos instalados en muchas áreas urbanas y periféricas.

Cuba es el país que más médicos ha aportado: son más de 1700 y 1300 llegaron después del sismo. Venezuela, presente en la isla desde hace años con proyectos de cooperación del ALBA (Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), incrementó su contingente de protección civil ya desde el 13 de enero, condonó la deuda haitiana con PDVSA, la compañía petrolera venezolana, en el contexto del acuerdo Petrocaribe y maneja las ayudas humanitarias en diferentes campamientos (Video Entrevista Jefe Misión Venezuela-3 partes).

Mientras Preval se encontraba en Playa del Carmen, México, en la Cumbre para la Unidad de América Latina, un sistema de alianzas regionales que aspira contraponerse a la Organización de Estados Americanos (OEA) controlada por Estados Unidos, fue fijada la fecha del 31 de marzo para la conferencia de la Onu y los países donantes sobre la reconstrucción de Haití. La Unión Europea anunció un «Plan Marshall», según afirmó la secretaría de asuntos exteriores de la unión Catherine Ashton. El monto desembolsado por la unión europea es de 609 millones de euros divididos entre ayuda humanitaria (309 millones) y reconstrucción (300): se habla de descentralización administrativa y económica, se promete la cancelación de la deuda exterior con el país caribeño, aunque no se dice que pronto ésta será reemplazada por nuevos debitos contraídos para la reconstrucción y la reactivación de los mecanismos de la «cooperación» internacional…

  Desfile de estrellas fugaces y política internacional

El rapero de treinta y siete años Wyclef Jean, ex integrante del grupo Fugees radicado en Estados Unidos, recibió el 26 de febrero pasado un premio de la asociación NAACP (National Association for the Advancement of Colored People) como reconocimiento de sus esfuerzos humanitarios en favor de las víctimas del terremoto del 12 de enero. El músico tiene la nacionalidad haitiana y fue el primero entre las «estrellas» a nivel mundial a visitar Port au Prince después de la catástrofe, seguido inmediatamente por el actor Sean Penn, patrocinador del CRS (Catholic Relief Service), una agencia que está manejando las ayudas en muchos campos de refugiados en que se asentó el ejercito de EE.UU. Luego, desembarcaron Angelina Jolie, como representante de UNICEF, y John Travolta, quien trajo consigo el «sacro verbo» y la solidaridad de Scientology en tierra caribeña. En cambio, George Clooney se dedicó a un multimillonario Telethon para la recolección de fondos, mientras que los ex presidentes Bill Clinton y G. W. Bush (no es una broma) se asociaron para la creación de una fundación especial promovida en esta página www.clintonbushhaitifund.org y en la televisión. ¿Son todos unos filántropos?

A pesar de que, de alguna manera, son apreciables los esfuerzos de los hombres políticos y de la farándula, además de los de las Ong y las múltiples iglesias cristianas y católicas que operan en Haití, no se pueden olvidar algunas consideraciones acerca de los intereses y las intenciones latentes de este tipo de solidaridad. Más allá de los objetivos humanitarios declarados, hace falta citar las consabidas ventajas económicas y de imagen, los elementos ideológicos y discrecionales de que son portadores los grupos involucrados, como eslabón necesario para la cuadratura del círculo en la política exterior de las potencias extranjeras, tradicionalmente los Estados Unidos, Francia y Canadá: de esta forma, se exportan productos, influencias culturales, políticas y religiosas, visiones del mundo, know how, empresas, dependencias de muchos tipos y, en síntesis, soft y hard power en los países «beneficiarios». También la solidaridad está condicionada a unas políticas específicas, a preferencias establecidas por la agencia que las maneja.

  De la USAID a Sarkozy

Por ejemplo, en Centroamérica y en México, no es un secreto que la USAID (agencia gubernamental estadounidense), muy presente en Haití desde antes del terremoto y ahora con las ayudas, desde siempre condiciona sus desembolsos «solidarios» a políticas antiabortistas y reaccionarias con respecto a las tendencias sociales de los países receptores. El año pasado el gobierno del Distrito Federal, la capital mexicana, perdió las contribuciones de USAID justo porque había sido legalizada la libertad de decisión de las mujeres en el tema del aborto.

Regresemos a Haití. En febrero las visitas de Stephen Harper, primer ministro canadiense, de la pareja Clinton en varias ocasiones y, finalmente, la de Nicolas Sarkozy, el primer presidente francés que se atreve a pisar la isla desde la independencia de Haití, evidencian cómo, además de Brasil, también Francia, EE.UU. y Canadá quieren mantener sus formas de control-ayuda en el país. Son los primeros interesados en evitar la ingerencia rusa, china y venezolana en el Caribe, en tener la prioridad en la explotación de los recursos (petroleros pero no sólo), muy probablemente abundantes en las aguas haitianas, y a mantener cierta estabilidad social y humanitaria, a raíz del «peligro» de emigraciones masivas hacia sus territorios (ya más de un millón de haitianos viven en Estados Unidos contra los 9 y medio millones en la isla).

El 17 de febrero el presidente francés estuvo de visita por sólo 5 horas, se encontró con Preval, presentó un programa de reconstrucción y presentó un paquete de ayudas por 326 millones de euro, destacando que Haití no necesita tutelas externas, en referencia a la presencia militar americana y a las hipótesis, por ahora descartadas, de un «protectorado», y agregó también que el proyecto de reconstrucción será todo nacional. Bueno, se le olvidó comentar, quizás, que posiblemente las empresas, los materiales, las futuras deudas externas, los capitales, los grupos de presión política, los yacimientos de minerales y los nuevos mercados serán también un poco más franceses que antes, además de canadienses y gringos. Sonó sarcástico cuando el heroico Nicolás comenzó a agradecer a Haití, ya que gracias a este país «el francés pudo ser reconocido como el segundo idioma oficial ante las Naciones Unidas», «qué gran dicha!» habrá pensado la mayoría de los haitianos que habla, más bien, criollo.

  Los Estados Unidos y las agencias, algo de historia y de golpes

Una evidencia interesante de lo que entiendo por «elementos ideológicos y discrecionales» es representado por el caso de Wyclef Jean y su fundación Yelè Haiti que, desde 2005, recolecta dinero para becas, proyectos medioambientales, deportivos y artísticos en beneficio de su país de origen. Su tío, Raymond Joseph, es uno de los hombres del establishment haitiano en Washington y, en marzo de 2004, fue nombrado embajador en Estados Unidos por la pareja de represores compuesta por el presidente provisional Boniface Alexandre y su primer ministro Gerard Latortue.

Como declarado en una entrevista por Tom Luce, presidente de la Ong estadounidense Hurah-inc, activa desde hace muchos años en Haití con proyectos de cooperación y protección de la población desfavorecida en colaboración con Aumohd, estos políticos llegaron al poder desplazando al presidente legítimo Jean-Bertrande Aristide, después de que éste fuera deportado en la República de Sudáfrica el 29 de febrero de 2004, en una operación realizada por agentes de la CIA (Central Intelligence Agency, EE.UU.) y anticipada por meses de desestabilización y crisis, gracias al apoyo de brigadas paramilitares y elementos de la oposición extraparlamentaria. Estos sectores estaban relacionados con la misma CIA, con el IRI (International Republican Institute) y con grupos conservadores europeos, especialmente de la Francia de Chirac y Sarkozy (el entonces primer ministro del interior), y el más notorio era el gruppo 184 o G184, una ambigua organización para la «defensa de los derechos humanos» que era en realidad una agencia reaccionaria y antidemocrática que hasta recibió cuantiosos financiamientos por la Comisión Europea.

  ¿Qué pasó en verdad en el golpe de 2004?

Una versión histórica de aquellas caóticas semanas sostiene que Aristide había dimitido legalmente como consecuencia de una crisis institucional y que él mismo se declaró, por tanto, impotente frente a una sucesión de «revueltas populares» en su contra. Estas rebeliones fueron provocadas en realidad por unos escuadrones de la muerte, armados por la oposición, que operaban con métodos terroristas e ilegales; por lo cual el ex mandatario haitiano rechazó firmemente la versión oficial (o estadounidense) de los acontecimientos. Algunos peritos traductores en los Estados Unidos confirmaron que el texto original de la supuesta carta de dimisión escrita en criollo por Aristide no hablaba de renunciar al cargo. De nuevo, según Tom Luce y los artículos del periodista americano Kevin Pina, también el IRI (International Republican Institute), una emanación del Partido Republicano y del gobierno estadounidense creada por Ronald Reagan en los ochenta con la finalidad de enseñar la democracia al resto del mundo y financiada con dinero público extraído de los bolsillos de los tax payers norteamericanos, realizó sistemáticamente esta acción de subversión del orden democrático en Haití, en particular durante la gestión del halcón Stanley Lucas, representante de la agencia en la isla.

La contraparte del IRI, emisión del Partido Demócrata, es la NDI (National Democratic Institute) que fue involucrada en el golpe de estado del 2002 contra Hugo Chávez en Venezuela y, sin embargo, en el caso de Haití en este periodo específico, fue, en cambio, un interlocutor más imparcial, ya que trabajó con distintas partes políticas, inclusive con el partido Fanmi Lavalas de Aristide. No fue así en 1990, cuando Aristide ganó y el NDI financió la campaña del candidato derechista Marc Bazin que obtuvo sólo el 12% de los votos. El NDI y el IRI son financiados dentro del programa conocido como National Endowment for Democracy o NED.

  …y el tío de Wyclef sigue allí

Entonces, en el bienio 2003-2004, el IRI utilizó fondos de la norteamericana USAID, una agencia presente en casi toda América Latina, para corromper a congresistas y abastecer de armas a cerca de 600 rebeldes que se organizaron en escuadrones de la muerte bajo el mando de Guy Philippe, ex jefe da la policía de la segunda ciudad haitiana, Cap-Haitien, y del ex sargento golpista del ejército Louis-Jodel Chamblain. Estos criminales de guerra fueron presentados, luego, como unos freedom fighters (luchadores por la libertad) a los ojos de la opinión pública, debido a la propaganda oficial de la época post Aristide.

Pese a los millones y millones de dólares gastados para la «promoción de la democracia» y de los candidatos pro-yankee con estrategias típicas de la guerra fría y con lujo de violencia política, estos esfuerzos financieros, mediáticos y militares no lograron frutos, ya que ningún candidato de la derecha reaccionaria pudo conseguir un consenso suficiente en el país y la gente sigue apoyando a Aristide, sin creer en las versiones abultadas de la historia del segundo golpe perpetrado en su contra. El mismo Guy Philippe se lanzó en las presidenciales de 2006 y obtuvo un vergonzoso 1% de los sufragios, lo que reveló su débil poder de convocatoria y, más bien, el asco que su figura suscitaba en la población que sigue identificándolo hasta la fecha como un mercenario, paramilitar y narcotraficante.

Después de todos estos años turbulentos, el embajador Raymond Joseph, el personaje con el cual abrí este paréntesis histórico, fue confirmado en Washington por Preval, el actual jefe de estado poco inclinado a efectuar cambios mal vistos por la elite.

  Wyclef Jean, la educación y la solidaridad tronca           

Volvamos de nuevo a las estrellas fugaces de la solidaridad. Para poder cerrar el ejemplo sobre la fundación de Wyclef Jean, hace falta primero subrayar que el 90% de las escuelas haitianas prevé el pago de cuotas de inscripción y el sistema está dominado fuertemente por las instituciones privadas y confesionales, las Ong y los pequeños empresarios de la educación de paga, con las relativas exclusiones del derecho universal a estudiar que de allí derivaron y que contribuyeron, junto a la pobreza y la desigualdad económicas y sociales, a una situación insostenible: altas tasas de mortalidad materna (523 mujeres mueren por cada 100 mil partos), 1 de cada 8 niños y niñas mueren antes de cumplir cinco años de vida y 1 cada 14 antes de cumplir un año, la esperanza de vida es de 59 años para los hombres y de 63 para las mujeres; la tasa de alfabetización de la población adulta no llega al 60% y la de niños y niñas que asisten a un establecimiento educativo no supera el 50%. Más de 500 mil niños y niñas en edad escolar nunca pisaron una escuela (Léase Informe CLACSO-Rebelión sobre Educación). La UNESCO ha establecido que por lo menos la mitad de las 15mil escuelas primarias y 1500 secundarias del país resultaron severamente dañadas o destruidas, además el ministerio de educación, como casi todas las sedes de los poderes constitucionales, se derrumbó.

Sobre todo para las mujeres de los barrios pobres (aunque no sólo) es muy difícil concluir los estudios de nivel secundario inferior y superior, vistos los altos costes de las instituciones escolares privadas y el régimen excluyente que las gobierna, además de que el sistema social y cultural dominante está todavía ligado a la tradición católica conservadora, a una suerte de costumbre a la dependencia material y espiritual de la población de algún benefactor o de la voluntad divina, entendida como fatalidad o destino predeterminado. Entre catástrofes naturales, crisis económicas endémicas y la cultura machista, las mujeres de clase media y baja se ven excluidas de toda oportunidad laboral y educativa. Las que logran llegar al nivel preparatoria, en general, atienden con discontinuidad y tardan muchos años en concluir sus estudios, ya que viven en un estado constante de emergencia económica o familiar. Las mujeres solteras, jefas de hogar, son la normalidad a Puerto Príncipe más que, por ejemplo, en la Ciudad de México.

Las becas otorgadas con las donaciones a la fundación Yelé se promueven en el público como instrumentos fundamentales que benefician cada año a miles de niños, pero ésta es simplemente la parte más distorsionada de la verdad. De hecho, según nuestro informante Tom Luce, quien trató de conseguir esas becas para unos niños haitianos, el disfrute de estas prebendas está restringido solamente a unas instituciones privadas religiosas y no se otorgan a los individuos que las piden, sino a organizaciones, por lo tanto es inútil tratar de conseguir los apoyos y señalar los casos más necesitados, ya que todo ello no es considerado siquiera por las oficinas burocráticas y los funcionarios locales.

Aristide y la década de los 90

En origen, ¿de dónde venían tanto hastío y aversión contra el ex cura Jean-Bertande Aristide? ¿Se trataba realmente de una figura tan peligrosa y radical, así como se presentaba por parte de ciertos sectores estadounidenses e internacionales? Aun no pudiendo contestar exhaustivamente a estas preguntas, creo que aquí es útil aclarar brevemente algunos aspectos de su trayectoria.

Nacido en 1953 de una familia pobre del norte de Haití, Aristide fue criado por los curas salesianos y pudo estudiar filosofía y psicología hasta el nivel de posgrado en su país y también en Italia, Grecia e Israel. En 1983, fue ordenado sacerdote del orden se los salesianos, se fue a vivir a Puerto Príncipe en una pequeña diócesis de la periferia metropolitana y devino un exponente de la llamada «teología de la liberación», el ala más progresista e igualitaria de la iglesia católica en América Latina que entró en pugna abierta con las visiones moderadas y conservadoras de las jerarquías vaticanas y del Papa Juan Pablo II, un gran aliado anticomunista de la administración estadounidense de «Reagan-Rambo».

Los sermones de Aristide al pueblo haitiano y sus entrevistas incitaban a la revolución y a la lucha por una igualdad social verdadera y se transmitían en la radio católica nacional. Este activismo político le costó muchas fricciones con los salesianos que, finalmente, lo expulsaron del orden en 1988, antes de que él mismo decidiera abandonar la iglesia definitivamente y casarse con la ciudadana norteamericana Mildred Toullot en 1994. 

En 1990, Aristide obtuvo el 67% de los votos y ganó las primeras elecciones democráticas en Haití con una plataforma de cuño socialdemócrata favorable a las clases más pobres (el 80% de la población vivía y vive todavía en la indigencia) que preveía formas de redistribución del ingreso y la universalización del acceso a los sistemas sanitario y educativo. 

  1991. Primer golpe de estado contra Aristide

En el septiembre de 1991, una serie de conflictos institucionales entre Aristide y el congreso, junto al clima de violencia política callejera provocado por la oposición, fueron el telón de fondo para la realización de un golpe de estado manu militari, apoyado por la CIA, que lo forzó a salir del país durante los 3 años siguientes, de 1991 a 1994, e impuso en la presidencia al Juez Joseph Nerette, en realidad un títere al mando del jefe de una junta militar presidida por el jefe del ejército Raoul Cedras. La versión oficial dice que todo ocurrió «según la constitución», es decir, según modalidades muy parecidas a las que vimos con el golpe en Honduras en junio de 2009 o, de nuevo, en Haití contra el mismo Aristide en 2004.

El regreso del presidente en su país, después de su exilio en los Estados Unidos, fue acompañado por un compromiso negociado, o bien obligado, con el FMI (Fondo Monetario Internacional), el Banco Mundial y con el entonces presidente de EE.UU., Bill Clinton (el mismo que hoy promueve la recolección de fondos junto a Bush «el jóven»), lo que implicaba un retroceso en todas las políticas sociales propuestas por Aristide y una adhesión incondicionada a los preceptos del Consenso de Washington y constituyó un candado seguro para blindar los márgenes de maniobra de los futuros gobiernos del país. De vuelta como jefe de la nación, Aristide logró, al menos, desmantelar el ejército y sustituirlo con una policía nacional.

1995. Primera presidencia de René Preval

De 1995 a 2000, Renè Preval, actual jefe de estado haitiano que fue primer ministro en 1991 (aunque no era formalmente miembro del partito de Aristide Lavalas), tuvo su primera ocasión como presidente y Aristide fue nombrado primer ministro: en efecto, hubo una inversión de papeles durante un mandato caracterizado por una relativa bajada del desempleo, pero también por la decidida oposición parlamentaria a las políticas privatizadoras y de ajuste estructural implementadas por Preval que no generaron ni crecimiento ni mucho menos algún tipo de desarrollo.  

También en el año 2000, a pesar de que en los cinco años anteriores hubo un relativo estado de inmovilidad y pese a los millones de dólares invertidos por las agencias internacionales ubicadas en la isla para construir una subespecie de democracia según sus gustos, las elecciones favorecieron al candidato suportado por el partido Fanmi Lavalas (el nuevo nombre del anterior Lavalas) que fue, otra vez, Aristide, el cual fue, sin embargo, acusado de fraudes y padeció un boicot electoral y parlamentario actuado por una oposición intransigente y antidemocrática, antes y después del voto.

  2000. El regreso de Aristide

En cuanto entró en posesión de sus facultades constitucionales, el neo-electo mandatario anunció oficialmente la demanda a Francia para pedir el pago de 21 billones de dólares a Haití como indemnización actualizada al año 2000 de la titánica deuda de guerra que gravó por 144 años sobre el pueblo haitiano. En efecto, la potencia colonial francés había impuesto a su ex colonia liberada el pago de una suma enorme e injusta (para tener una idea de la cifra, ésta era equivalente al doble de lo que Francia obtuvo de Estados Unidos para venderle Arkansas, Misuri, Iowa, Oklahoma, Kansas, Nebraska, Minnesota y las Dakotas), después de que ésta se alzó en armas y ganó su independencia en 1804: Haití comenzó su historia con una deuda altísima, pero fue la primera república «negra» de América, la primera en cancelar la esclavitud y otorgar el derecho de voto a las mujeres, fue la segunda en proclamarse libre e independiente en el hemisferio occidental, anticipando en los hechos a todos los demás países latinoamericanos.

Divide et impera

En los primeros años de gobierno y hasta el segundo golpe de 2004, parece funcionar la política de divide et impera llevada a cabo por la oposición en contra de Aristide. De hecho, por un lado hubo un progresivo alejamiento de los grupos más radicales de inspiración marxista, mientras que, por el otro lado, algunos colaboradores históricos del presidente, ligados al mundo católico progresista, como el cura militante Max Dominique, toman distancia del movimiento que ellos mismos contribuyeron a fundar. Se denuncian los intentos del presidente de justificar la violencia en los casos de legítima defensa y, por ende, su parcial renuncia a formas de lucha política no violenta, como consecuencia de las olas de ataques de tipo paramilitar que padecían los simpatizantes de su partido Fanmi Lavalas. Estas divisiones internas favorecieron un proceso de debilitación y delegitimación institucional que fue exacerbado por una guerra sucia a nivel nacional, orquestada por la CIA y el grupo 184, la que logró finalmente derrocar a Aristide con el golpe del 29 de febrero de 2004. Véase: http://www.blackcommentator.com/67/67_pina.html

2004 – 2006. El señor matanza y la herencia de los Duvalier

Fue durante el gobierno de Alexandre y Latortue, patrocinado por G. W. Bush, quien justo después del golpe envió un millar de marinos, seguidos por los ejércitos francés y canadiense, cuando la violencia política y la represión volvieron a ser el amargo pan de cada día para muchos haitianos La represión de los marinos y del ejército de ocupación estadounidenses hizo algunas víctimas inocentes (aunque nunca se admitieron estos crímenes), mientras los movimientos sociales, la sociedad civil y los partidos políticos fieles al ex presidente Aristide en exilio, in primis el Fanmi Lavalas que él creó en 1996 para renovar el preexistente Lavalas («la avalancha», de 1991), experimentaron un retroceso democrático de dos décadas y revivieron los excesos de la época del dictador Baby Doc, Jean-Claude Duvalier (en el poder desde la muerte de su padre en 1971 hasta 1986). El joven Duvalier, elegido a los 19 años de edad, a su vez había aprendido bien la profesión del represor de su papá, el «presidente absoluto», Francois Duvalier, llamado Papa Doc, creador de la despiadada policia secreta de los Tonton Macoutes, que no fue disuelta sino hasta 1986, luego de que había hecho más de 30mil víctimas. Después de algunos meses de ocupación americana, en junio de 2004, entraron en función las fuerzas militares de la Onu, los 7000 cascos azules de la Minustah (Misión de Naciones Unidas para la Estabilización en Haití) que está compuesta por una sección militar y una de policía, ambas bajo el mando formal del contingente brasileño, pero controladas, en realidad, a la distancia por los Estados Unidos y, en menor medida, por el gobierno haitiano. La concesión del mando de las operaciones de la Naciones Unidas a Brasil parecía, entonces, responder más a exigencias de imagen y presencia internacional de la potencia sudamericana emergente que a una efectiva puesta en discusión de la tradicional dominación estadounidense en el Caribe.    

War by proxy e Gran Ravine

En este contexto, comenzó a desarrollarse una guerra de aproximación («war by proxy», o sea, golpear zonas y personas cercanas a los objetivos políticos para desarticular el tejido social y físico circunstante) y se ejecutaron varias matanzas, conocidas como las masacres de Gran Ravine contra grupos de inocentes, simpatizantes de Aristide y simples ciudadanos, con operativos de la policía haitiana, dirigida por Carlo Lochard y acompañada por grupos paramilitares conocidos como Lame Timanchet («la armada del pequeño machete»).

El 20 de agosto de 2005, 50 personas sospechadas de militar en el partido Fanmi Lavalas fueron masacradas en el estadio Martissant de Port au Prince, mientras había un espectáculo al que presenciaban alrededor de 5000 espectadores. Muchas víctimas fueron brutalmente ultimadas simplemente porque trataban de ponerse en salvo. El día siguiente, 5 vecinos del barrio de Gran Ravine fueron quemados en sus casas. Como consecuencia de los señalamientos de Aumohd y Hurah, un destacamiento de soldados de la Minustah empezó a patrullar la zona y las casas de algunos militantes que estaban en riesgo, mientras que los abogados de Aumohd organizaron encuentros en las vecindades entre militantes de facciones opuestas para fomentar el diálogo pacífico y la reconciliación.

Todo ello evitó otras matanzas por unos meses, sin embargo, el 7 de julio de 2006, los integrantes de Lame Timanchet rompieron la tregua e hicieron una tercera trágica masacre que dejó un balance de 26 muertos, 300 casas quemadas y 2000 desplazados. La Aumohd fue la única asociación que defendió las víctimas de estos graves actos de terrorismo de estado y logró la encarcelación de 15 policías condenados por esos acontecimientos.

Minustah en Haití

Los cascos azules tuvieron desde un principio un un papel contradictorio y fueron acusados de numerosos homicidios y violaciones de los derechos humanos que fueron comprobados y, luego, hasta admitidos en rueda de prensa por el comandante brasileño dimisionario, el general Augusto Heleno Ribeiro Pereira, en 2005, cuando declaró que la Minustah recibía presiones de países como Francia, EE.UU. y Canadá para hacer un mayor uso de la violencia contra las supuestas bandas de criminales que, según sus informes, dominaban los barrios periféricos.

A finales de 2006, el presidente Renè Preval concedió expresadamente a los militares de la Onu la facultad de desempeñar funciones de inteligencia y represión armada en las zonas más pobres, especialmente Cité Soleil, uno de los bastiones políticos de Aristide, en contra de esas «bandas de delincuentes» no muy bien identificadas, en el sentido de que se cometieron muchos errores y confusiones entre criminales comunes, militantes políticos y normales ciudadanos en la compilación de las listas negras que guiaban las operaciones.

Una parte de estas bandas o supuestas mafias se identificaba, en efecto, con algunos grupos de ciudadanos organizados ligados al presidente exiliado y, si bien era probable igualmente la presencia de grupos delictivos «verdaderos» en Cité Soleil, los métodos represivos utilizados por la Minustah, consistentes en bombardeos con cañones y avanzadas sobre las casas con tanques como si se tratara de operaciones de guerra, hicieron víctimas inocentes, asolaron brutalmente a toda la población, aniquilando su capacidad de organización civil, y contribuyeron a crear el falso mito de una ciudad violenta y salvaje que necesita de los ejércitos extranjeros para sobrevivir.

El mito de la violencia

Este mito ha sido reinventado después del terremoto por los medios y las cúspides militares extranjeras, sobre todo estadounidenses, para justificar el envío masivo de hombres armados y medios pesados, mientras que, en verdad, Puerto Príncipe no es más peligrosa que otras capitales americanas y ha vivido de manera relativamente pacífica y ordenada el inmenso drama que la azotó. Durante nuestra estadía, no hemos visto nunca, ni hemos escuchado a informantes y a medios locales acerca de las escenas de violencia callejera o de las barricadas de afamados «rebeldes» que, en cambio, fueron difundidas en ráfagas por las televisiones de todo el mundo para crear una imagen distorsionada del pueblo haitiano y abrir las puertas a la que muchos perciben como una invasión.

A raíz de todo ello, los haitianos se preguntan legítimamente por qué las ayudas vienen acompañadas de los marinos y soldados de EE.UU. (eran 22mil en enero, ahora bajaron a 13mil unidades), por la gendarmerie francesa y hasta por los folclóricos carabineros italianos. En estos últimos casos, parece un ridículo desfile diplomático de malas intenciones que ayuda a esconder y legitimar la mucho más imponente presencia militar estadounidense.

¿Cuánto los necesitamos?

Otro mito parecido al precedente es que el ejército americano debía suplir la falta de coordinación de la Minustah, debido a que 59 de sus altos funcionarios perecieron el 12 de enero, y, sobre todo, debía proteger a los ciudadanos haitianos y extranjeros de los actos de depredación de la población (otra vez se habló de las «bandas de criminales»), además de que se alegaba que la fuga de 7000 presos «peligrosísimos» de las cárceles capitalinas era un gran problema de seguridad a resolver.

Ahora bien, la Minustah tiene un mandato de la Onu para sus operaciones de policía en Haití y los ejércitos extranjeros no, aunque sí tuvieron una autorización de un gobierno fantasma como fue el haitiano en el mes de enero. De todos modos, también estaba la policía haitiana sobre el territorio mientras la Minustah se estaba reorganizando. Asimismo, se denunciaron las prioridades que muchos grupos de rescate y militares extranjeros establecieron para intervenir: antes, en centro comerciales y otros edificios de barrios exclusivos para salvar a la población adinerada y, luego, en otras zonas residenciales hasta llegar, o bien hasta nunca llegar, a los slums marginales.

Los llamados «actos de despojo» que vimos en la TV e Internet en un principio eran en su mayoría casos de gestos extremos de masas desesperadas y hambrientas que lo habían perdido todo y, en poco días, se normalizaron con la llegada de comida y agua del exterior. Por otro lado, si las ayudas son aventadas en sus cajas cerraditas desde un avión en una explanada o son distribuidos desordenadamente en plazuelas atascadas de gente (lo que sigue pasando todavía), pues es lógico que los más fuertes tomen más y que los empujones se conviertan en riñas y peleas. Pero eso depende más de los que provocan la situación que de los «violentos» haitianos.

Por lo que se refiere a los 7000 fugados de la cárcel, hace falta recordar que, muy probablemente, al menos el 90% de ellos eran acusados o condenados injustamente, dado el altísimo nivel de corrupción del sistema judicial señalado por las organizaciones nacionales y foráneas para la defensa de los derechos humanos. Por tanto, no hay grandes peligros de revoluciones armadas urdidas por los que se escaparon.

La situación actual en Port au Prince y Haití

Después del terrible sismo del 12 de enero, que daño o arrasó cerca del 80% de los edificios de Puerto Príncipe y alrededores, se produjo una situación análoga a la de las becas del señor W. Jean que describí anteriormente, y que, en este caso, interesa la distribución de las ayudas internacionales que están llenando los almacenes de la Onu en el aeropuerto Toussaint L’Ouverture y que, sin embargo, no han estado llegando a todos los damnificados.

Una buena parte de la población que perdió su casa o de los que tienen miedo de volver a sus hogares agrietados vive ahora en uno de los más de 300 campamentos montados en la ciudad. Según el espacio disponible, cada uno puede contener de unos cientos hasta 30-40mil personas y normalmente son controlados y manejados con distintos grados de efectividad por los consejeros de barrio, la policía haitiana o los mismos ciudadanos desplazados.

Más apartados operan los militares estadounidenses o de otras naciones que vimos pasear tanto armados como desarmados, y también las Ong extranjeras están presentes en muchos de estos campos (Video Carpa Ong Save the Children y Video Soldados Americanos y Niños). Son éstas las que normalmente distribuyen ayudas a una buena parte de la gente que vive en las carpas, según unos criterios preestablecidos. Los tianguis callejeros y en los campos venden pocos productos como huevos, pimientos, ajo, frijoles, plátanos, pan, latas, arroz, agua y medicinas recuperadas en el «mercado negro de las ayudas». El transporte local urbano de los microbuses, llamados tap-tap, funciona regularmente así como las gasolineras, los grandes bancos y Western Union, pero las escuelas, las tiendas, los restaurantes abren sólo por unas cuantas horas al día gracias a la energía de unos generadores que consuman mucha gasolina.

Los supermercados que no se cayeron trabajan regularmente, pero son un lujo para ricos y para los que, al menos, no perdieron su trabajo. Para un cuadro claro de la situación señalo los videos y entrevistas del periodista Peter Hallward: LINK.

Los campamentos de la calle Delmas 40-B

Sobre el terreno del ex club de golf de Petion-Ville, al final de la calle Delmas 40-B, son amontonadas más de 3000 tiendas de campaña y lonas por un total de desplazados estimado entre 30 y 50mil unidades. Esta cifra rebasa la de cualquier otro campamento de la ciudad. El ejercito y los marinos americanos se asentaron sobre un cerro que domina el territorio en plano de abajo, en el que las carpas y lonas de los damnificados, junto a las estructuras de emergencia sanitaria y distribución de víveres de algunas Ong como Oxfam y Save the Children, se multiplicaron día tras día hasta la saturación del espacio visible (Entrevista Responsable Misión EE.UU. Campo Delmas-3 partes).

Aquí, cada dos semanas el personal del Catholic Relief Service pasa por las tiendas para efectuar un censo de sus moradores que son 12-15 en promedio. Para cada grupo distinguible de personas se elige a una mujer como responsable. Cada una de ellas recibe una tarjetita que le da el derecho de pedir, en el área convenida del campamento, un costal de 25kg de arroz y otros alimentos para que se repartan y consuman entre todos en los siete días siguientes.

El agua para la higiene personal y los baños llega diariamente dentro de grandes tanques con cisternas de la Onu y del gobierno haitiano y, usualmente, el líquido termina en las primeras horas de la tarde: a veces, con un poco de suerte, se puede tomar una ducha en los espacios públicos montados en diferentes zonas del campamento incluso poco antes de que anochezca, si no, hay que esperar el día siguiente.

La parte del llano, en el campamento, la manejan las autoridades locales de la alcaldía y los funcionares del gobierno realizan periódicamente encuestas sobre las condiciones de vida de la población (Entrevista Empleadas Gobierno «Haití Pap Perí»). Los principales problemas son de tipo higiénicos por el hacinamiento de la población, por los mosquitos y otros insectos, por la presencia de cabras, cerdos, perros y gatos que pasean en los residuos sólidos y orgánicos abandonados en caminitos y senderos, y, por fin, está la basura echada en los riachuelos y las cuencas del ex campo de golf. Aunque no han brotado epidemias graves, el peligro es evidente, así como es muy alto el riesgo de incendio por la costumbre de cocinar dentro de las carpas utilizando parrillas y carbón. La temporada de lluvia y de huracanes que se acerca genera inquietud, ya que las tiendas fueron montadas sobre explanadas y lomas de las cuales cuelan ríos de lodo y desechos. El drenaje no existe y las tiendas se llenan de agua, fango y suciedad arrastrada desde los puntos más altos del campo.

¿Y fuera de los campamentos?

También hay una masa de miles y miles de habitantes que aún siguen en las calles, en los espacios abiertos como parques, banquetas, estacionamientos y plazas, o bien, en chozas precarias o en casas de alto riesgo. Luego, están aquellos quienes emigraron en las afueras de la ciudad o en la provincia para buscar condiciones más aceptables, pero para todos ellos la solidaridad internacional, que más o menos alcanza a cubrir las necesidades de los campamentos, es una palabra vacía.

Todo el mundo busca algo que hacer, vender, reciclar, pero el grande ausente es el trabajo: al menos 90mil puestos se perdieron definitivamente y la mayoría de las actividades productivas y los servicios no han vuelto a trabajar y quizás no lo harán durante meses, entonces muchos viven de las ayudas y de las remesas de familiares en el exterior. Por eso, es normal que la gente en la calle se acerque a los extranjeros, «les blancs», pidiendo dinero, trabajo, comida o que le ofrezcan algún servicio de traducción o acompañamiento, etcétera. La impresión es que, incluso antes del temblor, la población había estado acostumbrada a vivir en las urgencias y las privaciones más extremas, pero ahora la masa de los sin techo creció desmedidamente en estas calles que ya son su hogar y esperanza.

Las ayudas selectivas y la reacción de la sociedad civil

La recepción de la mayoría de las ayudas no es una cuestión que involucre directamente a los individuos necesitados, sino que es, más bien, un trámite burocrático complejo que está subordinado a la participación en reuniones especiales o clusters. Cada día a las 4 de la tarde, las delegaciones de las Ong van a Tabarre, un suburbio de la periferia capitalina cerca del aeropuerto, y presentan sus credenciales para ser receptores de ayudas en naturaleza, por ejemplo medicinas, materiales de trabajo o comida disponibles en las sedes gestionadas por la Onu, y así entran en una lista de beneficiarios. La casi total exclusión de las pequeñas asociaciones locales deriva de varios factores logísticos, lingüísticos y culturales y de la falta de información con referencia a estas posibilidades de contacto con las Naciones Unidas, pero el problema es sobre todo la escasa visibilidad y credibilidad internacional que tienen con respecto a las muy conocidas «multinacionales estrellas de la solidaridad» que no necesitan ninguna certificación o presentación para desarrollar sus actividades en Haití.

Algunas grandes organizaciones como MSF (Medicins sans frontiers) prefieren, de todos modos, no depender de los apoyos oficiales de la Onu o de ejércitos extranjero, ya que tienen otras fuentes de financiamiento y hay condicionamientos a los que no desean someterse y una imagen de neutralidad que quieren defender. Al contrario, las pequeñas realidades locales tienen severas dificultades en acercarse al complicado lenguaje técnico y especializado de los clusters de la Onu y, en muchos casos, han sido gravemente afectadas por el sismo tanto en sus posibilidades de respuesta e interacción con las instituciones internacionales, como en el número y las capacidades concretas de sus integrantes. A pesar de la presencia de todos estos obstáculos y de claros límites de funcionamiento de las asociaciones haitianas, su presencia histórica sobre el territorio y en los barrios populares es un patrimonio importante e insustituible que debería de valorarse para una intervención más rápida y eficaz donde no llega la luz de la solidaridad.

A partir de mediados del enero pasado, cerca de 60 asociaciones, sindicatos, grupos del sector non-profit y de la sociedad civil están juntando sus fuerzas para acceder a las ayudas y adquirir visibilidad frente a la Onu, al sistema político nacional y la comunidad internacional. En este sentido, están elaborando un programa de acción y unas propuestas sobre temas como educación, derechos humanos, economía, trabajo, género, familia, salud y otros para presentarlo a una asamblea nacional prevista para el 19 y 20 de marzo en Puerto Príncipe y, luego, en la conferencia de la Onu sobre la reconstrucción de Haiti en Nueva Cork el 21 de marzo en la que se conquistaron ya un sitio seguro.

Esta «Coalición para Haití» representa, por ahora, el único intento concreto de romper el monopolio de las decisiones del desgastado sistema político haitiano y de las potencias extranjeras sobre el destino del país. El objetivo es de influir en las decisiones, teniendo como base el conocimiento acumulado en cada sector por los integrantes de la coalición que aspira a tener una voz fuerte y tratar de evitar, además, tanto los riesgos de cooptación como los de exclusión de la sociedad civil en este proceso (Entrevista al coordinador del movimiento, Jean Luc Dessables, en español, 5 partes).

  REFERENCIAS:

de Fabrizio Lorusso   Lamericalatina.Net           

 

Video Port u Prince de Diego Lucifreddi: YouTube FabrizioLorussoMex

Fotos Haití y Aumohd: Picasaweb.google.com Album Haiti

Algunas fuentes necesarias:

http://www.haitiaction.net/

http://www.haitiinformationproject.net/

http://www.haitianalysis.com/

http://www.blackcommentator.com/67/67_pina.html

Trailer documental Kevin Pina: The Untold Story http://www.teledyol.net/KP/HUS/HUS.mp4

Fabrizio Lorusso   Italia y México   3-4-2010