Desde la caída del Muro de Berlín, en vez de reducirse han aumentado los muros que despojan de su territorio y su agua a pueblos o que tratan de evitar el paso de migrantes o el regreso de un pueblo, como el saharaui a su tierra. Por Fernando Guzmán Aguilar.

“Solo acciones solidarias podrán derribar los muros y hacer que todo lo vivo renazca sobre esta tierra liberada”, dice la presentación de Heterópoli, un juego de mesa creado por los miembros del proyecto PAPIIT-UNAM Heteronomías de la justicia: territorialidades nómadas.
Producto también de este proyecto, a cargo de Silvana Rabinovich, es la exposición “Mexicanos, palestinos y saharauis: del mismo lado de muros diferentes”, que será inaugurada el 18 de mayo, Día Internacional de los Museos, en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo, del INAH.
La exposición se centra en tres muros que separan a México de Estados Unidos, a Palestina de Israel y a la República Árabe Saharaui Democrática del Reino de Marruecos.
No son, sin embargo —apunta la doctora Rabinovich, del Instituto de Investigaciones Filológicas—, los únicos muros que, “monstruosos y ridículos”, a la vez son negocio de una minoría que hace pasar sus intereses privados por un interés público y de seguridad nacional.
