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Derechos Humanos Internacional

La OTAN, el genocidio de palestinos y la globalización de la guerra

Con la sospecha de que pudiera tratarse de otra maniobra propagandística israelí, la periodista que firma la “exclusiva” de los 40 bebés decapitados explica que su fuente fue un soldado israelí que dice que cree que pasó, pero que no está seguro. Una maniobra de distracción que pretende convertir a los palestinos en los animales y bestias que describe el ministro de Defensa israelí. Y el inefable Biden promociona la fake: Nunca pensé que vería y confirmaría imágenes de terroristas decapitando niños”.

Varios socios de la OTAN indicaron que ya están brindando apoyo práctico a Israel. La guerra desencadenada entre Israel y Hamas, si continúa, más allá del riesgo de desencadenar una conflagración regional de consecuencias devastadoras, puede tener consecuencias nefastas también en Europa, como las desencadenadas por la guerra en Ucrania: aumento de los precios del petróleo y de gas, crisis de inmigrantes, nueva ola de racismo.

Si bien son conocidos los lazos entre Biden y Netanyahu desde hace décadas,  el radicalismo de extrema derecha   -fundamentalismo judío, político y religioso- del gobierno israelí, pone las cosas muy difíciles a la diplomacia estadounidense, sobre todo con la presión de la calle responsabilizando al primer ministro israelí de lo ocurrido con Hamás. Hoy es más fácil respaldar la opción bélica que la mediación.

Para atajar la deserción entre los países árabes que tienen buenas relaciones con Washington, en caso de un ataque a gran escala israel+i sobre Gaza,  Blinken anunció en Tel Aviv que se reunirá con los líderes de Arabia Saudí, Catar, Egipto y Emiratos Árabes Unidos. Para los analistas, el mensaje de EEUU es claro y está dirigido a Hizbulá y al propio Irán. «Se lo estamos diciendo claro a los iraníes. Tengan cuidado», dijo Biden, monstado sobre su aspiración de globalizar la guerra.

Los halcones de Washington y la OTAN sueñan con globalizar la guerra, llevarla a todo el mundo. La de Ucrania se recordaría -si quedara alguien con vida en una conflagración que amenaza con ser la última para la humanidad- como un mero conflicto exsoviético.

Mientras, la UE no aclaró sobre el supuesto bloqueo de las ayudas económicas que la UE tenía previstas para Palestina, unos 691 millones de euros en total, con la excusa de crear “instituciones responsables para un futuro estado palestino y el apoyo para el nacimiento de una economía autosuficiente”.

De cara a las elecciones presidenciales estadounidense del próximo año, donde los republicanos  lo acusan de ser blando con Irán, supuesto patrocinador de Hamas, el presidente  Joe Biden, dijo  que está dispuesto a desplegar fuerzas militares adicionales en Medio Oriente. No sería descabellado pensar que algún país europeo, con el uniforme de la OTAN, se sume a este intento de guerra generalizada.

¿La guerra tiene reglas?

Las tropas de Israel utilizaron fósforo blanco en los ataques lanzados contra Gaza y el Líbano, denunció Human Rights Watch (HRW), y alertó sobre los riesgos de «lesiones graves y de larga duración». La organización de derechos humanos verificó una serie videos tomados los días 10 y 11 de octubre y que «muestran múltiples ráfagas de fósforo blanco disparadas con artillería sobre el puerto de  Gaza y dos localidades rurales a lo largo de la frontera entre Israel y el Líbano».

Muchos hablan de la reglas de la guerra. El jefe del Pentágono, Lloyd Austin destacó que su país no impuso condición alguna a Israel para el uso de su ayuda militar, y ante una pregunta de la prensa respondió: no voy a definir la proporcionalidad. O sea, todo vale.

Para los palestinos, ni medicinas, ni agua, ni electricidad, ni combustible. El hambre y la desesperación como arma política. “Estamos combatiendo contra animales y actuamos en consecuencia”, dijo el ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant.

Esas reglas de guerra no incidieron durante años en las políticas bélicas de Israel contra la población palestina, sobre todo en Gaza, y han sido repetidamente denunciadas reiteradamene como crímenes de guerra por Amnistía Internacional y otras organizaciones de derechos humanos.

Israel y sus aliados de Occidente vienen justificando esta estrategia bélica con el argumento de que se encuentra ante una amenaza terrorista donde las reglas de guerra no son fácilmente aplicables. La respuesta de Israel ante los que llama crímenes de guerra cometidos por Hamas ha sido un sitio total a Gaza, lo cual es técnicamente un crimen de guerra por ser un castigo colectivo a una población civil.

La Franja de Gaza, sometida a ataques y un bloqueo total desde 2007, está controlado por las milicias de Hamás, el grupo que el pasado 7 de octubre realizó un ataque armado masivo en territorio israelí. Esos hechos desencadenaron el actual asedio israelí de Gaza, bajo las bombas desde ese día y con 300.000 soldados y centenares de tanques dispuestos a entrar en ese territorio palestino, sin miramiento alguno con sus 2,2 millones de habitantes.

El primer ministro israelí, el ultraderechista Benjamín Netanyahu, dijo que «cada miembro de Hamás es hombre muerto». Esto significa que no habrá prisioneros y nadie pedirá clemencia.L as fuerzas ultraconservadoras israelíes reclaman que el Ejército arrase los territorios palestinos para después repoblarlos con sus propios colonos, con quienes tienen que lidiar Biden y sus enviados en Tel Aviv.

El secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, viajó a Tel Aviv para reiterar la fórmula de que Estados Unidos apoya a Israel, pero evitó reconocer que su gobierno, como todos los anteriores desde 1948, es cómplice de la estrategia bélica israelí, financiando en parte la ocupación militar de Gaza, facilitando la ampliación de colonias en Cisjordania y permitiendo el desarrollo de armas nucleares de su aliado.