¿Quién tiene que recordar ahora a la gente que escucha los noticiarios de las televisiones occidentales, iguales y repetidos en todos los idiomas, que existen leyes, hasta en la guerra, que el sionista Israel ni sus aliados occidentales respetan, leyes como la Convención de Ginebra, leyes que condenan el genocidio expresamente, y que deben ser aplicadas por el Tribunal Penal Internacional y juzgados ahí los crímenes de sus infractores? Si. Existen. Y qué? ¡Si ya oímos que los EEUU quitan de ahí a los jueces que les molestan! ¿ Entonces?…
Sabemos que existe ese tribunal lo mismo que existe la democracia, según los papeles (mojados todos). Y es tranquilizador saber que los desmanes y crímenes de los poderosos de finanzas, fondos buitre, empresas neoesclavistas, ideólogos neofascistas, traficantes de armas, de drogas letales y gentes de poder oscuras en general, están sometidos a la ley y al orden internacional, a la voluntad popular expresada en las urnas, según el caso, y al empuje edificante de los sermones dominicales que inducen al bien común. Parece que estamos a salvo, ¿verdad? Pues no lo crean.
Nada de eso funciona. Nada de eso sirve a los pueblos. Nada de eso está dirigido por gente a la altura de los tiempos que nos toca vivir. Y por eso ninguna de esas organizaciones supuestamente garantistas es capaz de parar a maldad, la injusticia o el exterminio a la población palestina. Y no es que este no lo vean: se transmite sin pudor alguno a todas horas la sangre de los niños gazatíes, de sus madres, de las parturientas entre los escombros de su hospital, y los llantos breves del recién nacido que acaba de morir: brotan a borbotones de nuestros televisores, salpican nuestras salas de estar. Pero al parecer solo las nuestras, la de la gente que queremos la paz. Los demás, prefieren creer que estamos en manos seguras, protegidos por el orden imperante y todos sus órganos, y prefieren ponerse de perfil o distraerse. Maldita sea la estupidez.
Vergüenza de gobiernos, personas y organizaciones. ¿Dónde está su más elemental dignidad como seres humanos? Producen la misma repulsión que la de cadáveres en descomposición, pues cadáveres son: almas muertas, cadáveres morales. Uno se avergüenza de ser humano en ocasiones como esta y con gentes como estas. Maldita sea la maldad eternamente.