Ahora, la contraofensiva de la resistencia palestina rompiendo el cerco de Gaza ha mostrado que no solamente los tanques israelíes ya eran destruidos dentro del gueto, sino que los palestinos los destruyen fuera, con misiles o drones. Todo ha cambiado respecto a 2014. Por supuesto los palestinos y sus cohetes no pueden derrotar militarmente al ejército israelí, pero pueden hacer pagar un coste desorbitado a la sociedad colona que los propios israelíes no estén dispuestos a afrontar, lo que de facto equivale a una derrota.
Por eso Israel ha tratado de mantener dormido el frente de Gaza mientras se ha enfocado más en su sueño de intentar expulsar a los casi cuatro millones de palestinos de Jerusalén y Cisjordania. Esa estaba siendo su estrategia: elevar al máximo la opresión en Cisjordania y Jerusalén y controlar el frente norte de Líbano. Intentar dejar congelado eternamente el campo de confinamiento de Gaza no ha dado resultado: los nativos confinados en Gaza han dado una patada al tablero, y a los diputados del partido de Netanyahu solo les queda clamar desesperados por otra imposible Nakba, otra imposible limpieza étnica masiva como en 1948.
“Israel está en guerra”… desde hace 75 años, contra los palestinos
El sábado Netanyahu dijo que Israel estaba en guerra, aunque omitió decir que está en guerra desde hace 75 años contra los nativos palestinos, y expuso los tres puntos de su respuesta: encerrar de nuevo en el gueto a los nativos armados que habían logrado humillar a Israel, ejecutar una venganza arrasando Gaza y advertencia a Líbano de que no se involucrase. El segundo y tercer puntos son una expresión de deseo y no de realidad, y eso muestra su debilidad. Después exigió a los palestinos del gueto que abandonasen Gaza si no querían morir todos. Una promesa de genocidio aceptable para Europa y EE UU, que tampoco se cumplirá aunque necesite aliviar a su aterrorizada sociedad colona.
Si Israel ya no puede abrir un enfrentamiento total con el campo de concentración de Gaza, menos aún con Líbano. Los túneles libaneses de cientos de kilómetros esconden una potencia de fuego en cohetes, misiles, drones y antitanque miles de veces superior a la de Gaza. Estas amenazas a pocos kilómetros de las urbes coloniales israelíes no las pueden resolver las bombas atómicas. Uno de los momentos más descriptivos de esa incapacidad contra su frente del norte ocurrió en abril de 2023 cuando recibió varios cohetes desde Líbano como respuesta a su opresión en Jerusalén. Israel no se atrevió a culpar a Hezbollah y por tanto tampoco se atrevió a iniciar un enfrentamiento a gran escala contra Líbano por el precio a pagar para los israelíes. Realizó una operación de distracción bombardeando de forma limitada el gueto de Gaza, no Líbano.
La encrucijada israelí es irresoluble y no conseguirá apaciguar el terror de los israelíes. Cada cohete y misil de los palestinos que impacta significa un incremento en el número de colonos que desean huir hacia otros países
En la próxima respuesta del régimen contra Gaza durante estos próximos días, en la que seguramente asesinará a cientos de palestinos, el límite lo marcarán los misiles y drones que desde Líbano vayan siendo lanzados hacia la sociedad colona israelí. La encrucijada israelí es irresoluble y no conseguirá apaciguar el terror de los israelíes. Cada cohete y misil de los palestinos que impacta significa un incremento en el número de colonos que desean huir hacia otros países. Si se suma la llegada de misiles desde Líbano eso supondrá el pánico en los colonos. Escalar hasta una vía militar desenfrenada solo conduce a un dolor desconocido para la sociedad colona israelí, que nunca ha pagado un precio de sufrimiento como el que sí han pagado los civiles de los países de la región por las agresiones israelíes.
Las estrategias militares han fallado y también las estrategias de fragmentar y aislar a unos palestinos de otros. En 2021 su opresión en Jerusalén activó no solo la resistencia armada de Gaza, sino una resistencia civil global en toda Palestina en movilizaciones y huelga general, incluidos los dos millones de palestinos con ciudadanía del régimen de tercera categoría.
El callejón sin salida israelí
Israel está en un callejón sin salida militar y se ha movido en estrategias al filo de la navaja: masacres específicas de líderes de la resistencia en Gaza y sus familias sin llegar a la guerra total (agosto 2022, mayo 2023) y ejecuciones incesantes de combatientes en Cisjordania. Todo medido sin activar demasiado la resistencia armada palestina. Junto a esto, intentar impedir el reforzamiento militar regional bombardeando territorio sirio.
La geopolítica tampoco juega a favor de Israel con la progresiva debilidad de EE UU-UE en Asia occidental y en el resto del planeta, junto al reposicionamiento de los actores regionales. Los regímenes árabes no son estúpidos a pesar de ser cómplices en la opresión al pueblo palestino. Aunque sus regímenes entablen relaciones oportunistas con Israel y le concedan fotos en los enterrados y vacíos Acuerdos Abraham. Los regímenes árabes no recibirán los F35 y misiles de EE UU que esperaban con estos acuerdos, y el artefacto colonial ha fracasado en la creación de una OTAN árabe-israelí que actuase como escudo protector de Israel. Aún más, las oligarquías árabes históricamente subordinadas a EE UU y a Israel, ahora se reposicionan a la contra en lo regional y en lo global.
A los gigantescos acuerdos económicos que firman con China y Rusia se une la diplomacia de estos dos países, que ya ha logrado el impensado reencuentro entre Arabia Saudí e Irán. La Liga Árabe ha tenido en las últimas décadas una actuación infame pero de un día para otro las declaraciones, palabras y términos pueden cambiar.
Eso se ha visto en el comunicado del régimen saudí sobre la operación palestina rompiendo el confinamiento de Gaza, en el que responsabiliza inequívocamente a Israel en su política de opresión y colonización: “Es el resultado de la continua ocupación y privación del pueblo palestino de sus derechos legítimos por Israel”.
En estos giros de la historia, las mismas oligarquías árabes que han sido enemigas del pueblo palestino y de otros pueblos de la región serán las primeras en presentarse en Jerusalén en el futuro para felicitar a los palestinos el día después de la caída del régimen. EE UU y Reino Unido también lo hicieron así con Mandela tras considerarle terrorista hasta 2008 y apoyar el régimen de apartheid sudafricano durante décadas.
El extremismo israelí es la naturaleza de un régimen colonial
Por último, hay que entender que todo esto no es producto de que Israel haya derivado en un descarnado extremismo por Netanyahu o Ben Gvir. Toda colonización de colonos contra nativos en su tierra es extremista y fascista, aunque se disfrace de democracia como los EEUU del siglo XIX. La desposesión y expulsión por las armas es fascismo. Que se revele la auténtica ideología fascista de un régimen colonial es la consecuencia, no la causa, de un fracaso. No es diferente al extremismo final de los colonos franceses en Argelia (OAS) o de la sociedad de colonos blancos europeos en Sudáfrica (Movimiento de Resistencia Afrikáner). Argelia y Sudáfrica padecieron colonizaciones mucho más largas que Palestina y en los últimos años de opresión sus indígenas sufrieron una violencia añadida de grupos paraestatales, como la nueva milicia de colonos extremistas del ministro Ben Gvir.
Las encrucijadas de la resistencia palestina
La resistencia palestina también se ha movido en dilemas hasta la secreta y masiva operación militar de ruptura del cerco de Gaza. El mayor de ellos es cómo minimizar el coste humano. Aunque un pueblo decidido a descolonizarse, como el palestino, argelino o vietnamita, no hace cálculos de cuál será la factura final de su sufrimiento en esa lucha de décadas, es obvio que siempre se intenta minimizar ese precio. No se debe caer en los extremos de fetichizar la resistencia del pueblo palestino, ni desde nuestra comodidad pensar que los palestinos son unos irresponsables y locos por las vidas palestinas que ahora se perderán.
Hasta ahora se trataba de presionar a la sociedad colona en la consciencia de su fragilidad e inducirla a pensar, a temer, que cada vez es más próxima esa guerra total y del coste que tendrá que pagar. Que eso incremente su pánico para que prosiga su descomposición multiplicando la huida de colonos y al mismo tiempo intentando pagar el menor coste posible de sangre palestina. Dentro de la tragedia y la rabia por las masacres israelíes, también hay estrategia. La operación de la ruptura de la cárcel de Gaza elevará a niveles nunca vistos la sensación de fragilidad y terror de los israelíes aunque conlleve un coste muy alto.